Domingo, 22 de junio de 2014
Un comentario por Jack Kelley
“Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño. Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan” (Hechos 10:29-30).
No tomó mucho tiempo para que la advertencia de Pablo a los ancianos de la Iglesia en Éfeso se hiciera realidad. Dentro del lapso de vida de los apóstoles originales los falsos maestros habían invadido la Iglesia y habían estado esparramando sus doctrinas a dondequiera que iban.
Pablo les llamó a esas personas falsos apóstoles, obreros engañosos, haciéndose pasar por apóstoles de Cristo. Él dijo que ellos son siervos de Satanás cuyo fin será el que sus acciones merecen (2 Corintios 11:13-15).
Juan dijo que ellos tienen el espíritu de anti-Cristo. Él dijo, “Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros” (1 Juan 2:19). En otras palabras, ellos pueden asistir a una iglesia pero no son parte de la Iglesia.
Y, como nosotros vimos en un estudio anterior, Judas dijo,
Estos individuos son un peligro oculto: sin ningún respeto convierten en parrandas las fiestas de amor fraternal que ustedes celebran. Buscan sólo su propio provecho. Son nubes sin agua, llevadas por el viento. Son árboles que no dan fruto cuando debieran darlo; están doblemente muertos, arrancados de raíz. Son violentas olas del mar, que arrojan la espuma de sus actos vergonzosos. Son estrellas fugaces, para quienes está reservada eternamente la más densa oscuridad. (Judas 12-13).
Pedro fue aún más agresivo al condenar a los falsos maestros. Seguidamente algunas citas de 2 Pedro 2, un capítulo dedicado completa y exclusivamente a los falsos maestros.
“En el pueblo judío hubo falsos profetas, y también entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató. Esto les traerá una pronta destrucción. Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas, y por causa de ellos se difamará el camino de la verdad. Llevados por la avaricia, estos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas. Desde hace mucho tiempo su condenación está preparada y su destrucción los acecha” (2 Pedro 2:1-3).
Él dijo que más les hubiera valido no conocer el camino de la justicia, que abandonarlo después de haber conocido el santo mandamiento que se les dio (2 Pedro 2:21).
Y el Señor dijo que aunque ellos afirmarán haber profetizado en Su nombre, y en Su nombre expulsado fuera demonios y realizado muchos milagros, Él les negará la entrada en el reino diciéndoles, “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!” (Mateo 7:22-23).
Usted pensará que con el advenimiento de la palabra escrita, toda esta falsa enseñanza se habría detenido, porque las personas creyentes podían verificar lo que estaban oyendo al compararlo con lo que la Biblia dice para ver si estaban diciéndoles la verdad o no. Pero la realidad es que incluso en países dónde la Biblia es fácilmente accesible, la mayoría de las personas creyentes no toman el tiempo para leerla y entenderla. Una gran mayoría parece estar satisfecha con tener a alguien más que se las lea y les digan lo que dice. Estos creyentes siempre han sido presa fácil para los falsos maestros.
Incluso hoy, cuando la información abunda, los cristianos promedio saben muy poco sobre lo que la Biblia realmente dice. Muchos están más familiarizados con lo que los falsos maestros les dicen que lo que saben por sus propios estudios.
Manteniendo los lobos a raya
Usted puede preguntar ¿Cuál es el remedio para esto? ¿Cómo es que nosotros evitamos ser engañados por estos lobos feroces? La respuesta tiene una sola palabra, sabiduría.
Santiago 1:5-8 dice, “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios, y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie. Pero que pida con fe, sin dudar, porque quien duda es como las olas del mar, agitadas y llevadas de un lado a otro por el viento. Quien es así no piense que va a recibir cosa alguna del Señor; es indeciso e inconstante en todo lo que hace.”
