Lunes 29 de julio de 2019
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
Todos nosotros hemos observado las diferencias que hay entre cada persona las cuales no se pueden atribuir solamente a la genética o a las condiciones del ambiente. Cosas como la forma y la preferencia de los colores, por ejemplo. Los cosmetólogos y los expertos de la moda describen estas preferencias en términos de las cuatro estaciones del año cuando escogen los colores para el maquillaje y la ropa que nos harían lucir lo mejor y más atractivos a los demás. Los decoradores diseñan a nuestro gusto las cosas que nos rodean para aumentar así nuestra comodidad tanto en la casa como en el trabajo, al utilizar las formas, colores y texturas que más nos gustan. Y así como existen muchas percepciones comunes que todos compartimos, nos distinguimos por nuestra individualidad.
También salimos del vientre materno con rasgos distintivos (características) y peculiaridades que mostramos desde el primer momento, sin haber tenido ninguna oportunidad para aprenderlas. Una persona es cautelosa, otra es aventurera o audaz, una disfruta de la soledad, otra prefiere la compañía. Niveles de energía, actitudes básicas, guías y ambiciones, difieren tremendamente aun entre los mismos hermanos biológicos que comparten factores tanto genéticos como del entorno.
Cuando buscamos un compañero o compañera, preferimos que sea del tipo con el o la que podamos compartir preferencias, pero eventualmente nos aburrimos de aquellas personas que son como nosotros. Los franceses dicen, “Vive la diference”. Sería muy aburrido que todos fuéramos iguales, como las galletas cortadas con el mismo molde.
¿Cuál es el punto?
Y sin embargo, cuando se considera la eternidad (si es que ellos piensan del todo en ella) algunos cristianos nos ven como que somos iguales. Creen que todos seremos de 33 años porque esa fue la edad que tenía el Señor cuando se fue al Cielo. Nos ven a todos vestidos de blanco, con ojos azules y cabello café, sentados sobre una nube con nuestras arpas, participando en un servicio de alabanza interminable. ¿De veras?
Recuerden que la razón por la que los niños son más felices que los adultos es porque ellos pasan más tiempo aprendiendo nuevas destrezas, conocimiento y experiencia. El problema con la mayoría de nosotros es que crecemos y la emoción de la vida desaparece debido a nuestra incambiable naturaleza. Algunos de nosotros no hemos tenido un nuevo pensamiento en años, y menos una nueva experiencia.
¿Cuándo va usted a crecer?
Algunas personas retienen su entusiasmo de niños al cambiar dramáticamente sus vidas de vez en cuando. Pienso en un amigo, Pratt, quien ha construido y vendido negocios de manera regular, y al mismo tiempo se hizo ingeniero, diseñador, constructor, campeón corredor de automóviles y marinero. Él y su esposa Brenda empezaron su vida de casados a los 17 años, viviendo en la parte trasera de una vagoneta, que era lo único que poseían. Además de construir negocios, él también diseñaba y construía trailer para sus camiones, también su casa y sus carros de carrera ganadores. Y los construía, desde cero, con sus propias manos. Un año compraron un catamarán de 15 metros de largo y se embarcaron para cruzar el Atlántico, ¡solos!
Otro amigo que ya murió era del mismo estilo de persona. Si usted jugaba bola con raqueta lo hacía en una cancha diseñada por él, usando una variación de raqueta que él había diseñado. Pero él también diseñaba y construía partes de aviones, palos de golf, restaurantes, hoteles, casas e iglesias. Él fue la primera persona que esquió en el agua descalzo, y aun tiene los record de velocidad y de distancia en ese deporte desde sus días como profesional en Ciprés Gardens. La compañía constructora de su familia drenó Pearl Harbor, haciéndolo un puerto de agua profunda. Fue piloto y marinero y constructor. En su funeral fue descrito como que logró ser más de una docena de hombres diferentes.
