23 de agosto de 2008
Primera parte de un estudio bíblico en dos partes por Jack Kelley.
Si ustedes son visitantes de este sitio en Internet se han dado cuenta de que yo creo que una vez que somos salvos, somos salvos para siempre. Para tener esta creencia yo me baso en un número de versículos que lo confirman de manera cierta.
Pero conforme estudio las condiciones de la Tierra justo antes de la Segunda Venida de Cristo, no puedo encontrar la misma seguridad para aquellas personas que se convierten en creyentes durante el tiempo de la Gran Tribulación. Pareciera que la promesa de que el Espíritu Santo habita en el creyente, y que es la garantía de su destino eterno, se le ha otorgado de manera única a la Iglesia. Ningún creyente del Antiguo Testamento gozó de esa relación. Aún el Rey David, un varón conforme al corazón de Dios, oró para que el Señor no le removiera el Espíritu después de su pecado con Betsabé (Salmo 51:11). Los creyentes del Antiguo Testamento no tenían la promesa de que el Espíritu Santo sería sellado en ellos como una garantía de su destino futuro.
De la misma manera no existe ningún versículo que les haga esa promesa a los creyentes de la tribulación. Lo que sí encuentro para ellos son versículos como el siguiente, el cual habla del tiempo en el que todo el mundo va a ser obligado a ponerse la marca de la bestia o morir. Juan escribió:
Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor.
Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen (Apocalipsis 14:12-13).
En este caso el Señor les advierte a los creyentes de la tribulación que obedezcan los mandamientos y que permanezcan fieles, sabiendo que aquellas personas que rechacen la marca serán martirizadas o serán obligadas a salir del sistema económico mundial, negándoseles el acceso aun a las necesidades básicas de la vida. Aquellas personas que mueran por su fe serán bendecidas porque su dura prueba habrá terminado.
Y en Apocalipsis 16:15 el Señor dijo,
Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.
Si ustedes están familiarizados con las referencias simbólicas de las vestiduras, se darán cuenta de lo que este versículo quiere decir. Si no es así, repasémoslo. Isaías 61:10 dice, “En gran manera me gozaré en el SEÑOR, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas”.
De la misma manera como la ropa nos cubre físicamente, la justicia nos cubre espiritualmente. Dios nos ha vestido de vestiduras de salvación y de manto de justicia.
Ahora veamos Zacarías 3:3-4. En la visión que tuvo Zacarías, Josué el Sumo Sacerdote, está de pie frente al Ángel del Señor, el cual obviamente es Jesús.
“Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel. Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él: Quítenle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala”.
El quitarle sus vestiduras viles (sucias) es simbólico de removerle su pecado. Al vestirlo con ropas de gala se volvió justo.
Apocalipsis 19:8 nos dice que a la Novia se la ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. De nuevo, las vestiduras no son de ella. Se le dieron para que las use.
Este uso del vestido para simbolizar la justicia es el asunto principal en la parábola de la fiesta de bodas (Mateo 22:1-14). El Rey (Dios) preparó un banquete de bodas (La Era del Reino) para Su Hijo (Jesús) y envió a Sus siervos (los profetas) para informarles a los invitados (Israel) que ya todo estaba listo. Después de haber primeramente ignorado la invitación, ellos finalmente se volvieron en contra de los siervos que Él envió y los mataron.
Enojado, el Rey envió sus ejércitos y quemó la ciudad de ellos (Jerusalén). Luego envió a sus siervos para que buscaran a todas las personas que pudieran encontrar para invitarlas al banquete. Los siervos reunieron a todos los que pudieron encontrar (los gentiles) y así empezó la fiesta de bodas. El Rey se dio cuenta de que una persona no estaba vestida adecuadamente con el vestido de boda. Cuando esa persona no pudo dar ninguna explicación por su vestimenta inadecuada, fue lanzada a las tinieblas de fuera.
