Domingo, 27 de julio de 2014
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
La última parte de nuestro estudio en tres partes abarca Mateo 7, la conclusión del “Sermón del Monte” del Señor.
Juzgando a los demás
“No juzguen a nadie, para que nadie los juzgue a ustedes. Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes.
¿Por qué te fijas en la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no le das importancia a la viga que está en el tuyo?
¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando ahí tienes una viga en el tuyo?
¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano” (Mateo 7:1-5).
Este pasaje es acerca de si nosotros como creyentes individuales tenemos el derecho de inspeccionar la vida de otra persona creyente usando normas que nosotros mismos no podemos cumplir para emitir un juicio sobre alguien más.
Nosotros tal vez no podemos cometer los mismos pecados que otras personas, pero eso no nos hace menos pecadores y nosotros constantemente necesitamos recordar ese hecho.
No hay ninguna duda de que cierta conducta no es apropiada para las personas cristianas, pero hasta que nosotros tengamos nuestros propios pecados bajo control, juzgar a alguien más por los suyos sólo nos hace ser hipócritas. El viejo refrán, “es el caso de la olla que llama negro al caldero” viene a la mente
“No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” (Mateo 7:6).
Aquí yo pienso que el Señor cambió Su enfoque para dirigirse a las personas incrédulas y también para aconsejarnos en contra de usar las Escrituras para reprender su conducta. Él dijo que el resultado probable es que nosotros sólo suscitaremos su enojo y podríamos provocar una confrontación la cual no podríamos ganar.
No malentienda usted aquí al Señor. Él no estaba llamando perros y cerdos a los incrédulos. Él estaba usando una analogía. Los perros y los cerdos simbolizan un tipo diferente de nosotros. Las cosas sagradas y las perlas simbolizan Su Palabra, santa y valiosa. Pero así como las cosas sagradas y las perlas no son apreciadas por los animales, tampoco Su palabra es apreciada por los incrédulos.
Las personas incrédulas que nosotros queremos reprender, intuitivamente saben que lo que ellas están haciendo está equivocado porque los requisitos de la ley de Dios están escritos en sus corazones (Romanos 2:14-15). Pero ellas saben que nosotros también somos pecadores, y cuando nosotros actuamos como que si nuestros pecados no importan mientras que los suyos sí, nuestra hipocresía sólo empeorará las cosas. Pablo dijo que la conducta de las personas incrédulas realmente no nos incumbe. La Iglesia debe enfocarse en mantener las normas apropiadas de conducta dentro del compañerismo (1 Corintios 5:9-13).
Pregunte, Busque, Llame
“Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Quién de ustedes, si su hijo le pide pan, le da una piedra? ¿O si le pide un pescado, le da una serpiente? Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mateo 7:7-11).
Aquí se encuentra el claro rechazo del Señor a la falsa enseñanza de que el hombre no puede buscar la salvación por sí mismo, sino debe ser elegido por Dios. A las personas que dicen que este pasaje no se refiere a la salvación, yo les ofrezco la versión de Lucas en la que la última frase dice;
“Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!” (Lucas 11:13).
Si nosotros que somos padres terrenales podemos ser motivados por amor a bendecir a nuestros hijos con regalos aún cuando ellos no lo merecen, cuánto más nuestro Padre en el Cielo que nos ama bastante como para concederles el regalo de la salvación a todos que se lo pidan en fe aunque no lo merezcamos.
“Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12).
Lo que Jesús dijo en Mateo 7:12, también se conoce como la Regla de Oro, la cual resume las Escrituras. Cuando nosotros tratamos a otras personas de la misma manera como nosotros queremos ser tratados por ellas, nosotros le expresamos el amor del Señor a un mundo oscuro y agonizante.
La puerta estrecha y la puerta ancha
“Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran” (Mateo 7:13-14).
Muchas personas creen equivocadamente que ésta es una advertencia para que las personas cristianas sean muy cuidadosas sobre cómo vivir nuestra vida, y que volverse a llevar por el pecado podría ponernos en el camino ancho y llevarnos a nuestra destrucción.
En la primera parte de esta serie nosotros vimos que es imposible que las personas puedan vivir de acuerdo a las normas de Dios, así que no es posible vivir una vida lo bastante “estrecha” para Él. Por eso yo creo que hay un rótulo encima de la puerta estrecha que dice, “Sólo por la fe, confiando totalmente en la obra completa del Señor en nuestro nombre.” Ésa es la manera estrecha, la única manera con la que nosotros podemos lograr la vida eterna.
