La Carta a los Romanos: El Evangelio Según Pablo… Parte 1

Lunes 6 de julio de 2020

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Nota: ¡Bienvenidos a nuestro estudio en varias partes del año 2020! Este es el estudio versículo por versículo que hizo Jack sobre la Carta de Pablo a los Romanos, y es uno de mis estudios favoritos. Jack empezó este estudio hace trece años este mes. Él escribió y publicó una parte cada semana y contiene 12 partes. Yo publicaré una parte cada lunes y miércoles. Todas las partes están vinculadas, así que siéntase libre de leerlas por adelantado, o para ponerse al día durante los fines de semana. Como siempre, déjeme saber cómo funciona esto para ustedes o si tienen alguna sugerencia para el sitio web. Que Dios les bendiga. Samantha.

El Rapto de la Iglesia se acerca cada vez más. No hay ningún evento que deba precederlo, y por las cosas que están sucediendo en el Medio Oriente, yo no puedo imaginar que pasará este año sin que veamos alguna confrontación grande. Los días de la iglesia en la tierra están claramente contados y ya sea que seamos arrebatados este año o no, ciertamente no debemos dejar de estar preparados.

Nuestra preparación es espiritual, no física, y eso significa que debemos estar en la condición espiritual apropiada para poder soportar el tiempo que nos queda. Necesitamos estar claros en lo que creemos y porqué para que podamos hablar con suficiente persuasión cuando seamos llamados a hacerlo. Necesitamos estar fuertes en nuestra fe, tanto para hacer nuestros últimos llamados a las personas que nos rodean y que aun no están con nosotros, como permanecer constantes aun frente a los intentos más serios, (especialmente) por aquellas personas dentro de la iglesia, que están erosionando los cimientos de nuestras creencias.

Con esto en mente, comenzaremos un estudio sobre la Carta de Pablo a los Romanos, el Evangelio según Pablo. Interrumpiremos el estudio cuando los eventos presentes lo ameriten, con el objeto de poder repasar sus implicaciones proféticas, pero nuestro enfoque será en repasar las bases de nuestra fe con la expectativa de que el 2017 será un año de gran significado profético. Piensen en esto como el equivalente espiritual de un atleta que se está entrenando en preparación a un gran evento.

La Carta de Pablo a los Romanos

Pablo escribió su carta a los Romanos desde Corinto, en la primavera del año 57 d.C. Él aun no había estado allí, pero estaba esperando poder ministrar en la Iglesia de Roma. La intención de esta carta era poner las bases para su visita, y preparar a la congregación, principalmente conformada por personas gentiles, para su llegada.

Después de repasar el estado del mundo, los primeros ocho capítulos de la carta a los Romanos tratan sobre la doctrina, la cual es la piedra fundamental de nuestra fe. Los capítulos 9 al 11 son proféticos, y son nuestra esperanza. Y los capítulos 12 al 16 de centran en su aplicación, por la cual podemos expresar nuestro amor. Entonces, la carta puede ser resumida con 1 Corintios 13, fe, esperanza y amor.

El mensaje que se mantiene, y que está entretejido en toda la carta, es que el Evangelio no es un conjunto de leyes que deben ser obedecidas, como tampoco es un credo que debe de ser aceptado. No es un consejo que se toma, ni una religión que debe creerse, ni un orden social por el cual debemos vivir. Es un mensaje sobre una persona, una historia de amor escrita con sangre sobre una cruz de madera. Es sobre Dios que se convirtió en hombre y murió por nosotros para que nosotros podamos vivir con Él. Entonces, empecemos.

Capítulo 1

Yo, Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol y apartado para el evangelio de Dios, que él ya había prometido por medio de sus profetas en las santas Escrituras, les escribo acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que conforme a los hombres descendía de David, pero que conforme al Espíritu de santidad fue declarado Hijo de Dios con poder, por su resurrección de entre los muertos. Por medio de Jesucristo recibimos la gracia del apostolado, para que por su nombre llevemos a todas las naciones a obedecer a la fe. Entre esas naciones están también ustedes, llamados a ser de Jesucristo (Romanos 1:1-6).

