Lunes 18 de abril de 2022
Un estudio bíblico por Jack Kelley
De vez en cuando se me pide hacer un estudio sobre alguna porción específica de las Escrituras. Me gustaría responder a una solicitud que recibí recientemente referente a una porción del Sermón del Monte, comúnmente conocida como “Las Bienaventuranzas”. Estas se encuentran en Mateo 5:3-12 con una versión abreviada y un poco diferente en Lucas 6:20-23. Y así como todo el mundo pareciera estar hablando de otras cosas, podría sernos refrescante pensar sobre la paz, por un momento. No se trata necesariamente de la paz en el mundo, ni aun en el Medio Oriente, sino de la paz en nuestros corazones y en nuestras vidas. Si los eventos actuales nos están llevando en la dirección que creemos, es bueno recordar estas exhortaciones de nuestro Señor.
A propósito, si usted es una de esas personas que creen que ciertas partes de los Evangelios no fueron escritas para la Iglesia, posiblemente usted incluya el sermón del Monte entre ellas. Es cierto que el Señor le estaba hablando principalmente a Israel, pero si usted no ve nada allí para la Iglesia, entonces usted necesita echarle otro vistazo. Este estudio le ayudará.
El Sermón del Monte fue dado cerca del inicio del ministerio del Señor y ya para entonces Él había adquirido una amplia fama debido a Su poder sanador. En Mateo 4:23-25 vemos que grandes multitudes se reunían alrededor Suyo. Esta gente venía no solamente de Galilea, sino de las regiones que hoy día se conocen como Jordania, el sur de Siria y el Líbano en el este y el norte, y de Judea y Jerusalén en el sur. Recuerden que este era un tiempo en el que no existían los teléfonos ni otros medios de comunicación a distancia, y casi todos los viajes se hacían a pié. Estas multitudes se reunían por la noticia que corría de boca en boca, y a pesar de que muchas personas estaban enfermas y adoloridas, habían caminado durante varios días para llegar a Él. Los cojos, los paralíticos, los enfermos y todos los que estaban poseídos por demonios, afligidos con distintos ataques físicos y con dolores severos, habían hecho arduos y largos recorridos para encontrarle y Él los sanó a todos.
En esta ocasión ellos se vieron en un anfiteatro natural en la costa nororiental del Mar de Galilea. Era, y es, un lugar tranquilo, lleno de paz, en donde aún hoy en día no hay ninguna señal de la civilización invasora excepto por una bella capilla octogonal con vista hacia el mar. Fue construida en el año 1929 con fondos donados por Benito Mussolini.
Cada uno de los grupos que he llevado a Israel ha escogido esta área como una de sus favoritas y ha intentado permanecer allí el mayor tiempo posible. Yo siempre he visto la tristeza que sienten cuando tenemos que partir y a pesar de que les recuerdo que tenemos que mantener en lo posible nuestro itinerario, debo admitir que yo mismo he tenido ese sentimiento. Es como si el Espíritu del Príncipe de Paz morara allí hoy día, consolando nuestros inquietos corazones con Su mensaje eterno.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:3)
Según la Concordancia de Strong, la frase pobres en espíritu describe aquellas personas que están “destituidas de la riqueza del conocimiento y de la cultura intelectual que ofrecen las escuelas”. Varias veces en las Escrituras el Señor menciona el hecho de que una abundancia exagerada, o una dependencia excesiva en la educación mundana en realidad pueden llegar a ser un impedimento para entrar en el Reino.
En Isaías 29:13-14 Él dijo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado; por tanto, nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos”.
Pablo, quien fue, según la mayoría de opinión, el intelecto sobresaliente de los escritores del Nuevo Testamento, desarrolló esta idea en 1 Corintios 1:18-25 cuando escribió:
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos.
¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.
Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; pero para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres”
Conforme me vuelvo más viejo y reflexiono más, cada vez me doy más cuenta de que mucho del conocimiento del hombre es defectuoso, de la misma manera como el hombre mismo es defectuoso. Y mucho de eso es intencional, puesto que algunos que se consideran intelectuales tienen un prejuicio en contra de Dios y utilizan su posición influyente para promover sus puntos de vista. Su éxito está haciendo que la teoría de la evolución sea el estandarte de la educación pública, lo cual es un caso en referencia entre muchos otros.
Nosotros debemos ser como niños pequeños, nos lo advierte el Señor (Marcos 10:15), y para mí eso significa que debo desechar mucho de lo que me fue enseñado y tomar a Dios en Su Palabra.
