La verdadera identidad de Jesús de Nazaret

Miércoles, 16 de enero de 2019

Un estudio bíblico por Jack Kelley

De todos los llamados libros sagrados, solamente la Biblia se autentica a sí misma, y lo hace por un método que se conoce como la profecía predictiva; y eso funciona así. Solamente Dios conoce el final desde el principio. Para ayudarnos a creer en Él, Él le dijo a Su antiguo pueblo cosas que aun no habían sucedido. Entonces, cuando sucedieron, tal y como Él dijo que lo harían, hizo que todas se registraran y preservaran para las generaciones futuras. A esta documentación le llamamos la Biblia, la cual contiene casi un 40% de profecía predictiva, alguna ya se ha cumplido y otra aun está por hacerlo.

Cuando se le preguntó qué obra es la que Dios requería de nosotros, Jesús respondió, “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Juan 6:28-29). Puesto que Él nos ha dicho tantas cosas por adelantado y siempre ha estado en lo correcto, Él espera que nosotros creamos en Él. Su punto de vista es que Él se ha demostrado a Sí mismo que está mucho más allá de cualquier duda, que las personas que dicen que no creen en Él en realidad están desobedeciendo al rehusar en creer. Y el creer es un requisito. Por eso que en el Nuevo Testamento la palabra griega traducida incredulidad también significa desobediencia.

El Antiguo Testamento está atestado de pruebas sobre la existencia de Dios y simplemente no existe justificación alguna para no creer (En el artículo “Probando la Existencia de Dios” en esta misma sección, se utilizó el ejemplo de Ciro de Persia y de Alejandro Magno para mostrar que cualquier persona que tenga una Biblia de estudio y un buen libro de historia, puede verificar la existencia de Dios con solamente comparar las profecías que se han cumplido con la historia universal.)

Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1). Solamente un tonto puede decir eso. Pero aun un tonto (necio) no lo puede decir de manera lógica, con su mente, porque la evidencia a su alrededor es demasiada para demostrar lo contrario. Las opiniones tontas basadas en las emociones no necesariamente tienen que ser ciertas.

¿Cuál es el punto?

De todas las cosas que necesitamos creer sobre Dios, la más importante es que Él envió a Su Hijo para morir por nuestros pecados para que podamos pasar la eternidad con Él. La primera profecía sobre eso aparece en Génesis 3:15 y se repite a través de todo el Antiguo Testamento.

¿Podemos demostrar sin lugar a cualquier duda que Él ha hecho todo eso? Después de todo Él nos ha pedido que arriesguemos toda nuestra eternidad en base a eso, y ya para cuando nos demos cuenta y estemos seguros que Él estaba diciendo la verdad, o no, será demasiado tarde. Ya estaremos muertos. Por eso es muy importante que estemos seguros ahora que sabemos.

Entonces, repasemos unas de las cuantas y bien conocidas profecías relacionadas con Jesús de Nazaret para ver si podemos probar que Él es Quien Dios envió. Y mientras estamos en ello, veamos si hay alguna posibilidad de que Él haya podido cumplir estas profecías de manera fortuita. La casualidad es la conjetura rival. ¿Podría todo esto haber sucedido por coincidencia, o podemos saber que Jesús es el Redentor prometido?

Ya es tiempo

A propósito, todas las profecías que estaremos viendo son del Antiguo Testamento. Daremos la fecha aproximada de cada una de ellas, pero si a ustedes les preocupa las diferencias de opinión que rodean estas fechas, hágaselo fácil a usted mismo. Es un hecho histórico que Ptolomeo Filadelfo II hizo que las escrituras hebreas fueran traducidas al idioma griego comenzando cerca del año 282 a.C. No lo hicieron todo a la vez, sino que para el año 150 a.C. ese trabajo estaba casi completo de tal manera que cada profecía que veremos ya era un asunto del conocimiento público, y registradas por lo menos 150 años antes del hecho. Y ya con eso, empecemos.

Nacido de una Virgen

El Señor hizo que Isaías nos dijera que el Mesías nacería de una virgen. Esto lo haría único entre los hombres y claramente lo identificaría como a Aquel a Quien Dios estaba enviando. Isaías escribió el siguiente pasaje cerca del año 780 a.C.

Profecía: Por tanto, el Señor mismo les dará señal: La virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (Isaías 7:14).