Es triste que haya tantos creyentes que leen la Biblia y que no le piden al Señor sabiduría para entenderla. Pero incluso entre aquéllos que sí la piden no todos la reciben. Esto es porque en lo profundo la mayoría de las personas tiene dudas sobre si la Biblia es realmente la Palabra de Dios. Ellos ven conflictos entre las descripciones bíblicas de ciertos eventos y lo que ellos han llegado a creer sobre los mismos por otras fuentes. Ellos se encuentran atrapados entre las declaraciones de un Dios infalible y las opiniones de personas falibles.
Según Santiago, esto los hace ser de doble moral. Él dijo que ellos no deben esperar nada del Señor. Los únicos que piden y reciben la sabiduría son aquellos que creen de todo corazón que Dios es todo lo que Él dice ser, que ha hecho todo que Él dice haber hecho, y que hará todo que Él ha prometido hacer.
La Biblia es un documento sobrenatural que únicamente puede ser entendida por personas que han recibido esa habilidad sobrenatural (1 Corintios 2:14); sin embargo, todos los verdaderos creyentes tienen acceso a esta habilidad. La misma viene del Espíritu Santo el cual es sellado en nosotros (Efesios 1:13-14). La fe es la llave que abre esa habilidad porque se necesita fe para dejar a un lado nuestro entendimiento humano y aceptar a Dios en Su palabra. Conforme usted aumenta en la fe, usted aumentará en el entendimiento de Su Palabra, y conforme usted aumenta en el entendimiento de Su Palabra, usted aumentará en la fe. Es un ciclo interminable.
Una Gran Bendición
Yo considero la considero como una de las más grandes bendiciones de mi vida, cuando yo finalmente respondí al llamado del Señor pues yo me encontraba en una situación en dónde todo lo demás en lo que yo había dependido para sostenerme me había fallado. Parecía como que los dioses del dinero, la auto-determinación, y el materialismo, que una vez fueron el respaldo principal de mi vida, estaban ahora trabajando en mi contra. La vida que yo había construido para mí estaba basada en la tradición humana y en los principios básicos de este mundo. Cuando de repente todo eso se derrumbó a mí alrededor yo fui reducido a la humillante posición de ser un inquilino en uno de los edificios de apartamentos que yo había poseído previamente. Mi casa y todas mis posesiones terrenales desaparecieron. El Señor estaba mostrándome que los dioses que yo había estado adorando habían demostrado ser poco fiables.
Ahora por favor entienda que a través de todo esto yo me consideraba una persona cristiana. Yo asistía a la iglesia regularmente, era profesor de escuela dominical, presidente del comité de fondos de construcción y uno de los líderes de mi congregación, y un anciano líder. Pero puesto que yo no tenía una relación personal con el Señor, yo sólo era un cristiano de nombre, un asistente más a la iglesia y cuyos dioses reales eran las cosas de este mundo.
La gran bendición que yo gané de la experiencia de perderlo todo, fue que yo ya no mantuve la fe en la sabiduría de este mundo. Ya no tenía más interés en tratar de reconciliar la sabiduría del mundo con la sabiduría de Dios, sino que consideré que eran irreconciliables. Dios dijo, “Destruiré la sabiduría de los sabios; frustraré la inteligencia de los inteligentes” (1 Corintios 1:19). Para mí ya eso estaba sucediendo.
Yo sentí fuertemente la necesidad de aprender más sobre la palabra de Dios. Puesto que yo iba a confiarle a Él mi vida terrenal y mi vida eterna, parecía lógico que yo aprendiera todo que pudiera acerca de Él. Eso era especialmente cierto ya que para cuando yo aprendiera por experiencia propia si Él era confiable para salvarme de mis pecados, ya sería demasiado tarde. Yo ya estaría muerto.