Ya estuve allí, y ya lo he hecho
El cielo tiene que ser bastante sorprendente como para ganarse la atención de personas como esas. Ellos son las personas más felices que he conocido, por haber rehusado crecer y calmarse, y lo digo en el sentido más positivo. Y recuerden: Ellos no empezaron las cosas solamente para gozar mucho. Ellos continuamente aumentaron los límites de sus habilidades, conocimiento y experiencias, produciendo productos, empleos y millones en beneficios económicos en el camino.
La felicidad es un subproducto de la experiencia de la vida, no su propósito. ¿Estarían ellos contentos con el cielo que describimos anteriormente, con vestidos blancos y arpas? ¡No lo creo!
Imagínese eso
Billy Graham respondió a una pregunta que le hicieron que si en el cielo habría canchas de golf. “Si son necesarias para nuestra felicidad”, respondió, “entonces sí las habrá”. Ese es el criterio. Habrá lo que sea necesario para nuestra felicidad.
Imagínese por un momento su eternidad. Pero no le permita a su imaginación estar limitada a algo como un parque de diversiones. La felicidad no es algo sobre actividades de diversión sin sentido, es sobre expandir nuestra mente con nuevos conocimientos, habilidades y experiencia. Deje que su mente esté libre para que piense en todas las posibilidades.
Por ejemplo, qué si nuestro ambiente eterno fue diseñado teniendo presente nuestra individualidad y en realidad refleja lo que es único en nosotros. Qué si está pintado con nuestros colores favoritos utilizando nuestras formas, tamaños y texturas favoritas y qué si se expandiera delante de nosotros como un calidoscopio gigante de tal manera que conforme nos vamos acostumbrando a eso, ese ambiente también crece con nosotros, estimulándonos y emocionándonos siempre, para NUNCA aburrirnos.
Qué si nosotros intentamos cualquier cosa que podamos imaginar, sin temor a fracasar. Qué si podemos sorprendernos y pasmarnos a nosotros mismos con nuestras capacidades las cuales son regalos de Aquel Quien nos ha creado, y siempre ha estado con nosotros, y finalmente disponible debido a Su sacrificio de amor.
Me gustan las montañas. A mi esposa le gusta la playa. ¿Qué si nuestra eternidad nos satisface a ambos de tal manera que podamos experimentar nuestros lugares favoritos al mismo tiempo, y juntos? Piense en ello. Yo estaría en las montañas y ella estaría en la playa. Pero también estaríamos juntos. Yo vería todo en mis formas y colores favoritos, y ella lo haría en los de ella, pero ambos estaríamos viendo las mismas cosas.
“Pero espere un momento”, algunas personas dirán, “todos seremos diferentes allá de lo que somos aquí”. Talvez sí, pero también seremos esa misma persona que es única y que siempre ha sido así. No nos van a hacer ninguna gigantesca lobotomía (separación total o parcial de los lóbulos frontales del cerebro) para atontarnos y hacernos totalmente pasivos y contentos como lo hicieron en la película “el nido del ruiseñor”.
Ciertamente pasaremos mucho de nuestro tiempo adorando al Señor, como lo hacemos aquí en la tierra, dándole gracias por todo lo que Él nos ha dado. Pero las ataduras terrenales que nos retienen aquí serán eliminadas, nuestros cerebros serán energizados, nuestros sentidos agudizados y nuestras capacidades que son únicas, serán reveladas, no solamente para la adoración, sino para todas nuestras experiencias.
Finalmente nos convertiremos en todo para lo que fuimos creados: la obra de arte de Dios: el ejemplo más grande de Su habilidad creadora. ¿Tiene usted idea de lo que eso significa? ¿Tiene usted idea de lo agradecido que debería estar?
La eternidad tiene que ser lo suficientemente emocionante como para satisfacernos a todos los que hemos experimentado la vida aquí en la tierra a lo máximo, y no solamente por un día o dos, sino para siempre. Tiene que tener cada una de nuestras preferencias e intereses únicos al máximo, mientras que hace lo mismo para todos los demás y al mismo tiempo.
Como dijo Pablo, “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
Aun en su volada imaginación usted no puede ni acercársele a la descripción de felicidad que le aguarda. Recuerde que Pablo en realidad estuvo allí y la vio (2 Corintios 12:2-4). Él debería de saberlo.