Hebreos 9:11-12 nos da la respuesta: «Pero Cristo vino ya, y es el sumo sacerdote de los bienes venideros, a traves del tabernaculo mas amplio y mas perfecto, el cual no ha sido hecho por los hombres, es decir, que no es de esta creacion, y no por medio de la sangre de machos cabrios ni de becerros, sino por medio de su propia sangre. Entro una sola vez y para siempre en el Lugar Santisimo, y asi obtuvo para nosotros la redencion eterna.»
Habiendo cumplido Su papel como nuestro sacrificio perfecto, El se estaba preparando para actuar como nuestro Sumo Sacerdote, rociando Su sangre sobre el altar del Cielo como Su acto final de expiacion por nuestros pecados. Entonces no fue un asunto de no dejar que Maria se aferrara a El. El le estaba diciendo que lo dejara ir para que pudiera ejecutar esa tarea final. Al llegar la tarde de ese dia, El estaba de vuelta y se aparecio a Sus seguidores en el aposento alto (Juan 20:19-20).