Usando Nuestros Dones

Q

Martes 16 de julio de 2024

P: He sido una persona creyente durante muchos años (varias décadas, en realidad), y me he sentado bajo la enseñanza de la Iglesia sobre el evangelismo, sintiéndome condenado por no “hacer mi parte” en la Gran Comisión. Para decir verdad, no puedo recordar haber orado por nadie para guiarlo al Salvador.

Hace varios años, experimenté un avivamiento personal extremo a través del cual llegué a amar y a “tener sed” de Jesús como nunca antes. Era como algo que me consumía, tan intenso que pensé que explotaba. Si bien esta intensidad ha disminuido (no puedo imaginar a nadie viviendo con eso por mucho tiempo), sí me cambió de manera permanente. Durante ese tiempo, el SEÑOR desafió muchas de mis ideas religiosas, una de las cuales es la realización de la “Gran Comisión”. Hay muchos individuos dentro de la Iglesia que son guiados por su don del evangelismo. Si bien cada creyente es portador de la Luz y debe estar listo para dar una razón para la esperanza dentro de ellos, no todos tienen el don del evangelismo donde ven que el SEÑOR obra en ellos para llevar a las personas hacia Él.

Creo que tengo un don de enseñar y me frustraba tanto con los creyentes que no tienen una comprensión clara ni un amor por la Biblia. Ahora veo que mi don de enseñanza me guiaba de la misma manera que el del evangelista.

La Iglesia de hoy parece estar en un ciclo donde el impulso clave es «alcanzar a los perdidos». Recuerdo que hace varios años, el impulso era una relación más profunda con Dios. ¿Podría ser que nosotros, los creyentes, tendemos a enfatizar nuestra pasión y dones (ya sea testificar, enseñar, ayudar, etc.) como la función más importante de la Iglesia, dejándonos mutuamente heridos como resultado?

A

R: Así como no todos los evangelistas son también maestros, tampoco todos los maestros son evangelistas. 1 Corintios 12:7-11 nos dice que el Espíritu Santo distribuye los dones en toda la Iglesia según lo determine el bien común. Cada creyente debe esforzarse por descubrir su don (Romanos 12:1-2) y luego encontrar una manera de expresarlo por el bien del cuerpo de Cristo.

Estoy de acuerdo en que cada uno de nosotros debe estar preparado para discutir y explicar la fuente de nuestra fe siempre que se nos pida que lo hagamos, pero no todos están llamados a ser evangelistas. Y sí, la Iglesia a menudo comete el error de enfatizar la importancia de un don sobre otro. Por ese motivo 1 Corintios 12-14 fue escrito.