Pero aquellas personas que rehúsan permitir que la sabiduría de este mundo desplace su conocimiento nativo de Dios y en lugar de eso buscan Su Palabra para obtener Su sabiduría, recibirán el Reino en recompensa. Hablando de la sabiduría de Dios, el Rey Salomón escribió, “Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor del Señor” (Proverbios 8:35).
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. (Mateo 5:4)
El llanto es una evidencia de amor y compasión. Es una versión fortalecida de la palabra griega para sufrir, de la que se deriva. El llorar o estar de duelo, es sentir dolor o pena. Cuando lamentamos la pérdida de un ser querido estamos expresando nuestro dolor sobre la realidad de la muerte. Nuestro Señor sintió lo mismo. A Él se le llama varón de dolores, experimentado en quebranto (Isaías 53:3). Solamente la persona que conoce el sufrimiento y que ha experimentado la pena puede en realidad consolar a los que lloran. Como alguien dijo una vez: “En cada dolor que aflige al corazón, el Varón de Dolores tiene una parte”. A diferencia de los que afirman que lo han sentido, Él ciertamente sí siente nuestros dolores. Él es el único que verdaderamente comprende y puede ofrecernos el consuelo incondicional durante nuestros momentos de llanto y de duelo.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. (Mateo 5:5)
La palabra traducida como “manso” significa una disposición de gentileza de espíritu. No es lo mismo que ponerse de alfombra para ser pisoteado. Moisés fue llamado el hombre más manso sobre la tierra (Números 12:3), pero él se enfrentó a Faraón, habló con Dios, y supervisó a millones de personas en un viaje acampando durante 40 años. Uno no puede hacer eso siendo una alfombra.
Mi paráfrasis favorita de este versículo es, “Bienaventurados a quienes se les ha dado todo, porque no tienen que preocuparse de nada”. Esto no se aplica a ningún otro grupo tanto como a la Iglesia. Nosotros somos los que podemos ver todas las circunstancias de nuestras vidas con una disposición mansa y de corazón gentil, porque sabemos que heredaremos la tierra. Podemos darnos el lujo de poner la otra mejilla, de caminar un kilómetro adicional, de darle generosamente a todos los que nos lo piden, porque todo eso y más se ha hecho por nosotros. No debemos preocuparnos con las cosas pequeñas de esta vida porque se nos ha dado todo en la próxima.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. (Mateo 5:6)
¿No desearía usted dejar de pecar? ¿Su comportamiento algunas veces lo sorprende o lo avergüenza? ¿Se siente mal porque le pide a Dios que lo perdone y la perdone una y otra vez? Si eso es así, entonces usted está hambriento y hambrienta de justicia. Usted desea tanto poder complacer a Dios viviendo según Sus normas. Ese deseo nunca podrá ser satisfecho mientras estemos aquí abajo, pero un día seremos cambiados y la cosa más agradable de ello será nuestra habilidad para finalmente poder vivir una vida que complazca a Dios.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. (Mateo 5:7)
Miqueas 6:6-8 es un pasaje increíble porque ha demostrado lo que realmente es importante para el Señor, escrito casi ocho siglos antes del Nuevo Pacto. Leámoslo.
¿Con qué me presentaré ante el Señor, y adoraré al Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Se agradará el Señor de millares de carneros, o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el Señor de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios
Es difícil actuar con justicia, pero la idea es fácil de entender. Amar misericordia es otro asunto. La respuesta de Miqueas a su propia pregunta corre exactamente al contrario de la naturaleza humana. La misericordia es algunas veces definida como no obtener lo que en verdad merecemos. Eso es algo que todos queremos para nosotros mismos, pero para todos los demás exigimos justicia. Miqueas nos dice que si queremos complacer a Dios, debemos ser muy cuidadosos en asegurarnos que nuestro propio comportamiento se encuentra lo más cerca posible a Sus normas de justicia, y que debemos regocijarnos cada vez que Él muestra Su misericordia con alguien más.