En lo que yo ahora creo que fue el Señor quien lo hizo, un amigo me convenció de escuchar un juego de cintas de casete de profecía de la Biblia. Incluía profecías que se han cumplido en el pasado así como aquéllas que todavía están en nuestro futuro. Cuando yo terminé de escucharlas estaba convencido de que la Biblia contiene una cadena ininterrumpida de profecías que fueron declaradas y luego fueron cumplidas por Dios, las cuales se extienden hasta el principio de tiempo. Yo sabía que eso sólo podía lograrse por alguien que estuviera fuera del tiempo y por consiguiente conocía el fin desde el principio, una habilidad que sólo Dios afirma para Él mismo. En Isaías 46:10 Él dijo;
“Yo anuncio el fin desde el principio; desde los tiempos antiguos, lo que está por venir.”
Tuvo mucho sentido para mí que si Dios cumplió todas esas profecías en el pasado entonces ciertamente Él cumplirá las del futuro también. Después de todo, cumplir las profecías es la manera con la que Él nos demuestra que Él es quién Él dice ser. En Isaías 42:8-9 Él proclamó;
“Yo soy el SEÑOR; ¡ése es mi nombre! No entrego a otros mi gloria, ni mi alabanza a los ídolos. Las cosas pasadas se han cumplido, y ahora anuncio cosas nuevas; ¡las anuncio antes que sucedan!”
Por consiguiente yo determiné que aceptaría Su palabra aún para las cosas que fueran contrarias a lo que se me había enseñado en la escuela o a lo que yo llegaría a creer a través de mi experiencia. Sin importar cuál fuese el resultado de mi vida, cuando yo estuviera de pie ante Él yo querría poder decirle, “Te tomé en Tu palabra.”
Estas decisiones, las cuales yo creo que fueron inspiradas por Dios, me han ayudado grandemente en mi búsqueda de la sabiduría porque siguen las instrucciones que Santiago nos dio para creer y no dudar. Y es que la Biblia no contiene respuestas de selección múltiple a las grandes preguntas de la humanidad. Por ejemplo, sólo ofrece una explicación para la creación. Sólo nos da una forma para ser salvos, y sólo una manera cierta para permanecer así. Hay sólo una versión de los tiempos finales contenida en sus páginas. Luego de que una persona ha decidido aceptar la palabra de Dios como está escrita, la Biblia se vuelve mucho más fácil de entender porque únicamente hay una sola verdad y esa verdad se revela de forma consistente a lo largo de la misma. Entendiendo eso es lo que facilita la identificación de los falsos maestros, tal y como Pablo dijo que sería en Hechos 17:11
El comienzo de la sabiduría es el temor del Señor (Proverbios 9:10)
Cuando se usa en referencia a Dios, la palabra hebrea traducida temor significa respeto, reverencia, piedad. Cuando nosotros aprendemos a acercarnos a la palabra de Dios con respeto, reverencia y piedad, creyendo que la misma consiste enteramente de un mensaje directo del Creador del Universo dirigido a nosotros, y, por consiguiente, no es algo para ser tratado informalmente, empezaremos a adquirir Su sabiduría. La habilidad de enseñar la Biblia es un regalo de Dios (Romanos 12:6-8). Algunas personas lo tienen y otras no. Pero la sabiduría para entenderla es algo que Él pone a disposición de todos. Él sólo nos pide que creamos y que no dudemos.
Como dije al principio, la mayoría de las personas cristianas está satisfecha permitiendo que otros la lean y que luego les digan lo que dice. Quejándose que la Biblia es demasiado difícil de leer, esas personas ignoran el hecho de que a ellas se ha dado una habilidad sobrenatural que las ayuda a entenderla, y si solamente la piden la pueden recibir en abundancia.
Cuando nosotros nos acercamos Dios con respeto y reverencia, sin dudar, sino sólo buscando el entendimiento, Él nos concederá Su sabiduría y nosotros entenderemos Su palabra como nunca antes. Es la defensa más fuerte que hay en contra de la falsa enseñanza y la única cosa que mantendrá a los lobos feroces a raya. Selah 21-06-14