Miércoles 22 de septiembre de 2021
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Dispersas a través de las Escrituras se encuentran profecías que contienen referencias tanto a la primera como a la segunda venidas del Señor en lo que parece ser un solo pensamiento. Estas profecías de doble referencia solamente pueden ser identificadas como tales después que la primera venida hubo sucedido. Eso se debe a que fueron escritas de tal manera que era imposible poder determinar de antemano que la primera venida del Señor solamente las cumpliría de forma parcial. Generalmente los escritores cambian de la primera a la segunda venida a la mitad de la frase sin siquiera poner un signo de puntuación como advertencia al lector.
En este estudio yo quiero compartir algunos pensamientos del porqué yo creo que Dios las escribió de esa manera. Pero primero, seguidamente encontrarán un par de ejemplos de estas profecías de doble referencia para que puedan ver por ustedes mismos cómo fue que fueron escritas tan hábilmente.
“Porque un niño nos ha nacido, ¡un hijo nos ha sido concedido! Sobre sus hombros llevará el principado, y su nombre será «Consejero admirable», «Dios fuerte», «Padre Eterno» y «Príncipe de paz».” (Isaías 9:6).
Cuando el Señor hizo que Isaías escribiera esta profecía 750 años antes del hecho, nadie podría haber sabido al leerla que cuando el Mesías vino, Él solamente cumplió una parte de la misma. El niño nació y el hijo fue concedido, pero el gobierno (principado) nunca ha estado sobre Sus hombros, y en Israel, a quienes fue enviado, Él nunca ha sido llamado por los nombres que Isaías le atribuyó.
“Tú, Belén Efrata, eres pequeña para estar entre las familias de Judá; pero de ti me saldrá el que será Señor en Israel. Sus orígenes se remontan al principio mismo, a los días de la eternidad” (Miqueas 5:2).
Esta profecía menciona a un gobernante de Israel que nacería en Belén, pero no brinda ninguna indicación de que pasarán 2000 años entre el nacimiento del gobernante y Su ascensión al trono de Israel. Cuando los sacerdotes de Partia llamados Magos, llegaron a Jerusalén, preguntaron, “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” (Mateo 2:2).
El rey Herodes les preguntó a los líderes judíos en dónde nacería el Mesías, y ellos usaron esta profecía para confirmar que Él nacería en Belén (Mateo 2:4-6). Los Magos se habían apresurado creyendo que iban a ungir a un rey niño que crecería para gobernar sobre Israel. Por su parte, Herodes mató a todos los niños de Belén en un esfuerzo inútil para eliminar al que él había percibido como una amenaza a su gobierno. Pero mientras que el rey venidero nació, todavía tiene que tomar Su lugar en el trono de Israel.
El secreto revelado
Treinta años más tarde, fue el mismo Jesús quien reveló el hecho de que había más en estas profecías de lo que podía percibirse. De pie en la sinagoga en Nazaret al comienzo de Su ministerio, Él pidió el rollo del libro de Isaías y leyó de lo que ahora conocemos como Isaías 61:1-2:
“El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha ungido para proclamar buenas noticias a los pobres; me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a proclamar el año de la buena voluntad del Señor.” (Lucas 4:18-19).
Luego Él dijo que Él era el cumplimiento de la Escritura que acababa de leer. Comparando esto con lo que Isaías 61:1-2 realmente dice, nos muestra que Él se detuvo antes del final del versículo 2, dejando por fuera la frase “y el día de la venganza de nuestro Dios.”
Sin el beneficio de Lucas 4:18-19, una lectura de Isaías 61:1-2 nos llevaría a la conclusión de que el día de la venganza, lo que ahora conocemos como los juicios de los últimos días, sucedería directamente después que el Señor terminara de predicar las buenas nuevas, liberando a los prisioneros, dándoles la vista a los ciegos y proclamando el año de la buena voluntad del Señor. Pero al detenerse en el lugar que lo hizo y decir que Él fue su cumplimiento, Él indicó que no había venido a cumplir la parte que no leyó. Había un espacio de tiempo entre el año de la buena voluntad del Señor y el día de Su venganza.
