La Fiesta de los Tabernáculos… Fiesta de las Enramadas… Sukkot

Miércoles 16 de octubre de 2019

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Cada año deberás presentar, sin falta, la décima parte de todo el grano que tu campo produzca. Y esa décima parte de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus rebaños y ganados la comerás delante del SEÑOR tu Dios, en el lugar que él escoja como residencia de su nombre, para que aprendas a temer siempre al SEÑOR tu Dios. Si el SEÑOR tu Dios te bendice, pero el camino es demasiado largo y te queda lejos llevar esa décima parte hasta el lugar donde el SEÑOR tu Dios escogió como residencia de su nombre, entonces venderás esa décima parte y, con el dinero en la mano, te presentarás en el lugar que el SEÑOR tu Dios ha escogido. Con ese dinero podrás también comprar todo lo que desees: vacas, ovejas, vino, sidra, o cualquier otra cosa que tú desees, y lo comerás delante del SEÑOR tu Dios, y tú y tu familia se regocijarán. (Deuteronomio 14:22-26).

De muchas maneras la Fiesta de los Tabernáculos era el mejor tiempo del año en Israel. Empezaba 5 días después de Yom Kippur y se extendía durante toda una semana. La cosecha había comenzado, la gente había sido perdonada de todos sus pecados y era un tiempo de celebración nacional, como que si el Día de Gracias y la Navidad fueran una sola celebración.

De todos lados de Israel, la gente preparaba sus diezmos y venían a Jerusalén, el cual es el lugar que el Señor había escogido como la morada para Su Nombre (2 Crónicas 6:5-6). En cada pedazo disponible de tierra, ellos construían cobertores temporales (llamados tabernáculos o enramadas) y vivían en ellos para recordarse del tiempo que sus ancestros pasaron en el desierto. Durante siete días y siete noches (más tarde expandidas a 8) le daban gracias a Dios en una enorme celebración por Su bondad. Cocinaban y comían los diezmos que habían guardado durante el año. A cada lugar que usted iba, el aroma de esa deliciosa comida y bebida y el sonido de las risas llenaban el aire. Cualquier culpa que podrían tener por los pecados del pasado había sido removida cinco días antes, y la realización de otra abundante cosecha que se encontraba en sus graneros, solamente añadía a sus sentimientos el sentir más satisfacción y contentamiento. Todo estaba bien con el mundo.

Lo mejor de lo mejor

Yo creo que lo mejor de estas celebraciones se llevó a cabo en tiempos del rey Salomón. Era entonces cuando el pueblo de Israel alcanzó el cenit de su abundancia y de su influencia en el mundo, un ejemplo para que todas las naciones pudieran contemplar. Eran bendecidos más allá de cualquier medida; es la evidencia tangible de los tremendos beneficios que una relación con el Señor puede traer.

Todas las personas que visitaban Israel quedaban boquiabiertas, desde el viajero más ordinario hasta los reyes y dignatarios, con la riqueza que solamente podemos imaginar. Todas las naciones vecinas ansiosamente hacían alianzas con Israel durante ese tiempo, deseando tener los beneficios de ser amigo del amigo de Dios. Reyes buscaban el consejo de Salomón, un hombre dotado de Dios con una sabiduría sobrenatural, e iban al extremo en sus esfuerzos para ganarse su favor. Había paz y prosperidad de una magnitud desconocida anteriormente o desde entonces.

La tierra floreció, como siempre lo hacía cuando el pueblo de Dios se encontraba en paz con Él, y las cosechas eran todavía más abundantes. Había toda clase de frutas y vegetales que usted puede nombrar, y campo tras campo sembrado de granos y hierbas. El ganado tenía sus crías a tiempo y sin el peligro de las deformidades, y las familias eran bendecidas con hijos sanos y felices. No había ninguna enfermedad de qué hablar, y ningún conflicto armado que pudiera quitarles lo mejor de su juventud. Ese fue un cumplimiento de Deuteronomio 28:1-14:

Si tú escuchas con atención la voz del SEÑOR tu Dios, y cumples y pones en práctica todos los mandamientos que hoy te mando cumplir, el SEÑOR tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. Si escuchas la voz del SEÑOR tu Dios, todas estas bendiciones vendrán sobre ti, y te alcanzarán:

Bendito serás tú en la ciudad, y bendito en el campo.

Bendito será el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, y las crías de tus vacas y los rebaños de tus ovejas.

Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar.

Bendito serás cuando entres, y bendito cuando salgas.

El Señor derrotará a tus enemigos que se levanten contra ti. Por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de ti.

El Señor enviará su bendición sobre tus graneros y sobre todo aquello en que pongas tu mano, y te bendecirá en la tierra que el SEÑOR tu Dios te da.

