Lunes 7 de agosto de 2023
Un estudio bíblico por Jack Kelley
E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte (1 Samuel 18:3-4).
Hacer un pacto era un asunto serio. Era la unión más fuerte conocida por el hombre, y tenía tanto aplicaciones de negocios como personales las cuales se extendían aun a los descendientes de las dos partes involucradas. Un pacto era típicamente solemnizado por una gran ceremonia y ritual, algunos de los cuales se mencionan en el pasaje anterior. Todo eso funciona de la manera siguiente:
Se partían varios animales en dos mitades y se preparaban a lo largo de una senda. Su propósito era simbolizar la pena por romper el pacto. Las dos personas que entraban en una relación de pacto caminaban entre las dos mitades del animal y a su alrededor, haciendo la figura de un ocho. (Un ocho acostado es el símbolo de lo infinito.) Esto se hacía para mostrar que ambos entendían y aceptaban la pena y que el acuerdo los comprometía para siempre. (Cuando Dios hizo Su pacto con Abraham, prometiéndole un heredero y dándole la Tierra Prometida, Él fue el único que caminó entre los animales partidos, lo cual significa que solamente Él quedaba unido a los términos del pacto. No había nada que Abraham tuviera que hacer. De hecho, Dios lo puso en un sueño profundo para que no pudiera participar. La tierra se le dio a Abraham y a sus descendientes de manera incondicional y a perpetuidad. Génesis 15:9-20).
Siete pasos simbólicos
Luego ellos celebraban hasta siete actos ceremoniales, cada uno diseñado para resaltar la seriedad y lo permanente de la relación a la que se estaban comprometiendo. En el pasaje anterior, David y Jonatán formalizaron su pacto con los primeros dos actos ceremoniales.
1- Cada uno le entregó al otro su manto, simbolizando que todo lo que le pertenece a uno también le pertenece al otro.
2.- Al intercambiar sus espadas, arcos, y otras armas, indica que cada uno estaba comprometiéndose a defender al otro, colocando su poder como si estuviera a disposición del otro.
3.- Las partes se cortaban la muñeca para que emanara sangre, luego unían sus manos y sus antebrazos derechos en un gesto del que se originó el darse la mano en tiempos modernos. La idea es que la sangre de uno se mezcle con la del otro. De esa manera los dos se hacen uno. En algunas culturas una novia y un novio todavía se cortan y mezclan sus sangres de esta forma, y la idea del nativo estadounidense de convertirse en “hermano de sangre” también se deriva de lo mismo. (La palabra hebrea traducida pacto literalmente significa cortarse a sí mismo para que fluya la sangre. Se puede aplicar a animales, al hombre o a ambos.)
Nosotros con frecuencia escuchamos la frase “la sangre es más espesa que el agua,” la cual usualmente se refiere a la fuerza de las relaciones familiares, pero la intención original fue diferente. Quiere decir que la sangre del pacto se sobrepone a las aguas del nacimiento. Las relaciones de pacto exceden los lazos familiares en fuerza y duración (1 Samuel 19:1-3).
4.- Dejaban que la cortada sanara de tal manera que quedara una cicatriz visible en la muñeca. Esto era para alertar a las demás personas que ellos eran más fuertes de lo que aparentaban ser, ya que otras personas estaban detrás de ellos comprometidos en su defensa.
5.- Compartían una cena ceremonial, usualmente compuesta de pan y vino. Eso era otra forma de quedar unidos puesto que hasta el presente, los habitantes del Medio Oriente creen que el compartir el mismo trozo de pan y el mismo recipiente de vino une a los participantes. Melquisedec y Abraham compartieron esa comida (Génesis 14:18).
6.- Otra forma era que cada parte adoptara una porción del nombre de la otra, similar a la forma como la novia adopta el nombre del novio en la cultura occidental. (Cuando Dios entró en pacto con Abram le cambió el nombre a Abraham, que para pronunciarse se necesita hacer una exhalación. El aliento exhalado simboliza al Ruaj Elohim o Espíritu de Dios.)