Hay otras profecías de doble referencia que nosotros, quienes sabemos de la primera venida, podemos identificar. Quizás la más obvia es Daniel 9:24-27, la profecía de las 70 semanas, en la cual si usted no supiera que ya han pasado 2000 años desde el cumplimiento de las primeras 69 semanas de la profecía (Daniel 9:24-26) sin ningún cumplimiento de la porción de la semana 70 (Daniel 9:27), usted no podría decirlo con sólo leerla, porque no hay ni una sola insinuación en el texto de la existencia de un espacio de tiempo entre ellas.
¿Por qué no lo dijo usted?
Pero nuestro propósito no es el de identificar todas esas profecías. El asunto que queremos responder es: ¿Por qué Dios ocultó tanto este aspecto de las referencias dobles en la profecía mesiánica que solamente podría ser descubierto después del hecho? Conociendo el fin desde el principio, Él sabía que Jesús solamente cumpliría parcialmente las profecías que hablaban de Su venida, así que ¿por qué los profetas las presentaron de esa manera?
Algunas personas dicen que era para proveer insinuaciones “ocultas” de la Iglesia que Él siempre conoció en nuestro tiempo y las colocó en la historia para alertar a Israel anticipadamente.
Pero como resultado de algunos de mis recientes estudios, he llegado a la conclusión de que Dios hizo que estas profecías fueran escritas de esa manera en particular para mostrarle a Israel de que solamente podían suceder en la forma que fueron escritas. Durante generaciones, Israel las había leído e interpretado como que significaban que el Mesías vendría una vez y cuando lo hiciera Él cumpliría todas las profecías escritas sobre Él. De hecho, habría sido imposible para ellos interpretarlas de otra manera.
En el tiempo previo a la primera venida, Israel creyó que cuando el Mesías llegara Él eliminaría a sus enemigos y restauraría su reino, porque eso es lo que estas profecías decían que Él haría. De hecho, después de pasar tres años con Jesús, los discípulos todavía le preguntaron si había llegado el momento para que Él restableciera el Reino a Israel (Hechos 1:6). Eso nos dice que durante todo el tiempo que pasaron con Jesús, Él nunca mencionó un período extendido de tiempo durante el cual Israel sería puesto a un lado mientras Su atención la dirigía a los gentiles.
A propósito, yo creo que Su respuesta atípicamente vaga a su pregunta es una insinuación de que la restauración del Reino a Israel en ese momento todavía era una posibilidad. Ellos le acababan de presentar una oportunidad perfecta para que todo quedara claro y prepararlos mejor para los años que tenían por delante. Pero en vez de eso, los dejó colgando. “No les toca a ustedes saber el tiempo ni el momento, que son del dominio del Padre” (Hechos 1:7). A mí eso me indica que la oferta del Reino a Israel todavía estaba abierta.
Ellos no sabían con certeza que Israel estaba siendo puesto a un lado en favor de los gentiles sino 20 años después cuando Jacobo se los dijo (Hechos 15:13-18) y aún entonces ellos no sabían por cuánto tiempo. Jacobo solamente dijo que cuando el Señor haya tomado (se haya llevado) un pueblo para Sí mismo de entre los gentiles, entonces volvería Su atención hacia Israel. En otras palabras, Él reanudaría Su atención a Israel después del rapto de la Iglesia.
Podría haber ocurrido exactamente de esa manera
Las profecías de doble referencia fueron escritas de tal forma que pudieron haber visto su cumplimiento total al momento de la primera venida. Si Israel hubiera aceptado a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo y hubiera permitido que muriera por ellos, los seis objetivos detallados por el ángel en Daniel 9:24 se habrían cumplido dentro del período prescrito de 490 años.
