Lunes 26 de septiembre de 2022
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Recientemente he recibido algunas variaciones a la pregunta del título de este estudio, así que puedo asumir que la misma está en la mente de muchas otras personas. Aquí les presento una pregunta representativa así como mi respuesta.
Pregunta. En un reciente artículo usted dijo, “Romanos 8:29-30 nos dice que Dios conoció de antemano a cada persona desde el principio de la era del hombre que escogería aceptarlo a Él como su Salvador. Él predestinó a todos ellos para que tuvieran un lugar en Su reino. Y en el momento apropiado en la vida de ellos Él llama a cada uno, y cuando estos responden Él los justifica.”
Pareciera que usted está diciendo que Él solamente llama a aquellas personas quienes en Su conocimiento previo sabía que responderían, y no llama a los demás que Él sabía no responderían. Yo siempre he creído que Dios llama a todas las personas, y algunas responden y otras no. Y Mateo 22:14 dice que muchos son los llamados pero pocos los escogidos. ¿Cómo puede usted explicar esto?
Respuesta. Para comenzar, repasemos Romanos 8:29-30 porque su lenguaje es crítico para nuestro entendimiento. En la versión original de la Biblia NVI, que es la que por lo general cito, leemos así:
“Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, también los llamó; a los que llamó, también los justificó; y a los que justificó, también los glorificó.”
Esto es consistente con el texto griego que la Biblia Versión Reina Valera 1960 traduce como sigue:
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.”
El vocablo griego traducido “conoció de antemano” significa tener un conocimiento previo, o conocer con anterioridad, y la palabra traducida predestinó significa asignar. La palabra traducida llamar proviene de la raíz que significa mandar, ordenar, o alentar. Justificar significa rendir a una persona como justa, y glorificar significa alabar, elogiar, aumentar o celebrar, hacerlo glorioso.
En términos simples Pablo estaba diciendo que Dios tenía un conocimiento previo de todas las personas que lo escogerían a Él y nos asignó un lugar en Su reino en ese momento. Usted podría decir que Dios hizo una reservación para nosotros por adelantado. En el momento apropiado en nuestra vida Él nos anima a tomar la decisión que Él de ya sabía que tomaríamos, y cuando lo hicimos Él aplicó el pago que Él ya había hecho por nuestros pecados, totalmente borrando la pizarra y justificándonos así como Él es justo. En el Rapto/Resurrección Él nos glorificará para siempre. Hasta aquí todo bien.
Ahora miremos a lo que Pablo no dijo. Él no mencionó ninguna pérdida entre cualquiera de los cinco pasos. Los que Dios conoció de antemano son los que Él predestinó. Los que Él predestinó son los que Él llamó. Los que Él llamó son los que Él justificó, y los que Él justificó son los que Él glorificó. Ninguna persona se cae en las rajaduras, y ninguna entra en el proceso a la mitad del mismo. Él conocía a todas las personas antes que Él empezara y Él no pierde a ninguna de ellas en el proceso.
(Nota: Todas las citas son tomadas de la Biblia NVI.)
Juan 6:37-40 confirma lo anterior en términos ciertos.
“Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad sino la del que me envió. Y ésta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final. Porque la voluntad de mi Padre es que todo el que reconozca al Hijo y crea en él, tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final.”
Entonces, ¿cómo reconciliamos esto con Mateo 7:7-8 que dice:
“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.”
O con Juan 3:16 que nos dice,
“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.”
O Romanos 10:13,
“Todo el que invoque el nombre del Señor será salvo.”
Ya era tiempo
La respuesta se encuentra en nuestro entendimiento del tiempo. Como seres físicos estamos gobernados por las leyes del tiempo. Estas leyes nos restringen de dos maneras importantes. Solamente podemos mirar hacia atrás y movernos hacia adelante. Podemos ver el pasado, pero no podemos volver allí para cambiarlo. Nos estamos adentrando constantemente en el futuro, pero no sabemos lo que el futuro nos depara.
Pero Dios no tiene esas limitantes. Él puede ver el fin desde el principio, y conocía todo lo que sucedería en Su creación antes de que sucediera (Isaías 46:10). Sin embargo, el conocer todo desde el principio no es lo mismo que controlar todo lo que sucede. Dentro del contexto del tiempo, nosotros tomamos nuestras propias decisiones y somos responsables de nuestras propias acciones.
Podemos demostrar esto de una manera simple cuando miramos un video de un evento deportivo que ya ha sucedido. Cuando se tomó el video los jugadores y entrenadores hacían el mejor esfuerzo para ganar, empleando ciertas estrategias durante el juego las cuales ellos creían que les ayudaría a ganar, y cambiando esas estrategias cuando la situación lo ameritaba.
Cuando estamos mirando ese video no estamos controlando el comportamiento de los jugadores puesto que ya sabemos el resultado que producirá su comportamiento. Y así que mientras están haciendo lo mejor que pueden creyendo que van a ganar, ya nosotros sabemos el resultado antes de empezar a mirar ese video.
