Un comentario sobre Romanos 9-11. Parte 1

Elegidos, Rechazados, Aceptados…

Lunes 9 de mayo de 2022

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente (Éxodo 33:19).

Y cuando terminaron de hablar, Jacobo respondió y dijo: Hermanos, escúchenme. Simón nos ha contado cómo Dios visitó a los gentiles por primera vez, para añadirlos al pueblo que cree en su nombre. Las palabras de los profetas concuerdan en esto, pues está escrito: “Después de esto volveré, y reedificaré el caído tabernáculo de David; repararé sus ruinas y lo volveré a levantar, para que el resto de la humanidad busque al Señor, y también todas las naciones que invocan mi nombre.” Esto lo dice el Señor. Lo ha dado a conocer desde los tiempos antiguos” (Hechos 15:13-18).

La ocasión fue una conferencia en Jerusalén para arreglar una disputa sobre si los gentiles convertidos al cristianismo podían pertenecer directamente a la Iglesia, o si tenían primero que convertirse al judaísmo. Pedro, Pablo, Bernabé y otros líderes cristianos del Siglo I estaban presentes en esta conferencia, que precedía Jacobo, el hermano de Jesús, quien en ese entonces era el obispo de la Iglesia en Jerusalén.

¿Cuál es el punto?

La verdadera cuestión era que, si los gentiles no tenían primero que convertirse al judaísmo, ¿qué sería entonces de Israel? ¿Había la Iglesia reemplazado a Israel como el pueblo de Dios en la tierra? Jacobo citó de Amós 9:11-12 para recordarles que después que el Evangelio fuera predicado a los gentiles, Dios retornaría para levantar el “tabernáculo caído de David”. Esta referencia era para la Nación de Israel y también para su forma de adoración, junto con el Templo y sus ordenanzas. La frase “después de esto” les mostró que Israel estaba siendo apartado por el momento mientras el Señor tomaba de entre los gentiles un pueblo para Sí Mismo, lo cual es una referencia a la Iglesia, pero que después Él volvería su atención de nuevo hacia Israel para restaurar tanto a la nación como a su sistema de adoración. Basados en esta conclusión, estos judíos mesiánicos, que eran los primeros líderes de la Iglesia, determinaron que eso no era necesario, y en palabras de Pedro “Entonces, ¿por qué ponen a prueba a Dios, al imponer sobre los discípulos una carga que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? Lo que creemos es que, por la bondad del Señor Jesús, seremos salvos lo mismo que ellos.” (Hechos 15:10-11). Desde ese momento en adelante cualquier persona, judía o gentil, podía ser bienvenida en la Iglesia solamente con una confesión de fe y no quedaban sujetas a los rituales y ordenanzas del judaísmo.

De esta conferencia surgió el entendimiento en la primera iglesia que los tratos de Dios para con Israel y para con la Iglesia eran mutuamente excluyentes. Mientras que el Señor estaba centrado en levantar la Iglesia, Israel se desvanecería a un segundo plano, pero una vez que Su obra con la iglesia estuviera completa Israel volvería de nuevo a ser el centro primario de Su atención. Entonces, Israel no estaba siendo reemplazado por la Iglesia, sino que reemergería cuando la Iglesia completara su número predeterminado (Romanos 11:25-27). (Nota: Una señal de que la obra de Dios en la Iglesia está casi completa es la creciente importancia de Israel en los asuntos mundiales. Ninguna otra nación de la tierra ha demandado tanta atención desde que reemergió como nación. De hecho, el 26% de todas las reuniones del Consejo de Seguridad de las NN.UU., desde 1948, se han ocupado de Israel.)

Más tarde Pablo amplió este tema en su carta a los Romanos, Capítulos 9 al 11, explicando con toda claridad la relación entre el Señor, Israel, y la Iglesia. Entonces repasemos estos capítulos para obtener el entendimiento de aquel quien estuvo presente en aquella conferencia y que era conocido como el Apóstol a los Gentiles.

Elegidos

Hablando de los judíos Pablo dijo, “Que son israelitas. De ellos son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas. De ellos son los patriarcas, y de ellos, desde el punto de vista humano, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas. ¡Bendito sea por siempre! Amén.” (Romanos 9:4-5). Su elección como el pueblo escogido de Dios fue un acto de Su elección soberana. Dios vio con ojos favorables a Abraham, un descendiente de Sem, del moderno Irak de hoy, y prometió hacer de sus descendientes una gran nación a través de la cual todos los pueblos de la tierra serían benditos. 400 años después, cuando el Señor los sacó de Egipto al Monte Sinaí, nació la nación de Israel, y a través de todo el Antiguo Testamento la idea queda clara que Dios escogió a Abraham y a sus descendientes simplemente porque era Su derecho el hacerlo con quien Él quisiera. “Y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente (Éxodo 33:19).”

Su misión, si usted elije aceptarla

En Romanos 9 Pablo nos recuerda de una condición interesante. Esta elección nunca tuvo la intención de ser únicamente un derecho de nacimiento, que la heredaban automáticamente los hijos de sus padres judíos. “Ahora bien, no estoy diciendo que la palabra de Dios haya fallado, porque no todos los que descienden de Israel son israelitas; ni todos los descendientes de Abrahán son verdaderamente sus hijos, pues dice: «Tu descendencia vendrá por medio de Isaac.» Esto significa que los hijos de Dios no son los descendientes naturales, sino aquellos que son considerados descendientes según la promesa” (Romanos 9:6-8). Mientras que ellos no podían escoger su nacionalidad, los hijos de Abraham tenían que escoger si participaban en las bendiciones prometidas obedeciendo Sus instrucciones y creyendo en Su promesa de un Redentor venidero. Recuerden las palabras de Dios a los recién liberados cautivos de Egipto, “Si ahora ustedes prestan oído a mi voz, y cumplen mi pacto, serán mi tesoro especial por encima de todos los pueblos, porque toda la tierra me pertenece. Ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y un pueblo santo. Estas mismas palabras les dirás a los hijos de Israel” (Éxodo 19:5-6).

Isaías explicó que Dios escogió a Israel para llevar a cabo una misión cuádruple en la tierra:

  1. Para Ser Sus testigos (Isaías 43:10)
  2. Mostrar Sus bendiciones (49:3)
  3. Divulgar las Escrituras (42:9) y
  4. Ser el canal para el Mesías (49:5).

A pesar de que fueron escogidos para esta misión, ellos no la aceptaron, ni obedecieron Sus pactos, ni mantuvieron la fe. La obediencia les traería grandes bendiciones, pero la desobediencia les produciría consecuencias (Deuteronomio 30:11-20) Eventualmente ellos desobedecieron y sufrieron las consecuencias, pero ¿qué tan permanente son estas consecuencias? Más la próxima vez.