“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos [el lugar]” (Daniel 9:24).
Sentado en Su trono celestial, Dios decretó que seis cosas se llevarían a cabo para el pueblo de Daniel (Israel) y la Santa Ciudad de Daniel (Jerusalén) durante un período específico de 490 años.
Debemos estar conscientes de que en el idioma Hebreo estas cosas se leen un poco diferentes. Literalmente Dios ha determinado:
1.- Terminar la transgresión o prevaricación (también traducido rebelión).
2.- Ponerle fin a (sellar) sus pecados (Desecharlos completamente, como dentro de un contenedor sellado).
3.- Hacer expiación (restitución) por su iniquidad.
4.- Traerlos a un estado de justicia perdurable.
5.- Sellar (la misma palabra que en el #2) la visión y la profecía.
6.- Ungir (consagrar) el lugar santísimo (el santuario).
En lenguaje simple, Dios le pondrá fin a la rebelión que han tenido en contra de Él, pondrá a un lado sus pecados pagando el precio que han acumulado, llevar al pueblo a un estado de justicia perpetua, hacer cumplir las profecías restantes, y consagrar el Templo. Esto se llevaría a cabo por medio de su Mesías (Jesús) ya que nadie más podía hacerlo. De haberlo aceptado como su Salvador, su rebelión en contra de Dios habría terminado. Todos sus pecados habrían sido perdonados, y toda la pena de ellos habría sido pagada. Ellos habrían entrado en un estado de justicia permanente, y todas las profecías habrían sido cumplidas y el templo reconstruido habría sido consagrado. Aquí debemos notar que a pesar de que parece que Él lo había aceptado, Dios nunca habitó en el segundo templo, como tampoco el arca de la alianza y su propiciatorio estuvieron alguna vez presentes dentro del mismo.
No se equivoquen. Jesús tenía que morir para que estas 6 promesas pudieran llevarse a cabo. Nadie más en el Cielo o en la Tierra podía lograr eso. Solamente podemos imaginar lo diferente que las cosas serían si ellos lo hubieran aceptado como su Mesías y haber permitido que muriera por sus pecados para que Él pudiera llevarlos a la justicia perdurable con Su resurrección.
La señal del profeta Jonás
Y a pesar de que los líderes religiosos habían luchado con Jesús con todo lo que pudieron durante Su ministerio, Él les dio una oportunidad más al ofrecerles la señal más clara y convincente posible. Él prometió que cuando lo mataran, Él volvería a la vida tres días más tarde (Mateo 12:38-40). Puesto que ellos no sabrían si Él cumpliría esta promesa sino hasta después del hecho, Él determinó esperar para que ellos reconocieran que sí lo había hecho. Yo creo que ese es el motivo por el cual Él permaneció otros 40 días más después de la resurrección.
A pesar de que hubo más de 500 testigos que podían afirmar haberlo visto después de la resurrección (1 Corintos 15:6), no hay ninguna indicación de que se llevara a cabo una investigación oficial para confirmar que Él había cumplido Su promesa de volver de los muertos. Finalmente Él se fue, pero solamente hasta que ellos admitan su culpa (Oseas 5:15). Tan pronto como lo hagan Él los perdonará (Joel 3:21) y restablecerá el reino de ellos tal y como siempre lo ha tenido en mente.
Mientras tanto, la Iglesia nació entre los espacios de estas profecías. No como un cumplimiento alternativo como los seguidores de la teología del reemplazo quieren que usted crea, sino como una vía paralela. Cuando el tiempo se detuvo para Israel, el mismo empezó para la Iglesia, y cuando termine para la Iglesia, volverá a arrancar para Israel.
“Así ha dicho el Señor:
Yo desecharé a todos los descendientes de Israel por todo lo que hicieron, sólo cuando los altos cielos puedan medirse, y cuando los fundamentos inferiores de la tierra puedan explorarse” (Jeremías 31:37). Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 17/05/15