Domingo, 20 de julio de 2014
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
En nuestro estudio de Mateo 5:21-48 (Sean perfectos, así como su Padre Celestial es perfecto) mostré por qué yo creo que Jesús no se estaba dirigiendo específicamente a los fariseos, pero ciertamente los tenía en mente cuando Él explicó lo que se requería hacer para ingresar en el Reino por medio de sus propios esfuerzos.
Pero quisiera que tomáramos en cuenta que no todos los fariseos están muertos. Hay muchas personas en la Iglesia hoy día que enseñan que a menos que nosotros agreguemos nuestros propios esfuerzos a la ecuación de la salvación, ya sea para ganarla o para mantenerla, nos están exponiendo a recibir un gran susto cuando estemos de pie ante el Señor, buscando la entrada en Su Reino.
Mateo 5:21-48 puede fácilmente tener la intención de ser para personas que enseñan un enfoque basado en obras para obtener la vida eterna ahora, como lo era para aquellas que enseñaban la obediencia a la Ley en el tiempo del Señor. Digo eso porque cualquier tipo de obra que nosotros hagamos en un esfuerzo para complementar lo que Jesús hizo por nosotros tendría que cumplir con las mismas normas como las que el Señor esbozó para los fariseos. Y como lo hemos visto, eso es imposible.
¿Es que esas personas piensan estar de pie ante Dios para ofrecerle sus esfuerzos que son de inferior calidad, y esperar que Él los use para completar la obra de su salvación que, en su opinión, la muerte desinteresada de Su propio Hijo perfecto solamente empezó? ¿Cuándo aprenderán esas personas que la razón por la que Él no requiere nada más de nosotros sino creer (Juan 6:28-29) es por lo que nosotros no tenemos nada más que ofrecerle?
Avancemos
La razón por la que yo separé Mateo 5:21-48 del resto del Sermón del Monte es porque estoy convencido de que Su declaración resumida al final de Mateo 5, “Por tanto, sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto” (Mateo 5:48) completaba los comentarios del Señor sobre la necesidad de obtener la perfección en un intento para entrar en el Reino por el esfuerzo humano. Creo que la mayor parte de lo que siguió es un buen consejo para todos nosotros.
Yo sé que algunas personas aprovechan el hecho de que la Iglesia no nació sino hasta después de la ascensión del Señor para apoyar su reclamo de que los Evangelios no tienen mucho que decirnos, sino que su intención es principalmente para Israel. Un número más pequeño de personas incluso están convencidas de que los Evangelios realmente pertenecen al Antiguo Testamento. Pero yo creo que Mateo 6-7 contiene muchos y muy buenos indicadores en nuestra búsqueda, sin embargo fútil, para vivir de una manera que agrada a Dios; para no agregarle nada a lo que Jesús ha hecho por nosotros, sino como una manera de expresar nuestra gratitud por ello. Entonces echemos una mirada.
Dándole al necesitado
“Cuídense de no hacer sus obras de justicia delante de la gente para llamar la atención. Si actúan así, su Padre que está en el cielo no les dará ninguna recompensa.
Por eso, cuando des a los necesitados, no lo anuncies al son de trompeta, como lo hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles para que la gente les rinda homenaje. Les aseguro que ellos ya han recibido toda su recompensa. Más bien, cuando des a los necesitados, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace la derecha, para que tu limosna sea en secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará (Mateo 6:1-4).
Hoy día la mayoría de las personas no se hacen acompañar de una banda cuando donan a los pobres. Los métodos modernos de llamar la atención de sí mismos son menos directos. Pero estos métodos que tienen una forma más sutil de reconocimiento, logran el mismo propósito, el cual es hacer que las demás personas estén conscientes de su generosidad. Jesús dijo que si el reconocimiento es nuestro motivo, la alabanza y las expresiones de gratitud que nosotros recibimos de las personas aquí es todo el premio que vamos a conseguir. Si nosotros queremos ser premiados en el cielo debemos ser reservados sobre nuestro dar aquí, y que si es posible nuestra mano izquierda no sepa lo que nuestra mano derecha está haciendo.
La oración
“Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan. (Mateo 6:5-8).
La oración no tiene el propósito de mostrarles a otras personas lo espiritual que nosotros somos, como tampoco el de proporcionarle información a Dios. Él ya lo sabe todo. La oración confirma que nosotros reconocemos que Dios está involucrado en nuestra vida al darle el crédito que le es debido a Él por las bendiciones que hemos recibimos, y para pedirle Su ayuda con los problemas que tenemos. Nosotros somos seres soberanos y tenemos el derecho de conducir nuestras vidas de la manera que nos plazca. La oración reconoce que nosotros hemos subordinado nuestra voluntad a la Suya y que estamos buscando Su bendición, Su guía y Su dirección.
“Ustedes deben orar así:
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno” (Mateo 6:9-13).
Esta oración empieza con “Padre Nuestro” lo cual significa que solamente las personas creyentes pueden pronunciarla, porque sólo las personas creyentes tienen la autoridad para ser hijas de Dios (Juan 1:12-13). Resume lo que deben de ser las prioridades más importantes en la vida de una persona creyente.
En primer lugar, nosotros debemos querer que el reino del Señor venga, y para que Su voluntad se haga en el Cielo y en la Tierra, porque así eran las cosas cuando Él lo creó todo. Mientras tanto, nosotros debemos querer que nuestras necesidades del día sean satisfechas. Nosotros debemos querer que nuestros pecados sean perdonados, porque hemos sido fieles al perdonar a las personas que han pecado contra nosotros. Y nosotros debemos querer ser protegidos de las estrategias del maligno, para no caer en la tentación y en el riesgo de hacer tensa nuestra relación con el Señor.
“Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas” (Mateo. 6:14-15).
Ésta es una ampliación de la frase, “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.” para asegurarnos que entendamos lo que Él estaba hablando.
Recuerde, ésta es una oración para personas creyentes. Las personas creyentes son perdonadas incondicionalmente y para siempre cuando llegan a la fe (Efesios 1:13-14). Por consiguiente, el perdón del que estaba hablando el Señor no es el que nos da la salvación. Más bien, es el perdón que nos coloca en una buena relación con el Señor después de que somos salvos.
El ser salvos y salvas no nos impide tener problemas con otras personas, pero sí nos exige que las perdonemos cuando los tengamos. Ya sea que fue nuestra culpa o no, es irrelevante al Señor. No fue la culpa del Señor que nosotros pecamos en contra de Él, pero Él nos perdonó de igual forma. Ahora Él espera que nosotros perdonemos a los demás.
Esta expectativa se resumió en la Parábola del Siervo Despiadado (Mateo 18:21-35), que es una lección de cómo proteger la calidad de nuestra relación terrenal con el Señor. En la parábola el Señor hizo que el rey (representándolo a Él) le dijera a un siervo despiadado (representándonos a usted y a mi) “¡Siervo malvado! Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?” (Mateo 18:32-33). Nuestra salvación ha quedado garantizada para siempre, pero el permanecer en comunión con el Señor en el aquí y ahora requiere que nosotros perdonemos a quienes han pecado en contra nuestra así como el Señor nos ha perdonado.
El ayuno
“Cuando ayunen, no pongan cara triste como hacen los hipócritas, que demudan sus rostros para mostrar que están ayunando. Les aseguro que éstos ya han obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara para que no sea evidente ante los demás que estás ayunando, sino sólo ante tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará” (Mateo 6:16-18).
Observe que no dice “si ayunan” sino “cuando ayunen.” El Señor no estaba refiriéndose aquí a los ayunos levíticos, sino al ayuno que las personas emprenden personalmente, para estar más cerca de Dios o cuando se busca Su respuesta a una situación confusa. Este tipo de ayuno se mencionó en el Libro de Hechos (Hechos 10:30, Hechos 14:23) y también por Pablo en 1 Corintios 7:5 y nos dice que el ayuno no es sólo para quienes están bajo la Ley.
E igual como lo es con nuestro dar y con nuestra oración, el ayuno debe de hacerse en secreto, para serle revelado únicamente a Dios. Este pasaje también nos muestra que dando, orando, y ayunando son todas las cosas por las que Dios nos recompensará.
Tesoros en el Cielo
“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, si tu visión es clara, todo tu ser disfrutará de la luz. Pero si tu visión está nublada, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad!
Nadie puede servir a dos señores, pues menospreciará a uno y amará al otro, o querrá mucho a uno y despreciará al otro. No se puede servir a la vez a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:19-24).
Hablando en sentido figurado, nuestros ojos “ven” lo que nuestro corazón desea. Si nuestro corazón desea estar con el Señor en el Cielo, ese deseo se reflejará en nuestros ojos. Estos serán saludables, nuestro cuerpo estará lleno de luz, y nuestra energía se concentrará en almacenar tesoros en el cielo.
Pero si nuestro corazón desea las cosas de este mundo, entonces nuestros ojos reflejarán ese deseo. Los mismos estarán enfermos, nuestro cuerpo estará lleno de oscuridad, y nuestra energía se concentrará en almacenar tesoros en la tierra.
Jesús dijo que sería lo uno o lo otro con nosotros. Lo que nuestro corazón más desea se convertirá en nuestro amo.
No se preocupen
Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?
¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?
Así que no se preocupen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos vestiremos?” Porque los paganos andan tras todas estas cosas, y el Padre celestial sabe que ustedes las necesitan. Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” (Mateo 6: 25-34).
La preocupación es un síntoma que identifica nuestro problema como una falta de fe. En tiempos difíciles las personas se preguntan, “¿Podré mantenerme yo y a quienes dependen de mí?” Esas personas se preocupan porque no tienen fe en el futuro.
Jesús prometió que las personas que están enfocadas en la próxima vida no tendrán necesidad de preocuparse de ésta. Si nosotros creemos sinceramente que el reino viene pronto y si a través de Su muerte y resurrección nosotros hemos logrado la justicia de Dios (Romanos 3:21-24), Él verá que nuestras necesidades en esta vida sean satisfechas. Cuando nuestra fe está en el Señor no tenemos ninguna causa para preocuparnos.
En 2 Corintios 4:17-18 Pablo confirmó todo esto cuando habló acerca de lo que las personas creyentes deben concentrarse en hacer. Él dijo, “Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno.”
Desde una perspectiva eterna, nuestra vida en este mundo es sólo un momento fugaz e insignificante dentro del gran esquema de cosas. Es nuestra próxima vida que es importante porque es la que durará para siempre. Cuando nuestras prioridades las tenemos correctamente y le dedicamos la mayor atención a lo que es más importante, el Señor se asegurará que nuestras necesidades en esta vida también sean satisfechas.
Concluiremos este estudio la próxima vez con Mateo 7. Nos vemos entonces.19-07-14