La vida es infinitamente más compleja pero el principio es el mismo. Igual que los jugadores en el juego, nosotros tomamos nuestras propias decisiones acerca de cómo vivir nuestra vida, pero Dios conoce cual va a ser el resultado de esas decisiones, y Él sabía eso desde antes que nuestra vida empezara.
Aquí es donde está la gran diferencia entre Dios y nosotros. Mientras que miramos ese video, estamos limitados a ser observadores pasivos. Nada podemos hacer para influenciar el comportamiento de los jugadores. Pero Dios no se contenta de ser un observador pasivo. Él quiere que todos sean salvos, y de manera continua obra para influenciar nuestro comportamiento.
“El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9). “Esto es bueno y agradable a Dios nuestro Salvador, pues él quiere que todos sean salvos y lleguen a conocer la verdad” (1 Timoteo 2:3-4).
Él solamente llama a aquellas personas que Él sabe van a responder, pero Él está determinado que todas las personas tengan la oportunidad de responder. Nadie podrá decir que Dios no los persiguió hasta el mismo final. Él colocó una evidencia tan clara de Su existencia en la Creación de que nadie podrá fracasar en verla (Romanos 1:20). Él nos ama tanto que envió a Su único Hijo para morir por nuestros pecados para que cualquier persona que crea en Él no se pierda sino tenga la vida eterna (Juan 3:16). Él envió a Sus discípulos a todas las naciones para enseñarnos acerca de Él (Mateo 28:18-20) y prometió que el fin no llegaría sino hasta que el Evangelio haya sido predicado en todo el mundo como testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14).
A pesar de que Él sabe que la mayoría de la humanidad lo va a rechazar, Él no se da por vencido de nosotros sino hasta que exhalemos nuestro último suspiro. Es casi como si Él estuviera esperando ser sorprendido por alguna persona inesperada.
Esto explica la frase de “muchos son los llamados y pocos los escogidos” en Mateo 22:14. La palabra griega traducida llamados en la Biblia Versión Reina Valera 1960 de Mateo 22:14 no es la misma palabra que Pablo usa en Romanos 8:29-30. Mateo usa una palabra que realmente quiere decir invitados, como la tiene la NVI, mientras que Pablo usa una palabra que es más como una orden. Pero ustedes no tienen que saber griego para ver esto. Recuerden, Mateo 22:1-14 nos cuenta la parábola del banquete de bodas, y las personas son invitadas a una boda. A estas personas no se les ordena atender. Este es un buen ejemplo del por qué es importante considerar el contexto dentro del cual se usa una palabra o frase al tratar de interpretarla.
Dios “invita” a muchas personas pero Él solamente les “ordena” a aquellas que van a llegar. (Personalmente yo creo que todas las personas reciben por lo menos una invitación bona fide durante su vida. De otra manera Él no podría condenar a las que le han rechazado.)
Creación y Procreación
Algunas personas han preguntado, “Si Dios sabía desde la creación del mundo quiénes lo escogerían y quienes no, ¿por qué les permite nacer a aquellas personas que no lo van a escoger a Él?”
Después de la creación Dios delegó la producción de hijos al hombre (Génesis 1:24). A eso le llamamos procreación. Es mi opinión que Él ya no controla quien va a nacer y quien no. Nosotros lo hacemos. Pero Él nos conoce desde el momento que somos concebidos (Salmo 139:13) y Él insiste que cada persona que es concebida tiene el derecho de nacer y la oportunidad de escoger el vivir eternamente con Él. Esto es consistente con Su carácter. Siendo solamente Dios, él no podría hacernos responsables de nuestras elecciones sin darnos la oportunidad de tomarlas.
Entonces, a pesar de que Él conoce por adelantado quien lo escogerá a Él y solamente llama a aquellas personas que lo hacen, Él no toma las decisiones por nosotros. Eso lo hacemos nosotros. Todas las personas que clamen el nombre del Señor serán salvas, pero Dios ya sabía quienes son esas personas que clamarán Su nombre y ha preparado un lugar en Su reino para nosotros.
La puerta de Ironside
A. Ironside (1876-1951) era un popular pastor y maestro autor de más de 60 libros sobre varios tópicos de la Biblia. Al hacerlo nos brindó una ilustración de este punto la cual se conoce popularmente como la Puerta de Ironside.
Cuando entramos a un edificio grande llegamos a una puerta que tiene un letrero afuera. Este dice, “Quien quiera que lo haga puede entrar.” Al abrir la puerta entramos a un salón de banquetes que se extiende hasta donde la vista puede ver, bellamente arreglado para una celebración enorme. Caminando entre las filas de mesas cubiertas de lino fino y adornadas con interminables juegos de loza china, plata y cristal, quedamos asombrados al ver una tarjeta de reservación con nuestro nombre en ella en uno de los lugares. Mirando hacia atrás a la puerta por la que acabamos de entrar vemos otro rótulo en la parte de adentro. Este dice, “Ordenado desde la fundación del mundo.”
Todas las personas pueden elegir entrar en el Reino de Dios, pero cuando lo hacemos descubriremos que Él tenía un lugar reservado para nosotros desde el inicio del tiempo. Selah 22/09/12