Cumplimiento: Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios (Lucas 1:30-35).

Probabilidades de un cumplimiento casual: Es imposible calcularlo. Puesto que había cerca de 300 millones de personas que vivían en la tierra en el momento cuando Jesús nació, podríamos decir que la probabilidad era de 1 en 300 millones. (Vea el artículo “El Relato de José de la Navidad” en la sección de Relatos de los Autores de la Biblia, Selah, para una explicación del porqué era necesario el nacimiento virginal.)

Nacido en Belén

Miqueas fue contemporáneo de Isaías, escribiendo también cerca del año 750 a.C. El Señor hizo que Miqueas identificara el lugar en donde nacería el Mesías.

Profecía: Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel (Miqueas 5:2).

Cumplimiento: Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su esposa, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón (Lucas 2:4-7).

Probabilidades de un cumplimiento casual: Belén siempre ha sido una ciudad pequeña. De toda la población de la tierra, si solamente 3000 personas vivían en Belén en ese momento, entonces la probabilidad de que un niño naciera en Belén habría sido 1 en 100.000.

Entra en Jerusalén montado en un asno

Zacarías escribió después del retorno de Babilonia. Los primeros ocho capítulos de su libro fueron escritos al inicio de su ministerio, en los años 519 a 518 a.C., y los capítulos 9 al 14 al final de su carrera, cerca del año 480 a.C.

Profecía: Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; pues tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna (Zacarías 9:9).

Cumplimiento: Y sucedió que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, diciendo: Vayan a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallarán un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desátenlo, y tráiganmelo. Y si alguien les pregunta: ¿Por qué lo desatan? le responderán así: Porque el Señor lo necesita. Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatan el pollino? Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. Y a su paso tendían sus mantos por el camino. Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! (Lucas 19:29-38).

Probabilidades de un cumplimiento casual: La población de Jerusalén hace 2000 años era cerca de 50.000 habitantes, pero siendo la Pascua, estaba llena con los peregrinos que llegaban de todo el Medio Oriente, así que el número de personas habría sido mucho mayor. Se dice que durante esa Pascua se sacrificaron más de 100.000 corderos, y si usamos la relación del Éxodo de un cordero por cada 10 personas, eso quiere decir que en Jerusalén, y sus alrededores, habría más de un millón de personas en ese momento, para celebrar la Pascua. (Recuerden que todo varón judío de todo el mundo que estaba capacitado para hacerlo, debía celebrar la Pascua en Jerusalén.) Entonces, ¿cuál es la posibilidad de que cualquiera de ellos pudiera entrar en Jerusalén cabalgando sobre una asna en ese primer Domingo de Ramos, lo cual causaría que la muchedumbre de manera espontánea lo honrara como el Mesías Rey de Israel? ¿Será una en un millón?

Traicionado por treinta monedas de plata, y el dinero utilizado para comprar el campo del alfarero.

De nuevo, esta profecía de Zacarías fue escrita cerca del año 480 a.C.

Profecía: Y les dije: Si les parece bien, denme mi salario; y si no, déjenlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo el SEÑOR: Échalo al tesoro; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa del SEÑOR al tesoro (Zacarías 11:12-13).

Cumplimiento: Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me quieren dar, y yo se los entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle (Mateo 26:14-16).

Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que era condenado, devolvió arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: ¿Qué nos importa a nosotros? ¡Allá tú! Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió, y fue y se ahorcó. Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. Y después de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros (Mateo 27:3-7).

Probabilidades de un cumplimiento casual: Este cumplimiento también es difícil de calcular. Es lo suficientemente complicado que alguien escriba sobre usted 500 años antes de que naciera, para luego hacer que quien lo va a traicionar a usted junto con sus enemigos jurados cooperen en hacer cumplir lo que está escrito. Alguien dijo una vez que la probabilidad de un cumplimiento casual de esta profecía sería igual a como cubrir toda Centroamérica con monedas de cien colones con un espesor de un metro, y marcar al azar una de ellas para luego hacer que una persona con los ojos cubiertos recoja esa moneda marcada. Pero seamos generosos y digamos que la probabilidad es de una en un millón.

A pesar de ser inocente, no se defendió

Esta profecía se encuentra en el libro de Isaías, escrita cerca del año 750 a.C.

Profecía: Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca (Isaías 53:7).