Eso toma su tiempo, pero el Señor dijo que con la medida con que midamos seremos medidos. ¿Somos misericordiosos? Cuando alguna persona nos daña, ¿le pedimos al Señor que la perdone, o nos pasamos los minutos siguientes maquinando maneras ingeniosas para vengarnos? Recuerden, el solo pensarlo es tan malo como el hacerlo realmente. El amar misericordia significa mostrarla en nuestras propias acciones hacia los demás y regocijarnos cada vez que alguien no obtiene lo que se merece.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. (Mateo 5:8)
Igual que Miqueas 6, el Salmo 24 también contiene un par de preguntas retóricas. ¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. El recibirá bendición del Señor, y justicia del Dios de salvación (Salmo 24:3-5). Manos limpias, ningún trabajo sucio, y un corazón puro, sin ningún motivo malo. ¿Quién puede hacer esto? Como Jesús le dijo a Pedro, para los hombres es imposible, pero para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios (Marcos 10:27). Cuando hemos sido limpiados en la sangre del Cordero, se nos dan manos limpias y un corazón puro y veremos a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. (Mateo 5:9)
A la mitad de una larga lista de exhortaciones sobre el comportamiento, Pablo dijo, “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todas las personas” (Romanos 12:18). Nosotros no podemos controlar las circunstancias que nos confrontan pero sí podemos controlar nuestra respuesta a ellas. Podemos ser como el aceite en aguas turbulentas.
Por motivos ambientales ya no se practica, pero hace varios años los marineros deliberadamente derramaban pequeñas cantidades de aceite en el agua para contrarrestar la rudeza del mar. El aceite tenía un efecto calmante sobre las olas conforme se esparcía sobre la superficie. Pequeñas cantidades de aceite pueden cubrir un área sorprendentemente grande, convirtiéndose en una capa del grosor de solo algunas moléculas. La tensión superficial de la capa de aceite tiene un efecto similar a la de una delgada película la cual contiene y calma las aguas debajo de ella.
Por nuestras palabras y actitudes, nosotros podemos tener un efecto similar sobre los que nos rodean, y conforme lo hacemos nos identificamos como hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mateo 5:10)
Hay mucha persecución en el mundo hoy día, pero no toda la abarca este versículo. Solamente se menciona aquella que soportamos a causa de la justicia. Y solamente aquellas personas que verdaderamente le han entregado su corazón al Señor pueden soportar esta clase de persecución. Todas aquellas personas que solamente están gesticulando pronto se apartarán.
Con frecuencia se cuenta la historia de una pequeña iglesia en casa en la antigua Unión Soviética en donde la observancia religiosa era ilegal. Un domingo por la mañana los soldados irrumpieron en la casa y alinearon a las personas que estaban en el culto contra la pared. “Adorar a Dios es ilegal”, les dijeron, “se castiga con la muerte. Si ustedes están aquí de manera accidental y su intención no era infringir la ley, váyanse ahora y nunca más regresen”. Cerca de la mitad del grupo salió rápidamente. Los soldados se dirigieron al resto y les dijeron, “¿Están deseosos de morir por su fe?” Cuando nadie se movió, los soldados dejaron sus armas y exclamaron, “Bien, Ahora sabemos que es seguro adorar aquí”.
Este es un ejemplo extremo que puede o no ser una historia verdadera, pero el punto queda claro. Lo más seguro es que tanto usted como yo seamos un hazmerreír, el blanco de algún mal chiste, o que nuestro estilo de vida sea menospreciado en algún programa de televisión o en una película. Pero algunos de nosotros conocemos a alguna otra persona que ha recibido una citación por haber puesto un portal navideño en su jardín, o de aquellos niños que se les ha dicho que no pueden orar mientras se encuentren dentro de la escuela, o al que su vehículo ha sido dañado porque tiene el símbolo del pescado en la parte trasera. Y en algunas partes del mundo en donde aún es ilegal ser cristiano, como en China y en algunos países musulmanes e hindúes, la gente está muriendo por su fe todos los días. Bienaventurados, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados son ustedes cuando por mi causa los difamen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes, mintiendo. Gócense y alégrense, porque su galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes. (Mateo 5:11-12)
Técnicamente, estos versículos 11 y 12 no forman parte de las ocho bienaventuranzas las cuales sirvieron de inspiración a Mussolini para erigir la capilla octogonal, pero sí son un buen resumen de todas ellas. La próxima vez que alguien le ofenda debido a su fe, simplemente sonría y dígale “gracias”. Eso está garantizado para quitarle toda la diversión a esa persona y le recordará a usted que eso ha sido así desde el principio. Eso también ayuda a recordar que el Señor guarda un registro de todas esas cosas y que ha prometido tomar, por usted, la venganza en Sus manos. Selah 17/09/11.