Domingo, 14 de diciembre de 2014
Esta es la Parte 5 y final de la serie “Un Estudio de Gálatas”
Un Estudio bíblico por Jack Kelley
Parte 5. La conclusión del caso de Pablo en contra de combinar la Ley y la Gracia
Hemos llegado al capítulo final de la carta de Pablo a los Gálatas, en la que Pablo ha presentado un fuerte caso en contra de combinar la Ley y la Gracia. Efectivamente, él ha dicho que los dos son como el agua y el aceite, no se pueden mezclar. Jesús murió para liberarnos de la Ley. Por consiguiente, las personas creyentes que se someten a la Ley están negando la suficiencia de la cruz. Un poquito de Ley mezclada con la Gracia es como un poco de levadura que se mezcla en un poco de masa. Eventualmente ambos impregnan todo y causan cambios irreversibles.
Gálatas 6
“Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado. Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo” (Gálatas 6:1-2).
En 1 Corintios 5:1-5 Pablo tomó a la iglesia en Corinto para asignarle la tarea por haber permitido tener en su medio a un hombre que tenía una relación con la esposa de su padre. Aparentemente ellos pensaron que estaba expresando el amor del Señor al ser tolerantes, pero él les dijo que ese tipo de comportamiento no era aceptable dentro de la comunión cristiana y como grupo ellos debían excluir al hombre de su comunión.
Más tarde, en 2 Corintios 2:5-11 Pablo dijo que su enfoque unificado a ese problema había dado resultados y que ya era tiempo de perdonar y de consolar a ese hombre, y de reafirmar el amor de ellos hacia él. Él dijo que debían hacer eso para que Satanás no fuera más listo que ellos después de todo. En otras palabras, si fracasaban en restablecerlo eso daría como resultado que Satanás tuviera tanta victoria como la había obtenido en su anterior fracaso por no haberlo excluirlo.
El consejo de Pablo a los corintios nos brinda el modelo de la manera apropiada del compañerismo de tratar con el pecado en su medio. Pero en Gálatas 6:1-2 él estaba hablándoles a personas individuales. Las personas creyentes individuales son llamadas a restaurar a quienes son sorprendidas en pecado, cuidándose ellas mismas de no ser atrapadas. De esta forma nos apoyamos mutuamente porque ninguno de nosotros sabe cuándo podemos necesitar ser ayudados.
Pablo mencionó la “Ley de Cristo” solamente aquí y en 1 Corintios 9:21 en donde Pablo dijo, “Entre los que no tienen ley, me comporto como si no tuviera ley, para ganar a los que no tienen ley (aun cuando no estoy libre de la ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo).
La Biblia no ofrece ninguna definición específica de lo que es la Ley de Cristo, pero yo creo que se refiere a Sus declaraciones en Juan 15:9-12.
“Así como el Padre me ha amado, así también yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor; así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo. Éste es mi mandamiento: Que se amen unos a otros, como yo los he amado.”
En estas referencias, tanto Pablo como Jesús distinguen entre la Ley de Dios (los mandamientos de Mi Padre) y la Ley de Cristo (Que se amen unos a otros como yo los he amado.) Por consiguiente yo creo que Gálatas 6:2 está diciendo que al brindarle apoyo espiritual a un hermano o hermana sorprendidos en pecado y restaurarlos gentilmente, estamos cumpliendo con el mandamiento del Señor de amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Él siempre favorece la reconciliación y la restauración.
Porque el que se cree ser algo, y no es nada, a sí mismo se engaña. Así que, cada uno ponga a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de jactarse, pero sólo respecto de sí mismo y no por otro; porque cada uno llevará su propia carga. El que recibe enseñanza en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo enseña (Gálatas 6:3-6).
En estos versículos Pablo identificó la tentación en contra de la cual él les estaba advirtiendo en Gálatas 6:1-2, y es el peligro de creer que somos espiritualmente superiores a un hermano o hermana que estamos tratando de restaurar. Creer que somos algo mejor que alguien más es auto engañarnos. La única evaluación válida es la auto-evaluación. La excepción es cuando el Señor nos da un entendimiento más profundo acerca de las Escrituras que nos están enseñando. En ese caso debemos compartirlo con nuestro instructor para que él o ella también se beneficien.
No se engañen. Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará. El que siembra para sí mismo, de sí mismo cosechará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer el bien; porque a su tiempo cosecharemos, si no nos desanimamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe (Gálatas 6:7-10).