Dentro del contexto de esta parábola, el vestido de boda representa la justicia con la que Dios viste a los creyentes cuando aceptan Su invitación para entrar en el Reino. El convidado que intentó ganar su admisión vistiendo sus propias ropas (su propia justicia), fue expulsado.
(Recuerden, el banquete es después de la boda, así que la misma ya se ha llevado a cabo cuando el Rey ingresa. En esta parábola no se hace mención de ninguna novia, y en cualquier caso, la novia no es una convidada a su propia boda. La Iglesia no está a la vista aquí tampoco. Según Apocalipsis 19, el banquete de bodas se llevará a cabo después de que finalice la gran tribulación, en el momento cuando el Señor retorna en gloria. Esto hace que esos convidados de último momento sean los sobrevivientes de la tribulación, algunos de los cuales no habrán guardado su justicia y serán expulsados.)
¿Qué Significa Esto?
De todo lo anterior podemos asumir con toda seguridad que el Señor no está hablando de vestidos literales en Apocalipsis 16:15, sino de vestidos espirituales que representan la salvación y la justificación. En lugar de garantizar la salvación para los creyentes de la tribulación y asumiendo la responsabilidad por su seguridad como lo hace un pastor con sus ovejas, Él lanza una advertencia para que se mantengan alerta y despiertos, a menos que sean sorprendidos desnudos cuando Él venga. Es un claro mensaje de que el mantener la salvación es de la entera responsabilidad de cada uno de ellos, y si no son cuidadosos pueden perderla. Esta advertencia se da en el umbral de los juicios de las copas de la ira, que es el ciclo final y más devastador de la ira de Dios.
También tenemos otra pista sobre eso de Mateo 24:12-13:
Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
Conforme el Señor enumeraba las señales que indican que el fin de la era ha llegado, Él alude al hecho de que los creyentes de la tribulación tendrán que mantenerse firmes hasta el fin para asegurar su salvación.
Usted puede preguntar porqué el Señor no les otorga a los creyentes de la tribulación la garantía de la salvación. Pero recuerden que Él tampoco se la otorgó a los creyentes del Antiguo Testamento. Esto fue así porque el Antiguo Testamento estaba repleto de las señales obvias de Su presencia. Yo podría llenar todo este documento con las maneras de cómo el Señor se revelaba a Su pueblo. Ellos creían en Su existencia por la evidencia que Él continuamente les mostraba.
Durante la Era de la Iglesia esas demostraciones públicas de Su presencia han estado ausentes la mayor parte del tiempo, por eso es que la Iglesia no ha tenido esa clase de evidencia para sustentar la fe de los creyentes de esta era. Nosotros creemos por fe, y recibimos bendiciones especiales debido a ello, una de las cuales es la seguridad eterna. Por eso es que Jesús le dijo al caviloso de Tomás, “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Una vez que la Iglesia se ha ido y empieza la Semana Setenta de Daniel, el Señor comenzará a dar señales obvias de Su presencia otra vez en la forma de juicios que Él va a enviar sobre el mundo. Y esta vez toda la evidencia habrá sido documentada por adelantado. Su presencia será tan obvia que no se va a necesitar tener tanta fe para creer que Él existe. La fe de las personas será necesaria para la perseverancia paciente que tendrán que tener en un momento cuando literalmente será una bendición morir más que permanecer con vida.
¿Qué Hora Es?
Con estos antecedentes es que podemos empezar a comprender que la intención de las Parábolas del Discurso del Monte de los Olivos es para los creyentes de la tribulación. Al confirmar su momento es que tendremos toda la prueba que necesitamos.
En Mateo 24:15-21 Jesús explicó que la gran tribulación dará comienzo con la abominación desoladora, que es el anticristo que se introduce en el Templo declarándose ser como Dios. Esa es la señal para que los judíos huyan a los montes.
Luego en Mateo 24:29 Él dice que inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. En este momento son tres años y medio después. La gran tribulación ha terminado.