Ciertamente es apropiado para las personas cristianas vivir de una manera que agrade a Dios como una manera de expresar nuestra gratitud por el regalo gratuito de la salvación. Pero si nosotros creemos que le estamos ayudando Dios al comportarnos de una cierta forma, estamos en el camino equivocado, porque el pecado no es sólo un tipo de conducta. El pecado es un defecto inherente en nuestro sistema el cual controla la manera cómo pensamos y sentimos y hace imposible que nosotros podamos cumplir con los requisitos de Dios de Su justicia, no importa cuánto nos esforcemos en hacerlo.
Las últimas palabras del Señor desde la cruz se han traducido, “Está terminado.” La palabra griega que Juan usó para registrarlo también significa “Pagado completamente.” Jesús no estaba diciendo que Su terrible experiencia había terminado, aunque así fue. Él estaba diciendo que debido a Su terrible experiencia la deuda producida por nuestros pecados había sido pagada por completo.
Los falsos profetas
“Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Por sus frutos los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos? Del mismo modo, todo árbol bueno da fruto bueno, pero el árbol malo da fruto malo. Un árbol bueno no puede dar fruto malo, y un árbol malo no puede dar fruto bueno. Todo árbol que no da buen fruto se corta y se arroja al fuego. Así que por sus frutos los conocerán” (Mateo 7:15-20)
El contexto aquí es los falsos profetas y el daño que causan. Él estaba diciendo que así como los árboles malos no pueden producir buena fruta, los falsos profetas no pueden producir verdaderos creyentes. Y así como los árboles malos se cortan y se queman, los falsos profetas también enfrentarán los fuegos del juicio.
Si Jesús hubiera estado hablando sobre juzgar a otros creyentes por lo que nosotros percibimos que es la productividad de su vida, Él habría estado contradiciendo lo que Él dijo al principio del capítulo, que nosotros sepamos que estos versículos no son de una aplicación general. Los mismos se refieren específicamente a los falsos profetas.
“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:21-23)
Las personas que insertan los trabajos humanos en la ecuación de la salvación pierden dos puntos críticos en este pasaje también. Primero, ellas dicen que aunque nosotros lo llamamos “Señor” no entraremos en el reino a menos que hagamos Su voluntad. Con eso ellas quieren decir que aun cuando le hemos pedido al Señor que nos salve, a menos que nosotros dejemos de pecar todavía podríamos irnos al infierno. ¿Pero es eso lo que la Biblia dice?
En Juan 6: 29 Jesús dijo la obra que Dios requiere de nosotros es creer en aquel que Él envió, y en Juan 6:40 Él dijo que la voluntad de Su padre es que todos que miremos al Hijo y creamos en Él para tener vida eterna. El creer en el Hijo es la voluntad de Su Padre que está en el Cielo.
Segundo, esas personas no se dan cuenta de que Jesús no estaba haciendo una declaración general aquí. Recuerde, Él estaba hablando sobre los falsos profetas. Algunos de ellos afirmarán haber hecho grandes cosas en Su nombre, pero Él los enviará lejos, diciendo que Él nunca los conoció.
Note que Él no dijo que Él los conoció una vez pero que ahora ya no los conoce, como si ellos originalmente hubieran tenido una relación con Él pero luego la perdieron. Él dijo que Él nunca los conoció porque ellos nunca tuvieron una relación con Él. Él estaba diciendo que ellos fracasaron en hacer la voluntad de Su padre acerca de la única cosa que Dios requiere de nosotros. Ellos no habían mirado al Hijo ni habían creído en Su nombre.
El constructor prudente y el insensato
“Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina” (Mateo 7:24-27).
Al principio de esta serie, yo dije que la enseñanza del Señor sobre la perfección tenía la intención de demostrar la imposibilidad de la humanidad para entrar en el Reino por medio de su propia fuerza o sus propios esfuerzos. Yo creo que el segmento del Sermón del Monte terminó al final de Mateo 5 con la declaración, “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto” (Mateo 5:48).
En contraste, Mateo 6-7 contienen varias enseñanzas cuya intención es instruirnos en cómo vivir la vida cristiana. Nada acerca de esas enseñanzas es imposible hacer para nosotros. Aplicando estas enseñanzas nos permite construir nuestra fe en una base firme como el hombre que construye su casa sobre la roca. Cuando las pruebas y la persecución vienen, nuestra fe será lo suficiente para poder sobrepasarlas.
“Cuando Jesús terminó de decir estas cosas, las multitudes se asombraron de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley” (Mateo 7:28-29).
Yo creo que es seguro decir que nosotros también estamos asombrados por Su enseñanza. 27-07-14