Los siete “YO SOY” en el Evangelio según Juan

Miércoles 20 de octubre de 2021

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Hace algún tiempo hicimos un estudio sobre los Siete milagros en el Evangelio según Juan. En ese estudio mostré cómo Juan seleccionó esos siete milagros específicamente para ayudarnos a creer que Jesús es Quién Él dijo ser, y que creyendo tendríamos vida eterna.

Adicionalmente a esos siete milagros el Evangelios según Juan contiene siete declaraciones de “Yo Soy.” Su enfoque es qué sucede después que somos creyentes en Jesús. Usted puede llamarlos la parte 2 del mensaje fundamental a la Iglesia. En este estudio veremos esas siete declaraciones de “Yo Soy” para averiguar qué es lo que nos dicen. Seguidamente la primera de ellas.

1. El Pan de Vida

Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás (Juan 6:35).

Recientemente Jesús había alimentado a 5000. De manera increíble algunos de ellos estaban exigiendo una señal milagrosa que les ayudara a creer que Él era el que decía ser. Sacaron a relucir el maná que sus antepasados habían comido en el desierto (Éxodo 16:13-18) y con eso se estableció el contexto para esa declaración. Yo creo que Jesús estaba diciendo que el maná estaba supuesto a ser un modelo del Mesías. Cualquiera que come de Él nunca más sentirá hambre espiritual. Como el maná toda persona que lo busca lo encontrará (Mateo 7:7-8), pero cada uno de nosotros tiene que encontrar al Señor por sí mismo. Nadie lo puede recibir por nosotros, tampoco lo podemos recibir por alguien más. Todos recibimos una cantidad suficiente de Él para nuestra salvación. A nadie le hace falta, como a nadie le sobra.

En cuanto a nuestra sed, recordemos que Jesús le dijo a la mujer samaritana en el pozo que el agua que Él le ofrecía aplacaría su sed para siempre. Al señalar el Pozo de Jacob, frente al que se encontraban, Él dijo, “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; pero el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).

Y luego en ese último día de la gran fiesta de los Tabernáculos, Jesús, estando de pie, expresó con voz fuerte, “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él” (Juan 7:37-39).

El salmista escribió, Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía (Salmo 42:1). En Jesús se satisface nuestra hambre espiritual y nuestra sed espiritual es aplacada. Una vez que tenemos el Espíritu Santo, nuestra búsqueda por la plenitud espiritual termina y nunca más necesitaremos de algún otro sostenimiento. El espacio hecho por Dios en nuestro corazón finalmente se ha llenado.

2. La Luz del Mundo

Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Juan 8:12).

Literalmente eso significa que aquellas personas que se unen a Jesús como uno de Sus discípulos, no serán ignorantes de los asuntos espirituales sino que tendrán el poder para entender de forma específica la verdad espiritual que lleva a la vida eterna. Cuando tomamos el tiempo para aprender y aplicar estas verdades en fe, descubrimos que el viejo adagio es cierto. Cualquiera que sea la pregunta espiritual, Jesús es la respuesta.

¿Está usted sintiéndose lastimado o se siente desanimado? ¿Está sobrecogido por las preocupaciones de la vida?

Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocíjense! Que su gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada estén afanosos, sino sean conocidas sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús… Mi Dios, pues, suplirá todo lo que les falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:4-7, 19).

¿Se encuentra usted cargado de culpa por sus pecados?

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).

¿Tiene problemas monetarios?

Den, y se les dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en su regazo; porque con la misma medida con que ustedes miden, se les volverá a medir” (Lucas 6:38). “[Ustedes serán] enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios” (2 Corintios 9:11).

¿O tiene problemas de salud?

¿Está alguno enfermo entre ustedes? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confiesen sus ofensas unos a otros, y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:14-16).

Lo diré de nuevo. Cualquiera que sea la pregunta espiritual, Jesús es la respuesta.

3. La Puerta

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:9).

Esto hace referencia al Reino y nos recuerdan las palabras del Salmo 23, “En lugares de delicados pastos me hará descansar”. La salvación se encuentra por medio de Jesús, Él es la puerta al Reino. Habiendo entrado a través de Él tendremos la libertad de entrar y salir cuando nos plazca, morando en un estado de paz en medio de la abundancia. Ciertamente el bien y la misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida, y moraremos en la casa del Señor para siempre (Salmo 23:6).

4. El Buen Pastor

Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas” (Juan 10:11).

