Miércoles, 19 de abril de 2017
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Durante algún tiempo he estado intentando comprender acerca del tiempo transcurrido entre la resurrección y la ascensión, pensando por qué el Señor se atrasó durante 40 días. Ciertamente no fue para completar Su misión. Él ya había hecho todo por lo que había venido. Pareciera que Él hubiera estado más que ansioso de regresar a Su hogar celestial.
El Discurso del Monte de los Olivos
Mi curiosidad surgió durante un repaso del Discurso del Monte de los Olivos. Para mostrarles lo que quiero decir haremos un rápido repaso de los primeros 34 versículos de Mateo 24. Estoy particularmente interesado en la forma con la que el Señor les respondió a Sus discípulos su pregunta acerca de las señales de Su venida y del fin del siglo. En Mateo 24:4-14 Él empezó mencionando un puñado de señales generales que parecen no tener ninguna clara relevancia en ese momento.
Primero, Él les advirtió que muchos falsos mesías vendrían diciendo que eran Él. Luego siguen guerras y rumores de guerras, pero dijo que no nos alarmáramos por esas cosas, porque no serían señales del fin. Luego Él mencionó las señales del principio de “dolores de parto”, hambres, terremotos y, en la narración de Lucas, pestilencia. Estas son las señales que llevan el sello de los juicios de Dios que Jesús dijo que llevarían al fin.
Él dijo que los judíos serían perseguidos y muertos, y odiados por todas las naciones. Eso haría que muchos de ellos se alejaran de la fe judía para odiarse y traicionarse entre sí. Falsos profetas también harían su aparición para engañar a mucha gente. El amor de muchos se enfriaría pero aquellas personas que permanecieran firmes hasta el fin serían salvas. Yo creo que el amor del que Él habla aquí es el amor de Dios, porque ese es el amor que nos salva.
Yo me pongo a meditar qué sería lo que los discípulos pensarían de todo eso hasta ese momento. Recordemos que ellos estaban bajo la impresión de que Israel estaba en los 483 años del período de 490 años que verían la culminación del plan de Dios para la humanidad (Daniel 9:24). Unas pocas horas antes ellos habían asumido que el magnífico Templo que el Rey Herodes estaba construyendo era parte de la preparación para la restauración del reino de ellos a su antigua gloria. Luego Jesús les dijo que todo eso sería totalmente destruido. Y ahora les estaba dando respuestas generales y vagas a sus preguntas específicas.
Finalmente, en Mateo 24:15, Él les dio la primera señal clara. Una abominación desoladora sería puesta en el Lugar Santo. Ya ellos habían oído que eso había sucedido anteriormente. El rey sirio Antíoco Epífanes había levantado una, casi 200 años antes, como parte de su exigencia de que lo adoraran como a Dios. Eso hizo que el Templo no fuera adecuado para ser usado, y la manera cómo el Señor lo purificó milagrosamente aún se celebra cada año con la Fiesta de Hanukkah. Fue la única vez que ha sucedido. Jesús dijo que cuando vieran que eso sucediera de nuevo, de inmediato deberían huir a los montes.
Luego les dijo que la abominación desoladora acarrearía la gran tribulación, un tiempo de terrible juicio, el peor que el mundo haya visto antes o que jamás verá de nuevo. Él dijo que si no le ponía fin en el momento designado nadie en la tierra sobreviviría, pero por causa de los escogidos Él le daría fin. Dijo que le daría fin cuando el sol y la luna no brillaran y las estrellas cayeran del cielo (Mateo 24:29). Entonces verán Su señal, la cual será la única fuente luminosa en el cielo oscuro, y finalmente lo verán viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria (Mateo 24:30).
En todo esto Él nunca mencionó la Iglesia. (De hecho, durante todo Su ministerio terrenal, Él solamente mencionó la Iglesia dos veces, en Mateo 16:18 y Mateo 18:17.) Ni siquiera insinuó el hecho de que habría un lapso de 2.000 años entre el tiempo de ellos y la primera señal específica. Él habló de todo como si fuera a sucederles a ellos. También queda claro que Él se dirigía a ellos como representantes de Israel.
¿Qué es lo que Él estaba esperando?
Luego está el asunto del aparente tiempo muerto entre la resurrección y la ascensión. ¿De qué se trataba todo eso? Él no enseñó públicamente ni tampoco sanó a nadie; tampoco hizo ningún otro milagro. Después de Su reunión con los discípulos el Domingo de Resurrección, solamente quedaron registradas seis apariciones adicionales. Cuatro de las cuales fueron a los discípulos (Juan 20:26-31, Juan 21:1-23, Mateo 28:16-20, Hechos 1:3-8), una fue a Jacobo (1 Corintios 15:7) y otra fue a cerca de 500 personas más; esta fue su única aparición pública (1 Corintios 15:6) entre la resurrección y la ascensión.
Aparte de eso, la Biblia guarda silencio sobre cómo fue que pasó Su tiempo. No hay ningún registro de discusiones sobre cómo lanzar la Iglesia, y tampoco Él llenó ninguno de los espacios vacíos del Discurso del Monte de los Olivos. Sabemos por qué Él no volvió al Templo. Él les había dicho a los líderes que no lo volverían a ver hasta que dijeran “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Mateo 23:39).
La señal inconfundible
Antes de la cruz los líderes judíos le habían pedido al Señor una señal que demostrara que Él era el Mesías. A pesar de que Su ministerio se caracterizó por milagros que confirmaron las profecías del Antiguo Testamento acerca de Él, Él les dijo que la única señal que les daría sería la señal del profeta Jonás. Él dijo que así como Jonás pasó tres días y tres noches en el vientre del gran pez, Él pasaría tres días y tres noches en el vientre de la Tierra (Mateo 12:40).
