El año del jubileo

Lunes 21 de octubre de 2019

Una increíble Ley de Dios que nunca se respeta.

En un artículo anterior hice una referencia rápida el “Año de Jubileo” del Señor. Indiqué que eso era parte de Su antídoto contra la avaricia humana. Es un concepto no familiar para algunas personas pero otras creen que si Israel estuviera cumpliendo el pacto, el año 5760 habría sido un Año de Jubileo. (Este año 2017 es el año 5777 en el calendario judío). Por consiguiente, eso amerita un estudio adicional.

El Año del Jubileo se explica en Levítico 25. De la misma manera que en otras festividades del Sabbath (días santos) descritos ahí, es un día apartado para un cumplimiento tanto histórico como profético. Su momento exacto es asunto de controversia debido a la confusión de cómo son reconocidos los años entre los jubileos. Muchas personas creen que los años de jubileo ya no pueden calcularse.

Para simplificarlo bastante, cada 50º año era un año de jubileo, y para conmemorar ese año los Israelitas debían hacer tres cosas.

Devolver la tierra

Primero, al reconocer que la tierra realmente era del Señor y que ellos realmente eran arrendatarios, cualquier tierra que habían adquirido desde el último jubileo debía devolvérsele a la familia original a la cual el Señor se la había otorgado. Él claramente les dijo que Su tierra no podía ser comprada ni vendida (ni regalada, como algunas personas apuntan a las negociaciones de “tierra por paz”).

A propósito, un elemento esencial del acuerdo de Camp David que justifica la devolución de la península de Sinaí a Egipto, fue el hecho de que el Señor nunca se la dio a Israel en primer lugar. Por consiguiente, la misma podía ser devuelta sin violar las leyes bíblicas.

Entonces al añadir tierra a sus activos, los israelitas realmente estaban sólo “comprando” el número de cosechas hasta el próximo año de jubileo, de tal manera que “lo comercializado” era el precio de la transacción. Si una familia de alguna forma perdía su tierra debido a una falta de pago o una bancarrota, dependía del pariente más cercano adquirirla inmediatamente de nuevo si él podía. Si no podía, se devolvía en el próximo jubileo de todas maneras.

Pagado en su totalidad

Segundo, todas las deudas se perdonaban. Cualquier suma de dinero que alguien le debía a usted, se anulaba y la deuda quedaba cancelada. Lo mismo sucedía con el dinero que usted debía.

Soy libre

En esos días, si una persona incurría en una deuda y por algún motivo no podía pagarla, se hacía esclava del miembro de su familia o del acreedor para pagar el saldo. Entonces, en esta tercera provisión del año de jubileo, todos los esclavos eran liberados y devueltos a su propiedad familiar.

Bajo esas provisiones entonces, casi que una vez en el lapso de vida de la gente, el pizarrón se borraba y quedaba limpio. Las personas que no lo hicieron bien tenían otra oportunidad, pero este reinicio también evitó la motivación por amasar fortuna o producir una gran herencia para los descendientes de la persona.

Era responsabilidad del Señor cuidar a Su pueblo después de todo, y ellos por su parte no debían preocuparse acerca del futuro. Debían enfocarse en relación con Él, poniendo su futuro en Sus manos.

Pero espere un momento, dice usted. Un programa como ese arruinaría la economía de hoy en día, aun destruyendo quizás nuestra forma de vida. Así es, y ese cabalmente es el punto. Nunca fue la intención de Dios que nuestra manera de vivir fuera de la manera actual. Él nunca quiso que experimentáramos la tensión, la ansiedad, la decepción y el temor que son tan prevalecientes en las vidas de la gente hoy cuando luchan por obtener o para mantener más de las “cosas finas de la vida.” Él nunca tuvo la intención de que nos preocupáramos tanto por la riqueza material y la comodidad y que perdiéramos la vista de Él para enfocarnos en los tesoros transitorios de este mundo al punto que estaríamos de acuerdo hasta en renunciar a la riqueza permanente de la próxima vida.

Como muchas de Sus leyes que nosotros en esta era de la gracia miramos de menos y nos burlamos de ellas, la Ley del Jubileo tenía la intención de darnos un beneficio a largo plazo así como ser nuestro consuelo en el corto plazo.

¿Qué sigue ahora?

El cumplimiento profético debería ser obvio. Un día pronto, toda la tierra llamada Planeta Tierra volverá a su dueño original, aquel que la creó. (Recuerden, nuestro Padre Dios creó la Madre Naturaleza de ellos.) Todas las deudas que tenemos con Él serán perdonadas en hecho como lo han sido perdonadas en fe, y todos los esclavos (en el pecado) serán liberados de esa maldición para siempre.

Entonces, cuando usted ora, “Que venga Tu reino y que se haga Tu voluntad,” usted realmente está orando por ese último año de jubileo.