El SEÑOR te confirmará como su pueblo santo, tal y como te lo ha jurado, siempre y cuando cumplas los mandamientos del SEÑOR tu Dios, y sigas sus caminos. Todos los pueblos de la tierra verán que el nombre del SEÑOR es invocado sobre ti, y te temerán.

En el país que el SEÑOR juró a tus padres que te daría, el SEÑOR hará que sobreabundes en bienes, y en el fruto de tu vientre, y en el fruto de tus animales, y en el fruto de tu tierra.

El SEÑOR te abrirá su tesoro de bondad, que es el cielo, y en su tiempo te enviará la lluvia a tu tierra, y bendecirá todo lo que hagas con tus manos. Harás préstamos a muchas naciones, pero tú no pedirás prestado nada.

El SEÑOR te pondrá por cabeza, no por cola. Estarás por encima de todo, nunca por debajo, siempre y cuando obedezcas y cumplas los mandamientos del SEÑOR tu Dios, que hoy te ordeno cumplir, y siempre y cuando no te apartes ni a la derecha ni a la izquierda de todas las palabras que hoy te mando cumplir, ni sigas a dioses ajenos y les sirvas.

Esos cuarenta cortos años fueron lo más cerca que la humanidad jamás haya llegado a experimentar el cielo en la tierra (hasta el momento) y la Fiesta de los Tabernáculos era lo mejor de lo mejor. Para poder tener una mirada a lo que será el Milenio para Israel, solamente tenemos que mirar hacia atrás a ese período en su historia. Qué extraordinario contraste con nuestro tiempo, con sus enemigos zumbando a su alrededor, sus calles llenas de violencia y muerte, y sus amigos en el mundo que son pocos y distantes.

No ha terminado hasta que haya terminado

Pero en segundo lugar solamente a la promesa del retorno del Señor es la promesa de la restauración de Israel. Una vez más su pueblo será la envidia de toda la tierra. Una vez más ellos vivirán en paz sin nadie que los subyugue o los esclavice. Una vez más la pobreza y la enfermedad les serán desconocidas, los días de sus vidas serán contados como los días de un árbol. Ese será el cumplimiento profético de la Fiesta de los Tabernáculos.

Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos” (Isaías 65:19-22).

Las naciones volverán a deleitarse en Jerusalén y considerarán a su pueblo como un gozo. “En aquellos días acontecerá que diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío, diciendo: Iremos con ustedes, porque hemos oído que Dios está con ustedes” (Zacarías 8:23). Y el Señor ha prometido, “Yo tenderé mi mano a las naciones, y a los pueblos levantaré mi bandera; y traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en hombros” (Isaías 49:22). Una vez más el mundo se esforzará para ser amigo del amigo de Dios.

Y aún la tierra se gozará. “Porque con alegría saldrán, y con paz volverán; los montes y las colinas levantarán canción delante de ustedes, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso” (Isaías 55:12).

Qué días más gloriosos serán. Después de leer los titulares más recientes, es difícil poder ver cómo es que ese tremendo giro pueda suceder. Pero “No temas, gusano de Jacob, oh ustedes los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice el SEÑOR; el Santo de Israel es tu Redentor” (Isaías 41:14). Porque “Si se vuelven a mí, y guardaren mis mandamientos, y los pusieren por obra, aunque su dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí los recogeré, y los traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre” (Nehemías 1:9). “Vuélvanse a mí, dice el SEÑOR Todopoderoso, y yo me volveré a ustedes” (Zacarías 1:3).

Tú, pues, siervo mío Jacob, no temas, dice el SEÑOR, ni te atemorices, Israel; porque yo soy el que te salvo de lejos a ti y a tu descendencia de la tierra de cautividad; y Jacob volverá, descansará y vivirá tranquilo, y no habrá quien le espante” (Jeremías 30:10).

Porque así dice el SEÑOR: Miren que yo extiendo sobre ella paz como un río, y la gloria de las naciones como torrente que se desborda…” (Isaías 66:12).

Yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Y haré volver los cautivos de Judá y los cautivos de Israel, y los restableceré como al principio” (Jeremías 33:6-7).

Y haré con ellos pacto de paz, pacto perpetuo será con ellos; y los estableceré y los multiplicaré, y pondré mi santuario entre ellos para siempre” (Ezequiel 37:26).

Están sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz. Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado; pereció del todo” (Nahúm 1:15).

Y de esa manera, en este tiempo de celebración en toda tu tierra, que haya paz dentro de tus murallas, y se respire tranquilidad en tus palacios (Salmo 122:7). Y que el Señor apresure el día de tu restauración. Shalom.