Todos hemos escuchado Gálatas 6:7 fuera de contexto. Aprendamos ahora lo que realmente significa. Pablo tenía que estar advirtiéndonos que si adoptamos una actitud de superioridad espiritual en el proceso de restaurar a un hermano o hermana que han pecado, eso se convierte en una obra de la carne la cual es una burla para Dios y no nos hace mejores que una persona incrédula. De otra manera, su declaración aquí estaría en directa contradicción a sus otras declaraciones de que nuestra herencia está garantizada desde el momento en que creímos (2 Corintios 1:21-22, 2 Corintios 5:5, Efesios 1:13-14, Efesios 4:30), y que Dios no atribuye nuestro pecado a nosotros sino a la naturaleza pecaminosa que mora en nosotros (Romanos 7:18-20).
Nosotros estamos acostumbrados a que nuestros líderes hagan declaraciones que contradicen cosas que han dicho con anterioridad, pero Dios no es como eso. Cuando Él comisionó a las personas a escribir Su palabra, el Espíritu Santo puso en sus mentes lo que Él quería que ellas dijeran (2 Timoteo 3:16). De esa manera Él se aseguraba que esas personas no se contradijeran a sí mismas ni entre ellas.
Al sacar Gálatas 6:7 fuera de contexto estaríamos concluyendo que Pablo estaba diciendo que nuestra salvación depende de nuestro comportamiento y no podemos permitir cansarnos de hacer buenas obras si queremos cosechar la vida eterna. Pero debido a sus fuertes y claras declaraciones acerca de nuestra seguridad en el Señor, es que podemos estar seguros de que eso no fue lo que él dijo. Él tenía que estar hablando dentro del contexto de Gálatas 6:1-6.
Nuestra motivación en ayudar a otras personas que han resbalado y han tropezado siempre debe de ser con el deseo de hacer el bien ante los ojos del Señor. El fruto que cosecharemos al no cansarnos de hacer el bien a todas las personas vendrá en la forma de un tesoro en el cielo en donde nuestras buenas obras se acumulan (Mateo 6:19-21).
Miren con cuán grandes letras les escribo de mi propia mano (Gálatas 6:11)
Pablo quería que las iglesias en Galacia estuvieran seguras de que esta carta había sido personalmente escrita por él. Él estaba preocupado de que sus enemigos circularan cartas falsas en un intento de descarriar a los nuevos creyentes. Esto realmente sucedió en Tesalónica. Entre la primera y la segunda carta, los tesalonicenses habían recibido cartas falsas diciendo que el Día del Señor ya había pasado (2 Tesalonicenses 2:1-2). La Segunda Carta a los Tesalonicenses es la refutación a esa falsificación. Debido a su pobre visión, Pablo usualmente hacía que alguien como Timoteo escribiera por él, pero cuando él quería que no hubiera ninguna duda de la autoría de un mensaje, él la escribía personalmente.
Todos los que quieren agradar a los demás los obligan a que se circunciden, solamente para no ser perseguidos por causa de la cruz de Cristo. Porque ni siquiera los mismos que se circuncidan cumplen la ley, aunque quieren que ustedes se circunciden para tener de qué jactarse. Pero lejos esté de mí el jactarme, a no ser en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús nada valen la circuncisión ni la incircuncisión, sino una nueva creación (Gálatas 6:12-15).
Como sabemos, los judaizantes que acosaban a Pablo e intentaban deshacer su enseñanza sobre la Gracia, eran también personas convertidas al cristianismo. Muchos de ellos eran fariseos que estaban tratando de combinar el judaísmo y el cristianismo. Enseñando este tipo de teología híbrida los mantenía libres de problemas con las congregaciones judías que visitaban; la clase de problemas que Pablo siembre encontraba cuando las visitaba.
Pablo les estaba recordando a los gálatas que los judaizantes que estaban tratando de arrastrarlos para que estuvieran bajo la Ley, ellos mismos no eran capaces de guardar la ley. Esto es porque la Ley es imposible guardarla. Pero el hacer que los gálatas se circuncidaran les permitía a los judaizantes mostrar resultados tangibles por sus esfuerzos.
Pablo no estaba preocupado de mantener un puntaje en la Tierra. Él correctamente dijo que si un hombre es circuncidado o no, eso no significa nada en el sentido eterno. Lo que importa es si el hombre es una nueva creación en Cristo lo cual es lo que le permite heredar la vida eterna.