En Mateo 24:30 vemos que la gente está observando la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. Ya en ese momento será demasiado tarde para que se salven y, de manera intuitiva, se dan cuenta de ello. Esta es la Segunda Venida.
Mateo 24:36 empieza con “Pero del día y la hora nadie sabe…” ¿Qué día y qué hora? Es el día de Su Segunda Venida. Debemos mantenernos dentro del contexto. Eso ha sido Su tema desde el versículo 30. Yo creo que la razón por la que dijo “el día y la hora” es para que podamos saber de seguro de que Él estaba hablando sobre Su actual Día y Hora de Su Venida, y no sobre un tiempo en general. Todas las parábolas del Discurso del Monte de los Olivos describen las condiciones presentes en la Tierra después del día de Su retorno.
A propósito, Mateo 24:42-44 nos dice que a pesar de que le será posible a la gente de la tierra de ese momento poder trazar el final de la gran tribulación, no sabrán el día exacto del retorno del Señor. Esto se menciona dos veces en estos tres versículos. Solo podría significar de que habrá un lapso de tiempo no especificado entre la aparición de la señal del Hijo del Hombre la cual anunciará el final de la gran tribulación y Su retorno real en Poder y Gloria.
Con estos antecedentes ya estamos listos para analizar las Parábolas del Discurso del Monte de los Olivos. La primera se encuentra en Mateo 24:45-51 y nos cuenta la historia de los dos siervos. La próxima semana proseguiremos desde aquí. Nos vemos entonces.
Para comprender las parábolas del Discurso del Monte de los Olivos, Parte 2
Conclusión de un estudio bíblico en dos partes por Jack Kelley
Habiendo mostrado que la relación de los creyentes de la tribulación con el Señor es substancialmente diferente a la que disfruta la Iglesia, veamos ahora cuatro ejemplos que el Señor nos da en relación con la situación que Él va a encontrar en la tierra cuando retorne. Recuerden, los creyentes de la tribulación serán los únicos responsables por mantener su propia justicia durante el período de persecución más intenso que el mundo jamás haya conocido. Y ellos tendrán que hacerlo sin saber exactamente cuándo verán al Señor retornar para rescatarlos. Estos cuatro ejemplos nos muestran que algunos de ellos lo lograrán mientras que otros no.
La Parábola de los Siervos
¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo? Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así. De cierto les digo que sobre todos sus bienes le pondrá.
Pero si aquel siervo malo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comenzare a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente, y pondrá su parte con los hipócritas; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 24:45-51).
El hermano del Señor emitió una severa advertencia en Santiago 3:1 de que muchos no presuman ser maestros porque las personas que enseñan serán juzgadas con mayor severidad. El peor castigo generalmente queda reservado para aquellas personas que están a cargo, las cabezas de los grupos religiosos organizados quienes en lugar de “alimentar” a sus rebaños con el Pan de Vida y animarlos con la promesa del retorno del Señor, los oprimen con un montón de requisitos legalistas (los golpean) y los confunden y engañan con doctrinas falsas que niegan la validez de la Palabra profética de Dios (coman y beban con los borrachos). Por sus acciones están demostrando la depravación de sus propias almas, mostrándose a sí mismos estar carentes del Espíritu Santo y ser dignos del castigo. A sabiendas o no, estas personas son infiltrados del campo del enemigo. Pablo describe a los falsos maestros como siervos de Satanás que se disfrazan como ministros de justicia (2 Corintios 11:14).
Habiendo abandonado la verdad ya no están aguardando el retorno del Señor, ignorando el cumplimiento obvio de la profecía que los rodea y ridiculizando a aquellas personas en las que su fe como de niños los sostiene. Ellos son el peor enemigo porque parecen y suenan como amigos. Ellos son como los que Juan describe como que tenían la apariencia de un cordero pero pronuncian las palabras del dragón (Apocalipsis 13:11).