Nadie espera que las ovejas se cuiden a sí mismas. Sus dueños contratan pastores para cuidarlas. El trabajo de un pastor es responsabilizarse por la seguridad y cuido del rebaño. Muchos pastores solamente asumen esa responsabilidad hasta el punto en que la misma atente contra su propia seguridad, decidiendo que su vida vale más que la de las ovejas. Son muy pocos los que arriesgan sus vidas para proteger sus ovejas, pero nuestro Pastor, que a sabiendas y conscientemente, murió por nosotros, porque no había otra manera de hacerlo.

5. La Resurrección y la Vida

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente” (Juan 11:25-26).

Esta es una declaración increíble. El Señor ya había dicho que cualquiera que creyera en Él no moriría sino que tendría vida eterna (Juan 3:16). Pero aquí Él nos da más detalles al decir que a pesar de que un creyente muera físicamente, todavía tendrá vida eterna. Él se refería a la resurrección de todas aquellas personas que mueren en fe. Y luego Él dijo que habrá algunas personas que nunca morirán, sino que pasarán de esta vida directamente a la otra. Si no supiéramos sobre el Rapto, no podríamos entender esto, pero ya que lo sabemos entonces podemos entender que Él estaba hablando sobre una generación que estará viva cuando Él venga por Su Iglesia, y que será cambiada de mortal a inmortal sin tener que morir antes. Y una vez más el Señor confirmó que la única calificación para la vida eterna es la de creer que Su muerte pagó todo el precio por nuestros pecados.

6. El Camino, y la Verdad, y la Vida

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6).

No existe ninguna otra manera de llegar a la presencia de Dios que la de aceptar la muerte del Señor como pago total por nuestros pecados. Como lo dijo Pedro, “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). Jesús es el único remedio provisto por Dios para el problema del pecado del hombre. Él es el único camino para la vida eterna. Esta es la verdad de la Palabra de Dios.

7. La Vid

Yo soy la vid, ustedes los vástagos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer” (Juan 15:5).

Es importante que entendamos que la salvación no es un evento de producir frutos, por lo que en esta declaración Jesús estaba hablando acerca de nuestra vida después de que hemos sido salvos. Claro, una persona incrédula no produce frutos, y aun después que recibimos la salvación, los creyentes automáticamente no producen frutos. Pero si le entregamos nuestra vida a Él (Romanos 12:1-2) y respondemos al llamado del Espíritu Santo que Él envió para guiarnos (Juan 14:26) sí podemos producir muchos frutos.

De otra manera nuestras vidas no serán productivas porque sin Él no podemos hacer nada que tenga algún valor espiritual. Aun seremos salvos, pero no seremos de más uso en la obra del Reino que las ramas, o vástagos, que el agricultor poda en tiempo de la siega. Pablo lo confirma en 1 Corintios 3:12-15. El creyente sin frutos será salvo, pero como uno que ha escapado de las llamas del fuego.

Ser fructífero no es un asunto de éxito o de fracaso desde el punto de vista del mundo. Es un asunto de motivos. Muchos de nosotros verán sus mejores logros ser quemados en el fuego porque los obtuvimos con motivos equivocados, como la auto satisfacción, o para obtener el reconocimiento de los demás, o aún por el deseo de “tener puntos” con Dios. Solamente aquellas cosas que son motivadas por el Espíritu Santo en las que nuestro único motivo es la gratitud por todo lo que se nos ha dado permanecerán. “Así que, no juzguen nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios” (1 Corintios 4:5).

Resumamos cada una de estas declaraciones de “Yo Soy”:

La primera declaración nos dice que Jesús es el Único que nos sostiene espiritualmente.

En la segunda declaración aprendemos que a través de Él es que ganamos el entendimiento espiritual de la sabiduría para vivir.

La tercera declaración explica que Él nos ha dado un acceso gratuito e ilimitado a Su Reino.

La cuarta declaración muestra que Él hizo eso al pagar nuestro boleto de entrada con Su vida.

En la quinta declaración aprendemos que ya sea que morimos antes del rapto o somos tomados vivos, Él ha garantizado nuestra vida eterna con Dios.

La sexta declaración explica que Él es el único que puede hacer eso por nosotros, y

La séptima declaración revela que para equilibrar nuestra vida en la Tierra, las cosas que hacemos bajo Su poder, en agradecimiento por lo que Él ha hecho por nosotros, son las únicas cosas que importan.

Estos son los siete “Yo soy” en el Evangelio según Juan. Como los milagros, estos revelan el Evangelio, pero ahora el mensaje concierne lo que sucede después de la salvación. Yo le llamo la segunda parte del mensaje del Señor a nosotros. Selah. 23-01-10