7.- Finalmente, levantaban un monumento, o memorial, en la ceremonia. Eso podía ser algo tan simple como un montículo de piedras, o tan complejo como un bosque o un hato de animales, como sucedió cuando Jacob y Labán hicieron su pacto (Génesis 30:25-36).
Las partes hacían estas ceremonias porque sus vidas dependían de su socio del pacto. No podía haber ninguna duda en sus mentes de la confiabilidad de las partes.
Un ejemplo hipotético
Un pastor tenía que llevar su lana a los comerciantes. Pero ellos vivían en las ciudades y sus ovejas tenían que quedarse en las montañas. Él no podía dejarlas allí solas para ir a vender la lana, las ovejas ya no estarían cuando él regresara. Aun así, él necesitaba las cosas que solamente podía comprar con el dinero que obtendría vendiendo la lana. Así que hizo un pacto con un agente. El agente llevaría la lana a la ciudad y la vendería a los comerciantes. Con el dinero que obtendría, él compraría las cosas que el pastor necesitaba y se las traía de vuelta.
El pastor tenía que confiar que el agente cuidaría la lana con su propia vida y que obtendría el mejor precio posible en el mercado. Él también tenía que creer que el agente pagaría lo menos posible por los bienes que compraría y traería de vuelta consigo, protegiéndolos durante todo el camino como si fueran suyos. Por su lado, el agente tenía que confiar que el pastor cuidaría de su rebaño para aumentar al máximo la producción de lana para que cuando regresara ya habría otra producción de lana que vender. Esa era una relación interdependiente hecha sobre la confianza.
Y uno de la vida real… 2 Samuel 9
Algún tiempo después que David y Jonatán habían hecho su pacto, Jonatán murió en la batalla de Bet-Semes (1 Samuel 31:2), mientras David prosiguió a convertirse en rey de Israel (2 Samuel 5:1-5). Pero como dije antes, el pacto se extendía aun hasta los descendientes de aquellos que lo habían hecho. Un día David les preguntó a sus consejeros si había quedado alguien de la casa de Jonatán a quien le podía mostrar misericordia a nombre de Jonatán.
Le trajeron a uno de los antiguos sirvientes de Saúl quien le contó acerca de un muchacho impedido llamado Mefi-boset. Él era el hijo de Jonatán, que vivía en un lugar llamado Lodebar. Cuando David se convirtió en rey de Israel, toda la familia de Jonatán (Jonatán era hijo de Saúl) había huido para salvar sus vidas por temor a que David tomara venganza contra ellos por la forma como Saúl lo había tratado. En su prisa por escapar, su nodriza lo tomó y huyó; y mientras iba huyendo apresuradamente, se le cayó el niño y quedó cojo, lisiado de ambos pies para siempre (2 Samuel 4:4). Cuando creció, su familia lo convenció que había sido David el culpable de su condición física y que todavía quería matarlo.
Después de haber localizado a Mefi-boset, David envió a sus soldados para que lo trajeran. Cuando lo trajeron a la presencia del rey, Mefi-boset, temiendo por su vida, se inclinó y le preguntó “¿Quién es tu siervo para que te fijes en un perro muerto como yo?” (2 Samuel 9:8). David le dijo, reasegurándole, que había hecho un pacto con su padre Jonatán. Luego David le restauró todas las propiedades de su abuelo Saúl y le dio sus sirvientes para que le trabajaran la tierra para que siempre pudiera cubrir sus necesidades. Finalmente David le pidió que viniera a vivir a Jerusalén y que se sentara a la mesa del rey como uno de sus propios hijos.
Es una historia muy hermosa, llena de gentileza y de perdón la cual ilustra lo profundo de una relación de pacto, e imposible ilustrar de otra forma, pero que tiene un paralelo en nuestras vidas. Para que se den cuenta de lo que quiero decir, solamente piensen de David como Dios el Padre, Jonatán como el Señor Jesús, y Mefi-boset como usted y yo.