Pero el Señor va a elevar a una posición de autoridad en Su Reino a aquellas personas que han mantenido la palabra de Dios a través de un gran esfuerzo y la intensa persecución del momento, y le han enseñado la sana doctrina al rebaño que les fue confiado. De la misma manera como algunas de las personas comunes y corrientes y que están vivas cuando el Señor retorne, serán recibidas en el Reino con honores, otras serán descartadas y puestas en vergüenza y desprecio eterno, igual que sus líderes.
La Parábola de las Diez Vírgenes
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!
Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dennos de su aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Pero las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a ustedes, vayan más bien a los que venden, y compren para ustedes mismas.
Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.
Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!
Pero él, respondiendo, dijo: De cierto les digo, que no las conozco.
Velen, pues, porque no saben el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir (Mateo 25:1-13).
La indicación más clara a lo que se encuentra expuesto el creyente de la tribulación la encontramos en la Parábola de las Diez Vírgenes. El momento de esta parábola se identifica justo después de la Segunda Venida, puesto que la frase “será entonces” o “entonces” se refiere al día y la hora de Su venida (Mateo 24:36). Las diez vírgenes representan a todas las personas en la tierra que esperan el retorno del Novio (Jesús). Y todas tienen lámparas y aceite al principio, lo cual indica que todas fueron salvas una vez. (Cuando el aceite se utiliza de manera simbólica siempre se refiere al Espíritu Santo.) Las cinco vírgenes a quienes se les acabó el aceite simbolizan a los creyentes de la tribulación que dejaron que su fe decayera al no permanecer espiritualmente despiertos y alertas. Y al final despiertan para descubrir su peligro y se apresuran tratando de renovar su fe. Mientras se encuentran tratando de retornar a una relación correcta con Jesús, Él retorna y la puerta de la salvación se cierra les a ellas para siempre. Recuerden, todas las diez vírgenes son tomadas por sorpresa, dormidas, cuando Él retorna. Todas se comportaron mal. Pero es el aceite el que distingue a un grupo del otro, no es su comportamiento.
Algunas personas tratan de hacer que esta parábola represente a la Iglesia, la cual siempre es simbolizada por una novia. Existe una similitud entre una virgen y una novia por el hecho de que en aquellos días las novias casi siempre eran vírgenes. Pero también lo eran todas sus amigas solteras. La palabra griega simplemente significa “una persona que nunca ha tenido relaciones sexuales”. Cuando se utiliza con respecto a la Iglesia, la palabra siempre se usa en singular, como en 2 Corintios 11:2. “Porque los celo con celo de Dios; pues los he desposado con un solo esposo, para presentarlos como una virgen pura a Cristo”. Pablo menciona a una virgen. Pero en nuestro caso tenemos a diez vírgenes. Mientras que la palabra generalmente ha sido traducida como una dama de honor (o jóven) en la parábola, a estas diez vírgenes nunca se les llama la Novia.
A través de la parábola no se menciona ninguna novia, y ciertamente ella no podría ser excluida por su esposo del banquete de bodas, o Seudas Mitzva, que es una comida festiva que le sigue a la ceremonia de la boda. Ninguna de las diez llegó a la ceremonia nupcial como tal, con aceite o sin aceite, por eso ninguna de ellas puede ser la novia. El momento, la gramática, y el contexto testifican en contra de la interpretación de esta parábola como que es una advertencia a la Iglesia. Las diez vírgenes representan a los sobrevivientes de la tribulación tratando de ganar su ingreso al Reino Mesiánico, o Milenio. Algunas de ellas habrán mantenido su fe y serán invitadas a entrar. Las demás no podrán entrar porque serán rechazadas.
La parábola termina con la advertencia, “Velen, pues, porque no saben el día ni la hora…” (Mateo 25:13). Esta es la cuarta advertencia en un lapso de 23 versículos, todos los cuales tratan con el momento de Su Segunda Venida. Los creyentes de la tribulación deben permanecer alertas todo el tiempo y guardar su posición con mucho cuidado. Se necesitará de una tremenda cantidad de fe para que uno pueda sostenerse durante este tiempo, y cada creyente será responsable por mantener la fortaleza de su fe.
