Lunes 20 de junio de 2022
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Recientemente volví a ser desafiado por mi creencia de que Jesús es Dios en forma humana. Esto me ha sucedido varias veces en el pasado y así como he puesto las bases bíblicas de lo que creo en varios artículos, nunca me referí específicamente a las objeciones comunes que otras personas han ventilado. En este estudio haré cabalmente eso.
Pero primero quiero colocar brevemente las bases teológicas que en mi opinión demuestran que Jesús tiene que ser Dios en forma humana. De hecho yo creo que eso demostrará que si Jesús no es Dios ninguno de nosotros sería salvo. Eso se basa en tres puntos:
1.- Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23)
2.- Sin derramamiento de sangre no hay perdón de pecados (Hebreos 9:22)
3.- Un justo por una humanidad injusta (1 Pedro 3:18)
Todos pecaron
Adán fue creado a imagen de Dios. Él tuvo la libertad de escoger entre el bien y el mal, tuvo el intelecto con el cual podía tomar decisiones, y era inmortal. Cuando pecó él estaba ejerciendo su derecho a elegir, pero una de las consecuencias de su elección fue que se volvió mortal. Otra fue que todos sus descendientes nacerían con una naturaleza pecadora que haría imposible que pudieran vivir una vida libre de pecado. Eso significó que no había ninguna forma de poder vivir cumpliendo con las normas de Dios y esperar poder pasar la eternidad con Él. Sin un medio de redención, la humanidad estaría perdida sin ninguna esperanza porque desde ese momento todos han pecado y están destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23).
Sin sangre no hay perdón
De una cubierta a la otra, la Biblia de manera consistente enseña que es necesario el derramamiento de sangre para reversar las consecuencias del pecado. Cuando Adán y Eva fueron conscientes de su pecado y se ocultaron de Dios, Él los vistió con piel de animales. Esto simbolizó “cubrirlos” por medio del derramamiento de sangre para que pudieran estar ante Él (Génesis 3:21). Dios también le enseñó a Caín y Abel que el único sacrificio aceptable era uno que comprendiera el derramamiento de sangre. Cuando Caín presentó la ofrenda equivocada y fue rechazada, Dios lo amonestó diciendo, “Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido?” (Génesis 4:7). En Egipto los israelitas fueron salvados del destructor debido a la sangre de un cordero aplicada a los postes de sus puertas (Éxodo 12:7, 13).
Más tarde, luego de que Moisés lo documentó en la Torá podemos ver que todo el sistema levítico estaba basado en el derramamiento de sangre. Según la versión amplificada de Hebreos 9:22 bajo la Ley casi todo es purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay ni liberación del pecado y su pena, como tampoco la remisión debida y el castigo merecido por los pecados.
El Justo por los injustos
Conforme la revelación del remedio de Dios por los pecados de la gente progresa a través del Antiguo Testamento, empezamos a ver que los únicos animales aceptables para la ofrenda del pecado eran los que simbolizaban la inocencia en nuestras mentes. ¿Quién puede pensar en algo más inocente que un cordero de un año? Fue este animal el que Dios escogió para demostrar la necesidad de que sangre inocente fuera derramada para la remisión de los pecados (Éxodo 30:38). También vemos que estos animales tenían que ser un ejemplar perfecto, sin defecto (Éxodo 12:5).
Del Nuevo Testamento sabemos que aún estos animales perfectos e inocentes solamente podían apartar el pecado de la gente de manera temporal. Eran un modelo del sacrificio que Dios requería, y no el mismo sacrificio. Eventualmente se requeriría la sangre de un hombre perfecto e inocente para pagar por los pecados de la humanidad (Hebreos 10:1-14). Un hombre justo tendría que pagar el precio por los pecados de una humanidad injusta para llevarnos a Dios (1 Pedro 3:18).
El problema era que no había tal hombre perfecto e inocente. Desde los primeros hijos de Adán y Eva hasta este día, no ha habido un hombre perfecto sin pecado entre sus descendientes naturales quien pudiera ser ofrecido como un sacrificio por los pecados de la humanidad. Todos nosotros estamos contaminados por nuestra naturaleza pecaminosa y no somos aceptos para redimir a la humanidad aún si lo quisiéramos, porque no somos ningún espécimen perfecto e inocente.
Muchas personas no se dan cuenta de eso, porque el ser sin pecado no es un asunto de evitar el hacer determinadas cosas. El pecado empieza en nuestro corazón, en nuestros pensamientos y deseos, y el corazón es engañoso más que todas las cosas, y perverso (Jeremías 17:9). Debido a nuestra naturaleza pecaminosa es imposible que podamos evitar tener un pensamiento pecaminoso de vez en cuando. Solamente se necesita uno, sin importar lo momentáneo que fuera, pues tan pronto como llega ya no somos libres de pecado. Los fariseos se obsesionaban por guardar la Ley, pero Jesús dijo que ni aún su justicia era suficiente para ganar la entrada en el Reino (Mateo 5:20).
