Las oraciones del justo

Lunes 4 de julio de 2022

La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5:16

Un estudio bíblico por Jack Kelley

La oración eficaz del justo puede mucho (Santiago 5:16). La Biblia tiene mucho que decir sobre la oración. Después de todo, es la manera como nos podemos comunicar con nuestro Señor. Y toda la Biblia promete que Dios escucha y responde a las oraciones, especialmente las ofrecidas por dos o más personas que se han puesto de acuerdo (Mateo 18:19). El Señor les prometió personalmente a Sus discípulos que Él haría todo lo que fuera pedido en Su Nombre para que el Hijo glorificara al Padre (Juan 14:13, 15:7, 15:16). Entonces, ¿por qué hay tantos cristianos que de otra manera son fieles, que tienen dificultad en someter sus peticiones a Dios y esperan en fe por una respuesta? ¿Por qué siempre oramos como el último recurso después de que todas las demás estrategias han fracasado, y luego nos disgustamos cuando pareciera que no obtenemos repuesta?

La paz que sobrepasa todo entendimiento

En Filipenses 4:4-7 se nos promete que si nos regocijamos en todas nuestras circunstancias y sin ningún temor presentamos nuestras peticiones a Dios, con acción de gracias, Él nos dará una paz que sobrepasará todo entendimiento para guardar nuestros corazones y nuestras mentes. En estos cortos versículos encontramos un montón de cosas buenas, y si seguimos este consejo sinceramente, yo he visto respuestas milagrosas a la oración, en mi propia vida y en la vida de otras personas.

Primero, debemos regocijarnos en todas las circunstancias, aun de aquellas que no nos gustan. Recuerden que el Señor advirtió que tendríamos tiempos difíciles en este mundo, pero que confiáramos porque Él había vencido al mundo (Juan 16:33). Él pudo haber dicho, “Anímense, que eso también pasará”. Más aun, al regocijarnos en todas las circunstancias, no solamente las placenteras, estamos evitando darle la victoria al enemigo mientras hacemos que nuestra situación sea más tolerable. Además, quizás el Señor va a utilizar nuestro problema para producir una gran bendición. Él no inventa las dificultades para nosotros con el objeto de hacernos mejores personas (ya somos perfectos en Sus ojos, ¿recuerdan?) sino que Él es el Maestro para convertir los limones en limonada cuando nosotros cooperamos. El agradecerle por adelantado nos ayuda a producir el clima adecuado para la bendición.

Luego, se nos dice que no estemos ansiosos (afanosos) por nada. Nosotros caminamos por fe, no por vista, ¿recuerdan? Solamente porque no podamos ver el final feliz no quiere decir que no habrá uno. Ore por eso, dándole gracias a Dios por adelantado por ver que usted salga adelante. Ore en todo momento, no tema en nada, y de gracias por todo.

Y aquí viene la mejor parte. Cuando usted sinceramente sigue las instrucciones de Pablo a los filipenses, el Señor va a hacer que una paz descienda sobre usted sin importar sus circunstancias; una paz que guardará su corazón y su mente, guardándole para que usted no se desanime completamente mientras Él hace que las cosas obren para el bien suyo. Nunca se le olvide que Él está comprometido a hacer que todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Romanos 8:28). Los “llamados” son la Iglesia. El mundo se podrá estar derrumbando desde sus cimientos, y, sin embargo, usted puede ser un parangón de paz y de fortaleza para aquellas personas a su alrededor debido a estas promesas que fueron hechas por Aquel que no puede mentir ni arrepentirse (Números 23:19).

Entonces, ¿Cuál es el problema?

En Juan 15:7 se nos dice que si permanecemos en Él y Sus palabras permanecen en nosotros, podemos pedir lo que queramos y se nos dará. ¿Pueden ver las condiciones? Si permanecemos en Él significa que estamos en comunión con Él, y que no hemos permitido que nuestros pecados no confesados interrumpan nuestra comunicación con Él. Muchas personas cristianas son buenas para saber lo que Dios debe de hacer por ellas, pero no son tan buenas en su responsabilidad para mantenerse en comunión. No es que eso sea tan difícil. Solamente sea lo suficientemente humilde para admitir que usted es una persona pecadora y pedir con sinceridad que sea perdonada. Él ha prometido por adelantado en otorgárnoslo (1 Juan 1:8). Nosotros no podemos dejar de pasar ni un minuto sin pecar, y podríamos apostar que muchas personas pasan la mayor parte de sus vidas sin confesar sus pecados y luego culpan a Dios cuando sus oraciones no son respondidas. Ese es otro pecado que se debe de confesar.