Y a todos los que anden conforme a esta regla, que la paz y la misericordia sean con ellos, y con el Israel de Dios. De aquí en adelante nadie me cause molestias, que yo llevo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús (Gálatas 6:16-18).
La regla a la que Pablo se estaba refiriendo es, “Ni la circuncisión ni la incircuncisión significan algo; lo que cuenta es la nueva creación.”
Pablo explicó su frase “el Israel de Dios” en Romanos 2:28-29.
Porque lo exterior no hace judío a nadie, y estar circuncidado no es una señal externa solamente. El verdadero judío lo es en su interior, y la circuncisión no es la literal sino la espiritual, la del corazón. El que es judío de esta manera es aprobado, no por los hombres, sino por Dios.
El ser físicamente circuncidado identifica a un hombre de ser de descendencia judía, pero no significaba que fuera salvo. Lo que identifica a una persona de ser salva es el Espíritu Santo que mora en ella, lo cual Pablo describió como tener el corazón circuncidado. Invisible a otras personas, esta forma de circuncisión es visible a Dios, el único que importa. Eso es lo que nos hace simiente de Abraham, y herederos según la promesa (Gálatas 3:29).
A pesar de que Pablo era circuncidado, las señales físicas por las que él quería ser conocido eran las cicatrices que él llevaba por los golpes que había recibido debido a su fe en Jesús.
Pablo termina su carta a los Gálatas en una manera que es única a él, “Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén.”
Resumiendo, repasemos el caso de Pablo.
Cualquier así llamado mensaje del evangelio que contradiga la doctrina de la salvación por gracia por medio de la fe solamente como lo presenta Pablo en sus cartas, por definición es un evangelio diferente y pone a las personas que lo enseñan bajo una maldición que las condena a la destrucción.
Ya sea que seamos judíos o gentiles, nosotros no somos justificados (considerados justos) por las obras de la Ley sino por la fe en Jesucristo. Sabemos que Pablo no estaba tratando de poner la Ley al margen porque en lugares como Romanos 7:12 él dijo que la Ley es santa, justa y buena. Pero él estaba discutiendo en contra del uso impropio de la Ley como la base por la cual nosotros somos aceptados a Dios. No somos justificados por observar la Ley sino por la fe en la obra completa del Señor Jesucristo.
La Ley no puede ser obedecida completamente. Para poder ser lo suficientemente estricta a los requisitos de Dios, la misma debe de ser demasiado estricta para la capacidad de la persona. Por consiguiente, todas las personas que dependen en la Ley son automáticamente maldecidas y no pueden ser justificadas ante Dios.
Debido a la cruz, ya no existe ninguna razón para que alguien esté bajo la Ley. Dios no lo requiere, y nosotros no nos beneficiamos haciéndolo. Al contrario, puede ser contra producente para nosotros, y un paso atrás en nuestro crecimiento espiritual.
Eso se debe a que no nos toca a nosotros decidir qué partes de la Ley queremos obedecer. Escogiendo alguna parte de la Ley nos obliga a toda ella. Y la Ley no es solamente los 10 Mandamientos. La Torá contiene 613 mandamientos.
Eso significa que usted no puede tener un poquito de Ley mezclada con la Gracia. Así como un poco de levadura fermenta toda la masa y cambia su composición, un poco de Ley penetrará a través de la doctrina de la Gracia, cambiándola en algo cuya intención no fue la de ser así. Efectivamente, la Ley cancela la Gracia.
Es para tener libertad que Cristo nos ha hecho libres. Pero al ejercer esa libertad tenemos que estar conscientes de dos declaraciones que el Señor hizo. Primero, Él dijo que toda la Ley puede resumirse en dos mandamientos. Uno, debemos amar al Señor nuestro Dios con todo nuestro corazón, alma, fuerza, y mente, y dos, debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Lucas 10:27). Segundo, Él dijo que Él nos estaba dando un mandamiento nuevo, “Que se amen unos a otros, como yo los he amado” (Juan 15:12).
Estas no son cosas que nosotros hacemos para justificarnos ante Dios. Nosotros ya hemos sido justificados por la fe en el sacrificio expiatorio del Señor en beneficio nuestro. Esas son cosas que hacemos como una forma de expresar nuestro agradecimiento por lo que el Señor ha hecho por nosotros. Así que si usted está buscando algunas leyes que guardar para poder expresar su agradecimiento por el regalo gratuito de la salvación sin arriesgar meterse en problemas, esas son las que debe guardar. 14/12/14.