Lunes 27 de abril de 2020
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Las cartas a las iglesias de Filadelfia y Laodicea concluirán nuestro estudio de las Siete Cartas Para Siete Iglesias de Apocalipsis 2 y 3.
A la Iglesia en Filadelfia (Apocalipsis 3:7-13)
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia:” Filadelfia significa la Ciudad del Amor Fraternal.
En las crónicas de la historia de la iglesia, Filadelfia representa la iglesia evangélica nacida en los años de 1800 durante el Segundo Gran Despertar. (El primero sucedió acerca de 100 años antes principalmente en las Colonias Septentrionales de los EE. UU.)
Durante siglos los eruditos han intentado alegorizar la interpretación de las Escrituras, especialmente las relacionadas con la profecía, pero a mediados de los años de 1800 se activaron sus bases con el retorno de la interpretación literal. El Rapto antes de la tribulación y los 1000 años del reinado de Cristo en la Tierra, que fueron puntos de vista prevalecientes durante el Siglo I, pero abandonados por la interpretación alegórica, volvieron a ser populares. La iglesia nació de nuevo.
(Título) “Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre:”
Jesús es el Mesías que sostiene las llaves del Reino Davídico. Solamente Él tiene la autoridad para otorgar y rechazar el ingreso al reino.
(Elogio) “Yo conozco tus obras; he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque, aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. Yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.”
La puerta abierta es por la cual Juan entrará al Cielo en el capítulo 4, para estar frente al Trono de Dios, lo cual es un tipo de Rapto. La Iglesia en Filadelfia, al no recibir ninguna crítica, también se le otorga el ingreso. Esto es un hecho simbólico puesto que todas aquellas personas que son salvas por la gracia según la fe, es como si nunca hubieran cometido pecado alguno. Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. (2 Corintios 5:21)
La iglesia de Filadelfia del Siglo I, como otras iglesias gentiles del momento, estuvo acosada por los “judaizantes”. Estos insistían en que antes de que un Gentil se convirtiese al cristianismo, debía convertirse primero en un judío y guardar la ley. Ellos se vieron obligados a admitir que el camino al cristianismo no era pasando por el judaísmo, sino era yendo directamente al pie de la cruz.
En estos últimos días, los seguidores de la Teología de la Sustitución (los que creen que la iglesia remplazó a Israel) y otros grupos que niegan la herencia de Israel como hijos favoritos de Dios, se verán obligados a postrarse ante la verdadera Iglesia y admitir el error de sus caminos.
(Advertencia) “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que habitan sobre la tierra.”
Esta es la promesa del Señor del Rapto antes de la tribulación. La palabra griega traducida “de” en este pasaje literalmente significa “fuera del todo” y nos excluye del tiempo, del lugar, y de la causa de los juicios de los tiempos finales. Solamente una “hora de prueba” se profetiza sobre el mundo entero, y solamente una está diseña para los moradores de la tierra. Es la Gran Tribulación. A través del resto de Apocalipsis, a la iglesia se le menciona como aquellos que moran en el Cielo.
(Llamado) “Yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.”
Aquí encontramos uno de esos lugares en que se distingue el regalo gratuito de la salvación, de las coronas que ganaremos como galardones por el trabajo que hicimos en el nombre del Señor como agradecimiento por Su regalo. Una de esas coronas está reservada para aquellos que anhelan Su venida (2 Timoteo 4:8) con lo cual se describe perfectamente la actitud de la Iglesia en Filadelfia.
La palabra griega traducida “pronto” en la versión NVI, en realidad significa de repente, sin aviso. Cuando El venga, lo hará de repente, sin ninguna advertencia. No permita que nadie lo aleje de la promesa de Su retorno. ¡No pierda la esperanza!
(Desafío) “Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.”
¿Quién es que vence al mundo? Juan pregunta. Solamente los que creen que Jesús es el Hijo de Dios. (1 Juan 5:5). A través de todas las cartas, los vencedores son aquellas personas quienes han resistido los agregados y las supresiones que la humanidad le ha hecho a la ecuación de salvación del Señor y han permanecido firmes en la creencia de que solamente por fe es que somos salvos.
La Nueva Jerusalén es el hogar de la iglesia. Nada impuro podrá jamás entrar en ella, solamente aquellos cuyos nombres están escritos en el Libro de la Vida del Cordero (Apocalipsis 21:27). Con toda esa identificación, no habrá ninguna duda en cuanto a quienes son las personas que estarán autorizadas a vivir allí.
(Promesa) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
Una vez más se nos advierte que permanezcamos dentro de los principios del Evangelio. Mantenernos en Su Palabra. Nunca negar Su nombre. Mantener nuestras convicciones. Y mantenernos mirando al Cielo.
Era un día claro y hermoso cuando llegamos a Filadelfia, que es hoy día la moderna Alasejir, apenas después de almuerzo. Justo a tiempo, pensé, puesto que los lugares históricos en Turquía a menudo cierran a las tres de la tarde. Divisamos las señales que guiaban al sitio de la iglesia y llegamos sin dificultad alrededor de la 1:30 PM. Era un vecindario silencioso y el sitio en que la iglesia estuvo, era como un parque, verde y limpio.
El rótulo en la puerta nos indicó que llegamos durante las horas de visita y, como en los otros sitios que habíamos visitado, había una oficina pequeña para cobrar el ingreso y distribuir la literatura del lugar. La puerta estaba abierta así que entramos al lugar. Pero a diferencia de los otros lugares, aunque permanecimos por casi una hora, no vimos ningún visitante ni empleado. Era como si todos se hubieran esfumado, tal como el Señor había prometido.