Cumplimiento: Jesús, pues, estaba en pie delante del gobernador; y éste le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Tú lo dices. Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondió. Pilato entonces le dijo: ¿No oyes cuántas cosas testifican contra ti? Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho (Mateo 27:11-14).

Probabilidades de un cumplimiento casual: Como en el ejemplo anterior, no se sabe de ninguna persona que no se defienda ante sus acusadores, especialmente si es inocente. Yo protestaría muy fuerte ante la injusticia de una acusación falsa. Después de todo, eso viola los derechos constitucionales de una persona. Si había un millón de personas en Jerusalén ese día y solamente Él era el único que no se defendió a Sí mismo cuando fue acusado de un crimen capital, luego las probabilidades son una en un millón.

Fue castigado por nuestros pecados

Esta es otra promesa que el Señor hizo que Isaías escribiera cerca del año 750 a.C., y es una de las más cruciales para demostrarla.

Profecía: Pero él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53:5).

Cumplimiento: Esta ha sido descrita como la meta principal del Mesías a través de todo el Antiguo Testamento, y desde el inicio de Su ministerio Jesús fue identificado como Aquel que quita el pecado del mundo (Juan 1:29). ¿Pero, lo hizo?

Después de Su muerte, el apóstol Pablo escribió, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21) y “Y a ustedes, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de su carne, les dio vida juntamente con él, perdonándoles todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:13-14). El Apóstol Pedro coincidió. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (1 Pedro 3:18). Ellos dos murieron muertes horribles antes de si quiera cambiar una sola palabra de su testimonio y, además, son testigos confiables. Como dijo Pedro, “Fuimos testigos de Su majestad” (2 Pedro 1:16).

Probabilidades de un cumplimiento casual: Utilizando el número de 300 millones para la población mundial de ese entonces, ¿podrían ustedes encontrar 300 personas que nunca hubieran pecado y hubieran estado convencidos que al morir la horrible muerte de la crucifixión, los pecados de la humanidad serían perdonados? Si eso es así, la probabilidad sería de una en un millón.

Lo que remata todo

En Daniel 9:26 encontramos la profecía más específica de todas. Fue escrita apenas antes de que finalizara el cautiverio babilónico, cerca del año 530 a.C. En ella el ángel Gabriel le explicó a Daniel que el Mesías llegaría a Israel y sería ejecutado dentro de un corto lapso de tiempo dentro del año 483, después que fue otorgado el permiso para reconstruir Jerusalén, y la destrucción subsiguiente de la ciudad y del templo. De la historia sabemos que este lapso de tiempo fue de 38 años.

Profecía: Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la rebelión, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario (Daniel 9:24-26).

Cumplimiento: Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. Él respondió y les dijo: Les digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Pero ahora está encubierto de tus ojos (Lucas 19:37-42).

Ese fue el primer Domingo de Ramos, el único día en todo Su ministerio cuando el Señor permitió que la gente le llamara el Rey de Israel. Era el día 10 del mes de Nisan, exactamente 483 años después que el rey persa Artajerjes Longimano firmó el decreto para la reconstrucción de Jerusalén (Nehemías 2:1-6). Fue el día ordenado en la historia para que el Mesías llegara a Jerusalén. Cuando los judíos no quisieron darse cuenta, Él profetizó la destrucción de la ciudad.

Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación (Lucas 19:43-44).

38 años después de esto, los romanos destruyeron Jerusalén y desmantelaron completamente el Templo, piedra por piedra hasta que no quedó nada en pie. Este es otro caso del cumplimiento de la profecía predictiva.

¿Qué significa todo eso?

Si ustedes están buscando al Mesías, tendrían que encontrar a alguien que hubiera cumplido no solamente las siete profecías que hemos enumerado antes, sino todas de las más de 300 que se encuentran en el Antiguo Testamento también. Y luego, Él habría tenido que dar Su vida por nosotros dentro de ese lapso de tiempo de 38 años que Dios le reveló a Daniel.

La probabilidad de que una persona pueda cumplir solamente estas siete profecías por casualidad, es una por nueve por diez elevado a la potencia 45. Esa es una probabilidad de 9 con 45 ceros después. En otras palabras es tan pequeña que no vale la pena siquiera considerarla. La verdadera identidad de Jesús de Nazaret es que Él es el Mesías de Israel y nuestro Redentor. El hecho puede ser probado con mayor certeza de lo que usted puede probar quien es usted.