El que Sus palabras permanezcan en nosotros significa que recordemos y reclamemos Sus promesas hechas a nosotros, muchas de las cuales hemos enumerado anteriormente. En toda la obra milagrosa de Dios, la fe es la variable, no Su habilidad. Al leer sobre los milagros en los Evangelios, siempre se deja claro que la fe de quien pide facilitó el milagro. La palabra griega para fe quiere decir apostar nuestras vidas en Sus promesas. Si estamos dispuestos a apostar nuestras vidas en Su promesa de salvarnos de nuestros pecados y rescatarnos del infierno, ¿por qué no podemos confiar que Él nos va a ayudar a encontrar un nuevo trabajo, o enviarnos el dinero para el siguiente pago de la hipoteca? El diablo le va a mentir a usted para que se olvide de Sus promesas, pero la fe requiere que usted se recuerde de ellas. Ellas son el cimiento sobre el que la fe que usted tiene está construida. La nuestra no es una fe ciega, sino una justificada por Sus promesas.

Mi hija Jessica prácticamente estaba en camino al aeropuerto cuando recibió el dinero para pagar su boleto a Brasil (¡no, yo no se lo envié!). Ella creyó que el Señor la estaba llamando para trabajar de misionera allí, así que fue. Cuando le pregunté sobre ello, simplemente me respondió, “Cuando es Su voluntad, es Su cuenta”.

Usted puede decir, “Ah, la ingenuidad de la juventud”. Pero ella había pasado meses confesando sus pecados, preparando su corazón y buscando Su voluntad en oración. Ella había hecho su parte y confió en que el Señor haría la Suya.

Tu fe te ha sanado

Allison era una joven que sufría una epilepsia que literalmente estaba arruinando su vida. Ella no podía obtener su título debido a la tensión que los exámenes finales le producían y le causaban los ataques que impedían que pudiera hacer esos exámenes. Su temor a un ataque epiléptico en público le impedía tener amigos. Avergonzada se mudó del medio oeste al Estado de Utah en donde se convirtió al cristianismo. Después de meses y meses de estar estudiando la Biblia y orando por sanidad, tuvo un sueño que iría a nuestra iglesia (ella no era un miembro), y que allí tendría un ataque epiléptico y sería sanada. Imagínese usted las agallas que se necesitan para entrar en una iglesia por primera vez sabiendo que va a tener un ataque epiléptico, que va a interrumpir todo el servicio y pasar por una gran vergüenza debido a su enfermedad. Pero ella había confesado sus pecados y había preparado su corazón, así que se presentó en fe. A la mitad del sermón, dejó salir un alarido y se desplomó, deteniendo el servicio. Después de haberme recuperado del shock, reuní a mi alrededor a varias personas que creían que Dios podía hacer un milagro mientras su rostro se tornaba azul por la falta de oxígeno y le pedimos que la sanara. Se levantó de inmediato, y los paramédicos que habían llegado para verificar su estado se fueron. Más tarde los médicos intentaron provocarle un ataque epiléptico pero no tuvieron éxito, y así la declararon curada. La joven botó sus medicamentos y retornó a su casa para reanudar su vida que había sido interrumpida. Años más tarde ella se encuentra muy bien. Ella había permanecido en Él y Sus palabras habían permanecido en ella. Su fe la sanó. Podría relatar incontables historias de otras oraciones en fe que produjeron milagros, todas las cuales incluyeron una preparación y participación activa del solicitante.

Pero aún existe un problema más. Generalmente nosotros no estamos deseosos de dejar que Dios responda a nuestras oraciones de la manera que Él considera la mejor. En mis oraciones he aprendido a poner adelante mi solución al problema que enfrento, pero luego le “recuerdo” al Señor que yo sé que Él puede tener una solución diferente en mente, y que estoy de acuerdo en hacer las cosas a Su manera. Yo sé que Aquel que ve el fin desde el principio tiene una perspectiva mucho mejor, y SIEMPRE saldrá con un plan que es mucho mejor que el mío. La mayoría de las veces Él me permite hacerlo a mi manera, pero de vez en cuando Él hará algo que me tumbará por completo.

¿Cuál es la fórmula?

No se trata de seguir fórmulas preconcebidas para orar, pero hay un bosquejo que encontré hace varios años que me ha mantenido en mi lugar. Quien me lo enseñó le llamaba el método ACAR. Es un acrónimo.

  • A es por adoración. Exprésele al Señor lo mucho que lo ama. Usted no lo hace con la frecuencia que debería hacerlo.
  • C es por confesión. Siempre invoque 1 Juan 1:9 para ser restablecido, y restablecida, en justicia. Recuerde, la oración del justo es eficaz y poderosa.
  • A es por acción de gracias. Exprésele las gracias por las bendiciones que usted ha recibido, en las distintas áreas de su vida, en el pasado, y también por adelantado por las que va a recibir en el futuro. Finalmente,
  • R es por ruego. Habiéndole dicho lo mucho que usted le ama, y porque le ha restablecido su comunión con Él, y le ha expresado su agradecimiento por las formas en que le ha bendecido a usted en el pasado, ahora usted se encuentra en la posición correcta para pedir otro favor.

A eso se le puede agregar un pensamiento adicional. Siempre es bueno terminar nuestras oraciones como Jesús lo hizo en el huerto, “Que no se haga mi voluntad, Padre, sino la Tuya” Por supuesto que usted tiene que creer verdaderamente que el Señor puede hacer un mejor trabajo guiando la vida suya de lo que usted mismo puede hacer. Selah.