Domingo, 6 de noviembre de 2016
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Recientemente se me ha pedido que les testifique a los “creyentes no salvos” como un autor los llama. Con frecuencia me he referido a estas personas como cristianos-de-nombre-nada-más. Se llaman a sí mismos cristianos y hacen algunas cosas con las que aparentan ser cristianos. Van a la Iglesia, contribuyen monetariamente con regularidad, se apuntan como voluntarios a distintos proyectos de servicio, y aún enseñan en la Escuela Dominical, pero estas personas no son cristianos nacidos de nuevo. El ser nacido de nuevo quiere decir que uno es un pecador que necesita de un salvador. Usted cree que Jesucristo murió por todos sus pecados y le ha pedido que sea el Salvador suyo. Según Jesús, a las personas que no han nacido de nuevo se les negará el ingreso en el Reino (Juan 3:3) sin tomar en cuenta lo “buenas” que hayan sido en la tierra.
Muy pocos cristianos-de-nombre-nada-más realmente han rehusado nacer de nuevo, pues simplemente no creen que eso sea necesario. Fueron enseñados que son salvos porque fueron bautizados cuando eran unos bebés, o porque pertenecen a cierta iglesia o denominación, o porque tratan de vivir una vida buena. Estas personas dependen de lo que alguien más les dijo en vez de aprender lo que la Biblia dice. Con todos los recursos necesarios a su disposición, estas personas apuestan su destino eterno en la opinión de alguna persona que pudiera no ser salva en vez de hacer su propia tarea.
Estas personas son difíciles de testificarles porque creen que no lo necesitan. Alguien dijo una vez, “No hay peor obstáculo para aprender la verdad que la creencia de que usted ya la ha aprendido.” Lo único que podemos hacer, y que resulta ser lo mejor, es orar para que el Espíritu Santo abra sus corazones a la verdad mientras aún haya tiempo.
Dos alternativas
Estas personas no se dan cuenta de que solamente existen dos alternativas disponibles para la humanidad. Ya sea que elegimos a Dios o elegimos a Satanás. Si fracasamos en elegir a Dios, por defecto, estamos eligiendo a Satanás. No existe un punto intermedio como tampoco existe otra alternativa. En Efesios 2:1-5 Pablo dejó muy en claro la perspectiva de Dios sobre este asunto.
Y él les dio vida a ustedes, cuando estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales ustedes anduvieron en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra naturaleza pecaminosa, siguiendo sus deseos y pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo—porque es por gracia que ustedes son salvos.
Nosotros evaluamos a las personas basados en la forma como pensamos que ellas se comparan con otras, pero las normas de Dios son muy diferentes (Isaías 55:8). Aún las cosas buenas que los incrédulos hacen son repugnantes para Él (Isaías 64:6) y promueven la causa del enemigo (Mateo 7:21-23). Este no es un asunto benevolente, como tampoco es un caso en el que alguien puede estar al margen y no participar. Ante los ojos de Dios las personas que fracasan en aceptar personalmente Su perdón por los pecados de ellas mismas han escogido alinearse con el enemigo de Dios y serán tratadas de acuerdo a eso. Habrán fracasado en cumplir con Su único requisito, y nada más será suficiente.
“Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que crean en el que él ha enviado.” (Juan 6:28-29)
Creer que Dios existe no es suficiente. Tampoco es suficiente creer en Dios. Usted debe creer que Dios envió a Su Hijo a la Tierra para morir por los pecados suyos para que usted pueda ir al cielo a vivir con Él.
Usted no puede experimentar a Dios en su vida y al mismo tiempo rechazar el perdón que Él ha proveído por los pecados suyos. Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Si alguna persona está experimentando a Dios en su vida, también está sintiendo el llamado del Espíritu Santo para acercarse al Hijo, y al fracasar en hacerlo están rechazando al Padre (Juan 5:23). El Hijo es el único camino.
Y dos más
La mayoría de personas que visitan esta página web ya han tomado la decisión de aceptar el perdón del Señor por nuestros pecados y han nacido de nuevo. Una vez que nacemos de nuevo solamente tenemos dos alternativas para escoger y estas son ya sea vivir el resto de nuestra vida en Su voluntad o continuar viviendo en nuestra voluntad. (Romanos 12:1-2; Efesios 4:22-24). Si escogemos vivir nuestra vida en Su voluntad podemos producir mucho fruto para el Reino y recibir los galardones eternos. Si escogemos vivir en nuestra propia voluntad nada podemos hacer que tenga algún valor para el Reino sin importar lo buena que haya sido nuestra vida y lo bueno de nuestras obras como se perciben aquí en la tierra (Juan 15:5). Aún seremos salvos y podemos irnos en el Rapto, pero no tendremos nada que mostrar por el tiempo que pasamos como creyentes aquí abajo (1 Corintios 3:10-15).
La mayoría de las personas que son creyentes toman la decisión equivocada en este respecto, y existen varias maneras para hacerlo. Algunas continúan viviendo sus vidas de la misma manera de siempre. Para el observador casual parecen ser iguales a sus contrapartes incrédulas, excepto por una hora, o algo más, los domingos por la mañana. Estas personas están ocultando su luz debajo del armario.
Otras se van al mundo a mostrar lo buenos cristianos que son. Aceptan grandes retos y aparentan estar haciendo grandes obras, pero el centro de atención son ellas mismas, no el Señor. Al aplicar las normas del éxito del mundo en su vida cristiana estas personas no están entendiendo el punto. No es lo que nosotros hacemos por Él lo que importa, sino lo que importa es lo que nosotros permitimos que Él haga a través nuestro.