Algunas personas tratan de decir que puesto que el Señor les advirtió de que el día y la hora son desconocidos, Él estaría hablando sobre el Rapto. Después de todo, ¿no podrán las personas calcular los 1.260 días desde la abominación desoladora hasta la Segunda Venida? Pero resulta que eso no es tan fácil. La Gran Tribulación durará 1.260 días, es cierto, e inmediatamente después el sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo (Mateo 24:29). Esta será la señal de que la Gran Tribulación ha terminado.
La siguiente señal será cuando el Hijo del Hombre aparezca en el cielo. La palabra griega para señal significa que un símbolo o una muestra va a aparecer advirtiéndole a la gente sobre un evento próximo. Un tiempo después de que esta señal aparece, las personas lo verán a Él viniendo sobre las nubes del cielo. Entonces, sí hay una secuencia de eventos que se llevará a cabo, uno después del otro. Pero no se nos dice la duración de cada uno de ellos. Imagínense el suspenso que eso va a producir en la Tierra, sabiendo que el fin ha llegado pero sin conocer exactamente cuándo en realidad va a retornar el Señor. Por las señales, ellos sabrán que Él está por venir, perol no sabrán el día ni la hora.
Daniel 12:12 dice que 1.335 días van a pasar entre el inicio de la Gran Tribulación y el comienzo del Milenio. En algún momento entre el último día de la tribulación (#1.260) y el primer día del Reino (#1.335), el Señor va a retornar, pero nadie sabe exactamente cuando.
En lo personal yo creo que las diez vírgenes representan a la gente de la tierra que van a despertar cuando vean Sus señales en el cielo, y sabrán que el Novio viene. En ese momento es cuando algunas de ellas se darán cuenta que su fe ha decaído y empezarán frenéticamente a intentar prepararse. Pero, ¡ah! Él viene antes de que puedan alistarse y entonces ya será demasiado tarde.
La Parábola de los Talentos
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.
Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.
Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.
Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses.
Quítenle, pues, el talento, y dénselo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil expúlsenlo a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes (Mateo 25:14-30).
En Mateo 25:14, la Parábola de los Talentos comienza con la palabra “Porque”, lo cual significa que el Señor está dando otra ilustración desde el mismo período de tiempo del de la Parábola de las Diez Vírgenes, que es el Día de Su Venida. Eso quiere decir que lo anterior se lleva a cabo en la tierra después de la Segunda Venida, mientras que la Iglesia será juzgada en el Cielo después del Rapto. A pesar de que la palabra “talento” en español viene de esta parábola, que significa un don o una aptitud, en aquellos días un talento era una medida griega de peso (cerca de 34 kilogramos), y también una moneda con un valor en exceso de los mil dólares. La clave para poder interpretar esta parábola es conociendo que todo es simbólico o que significa algo más, así que en esta parábola un talento representa algo que es valioso para el Señor y que Él quería que le fuera administrado durante Su ausencia. A Su retorno, Él les pide a todas aquellas personas a quienes les ha confiado eso, qué es lo que han logrado con ello.
Al leer la Biblia queda claro que el dinero no es importante para el Señor. Pero el Salmo 138:2 dice que Él evalúa Su Palabra sobre todo lo demás. Entonces, yo creo que los talentos representan Su Palabra. Aquellas personas que la siembran en el corazón de otras se dan cuenta de que se multiplica en nuevos creyentes. Aquellas que la estudian encuentran que su propio entendimiento crece, multiplicándose su fe.