Y luego Él hizo exactamente lo que les dijo que iba a hacer. Seguramente ellos conocían sobre Su resurrección pero nadie entre las autoridades lo buscó. ¿Qué creen ustedes que ellos estaban pensando? Muchos pasaron por alto eso, pero Su resurrección fue la señal milagrosa inconfundible que Él les pudo haber dado. No se necesitaba de mucha fe para interpretarla, como tampoco pudo haber sido inventada. Es como si el Señor los hubiera visto fijamente a los ojos para decirles, “Yo sé que me van a matar. Pero después de tres días me levantaré de nuevo, y así es como ustedes sabrán que Yo soy su Mesías. Esa señal será la prueba que quitará todas las dudas.”
Hechos 1:3-5 confirma que Él se les apareció a los discípulos de tiempo en tiempo durante un período de 40 días, como vimos anteriormente, y dice que Él les dijo que permanecieran en Jerusalén y esperaran el Espíritu Santo. Luego ascendió al cielo.
Después de pensarlo considerablemente, yo he llegado a la conclusión de que esos 40 días fueron un tiempo de prueba para Israel. La Biblia contiene varios de esos períodos de 40 días, los cuales involucran a Moisés y a Israel (Éxodo 24:18). Elías (1 Reyes 19:8), Jonás y Nínive (Jonás 3:4). Ezequiel y Judá (Ezequiel 4:6), y Jesús (Mateo 4:2). También hay 15 referencias a períodos de prueba de 40 años, y un período de 400 años (40 x 10). Por esta razón el número 40 en la Biblia se asocia con pruebas.
Jesús les había dado la señal que Él había prometido, una que nadie más les pudo haber dado, y ahora Él les estaba dando tiempo para que respondieran. Yo creo que Su oferta del Reino aún estaba sobre la mesa durante ese tiempo. Él estaba esperando que ellos la aceptaran, a sabiendas que no lo harían, pero de todas maneras esperó.
Y consideren esto. La señal de los tres días y las tres noches no puede haber sido la única razón para compararse con Jonás. Dios había enviado a Jonás a predicar la destrucción de los ninivitas. Era un mensaje simple pero devastador, “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4).
Jesús le había advertido repetidamente a Israel de las consecuencias de rechazarlo. En Mateo 21:43 Él dijo, “Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, y le será dado a gente que produzca los frutos de él”.
¿Y recuerdan el primer Domingo de Ramos? “Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella. Dijo: ¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos. Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados. Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte” (Lucas 19:41-44) (Observen que Él se llamó a Sí mismo Dios.)
Como lo fue con Jonás, este era un pronunciamiento directo de juicio. No había ninguna indicación de que ellos cambiarían las cosas. Pero en Nínive, la gente se arrepintió de todas maneras, desde el más pequeño hasta el más grande. Cuando Dios vio esto tuvo compasión de ellos y no trajo la destrucción con la que los había amenazado (Jonás 3:10).
¿Pudo haberse evitado el juicio sobre Israel también? ¿Qué si después que Jesús les dio la “señal de Jonás” se hubieran arrepentido como los ninivitas? ¿Podrían ellos haber detenido la mano de Dios?
Obviamente, Dios sabía que los ninivitas se arrepentirían. Jonás aún lo acusó de saber eso y dijo que ese fue el motivo por el que había huido en lugar de advertirles sobre el juicio venidero (Jonás 4:1-2)
De la misma manera Él sabía que los israelitas no se arrepentirían. Pero como lo he dicho antes, conocer el futuro no es lo mismo que controlarlo. Dios les ha dado a las personas el libre albedrío, después de todo. Si los ninivitas no se hubiesen arrepentido habrían sido juzgados, pero cuando lo hicieron Dios demostró Su misericordia y echó marcha atrás.
De la misma manera si los israelitas se hubieran arrepentido habrían evitado el juicio que los envió al exilio durante 2000 años. Después de todo, Dios los va a perdonar tan pronto se lo pidan y les va a restaurar su Reino también (Joel 3:20-21). Solamente pienso si ellos podrían haber empezado su restauración dentro de esos 40 días de prueba después de la Resurrección. Pareciera que eso es lo que los discípulos pensaron que sucedería. Antes de ascender al Cielo ellos le preguntaron al Señor, “¿Es ahora cuando vas a restablecer el reino a Israel?” (Hechos 1:6)
Quiero dejar esto perfectamente claro
Por favor no me malentiendan. Jesús tenía que morir. Desde el Jardín del Edén se ha sabido que se necesitaba la muerte del Mesías para redimirnos de la atadura del pecado. Y el juicio de las personas que han rechazado el remedio de Dios por sus pecados también tenía que suceder, porque ya sea entonces o ahora, la Semana 70 de Daniel tenía que cumplirse. Solamente pienso si Israel pudo haber hecho innecesarios los últimos 2000 años de sufrimiento al haber respondido a la oferta del Señor del Reino mientras Él aún permanecía aquí.
La historia muestra que después que los 40 días terminaron, Jesús cumplió las palabras del profeta Oseas. “Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán” (Oseas 5:15).
Zacarías 12:10 dice que llegará el día en que admitirán su culpa, y según Joel 3:21, cuando ellos lo hagan Dios los perdonará. Y entonces, finalmente recibirán el Reino que Él ha estado esperando dárselos durante 2000 años. 08/06/14