Jueves 16 de noviembre de 2023
P: Si una persona creyente se casa después de haberse divorciado, ¿esa persona está viviendo en un estado de pecado permanente?
R: En Mateo 17:3-9 Jesús estaba discutiendo un punto de la ley con los fariseos. Ellos creían que un hombre podía divorciarse de su esposa por muchas razones basadas en un reglamento que Moisés les había dado siglos antes. Jesús repitió la doctrina bíblica de que el divorcio por cualquier razón que no sea el adulterio, era contrario a la Ley, y la gente que se divorciaba y volvía a casarse estaba cometiendo adulterio.
En la Ley no hay ningún a provisión para el perdón de los pecados futuros. El sistema de sacrificios solamente cubría los pecados del pasado. Una persona podía ser absolutamente justa un día, y perder su justificación el siguiente día (Ezequiel 33:18).
Pero bajo la gracia todos los pecados en la vida de una persona creyente fueron perdonados en la cruz; pasados, presentes y futuros (Colosenses 2:13-14). Si cualquier persona está en Cristo, es una nueva creación a los ojos de Dios (2 Corintios 5:17), con una justicia aparte de la Ley (Romanos 3:21-24), hecha perfecta para siempre por el sacrificio único y para siempre por los pecados (Hebreos 10:12-14). Nuestros pecados como creyentes no cuentan en contra nuestra, sino que son atribuidos a la naturaleza pecaminosa que mora en nosotros (Romanos 7:18-20). Si eso no fuera cierto, entonces Pablo no hubiera podido prometer que nuestra herencia (la vida eterna) fue garantizada desde el momento en que creímos (Efesios 1:13-14).
Por consiguiente, a pesar de que el divorcio por cualquier razón distinta al adulterio todavía es pecado, una persona creyente nacida de nuevo que se divorcia y vuelve a casarse no está viviendo en un estado continuo de pecado.