Pero aquellas personas que ignoran Su Palabra se darán cuenta que es como si la hubieran enterrado. Alejada de su vista y alejada de su mente, hasta que lo poquito con que empezaron se perderá. A pesar de que se consideraron como siervos del Señor, queda demostrado que nunca apreciaron su valor, y así se condenan para ser echadas en las tinieblas de fuera. Estas personas conocían la verdad pero prefirieron enterrarla. Y ahora Él regresa pero ya es demasiado tarde para ellas.
No importa lo famoso que un maestro pueda llegar a ser, nunca permita que nadie lo persuada a usted de que esta parábola se trata sobre los dones que el Señor le da a la Iglesia y nuestra responsabilidad de usarlos o de ser juzgados. No es así. El momento no es el correcto, el lugar es el equivocado, el contexto no corresponde, y el castigo por la desobediencia no es el correcto.
El Juicio de las Ovejas y los Cabritos, o Juicio de las Naciones
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me recibieron; estuve desnudo, y me vistieron; enfermo, y me acompañaron; en la cárcel, y me visitaron.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y te visitamos? Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicieron.
Entonces dirá también a los de la izquierda: Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; fui forastero, y no me recibieron; estuve desnudo, y no me vistieron; enfermo, y en la cárcel, y no me visitastaron.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá diciendo: De cierto les digo que en cuanto no lo hicieron a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicieron.
E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna (Mateo 25:31-46).
Mateo 25:31 deja en claro cual es el momento preciso de esta parábola. Comienza con “Cuando el Hijo del Hombre venga…” y prosigue hablando de que el Señor que instala Su trono en la tierra después de Su retorno para juzgar a las naciones, que en realidad es el juicio de los sobrevivientes gentiles de la tribulación. En el sentido eterno, el Señor no juzga a naciones, solamente a individuos. La palabra griega aquí es “etnos” que significa “gente de toda clase”. Ellas serán juzgadas por la manera como trataron a “Sus hermanos” durante la gran tribulación. Se le llama también el Juicio de las Ovejas y los Cabritos”, siendo las ovejas representantes de aquellas personas que ayudaron a Sus hermanos a través de los tiempos terribles del juicio, y los cabritos siendo aquellas que no lo hicieron.
Algunas personas dicen que Sus hermanos son los creyentes, ya sea judíos o gentiles, y otras dicen que son específicamente los judíos, pero el punto más importante es que estos sobrevivientes de la tribulación no están siendo juzgados por sus obras. Sus obras se citan como evidencia de su fe, como en Santiago 2:18. El ayudar a un creyente, especialmente un judío, durante la gran tribulación, tomará aun más coraje que el que se necesitó en la Alemania de Hitler, y será una ofensa penalizada con la muerte. Solamente un seguidor de Jesús se atreverá a hacerlo, o aun querer hacerlo. Aquellas personas que ayudaron a “Sus hermanos” habrán demostrado su fe por sus obras y serán llevadas vivas al Reino. Aquellas personas que rehusaron hacerlo se habrán condenado a los fuegos eternos por la evidencia de su falta de fe.
Todas estas ilustraciones nos enseñan la misma lección. Los creyentes fieles de la tribulación entrarán vivos en el Reino mientras que aquellos que no mantuvieron su justicia serán escoltados fuera del planeta para unirse a sus contrapartes incrédulas.
¿Cuál es el Punto?
Entonces, parece quedar claro que la salvación en el período posterior a la iglesia, será una situación mucho más tenue de la que disfrutamos hoy día, la cual estará carente de alguna garantía y requerirá una gran responsabilidad personal frente a los juicios devastadores y la incesante persecución. A pesar de que la evidencia de la existencia de Dios abundará en los juicios que sacudirán la tierra hasta sus mismos cimientos, el mantener la fe durante ese tiempo no será una tarea fácil. El realizar esto le da un gran sentido a la promesa del Señor a los creyentes de la Era de la Iglesia: “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).
Si usted ha estado atrasando su decisión de entregarle su voluntad al Señor, mejor hágalo ahora. Créame, usted no querrá arriesgarse con la otra alternativa. El tiempo es corto. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 23/08/2008.