Miércoles 2 de noviembre de 2022
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Porque el pecado es el aguijón de la muerte, y la ley es la que da poder al pecado. ¡Pero gracias sean dadas a Dios, de que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! (1 Corintios 15:56-57).
“De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista” (Oseas 13:14).
Un amigo murió la semana pasada [nota: Jack escribió esto en el 2003]. Viejo según los estándares mundanos (75) y después de haber batallado con el cáncer durante 11 años, hoy, él es joven y tiene una salud perfecta, está muy vivo y lleno de asombro ante la extensión del amor de Dios conforme empieza su aventura en la eternidad.
Empezando a conocer como él ha sido conocido (1 Corintios 13:12), finalmente él entiende lo que Pablo prometió que, “las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, ni han penetrado en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Corintios 2:9).
¿Estás feliz ahora?
Se ha dicho que el niño promedio es más feliz que el adulto promedio, y una de las razones es que los niños pasan la mayor parte de su tiempo obteniendo nuevos conocimientos y adquiriendo nuevas destrezas, mientras que los adultos pasan la mayor parte de su tiempo repitiendo lo que ya han aprendido. Otra razón es que los niños no han sentido mucho los fracasos y, por lo tanto, tienen muy poco temor o ninguno del todo.
Si eso es cierto, imagínese lo contento que este amigo Jorge puede estar ahora. Él pasará toda la eternidad obteniendo nuevos conocimientos (como, por ejemplo, entrevistando a los autores de los 66 libros que él leyó durante tanto tiempo y recibir las visiones de Quien dirigió sus pensamientos para que los escribieran), y aprendiendo nuevas destrezas (como viajar en el tiempo a la velocidad del pensamiento y cómo tener acceso a esa tercera parte de su cerebro la cual la ciencia terrestre no le encontró ningún uso). Jorge nunca fue muy temeroso, pero cualquier pequeño temor que pudo haber tenido, ha desaparecido y el concepto del fracaso ya es totalmente extraño a su nueva existencia.
Habiendo escapado de las ataduras del espacio y del tiempo, y habiendo sido despojado del pecado que nos contamina a todos, y habiendo recibido el galardón de esa única decisión que llenó el propósito de su vida, él está, finalmente, convirtiéndose en el ser que fue creado a ser; la obra de arte de Dios (Efesios 2:10).
Pero… Falta algo
Solamente hay una cosa que Jorge está añorando aún más que cuando estaba en la tierra: El Rapto. Es que el espíritu de Jorge—esa parte de él que es él, y que es eterna, está con el Señor. Pablo enseñó que “Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor” (2 Corintios 5:6-8). Pero su cuerpo regresó al polvo de la tierra del cual provino (Génesis 3:19).
Pero en el Rapto todo eso cambia. “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16). En ese momento Jorge será reunido con las dos cosas que verdaderamente ama y extraña; su cuerpo, recreado, mejorado y perfeccionado, y sus seres queridos en la tierra. “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:17).
Ahora sí soy feliz
Luego, el gozo de Jorge (y el nuestro) será completo. Fuimos creados para ser seres físicos y necesitamos de un cuerpo físico para experimentar completamente todo lo que la eternidad nos tiene guardado. Los muertos serán resucitados en versiones perfectas e inmortales de sus cuerpos anteriores, mientras que los nuestros serán transformados de mortales a inmortales. Como lo declaró Job, “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi cuerpo he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí” (Job 19:25-27). Pablo concuerda: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Corintios 15:53). Aun la creación, maldecida por el pecado de nuestros primeros padres, no puede ser liberada de su atadura hasta que seamos raptados y recibamos nuestros cuerpos perfeccionados. “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios” (Romanos 8:19).
A pesar de que los logros terrenales más admirados de Jorge han sido expuestos en el fuego del juicio como madera, heno y hojarasca (1 Corintios 3:12-14), eso no es de menos importancia en su posición ante Dios, ni ha sido olvidado en su mente, él no ha olvidado a sus seres queridos que dejó atrás, y al haber tenido un vistazo de lo que a todos nos espera, anhela aún más esa reunión de lo que nosotros lo hacemos.
A Jorge lo amamos y nos hace falta, pero aún no ha visto lo último de nosotros. En la vida En cualquier momento ahora volveremos a estar juntos, y esta vez lo será para siempre.