De primera entrada, Pablo declara quién es Jesús; el descendiente biológico del Rey David a través de su madre María, quien, a su vez, era descendiente de David, y el Hijo del Dios Vivo. Pablo le llamaría la imagen del Dios invisible (Colosenses 1:15) y el escritor de la Carta a los Hebreos (¿Pablo?) diría que Él es el resplandor de la gloria de Dios, la imagen misma de Su sustancia (Hebreos 1:3). Pero la verdadera prueba de Su deidad se vio con Su resurrección, el Autor de la Vida logrando la victoria sobre la muerte.

A todos ustedes que están en Roma, los amados de Dios que fueron llamados a ser santos: Que la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo sean con ustedes (Romanos 1:7).

La propia salutación de Pablo, combina la “gracia” gentil de la cultura griega con la “paz” judía del hebreo.

El anhelo de Pablo de visitar Roma

En primer lugar, por medio de Jesucristo doy gracias a mi Dios por todos ustedes y porque su fe se difunde por todo el mundo. Dios, a quien sirvo con todo mi corazón predicando el evangelio de su Hijo, es testigo de que los recuerdo siempre en mis oraciones, y de que en ellas le ruego que, si es su voluntad, me conceda que por fin pueda ir a visitarlos.

Porque deseo verlos para impartirles algún don espiritual, a fin de que sean fortalecidos; es decir, para que nos fortalezcamos unos a otros con esta fe que ustedes y yo compartimos. Pero quiero que sepan, hermanos, que muchas veces me propuse ir a visitarlos para tener también entre ustedes algún fruto, como entre los otros hermanos no judíos, pero hasta ahora he encontrado obstáculos.

Estoy en deuda con todos, sean griegos o no griegos, sabios o no sabios. Así que, por mi parte, estoy dispuesto a anunciarles el evangelio también a ustedes, los que están en Roma (Romanos 1:8-15).

Pablo aun no había estado en Roma como tampoco ninguno de los otros apóstoles. Él había estado planeando ir allá para asegurarse de que su fundamento en la fe era cierto. Pero se sintió obligado de llevar la ofrenda que había estado colectando para la empobrecida iglesia de Jerusalén. Su carta ayudaría a prepararlos mientras él terminaba sus otras obligaciones.

No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree: en primer lugar, para los judíos, y también para los que no lo son. Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: «El justo por la fe vivirá.» (Romanos 1:16-17).

Este es un punto principal que Pablo mencionaba repetidamente. Nuestra justicia nos es impuesta por fe, desde el principio al fin. Se trata de cómo somos salvos y de cómo vivimos. No es por obras, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9). Tampoco es algo que obtenemos con el tiempo por vivir un cierto estilo de vida. De modo que si alguno está en Cristo, ya es una nueva creación; atrás ha quedado lo viejo: ¡ahora ya todo es nuevo!… Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios (2 Corintios 5:17, 21). Nuestras buenas obras son una expresión de gratitud por nuestra salvación, no la base para obtenerla.

Algunas personas han sugerido que Pablo escribió tres cartas basadas en esta cita de Habacuc 2:4. El justo (Romanos) por su fe (Hebreos) vivirá (Gálatas). Por supuesto que esto asume que ustedes crean, como lo creo yo, que Pablo fue el posible escritor de la Carta a los Hebreos.

La ira de Dios en contra de la humanidad

La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad y maldad de quienes injustamente retienen la verdad. Para ellos, lo que de Dios se puede conocer es evidente, pues Dios se lo reveló; porque lo invisible de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, y pueden comprenderse por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. (Romanos 1:18-20).

Ninguna persona puede legítimamente negar la existencia de Dios, o siquiera cuestionarla. La creación la demuestra claramente. “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1). El corazón es el centro de las emociones. Los necios, o tontos, hacen esta afirmación de manera emotiva, porque aun ellos no la pueden hacer de manera lógica. La existencia de Dios es demasiado obvia.

Pues a pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón se llenó de oscuridad. Aunque afirmaban que eran sabios, se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes de hombres mortales, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Romanos 1:21-23).

Los hombres de la antigüedad le otorgaban a las imágenes hechas por ellos el crédito debido a Dios.

