Buenos días, Señor. Un comentario sobre el Salmo 19

Lunes 24 de febrero de 2020

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

El Salmo 19 es una de las mejores oraciones diarias que he podido encontrar. Propóngase usted memorizar este salmo y úselo en sus oraciones de cada mañana. De la misma manera que el baño lo limpia físicamente, orar con el Salmo 19 lo limpia a usted espiritualmente. Es una gran manera de cumplir 1 Juan 1:9, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”.

Examinemos el Salmo 19 y les mostraré porqué este es un Salmo que debemos saber de corazón.

Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría.
No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz.
Por toda la tierra salió su voz, y hasta el extremo del mundo sus palabras (Salmo 19:1-4).

Estos versículos se refieren al Masoreta Judío, el cual más tarde se corrompió con la astrología babilónica. La tradición hebrea sostiene que Adán, Set y Enoc escogieron 12 constelaciones de estrellas, cada una con una estrella mayor y tres menores (llamadas decanas) y las nombraron de tal manera que pudieran contar la historia del Evangelio. Siendo un pueblo nómada que dormía a la intemperie con sus rebaños, generaciones de padres podían señalar estas constelaciones a sus hijos durante la noche y usarlas para enseñarles la historia de la redención. Esto se hacía para darles esperanza a los hijos, los cuales habían escuchado las historias de la caída del hombre y su expulsión del Edén, mostrándoles que un día Dios enviaría a Su Hijo para redimirlos. Su fe en la promesa de Dios, escrita en las estrellas, es lo que los salvaría de sus pecados.

La evidencia muestra que la esfinge en Egipto es un monumento a la Masoreta Judía con la cabeza de una mujer (Virgo) y el cuerpo de un león (Leo) combinando así la primera y la décima segunda señales para completar el círculo de la redención. Algunos expertos sostienen que la erosión tan particular que tiene la esfinge solamente pudo haber sucedido si hubiese estado debajo del agua por un período de tiempo. Si eso es así, es un monumento antediluviano del Evangelio en las Estrellas.

En la Babilonia antigua, a las 12 constelaciones se les dieron nombres diferentes, los cuales no se asemejaban a los nombres originales del hebreo, y los 12 signos del zodíaco nacieron al sacar a Dios totalmente del cuadro. Estos nombres babilónicos han sobrevivido hasta nuestros días y son la base para la falsa religión llamada astrología. Este fue uno de los primeros intentos del enemigo para privar a la humanidad de la historia del Evangelio. Entre los arqueólogos y los astrólogos existe la especulación de que la Torre de Babel pudo haber sido dedicada al estudio de la astrología. Los signos del zodíaco se han encontrado en las ruinas de torres antiguas similares. En Israel el estudio de la astrología se castigaba con la muerte (Deuteronomio 18:9-12).

En ellos puso tabernáculo para el sol; y éste, como esposo que sale de su lecho, se alegra cual gigante para correr el camino.
De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor (Salmo 19:5-6).

La salida y puesta del sol todos los días, también es una evidencia del poder creativo de Dios al proveer la luz y el calor necesarios para sustentar nuestras vidas diarias. ¿Cómo podía suceder eso por casualidad?

La ley del Señor es perfecta, que convierte el alma; el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo.
Los mandamientos del Señor son rectos, que alegran el corazón; el precepto del Señor es puro, que alumbra los ojos.
El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; los juicios del Señor son verdad, todos justos.
Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal.
Tu siervo es además amonestado con ellos; en guardarlos hay grande galardón (Salmo 19:7-11).

Las Leyes de Dios, las cuales son imposibles de cumplir en su totalidad, son la norma para el comportamiento que Él requiere. No son arbitrarias ni opresoras, sino que son perfectas como Él es perfecto, y el hacerlas parte de la vida es un camino seguro para la prosperidad y el éxito (Josué 1:8). Aun las personas que no creen en el Creador que las ordenó son bendecidas cuando incorporan Sus leyes en su estilo de vida.

¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión (Salmo 19:12-13).

Pero aún los mejores de nosotros quedamos tristemente muy cortos de alcanzar los estándares establecidos en la ley de Dios. Nuestro comportamiento está tan contaminado por nuestra naturaleza pecaminosa que ni siquiera nos damos cuenta del alcance de nuestra violación a las leyes de Dios. Por eso es que la oración de David no era solamente para tener la ayuda de Dios y así prevenir que él pecara de manera consciente, sino también por el perdón de los pecados que él no tenía conciencia de haber cometido.

En tiempos del Antiguo Testamento, las ofrendas diarias que se quemaban todas las mañanas y las tardes, ponían a un lado, de manera temporal, los pecados no intencionados de la nación de Israel. Desde los tiempos del Éxodo hasta la llegada del Mesías, estas ofrendas eran parte de su vida diaria. La ofrenda vespertina se quemaba toda la noche para expiar por los pecados que el pueblo pudiera cometer durante la noche, y la ofrenda matutina los protegía durante el día. Dos corderos entregaban sus vidas cada día para mostrarle al pueblo hasta dónde el pecado había penetrado en sus vidas, literalmente haciendo que ellos violasen la ley de Dios día y noche.

Cuando vino el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29), Jesús, reemplazó estas dos ofrendas diarias con Su sacrificio una vez para siempre (Hebreos 10:11-12). Y eso también cubrió los pecados intencionados y los no intencionados. Puesto que Él ya pagó el castigo que nosotros merecíamos, ahora solamente necesitamos confesar para ser perdonados. Algunas personas disputan esto alegando que nuestra confesión original debería ser suficiente para toda la vida. Sin embargo Juan el Apóstol nos recuerda que si creemos que no tenemos pecado somos unos mentirosos, y que nos estamos engañando a nosotros mismos. Pero si confesamos nuestros pecados, como lo hizo David, incluyendo aquellos que son parte de nuestro comportamiento y que no estamos conscientes de haberlos cometido, Dios, Quien es fiel y justo, los perdona y nos limpia de toda maldad (1 Juan 1:8-10). Nuestra confesión original nos salvó para siempre, pero el mantener una relación íntima con Dios en el momento presente requiere una confesión cada vez que pecamos.

Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Señor, roca mía, y redentor mío (Salmo 19:14).

Dios, quien juzga los motivos de nuestros corazones, conoce la diferencia entre la confesión sincera de un pecador humilde y contrito y la de las palabras sin sentido que pronunciamos sin ningún sentimiento. David terminó esta oración con la esperanza de que Dios lo encontrara sincero cuando ofrecía su confesión, y juzgara favorablemente sus intenciones. Es un buen consejo para nosotros también.

En estos días cuando se le da tanto énfasis al “yo”, es fácil olvidarse que somos seres creados a quienes se nos ha dado un talento increíble y una habilidad para utilizarla como lo creamos más conveniente y una guía para la vida que nos asegura el éxito más allá de nuestros sueños. Si empezamos cada día declarando la gloria de nuestro Creador, reconociendo y confesando nuestros pecados, y protegiendo nuestra relación con el Único que es el Autor de todas nuestras victorias, eso es un gran antídoto para nuestro egocentrismo el cual nos atrapa con tanta facilidad.

En los días que tenemos por delante, nuestra forma de vida va a ser desafiada de manera nunca imaginada hace apenas unos años atrás. Por eso es importante ahora más que nunca permanecer lo más cercanos a nuestro Señor y Salvador, para valernos de Su bendición y de Su protección. Sabiendo y orando el Salmo 19 nos ayudará a logarlo. Selah. 30-10-10.