Aún otras personas se visten con un manto de auto justificación. Como los fariseos antes de ellas, hacen un gran show de vivir una “vida cristiana buena” mientras condenan a quienes no hacen lo mismo que ellas, o por lo menos en su opinión. Se les conoce principalmente por las cosas en que están en contra, en lugar de por la razón por la que ellas están allí.
Ninguna de estas elecciones puede producir vidas que agraden al Señor porque se encuentran auto centradas en ellas mismas, en lugar de estar centradas en Dios.
Aquellas personas que escogen vivir en Su voluntad descubren que Él nos ha dado una fuerza sobrenatural para llevar a cabo Su voluntad. En Romanos 12:1-2 se nos dice que ofrezcamos nuestras vidas como sacrificios vivos a Dios como nuestro acto espiritual de adoración. No debemos conformarnos a este siglo, sino ser transformados por medio de la renovación de nuestra mente. Así es como descubriremos Su voluntad para nosotros. Inmediatamente después de eso encontramos una lista de siete dones espirituales para fortalecernos a cumplir con Su voluntad. Romanos 12:6-8 enumera los dones de profecía, servicio, enseñanza, exhortación, repartición, dirección, y misericordia, y Él nos da a cada uno y cada una de nosotros uno o más de estos dones.
Estos son los dones que nos traen una gran satisfacción cuando los administramos, así que no les venga a ustedes la idea de que viviendo en Su voluntad significa vivir una vida de privaciones y penurias. Juan 10:10 dice que Él vino para que tengamos vida y vida en abundancia. Romanos 8:28 dice que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a Su propósito son llamados. El Salmo 37:4 dice que si nos deleitamos en el Señor, Él concederá las peticiones de nuestro corazón. Y Filipenses 4:4-7 dice que nos regocijemos siempre en el Señor, que oremos en todo y que no estemos ansiosos por nada. Al hacer esto podemos vivir una vida en un estado de paz la cual sobrepasa todo entendimiento.
Aprender a vivir en la voluntad de Dios puede dar temor algunas veces porque estamos acostumbrados a actuar independientemente. Pero luego que nos acostumbramos, encontraremos que esa es una de las experiencias más vigorizante que hayamos tenido. Las bendiciones llegan de muchas maneras diferentes y en el momento menos esperado, y literalmente somos dirigidos a arrodillarnos en agradecimiento una y otra vez. Ciertamente no hay nada como eso.
¿Qué se necesita?
Para vivir en Su voluntad hay que irse acostumbrando poco a poco, pero no es tan difícil como parece. Requiere que le permitamos al Espíritu Santo que nos dirija a alejarnos de un comportamiento obviamente inapropiado, y responderle a los llamados del Señor para poder actuar. En Miqueas 6:8 Él nos dio tres principios básicos para nuestras vidas que debemos seguir al actuar en Su voluntad. Estos principios son las directrices que evitan que nos salgamos del camino.
Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide el SEÑOR de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Cuando nos encontramos dentro de la voluntad de Dios, empezaremos a actuar con justicia hacia las demás personas, sabiendo que Él nunca nos involucrará el algo que viole Su ley. Cuando nos encontramos dentro de la voluntad de Dios, amaremos haciendo cosas para las demás personas las cuales demuestran Su misericordia. No somos llamados a ser agentes de Su ira, sino a mostrar Su amor. Y cuando nos encontramos dentro de la voluntad de Dios siempre seremos humildes, sabiendo que cualquier bien que hagamos lo hacemos por Su iniciativa y en Su poder.
Con raras excepciones, Dios no desarraiga inesperadamente a una persona o la pone a través de un tiempo de incomodidad cuando le ofrece su vida a Él. Tampoco Él inesperadamente impone un montón de reglas o disciplinas sobre nosotros. Después de todo, todos nuestros pecados ya han sido pagados. Viviendo bajo Su voluntad es más que todo un asunto de aprender a escuchar Su voz y hacer lo que Él dice. Y como todo lo demás, esto se vuelve más fácil con la práctica. Es importante recordar que solamente somos responsables por hacer el esfuerzo. Los resultados son de Su responsabilidad.
Él no hará que empecemos a decirles a otras personas cómo vivir sus vidas, pero Él sí nos dará la guía de cómo vivir la nuestra. Por ejemplo, puesto que la Palabra de Dios dice que debemos darle a toda aquella persona que pide (Lucas 6:30) Él puede empezar a que tengamos la iniciativa propia de responder generosamente cuando alguna persona se acerca por ayuda. Y puesto que dice que no debemos dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo (Efesios 4:26), Él nos dará la iniciativa para perdonar como nosotros hemos sido perdonados.
Cuando usted se compromete por primera vez a vivir en Su voluntad, Él empezará con cosas pequeñas para que usted se acostumbre a escuchar, así que si usted piensa que ha escuchado Su voz, haga lo que usted cree que Él le ha dicho, pidiéndole la fortaleza para poder hacerlo. Y sea lo que fuere que suceda, no tome usted el crédito si el resultado ha sido positivo. El Señor recibe el todo crédito, usted simplemente está siguiendo instrucciones.
Conforme usted aprende a responder a las pequeñas iniciativas, recibirá mayores. Entonces un día usted se dará cuenta de que tiene suficiente experiencia viviendo bajo la voluntad del Señor que ya no tendrá ninguna duda si la está cumpliendo o no. Usted se dará cuenta que sus acciones y Su voluntad se han fundido en una sola.
Yo sé que no nos queda mucho tiempo, pero no cometa el error de creer que es demasiado tarde. Empiece implementando Romanos 12:1-2 en su vida hoy mismo y usted quedará sorprendido y sorprendida de lo que el Señor puede hacer con un deseoso seguidor y seguidora, sin importar cuán poco tiempo tengamos. Selah 07/01/12