Corta cedros, y toma ciprés y encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta pino, que se críe con la lluvia. De él se sirve luego el ser humano para quemar, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica un ídolo, y se arrodilla delante de él. Parte del leño quema en el fuego; con parte de él come carne, prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: ¡Oh! me he calentado, he visto el fuego; y hace del sobrante un dios, un ídolo suyo; se postra delante de él, lo adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú (Isaías 44:14-17).

Nosotros nos reímos ante esa tontería. Pero tenemos una mejor. Le damos el crédito debido a Dios a… nada. La casualidad del azar es la responsable por el universo, y por la humanidad. Simplemente las cosas sucedieron.

Por eso Dios los entregó a los malos deseos de su corazón y a la impureza, de modo que degradaron entre sí sus propios cuerpos. Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, y honraron y dieron culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.

Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Hasta sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van en contra de la naturaleza. De la misma manera, los hombres dejaron las relaciones naturales con las mujeres y se encendieron en su lascivia unos con otros. Cometieron hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibieron en sí mismos la retribución que merecía su perversión (Romanos 1:24-27).

Tomamos el logro creativo que coronó la obra del Señor, la vida humana, y le llamamos un accidente, el producto del azar. No tuvo ningún origen, no tiene ningún destino, y, por lo tanto, dijimos, no tiene ningún valor. Entonces Dios dijo, “Bien. Ustedes dicen que la vida no tiene ningún valor, así que me aseguraré de que la traten con desprecio y que sufran las consecuencias”.

La acción sagrada de la procreación se ha relegado al sexo casual. No es una libertad, sino más bien una maldición lo que ha producido un enorme aumento de niños abandonados, suicidios de adolescentes, y hogares desechos. En algunas partes de África hay toda una generación que hace falta debido al sida, siendo los bebés criados por sus abuelos. Para otras personas, el regalo de la vida se ha convertido en un presagio de muerte. El aborto no es una elección, sino que es la consecuencia de malas decisiones que no solamente terminan con la muerte del bebé, sino que también ponen en riesgo a la madre.

Y como ellos no quisieron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para hacer cosas que no convienen. Están atiborrados de toda clase de injusticia, inmoralidad sexual, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades. Son murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, insensibles, implacables, inmisericordes. Y aunque saben bien el juicio de Dios, en cuanto a que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se deleitan con los que las practican (Romanos 1:28-32).

Ustedes no tienen que buscar muy lejos para encontrar la evidencia de todo esto. La exigencia para aceptar las religiones paganas y los estilos de vida alternativos, la prohibición pública de las muestras de la naturaleza cristiana, la falta de integridad entre los funcionarios públicos y los del mundo empresarial, el trato de la tragedia personal como entretenimiento y la burla de la justicia no son sino unas pocas señales de lo anterior.

Y en el frente religioso, las cosas no son mejores tampoco. Tenemos iglesias sin Jesús, la exploración de otros caminos para la salvación, los homosexuales evangélicos y la elevación de María en algunos círculos carismáticos. Las encuestas muestran que el 54% de los pastores a propósito han visto pornografía en el pasado y se estima que cada semana tres púlpitos quedan vacantes debido a un pecado sexual de alguna naturaleza.

Pablo escribió esta carta en el año 57 d.C. y cerca de 2.000 años después nada ha cambiado. Y si algo ha cambiado ha sido para peor. Su mensaje es tan real para nosotros ahora como lo fue entonces para ellos. La lección para nosotros se encuentra en buscar los restos de la sociedad del Siglo I. No quedó nada. Las poderosas culturas griega y romana han desaparecido, aplastadas bajo el peso de su propia depravación. ¿Cómo podíamos esperar algo menos?

Y como lo era en los días de Noé, todos los planes de su corazón eran siempre los de hacer sólo el mal (Génesis 6:5). Pero así como lo hizo en aquel entonces, Dios lo está haciendo hoy día. Él ha enviado otra Arca, el Arca de nuestra Salvación. Y así como el juicio llegará pronto, el Arca está lista para recibirnos ahora. La puerta está abierta, y ya es hora de subir a bordo. No hay límites, “porque todo aquel que invoque el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13). Díganles a sus amigos mientras aun hay tiempo. 06/01/2007.