Creyentes tibios

Q Luego de leer su estudio acerca de las siete iglesias de Apocalipsis 2-3 (14 de mayo de 2012), tengo una pregunta. ?Como puede una persona que es verdaderamente creyente ser tibia? ?Es eso aun posible?
A La palabra tibio en Apocalipsis 3:16 significa que las personas en Laodicea no amaban al Senor ni lo odiaban. Se habian vuelto indiferentes hacia El porque estaban bien acomodadas y no creian que necesitaban algo mas. Creian que todo iba de lo mas bien. Queda claro por Su carta dirigida a ellos que el Senor no estaba contento con personas como esas.

Hoy dia vemos a personas tipo Laodicea a nuestro alrededor. Yo los llamo cristianos en nombre solamente. Durante 6 dias a la semana esas personas estan totalmente inmersas en sus vidas terrenales. Solamente se enfocan en su relacion con el Senor durante una hora aproximadamente un domingo en la manana, y algunas veces ni eso tampoco.

Yo no creo que una persona que es verdaderamente creyente pueda ser tibia, pero muchas de ellas han tenido momentos en que se han acercado peligrosamente a ese estado. Es por eso que el Senor nos dijo que nos enfocaramos en buscar Su reino y Su justicia y no preocuparnos por las cosas terrenales (Mateo 6:31-34). Tambien por eso Pablo nos advirtio de no conformarnos a este mundo sino ser transformados en la renovacion de nuestras mentes (Romanos 12:2), y no poner nuestro ojos en lo que se ve, sino en lo que no se ve. Porque lo que se ve es temporal, y lo que no se ve es eterno (2 Corintios 4:18).

Uno de los mas grandes desafios que enfrentamos como personas creyentes es evitar tomar por sentada nuestra relacion con el Senor, porque si lo hacemos, estamos arriesgando ponerlo a El en el anaquel como lo haria un nino con un juguete con el que ya no juega pero todavia quiere guardarlo.

El amor no es algo que solamente sentimos, tambien es algo que hacemos. Amamos al Senor al pasar un tiempo en adoracion y oracion, leyendo Su palabra, y por medio de actos de amabilidad que hacemos en Su nombre con personas que nos rodean. Como Juan lo puso, «No amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad» (1 Juan 3:18).