Domingo, 6 de marzo de 2016
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Aquí tenemos uno de esos pequeños y admirables trozos de simbolismo del Nuevo Pacto que podamos encontrar en algún lugar de las Escrituras.
“Enseguida, Jesús hizo que sus discípulos entraran en la barca y que se adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la multitud. Luego de despedir a la gente, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, Jesús estaba allí solo. La barca ya estaba a la mitad del mar, azotada por las olas, porque tenían el viento en contra. Pero a la cuarta vigilia de la noche [ya cerca del amanecer] Jesús fue hacia ellos caminando sobre las aguas. Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre las aguas, se asustaron y, llenos de miedo, gritaron: ¡Un fantasma! Pero en seguida Jesús les dijo: ¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!” (Mateo 14:22-27).
Esta historia también aparece en Marcos 6:45-51 y Juan 6:15-21 e igual que en la alimentación de los 5000, podemos obtener mucha información adicional si comparamos las tres narraciones. Todas están de acuerdo en que este evento sucedió inmediatamente después de esa alimentación milagrosa, y que los discípulos entraron en la barca para dirigirse al otro lado del lago sin Jesús, mientras Él subía a un monte a orar a solas. Si ustedes leen el preámbulo de la alimentación de los 5000 podemos recordar que Jesús llegó a esta área remota solamente acompañado de Sus discípulos para dolerse por la muerte de Juan el Bautista y escuchar los informes de ellos sobre su reciente viaje misionero. Pero la presencia de ellos fue descubierta y así fueron seguidos por un gran número de personas (Mateo 14:13-14 y Marcos 6:30). Poniendo al lado Sus propias necesidades, Jesús le ministró a la muchedumbre, los alimentó y los despidió, y ahora estaba libre para estar solo. Quizás el haber enviado a Sus discípulos por delante, fue un esfuerzo para distraer a la muchedumbre y así poder pasar un “tiempo cara a cara” con Su Padre. Juan el Bautista era Su pariente (Lucas 1:36) y acababa de ser decapitado por Herodes como un favor a su esposa (Mateo 14:1-12), y los 12 acababan de completar su primera tarea, divulgar el Evangelio por todo Israel. Ya era tiempo de regresar.
Movimiento sin progreso
En Mateo 14:25 vemos que fue durante la cuarta vigilia de la noche (3-6 AM), y en la narración de Juan, vemos que los discípulos apenas habían remado una distancia como de 4,5 a 5,5 kilómetros (medio camino a través del lago) (Juan 6:19), a pesar de que habían estado remando desde el atardecer. Estaban luchando con los remos pero no avanzaban rápidamente. De hecho, Marcos nos cuenta que Jesús caminaba más rápido sobre el agua de lo que ellos remaban, y estaba por rebasarlos cuando lo vieron (Marcos 6:48), a pesar de que ellos habían partido varias horas antes.
Creyendo que era un fantasma, todos se asustaron. Pero Jesús los calmó al identificarse a Si mismo. “¡Ánimo! ¡Soy yo! ¡No tengan miedo!” A propósito, el “soy yo” del versículo 27 es la misma expresión que escuchó Moisés desde la zarza ardiendo (cf. Éxodo 3:6).
“Pedro le dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya hacia ti sobre las aguas. Y él le dijo: Ven. Entonces Pedro salió de la barca y comenzó a caminar sobre las aguas en dirección a Jesús. Pero al sentir la fuerza del viento, tuvo miedo y comenzó a hundirse. Entonces gritó: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendió la mano y, mientras lo sostenía, le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Cuando ellos subieron a la barca, el viento se calmó. Entonces los que estaban en la barca se acercaron y lo adoraron, diciendo: Verdaderamente tú eres Hijo de Dios.” (Mateo 14:28-33). Ciertamente Su señorío sobre las leyes de la naturaleza los había persuadido.
Volvámonos místicos
Aquí tenemos uno de esos pequeños trozos del simbolismo sobre el Nuevo Pacto que podemos encontrar en las Escrituras. Asumamos que la barca y los discípulos representan a Israel, el mar al mundo incrédulo (Isaías 57:20-21) y Pedro a la Iglesia. Se utilizará ese término de Iglesia para referirse desde un solo creyente hasta todo el cuerpo de Cristo, por eso está bien tomarlo no solamente de manera personal sino también institucional.
De igual manera que los discípulos no habían avanzado mucho remando en el mar en contra del viento, Israel había avanzado muy poco en su mandato de manifestarle al mundo acerca de Dios (Isaías 43:10-13). Y así como Pedro fue llamado para que saltara de la barca y caminara sobre el agua, la Iglesia fue sacada de Israel para habitar en el mundo y esparcir el Evangelio (Mateo 28:19-20).
En el tanto que Pedro se mantuviera enfocado en el Señor podría permanecer sobre las olas, por medio del poder de su fe para hacer milagros y a la vez ser sostenido por su cercanía al Señor. Cuando Pedro se distrajo a causa del viento empezó a hundirse y puso su vida en peligro. Mientras nos mantengamos enfocados en el Señor, podremos permanecer por encima de los caminos de este mundo, por el poder de nuestra fe para hacer obras milagrosas y a la vez ser sostenidos por nuestra cercanía con Jesús. Cuando nos distraemos por los vientos de las controversias y el engaño, empezamos a hundirnos en las formas de este mundo incrédulo y así ponemos en peligro nuestra vida espiritual.
Cuando Pedro clamó, “¡Señor, sálvame!” el Señor de inmediato estaba a su lado, y extendiendo Su mano lo rescató y lo llevó a un lugar seguro. Cuando nosotros clamamos, “¡Señor, sálvanos!” el Señor de inmediato está a nuestro lado, extendiendo Su mano para rescatarnos y llevarnos a un lugar seguro. Nosotros nunca estamos fuera del alcance del Señor.
Algo más. Cuando Pedro y el Señor regresaron a salvo a la barca, el viento se disipó y volvió la calma. Cuando Israel y la Iglesia estén finalmente reunidos en Cristo, la paz volverá al mundo. En ambos casos, el regaño cariñoso del Señor a Pedro es apropiado. Tanto a Israel como a la Iglesia, Él les dice, “¡Gente de poca fe! ¿Por qué dudaron?”
Ahora ya conocen la versión adulta.