Los ángeles pueden tomar la apariencia de hombres y según Hebreos 13:2 algunas personas han hospedado ángeles sin saberlo. Pero a los ángeles les está terminantemente prohibido convertirse en seres humanos y los que lo hicieron en el pasado están ahora encadenados en prisiones de oscuridad esperando su juicio (Judas 1:6). A pesar de que los ángeles que permanecieron fieles a Dios no pecan, ninguna persona puede salvarse por el sacrificio de un ángel.
Entonces, la sangre de animales solamente puede poner a un lado de manera temporal el pecado de las personas. Todas las personas nacidas de manera natural están descalificadas debido a su naturaleza pecaminosa. Los ángeles lo tienen prohibido. Solamente había una forma por medio de la cual las personas podían ser salvas y eso requería que el mismo Dios se hiciera hombre. Y para ser hombre tenía que venir al mundo de la manera que llegan todas las personas. Tenía que nacer de una mujer.
Pero como hemos visto antes, cuando se combina el óvulo de una mujer terrenal con el espermatozoide de un hombre terrenal, su descendiente heredará una naturaleza pecaminosa y es descalificado. Para poder mantener Su pureza, Dios tenía que nacer de una mujer pero sin un padre terrenal. De esa manera Él podía ser todo Dios y todo hombre, un espécimen perfecto e inocente de la humanidad. La persona que conocemos como Jesús es la única en la historia de la humanidad que llegó a ser eso.
“Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos” (Hebreos 7:25-26).
¿Cuál era la pregunta?
Con esta introducción, encontramos cinco lugares en el Nuevo Testamento en donde se da testimonio para apoyar el hecho de que Jesús es Dios en forma humana. Estos son los versículos que utilizo para explicar mi creencia en la deidad de Jesús y naturalmente son también los versículos que otras personas utilizan para negar ese hecho.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios (Juan 1:1-2).
Los negativistas nos quieren hacer creer que puesto que el nombre “Jesús” no aparece en este pasaje, mi creencia de que se refiere a Jesús es solamente una interpretación personal que no puede ser confirmada. Veamos si están en lo correcto.
Juan prosiguió explicando quién es “el Verbo” (la Palabra). Y digo “quien” porque Juan utilizó el pronombre personal “El” al referirse a Jesús. El versículo 3 nos dice que todas las cosas fueron hechas por Él y sin Él nada de lo ha sido hecho, fue hecho. Eso hace a “el Verbo” el Creador de todo. El versículo 10 dice que Él estaba en el mundo y que a pesar de que el mundo fue hecho por Él el mundo no lo conoció. Aún Su propio pueblo no lo recibió.
Juan 1:12-13 dice que todas aquellas personas que lo reciben, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. En el versículo 14 Juan dice que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Muchas traducciones del versículo 18 (pero no todas) dicen que nadie ha visto a Dios, pero que Su Hijo unigénito, quien es el mismo Dios, Él le ha dado a conocer. Aún sin el testimonio del versículo 18, me queda claro que Juan estaba hablando todo el tiempo de Jesús. Pero aún hay más.
Él (el Hijo) es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él (Colosenses 1:15-16).
Aquí el argumento contrario es que Colosenses 1:15 dice que Jesús es la imagen de Dios y no el mismo Dios y que el versículo 16 está describiendo a Dios y no a Jesús. Pero lo que el versículo 15 significa es que el Hijo es la forma visible del Dios invisible. Y decir que el versículo 16 está describiendo a Dios y no a Jesús, es una violación del contexto. Colosenses 1:15-18 es todo acerca de Jesús. Esas personas solamente mencionan a Dios como que es el ser invisible del cual Jesús es la imagen visible.
Vale la pena mencionar que en Colosenses 1:16 Pablo le atribuyó la creación de todas las cosas al Hijo. Juan 1:3 dice que el Verbo hizo todo lo que fue hecho. Eso confirma que “el Verbo” (la Palabra) y “el Hijo” son uno y son lo mismo.
Yo y el Padre uno somos (Juan 10:30).
Estas son palabras del mismo Jesús y la controversia se centra alrededor de la palabra griega traducida “uno”. La siguiente es la posición de las personas que niegan la deidad de Jesús.
“Aquí, Juan 10:30 es un versículo muy controversial, sin embargo cuando uno lo lee en el idioma griego se da cuenta de que el griego tiene palabras diferentes para la palabra ‘uno’. Hay una palabra para ‘uno’ para indicar lo mismo y otra para ‘uno’ para referirse al propósito. La palabra griega utilizada aquí es la palabra para ‘uno’ en el propósito y no en lo mismo.”
Todas las principales traducciones al idioma Español concuerdan que este versículo dice, “Yo y el Padre somos uno”. La palabra griega traducida “uno” en este versículo fue usada para decir el número uno cuando se cuenta la numeración en griego. Una lectura con sentido plano de este versículo indica que Jesús estaba diciendo que Él y el Padre son uno. Muchas biblias no ofrecen ninguna explicación ni clarificación que indique que el versículo significa lo que dice. Solamente las personas que niegan la deidad de Jesús tienen problemas al aceptar esto. Y recuerden, los judíos querían matar a Jesús por haber afirmado ser Dios, y no por decir que tenía las mismas metas o propósitos de Dios.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con ustedes, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? (Juan 14:9).
