Miércoles 17 de abril de 2019
P: Al igual que usted, creo en mi corazón que el rapto está muy cerca. Aunque sé que lo mejor de esta vida no puede comenzar a compararse con lo que el Señor ha preparado para nosotros, y estoy entusiasmado con Su pronto regreso, al mismo tiempo me siento deprimido por el tiempo perdido, las prioridades equivocadas, las oportunidades desperdiciadas, y los pecados interminables de mi vida. Ya que no hay condenación para aquellos que están en Cristo Jesús, ¿son mis sentimientos la evidencia de que ni siquiera soy salvo?
R: La mayoría de las personas creyentes que finalmente viven vidas fructíferas desearían haberse tomado en serio su fe mucho antes, especialmente si creen que nuestro tiempo aquí se está acortando. Lamentarse todo el tiempo que han pasado haciendo cosas que no eran productivas o incluso contraproducentes en lo que concierne al Reino es algo natural.
Pero cuando se centran en el comportamiento pasado en la medida en que comienzan a preguntarse por su salvación, eso es una señal de que el enemigo está utilizando la culpa, una de sus armas más efectivas, para robarse su gozo. Cuando eso sucede, es importante recordar que solo aquellos que realmente se salvan pueden experimentar dudas. Así que los sentimientos que usted tiene son en realidad evidencia de que usted es salvo.
Filipenses 3:13-14 Pablo escribió: Pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante; ¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús!”
Lo que está en su pasado no es relevante para Dios. Cuando usted se hizo creyente, Él perdonó todos los pecados de su vida; pasados, presentes y futuros (Colosenses 2:13-14). Ya que Él ya lo ha perdonado, es hora de que usted haga lo mismo por usted mismo. Tome esos malos sentimientos y hágalos obedientes a Cristo (2 Corintios 10:3-5). Eso significa que cuando usted tenga dudas acerca de su salvación, comience a verse a sí mismo de la manera en que Él lo ve, sin manchas ni arrugas ni nada semejante, sino santo e irreprensible (Efesios 5:27).
Y recuerde, cada día es un nuevo comienzo con Dios. No importa lo que sucedió ayer, Sus misericordias son nuevas cada mañana (Lamentaciones 3:22-23).