Domingo, 13 de marzo de 2016
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Vino palabra del Señor a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y proclama contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí” (Jonás 1:1-2).
El nombre de Jonás traducido al español es “paloma”, y el de su padre “verdad”, y Nínive significa “progenie” (hijo), entonces, de primera entrada, esta historia es intrigante para aquellas personas que se inclinan al punto de vista místico. Una paloma le mostró a Noé que el juicio de Dios sobre la tierra había terminado y que las aguas del diluvio estaban bajando (Génesis 8:11). La paz había sido restablecida entre el Creador y Su creación. Para el pobre, la paloma era la ofrenda prescrita por el pecado, la cual restauraba la paz entre el pecador y Dios (Levítico 5:7). El Espíritu del Señor descendió sobre Jesús “como paloma” en Mateo 3:16 y nosotros sabemos que Él vino a restablecer la paz entre la humanidad y Dios (Colosenses 1:19-20). La historia de Jonás involucra la restauración de la paz entre el pueblo de Nínive y Dios por lo que es tan apropiado que Él enviara a Paloma, un descendiente de Verdad para alertar a Su progenie.
Pero Jonás huyó del Señor y se dirigió a Tarsis (Jonás 1:3). Nínive y Tarsis estaban situados en los extremos opuestos del mundo conocido. Nínive era una ciudad gentil grande y malvada, sobre las riberas del Río Tigris, en lo que hoy día es Irak del Este, y Tarsis era ya sea la moderna España o Inglaterra, dependiendo de la preferencia que usted tenga sobre el comentarista. Podemos inclinarnos a considerar Inglaterra puesto que los fenicios mercadeaban extensamente allí y el nombre que le tenían al lugar se parece a Britania. Este punto de vista también tiene sentido al interpretar Ezequiel 38:13. Pero basta con decir que Dios le indicó a Jonás que se dirigiera hacia el este (Jonás venía de Galilea: 2 Reyes 14:25) pero compró un pasaje para dirigiera al lado opuesto, al oeste. A propósito, este pequeño trozo nos muestra lo poco que los líderes religiosos en días de Jesús conocían sobre la historia de sus profetas. Al intentar decir que Jesús no era un profeta, exclamaron, “de Galilea nunca se ha levantado profeta” (Juan 7:52), cuando de hecho tanto Jonás como Nahúm provenían de allí. (El nombre de la ciudad de nacimiento de Pedro, Capernaúm, significa “ciudad de Nahúm”).
La tormenta perfecta
Durante el viaje a Tarsis, se toparon con una tormenta terrible, era tan fuerte que el barco trataba de volcarse. Creyendo que la tormenta había sido enviada por Dios, los marineros finalmente determinaron que Jonás era el motivo de la misma, así que él les pidió que lo lanzaran fuera de la borda. Tan pronto lo hicieron la tormenta se quitó y Dios envió un gran pez el cual se tragó a Jonás y lo mantuvo en su vientre durante tres días y tres noches (Jonás 1:4-17).
Si ustedes leen el capítulo dos de manera literal y consultan el idioma original, tendrán que concluir que Jonás murió, y mientras su cuerpo permanecía dentro del vientre del gran pez, su espíritu se fue al Seol que es la morada de los muertos. Seol es una palabra en hebreo traducida como Hades en griego, o infierno en español. Está localizado en el centro de la tierra y antes de la cruz, era el lugar a donde toda la gente iba después que moría, porque Jesús aún no había arreglado el problema del pecado de una vez por todas. El Seol estaba separado por una gran sima en dos áreas, una era un lugar de consuelo para los fieles y el otro un lugar de tormento para quienes habían rechazado a Dios. El lugar de consuelo se llamaba popularmente el Paraíso, o el seno de Abraham (Lucas 16:22-26). Cuando Jesús murió, fue allí y se llevó al otro que había sido crucificado con Él y le había dicho, “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas 23:42-43). Cuando Jesús se levantó de la tumba tomó a los fieles difuntos con Él al cielo (Mateo 27:53), ya que Su sangre derramada finalmente borró los pecados de ellos, cuyos sacrificios únicamente los habían puesto a un lado temporalmente. Y ahora, después de la cruz, todas las personas que mueren en fe van directamente a estar con el Señor (Filipenses 1:22-23).
¿Lo puedo intentar otra vez?
Mientras estaba en el Seol, Jonás pidió y recibió otra oportunidad para ser fiel. El final de su oración es extraordinaria pues habla sobre la Gracia de Dios y declara el nombre de Jesús (Yeshua; traducido la Salvación es del Señor, Jonás 2:8-9). Cuando el gran pez escupió al resucitado Jonás sobre la arena, se fue directamente a Nínive y empezó a predicar, y se asombró y disgustó cuando esos malvados gentiles inmediatamente empezaron a arrepentirse desde el rey hasta abajo. “Ahora, oh Señor” clamó a Dios, “¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso” (Jonás 4:1-2). Entonces Dios hizo que creciera una calabacera que luego moriría para darle una lección a Jonás ya que él estaba más preocupado por la calabacera que por la gente de Nínive. Pero desde el punto de vista de Dios, todos somos Sus hijos, judíos y gentiles, santos y pecadores, los cuales clamamos por una oportunidad de arrepentimiento y de vida. Cuando respondemos favorablemente, de inmediato todo es perdonado y olvidado. Recuerden, Nínive significa progenie.
La señal del Profeta Jonás
Cuando por enésima vez los judíos le pidieron a Jesús una señal, Él les dijo que no les daría ninguna excepto la señal del Profeta Jonás. “Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches” (Mateo 12:40). Esta referencia valida el papel de Jonás como profeta en Israel, verifica la exactitud de la historia y señala la propia resurrección del Señor. Pero, ¿cuál es el significado más profundo de todo esto? Primero, Jonás es como todos nosotros. Buscando la gracia de Dios para nuestra propia liberación, ya que solamente deseamos la justicia para nuestros enemigos y generalmente nos airamos cuando Dios les muestra misericordia. Pero la historia de Jonás también es una parábola de Israel y los gentiles, Israel también fracasó en su primer esfuerzo para cumplir con su misión como testigo de Dios (Isaías 43:10-13) y después cesó de existir como nación. Y de la misma manera que con el fracaso de Jonás, toda la tripulación de un barco llegó a conocer al Señor y así ser salvos (Jonás 1:15-16), también por el fracaso de Israel una multitud de gentiles ha llegado a conocer al Señor y ser salvos. Pero Jonás regresó de los muertos y en su segundo intento la gente de Nínive se arrepintió y fueron salvados del juicio para recuperar sus vidas. Israel también ha retornado de los muertos. Y en el remanente de los fieles de Israel al final de la era, muchas más multitudes de la progenie de Dios se arrepentirán y serán salvas del juicio para recibir la vida eterna.
Y ahora ya conocen la versión adulta.