El Pacto Eterno
Mucho antes de que naciéramos, el Padre y el Hijo hicieron un pacto en nuestro nombre. Nuestro Padre le dijo a Jesús, “Hijo, si Tú mueres por ellos, Yo los perdono”.
Jesús respondió, “Padre, si Tú los perdonas, Yo muero por ellos”. Y así fue como el Pacto Eterno fue constituido.
Cada vez que Dios ha hecho un pacto con las personas, estas han demostrado no ser confiables porque muy pronto lo rompen. Adán comió del fruto prohibido, los descendientes de Noé rehusaron esparcirse y re-establecerse en toda la tierra, los hijos de Israel rompieron los mandamientos, y así sucesivamente. La salvación de los hijos de Dios era tan importante para Él que ningún simple hombre podía ser confiable para ser fiel, por eso es que el mismo Dios tenía que hacerse hombre para que la humanidad pudiera salvarse. “Mi hijo eres tú”, le dijo a Jesús, “yo te engendré hoy” (Salmo 2:7).
Así que Jesús se hizo hombre para salvar a la humanidad y se colocó frente al Padre como nuestra cabeza del pacto.
Más tarde, cuando Dios nos perseguía, nosotros corríamos para salvar nuestras vidas. Habíamos oído las historias sobre Su ira y se nos había dicho que Él era el responsable de nuestras enfermedades. Finalmente, un día, Él nos atrapó y mientras temblábamos a Sus pies llenos de miedo por nuestras vidas, Él nos reaseguró y nos dijo sobre el pacto que había hecho con Su Hijo. Luego Él restableció nuestra herencia (Gálatas 4:4-7), nos invitó a morar con Él y comer de la mesa del Rey con Su familia, y que nos consideráramos como Sus hijos (Juan 1:12-13).
¿Qué fue lo que Él siempre hizo por mí?
Luego nos dijo que Su Hijo murió por nosotros y nos dijo que Jesús…
1.- Nos dio Sus vestiduras de justicia y Él se vistió con nuestras ropas de pecado.
2.- Comprometió Su espada (la Palabra de Su boca) en nuestra defensa.
3.- Al ser clavado en la cruz, Sus muñecas fueron cortadas y luego sanaron dejando las cicatrices como evidencia de ese pacto.
4.- Permitió que Su sangre corriera dentro nosotros y sobre nosotros, purificándonos así de todas nuestras impurezas.
5.- Compartió una comida de pacto de pan y vino con nosotros y nos pidió que hiciéramos lo mismo entre nosotros como un memorial a Él.
6.- Nos dio Su nombre, ya que somos llamados Cristianos.
7.- Construyó un monumento, Su rebaño del pacto, y dijo que las puertas del infierno no prevalecerían en contra de él.
Y de la misma manera que el pacto de Abraham, todo lo que tenemos que hacer es recibirlo. Es incondicional y perpetuo.
¿Justicia o misericordia?
Yo tenía el pensamiento de que Juan no había hablado correctamente en 1 Juan 1:9. En lugar de decir, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”, puesto que creía que debería de haber dicho, “Él es fiel y misericordioso…” al pensar que es por la misericordia de Dios que somos perdonados, no por Su justicia. Pero después de conocer sobre el Pacto Eterno me di cuenta que Él está obligado a perdonarnos. Él hizo un pacto con Su Hijo prometiendo hacerlo. Y Él no puede romper Su promesa porque Él es fiel y justo.
El Hijo ha muerto por nosotros, y ahora el Padre debe de perdonarnos, y cuando lo hace, todos nuestros pecados, junto con la vergüenza y la culpabilidad que los acompañan, son borrados. Igual que Mefi-boset, nuestra herencia es restablecida, estamos listos para el resto de nuestras vidas, y nos sentamos a la mesa del Rey como uno de Sus hijos. A propósito, el nombre Mefi-boset quiere decir “el que destruye la vergüenza”. Cuando Él murió por nosotros el Señor quebró en pedazos la vergüenza asociada con nuestro antiguo yo y la reemplazó con la justicia de Dios. Selah 21/07/12.