Este versículo confirma la declaración anterior de Pablo en Colosenses 1:15 así como también la declaración en Hebreos 1:3 de que el Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, y la imagen misma de Su substancia. Jesús claramente le dijo a Felipe que Él es la forma visible del Dios invisible. Pero los negativistas usan su propia interpretación de Juan 10:30 para justificar de que en Juan 14:9 Jesús realmente dijo de que podemos ver a Dios en las obras de Jesucristo.
Pero del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de equidad es el cetro de tu reino (Hebreos 1:8).
Este es Dios hablando de Su Hijo. De nuevo, todas las traducciones principales son casi idénticas y todas ponen con mayúscula “Dios” para indicar el hecho de que el Padre considera al Hijo una deidad. De nuevo el punto de vista opuesto es el siguiente.
“Hebreos 1:8 es muy controversial y sin embargo si se ve el contexto previo uno puede ver la diferencia entre Dios y Cristo. Llamarle a alguien dios es en realidad una costumbre oriental. Moisés fue llamado dios en Éxodo 7:1 y el pueblo de dios también fue llamado dioses en el Salmo 82:6. Llamarle a alguien dios es una forma de mostrar respeto cuando esa persona ostenta un alto puesto. En el oriente los siervos hasta este día le llaman a su rey señor o dios. Las esposas en el oriente también se refieren a sus esposos como señor. Así que llamarle a Jesús Dios en este versículo es solamente un malentendido al no reconocer las costumbres orientales.”
Observe que el escritor de esta opinión utiliza la palabra en minúscula “dios” en cada caso excepto cuando se refiere a Dios el Padre, y recuerden que en cada traducción de Hebreos 1:8 la palabra Dios está en mayúscula cuando se refiere al Hijo.
En la traducción de la Biblia Reina Valera de Éxodo 7:1 Dios dijo cuando Moisés se presentó ante Faraón con su hermano Aarón, que él sería “un dios” (en minúscula) para Faraón y que Aarón sería su profeta. Otras traducciones dicen que él sería “como” Dios, o “igual a Dios”. La idea aquí es que Dios estaba enviando a Moisés en Su lugar, y Aarón hablaría por Moisés como un profeta habla por Dios. Moisés no estaba siendo llamado Dios.
En el Salmo 82:6 la palabra “dios” aparece en referencia a los israelitas. De nuevo observen la palabra en minúscula, la cual se refiere a un “gobernante” o a un “juez”. Y si ustedes leen todo el Salmo se darán cuenta del sarcasmo de Dios aquí. En el primer versículo Él se refiere a Sí mismo como “Dios” que juzga entre los “dioses”. Luego Él los acusa de tener prácticas fallidas y corruptas, y les advierte de empezar a defender la causa de las personas menos afortunadas entre ellos y que empiecen a mostrar misericordia. En los versículos 6-7 Él dijo, Ustedes son dioses, y todos ustedes hijos del Altísimo; Pero como hombres morirán, y como cualquiera de los príncipes caerán. Nadie puede creer que Dios se estaba dirigiendo a los israelitas como a una deidad.
Es cierto que la palabra “Señor” se utiliza como un término de respeto para gobernantes, jueces y quizás también esposos en varias partes del mundo. Paro nadie en esos lugares cree que al que se están dirigiendo es al Dios del universo. El alegato de que una interpretación literal de Hebreos 1:8 es incorrecta debido a un malentendido de las costumbres orientales es un argumento que no tiene ningún mérito.
Empecé mostrando que solamente Jesús podía calificar para servir como el sacrificio perfecto requerido para salvarnos si Él realmente es Dios en forma humana. Ahora vemos el testimonio de Juan (Juan 1:1-2), Pablo (Colosenses 1:15-16), Jesús (Juan 10:30, Juan 14:9), el escritor de Hebreos (Hebreos 1:3) y el mismo Dios (Hebreos 1:8) todos diciendo que ese es el caso.
Anteriormente dije que no creo que usted tenga que creer que Jesús es Dios en forma humana antes de pedirle que lo salve. Pero la Biblia es clara en que después de que usted es salvo y salva usted debe de llegar al entendimiento de que Él es Quien es. Debido al continuo incremento de las falsas enseñanzas en la Iglesia hoy día y la falta de énfasis en un estudio personal, muchas personas no se dan cuenta del hecho de que fue necesario el sacrificio del mismo Dios para salvarlas. Cuando se les pregunta, esas personas solamente pueden repetir lo que han escuchado, y tristemente mucho de lo que han escuchado no es consistente con la sana doctrina.
Si lo que acaba de leer es nuevo para usted, le recomiendo que busque las referencias que he citado y las estudie por usted mismo y usted misma. Pablo nos advirtió a no arriesgar nuestro destino eterno basándonos en las opiniones de otras personas, sino que escudriñemos las Escrituras para ver si lo que dicen es cierto (Hechos 17:11). Es muy serio tomar la palabra de alguien más como cierta. Selah 08/07/13