A la Iglesia en Laodicea (Apocalipsis 3:14-22)
“Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea:”
Laodicea significa “la gente gobierna.” La iglesia de Laodicea representa la iglesia apóstata del final de la era. Muchos de los movimientos como la Nueva Era y la Iglesia Emergente forman parte de esta iglesia.
(Título) “El Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto:”
Cristo les está diciendo que sepan que no son ellos los que mandan en la iglesia.
(Crítica) “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Cómo quisiera que fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.”
Laodicea no recibe ningún elogio, solamente esta crítica la cual está llena de sarcasmo simbólico. Laodicea obtenía su agua de la cercana Hierápolis, un centro de aguas termales que aun florece hoy en día con el nombre de Pamukale. El agua fluye a través de un valle en un acueducto abierto. Originándose caliente en su nacimiento en las fuentes termales, llega tibia a su destino. Es muy fría para limpiar o bañarse, y demasiado tibia para ser refrescante, por eso no es apta para el uso hasta que pueda ser calentada o enfriada.
El fuego del Espíritu se había ido de la Iglesia de Laodicea dejando a sus miembros metidos en un ritual de “forma sin sustancia”. Y no era que a ellos les importara eso. Ellos estaban felices como almejas con su religión sin compromiso, ni responsabilidad. Así es mucha de la forma de la iglesia emergente de hoy día. Parecen ser iglesia y hasta hacen algunas cosas que una iglesia hace, pero no se puede detectar el poder del Espíritu Santo allí, y la ausencia del Evangelio de nuestra salvación es obvia. A pesar de que sus congregaciones son a menudo grandes y bien financiadas, su condición espiritual es una de pobreza.
(Advertencia) “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas.”
La ciudad de Laodicea era un centro regional bancario próspero, también famoso para la rica tela negra de lana que sus residentes producían, y un ungüento calmante que ayudaba a reducir los efectos dolorosos de la tensión ocular causada por el astigmatismo. Desde el punto de vista del mundo, ellos eran ricos, pero pobres en las cosas del Espíritu; se creían bien vestidos en sus ropas brillantes de lana negra, pero carecían de las vestiduras blancas de justicia, por lo que estaban desnudos; eran capaces de ver todas las oportunidades para obtener una ganancia material, pero tenían una gran necesidad de una dosis sana del colirio del Señor para restaurar su perspectiva eterna. ¿Suena como alguien que Usted conoce? La Iglesia de Laodicea está viva y muy próspera en este Siglo XXI.
(Llamado) “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete. Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa, y cenaré con él, y él conmigo.”
Muchas veces llamado el “gran llamado evangelístico”, este pasaje expresa con fuerza un hecho extraordinario. ¡El Señor está afuera! Él llama a la puerta tratando de entrar, esperando (¿me atrevo decir, orando?) que alguien, cualquier persona, escuche Su voz y lo invite a pasar. Si lo hacen, Él les dirá, “es mejor que cambien de manera de pensar sobre su necesidad de un salvador. ¡El tiempo se acaba!”
(Desafío) “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Hasta el momento del Rapto cualquier persona en la Iglesia de Laodicea puede reconocer su necesidad para un salvador y buscar al Señor para salvación. E incluso si eso los convirtiera en el último miembro del Cuerpo de Cristo, podrán recibir todos los derechos y privilegios. El número está casi completo. Si usted que está leyendo esto, pertenece a Laodicea, usted puede ser al que todos estamos esperando.
(Promesa) “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
En todos nosotros hay un poco de Laodicea. En algunas partes de la Palabra de Dios somos tibios, en alguna área de nuestra vida creemos que somos autosuficientes, algún pecado nos ha cegado. Entonces, enderecemos las cosas mientras aún hay tiempo.
Cuando nos detuvimos al lado del anfiteatro griego esa mañana (Laodicea tiene ambos anfiteatros, griego y romano) era claro que la Iglesia de Laodicea no escuchó al Señor que llamaba a la puerta. Lo que quedó de la iglesia no es sino un esqueleto vacío.
Volvámonos un poco personales
Cuando usted se sienta en la banca de su iglesia cada el domingo, sin importar el nombre en la puerta, a usted se le unen personas de Tiatira. Ellas son los que le añaden al Evangelio: Jesús más alguien o algo más, la gracia más las obras, las Escrituras más la tradición. Hay también algunas personas de Sardis. Ellos le restan al Evangelio: “Usted no necesita nacer de nuevo, solamente únase a la iglesia, dele un poco de dinero y tiempo, y usted se sentirán bien”. Y luego están las del grupo de Laodicea. “Jesús fue un gran hombre y maestro, y vivió una vida llena de gentileza y gracia, que es CASI como si Él fuera Dios. Solamente ame a todas las personas como Él lo hizo. La buena vida que usted vive es una señal obvia de que usted está bien con Dios y todos saben que no existe un cielo verdadero, vamos”.
Pero si usted sabe que es una persona pecadora y le ha entregado el corazón a Jesús porque El dio Su vida por usted, entonces, usted pertenece a Filadelfia. Es posible que haya algunas otras personas de Filadelfia allí con usted, pero usted nunca sabrá de seguro cuántos son sino hasta que todos desaparezcan juntos algún día pronto. Y no se sorprenda cuando a usted se le unan algunos que son católicos, algunos que son protestantes, algunos conservadores, algunos liberales, e incluso algunos que no aparentaban asistir a ninguna iglesia. Al fin de cuentas no es lo que usted dice que usted es, sino lo que cuenta es lo que usted cree en su corazón.