Lunes 12 de septiembre de 2022
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
En el capítulo 10, Daniel cuenta sobre una revelación que recibió durante el tercer año del reinado de Ciro, Rey de Persia. Recuerden, Ciro había conquistado Babilonia en cumplimiento de una profecía que Dios le había dado a Isaías más de 100 años antes (Isaías 44:24—45:7). La visión de Daniel se trataba de una gran guerra que vendría. Aún estaba a 200 años en el futuro y duraría otros 200 años después de eso, y eso enfrentaría a los seléucos contra los ptolomeos. De nuestro estudio anterior sabemos que Seleuco y Ptolomeo fueron dos de los generales que asumieron el poder después de la muerte de Alejandro Magno y se dividieron el imperio griego entre ellos. Seleuco tomó partes de Turquía, Siria, Líbano, y más tarde de Irán e Irak, mientras que Ptolomeo tomó Egipto, Israel y Jordania.
Está visión consternó a Daniel porque él pudo ver que Israel quedaría atrapada en las continuas batallas entre esos dos. Los seleucos estaban localizados en la frontera norte de Israel, y los ptolomeos apenas en el sur. La única manera para que esos dos generales pudieran enfrentarse sería reuniendo sus ejércitos a través de Israel. Así que Daniel hizo un ayuno y empezó a orar para tener entendimiento.
Tres semanas después un ángel visitó a Daniel y le dio una explicación más detallada sobre esa revelación. Estos detalles están contenidos en los capítulos 11 y 12 y le ha dado a los historiadores suficiente información para poder documentar 135 profecías que se cumplieron históricamente en los primeros 35 versículos del capítulo 11. Esta muestra sin paralelo de lo que es la profecía predictiva ha hecho que el Libro de Daniel sea cuidadosamente analizado por aquellas personas que esperan encontrar algún defecto en las profecías, o algunas pistas que justificaría su afirmación de que Daniel es en realidad un libro de historia, escrito por alguien más, después de que los eventos sucedieron, en vez de ser un libro profético. Pero el único resultado de este análisis ha sido en que Daniel es ahora el libro completamente más validado de toda la Biblia. Tomaremos la explicación del ángel al comienzo de la era de los reyes del sur y del norte.
Daniel 11
Los Reyes Del Sur y Del Norte
“Y ahora yo te mostraré la verdad. He aquí que aún habrá tres reyes en Persia, y el cuarto se hará de grandes riquezas más que todos ellos; y al hacerse fuerte con sus riquezas, levantará a todos contra el reino de Grecia. Se levantará luego un rey valiente, el cual dominará con gran poder y hará su voluntad. Pero cuando se haya levantado, su reino será quebrantado y repartido hacia los cuatro vientos del cielo; no a sus descendientes, ni según el dominio con que él dominó; porque su reino será arrancado, y será para otros fuera de ellos” (Daniel 11:2-4).
Los tres reyes que vendrían después de Ciro de Persia fueron Cambises (530-522 a.C.), Seudo-Esmerdis (522 a.C.), y Darío I (522-486 a.C.). El cuarto rey es Jerjes I (486-465 a.C.) quien escogió a una joven doncella judía, Ester, como su esposa, y conocido como Asuero. Su historia se cuenta en el Libro de Ester.
130 años después de Jerjes, Alejandro Magno derrotó al rey persa Darío III en la Batalla de Guagamela, conquistando contundentemente el Imperio Persa. Cuando Alejandro murió unos pocos años después, sus cuatro generales tomaron el imperio y la descripción del ángel se enfoca ahora sobre los descendientes de dos de ellos. Los descendientes de la familia seléucida son llamados “los reyes del norte”, y los de los ptolomeos, “los reyes del sur”.
Debido a que esta narración se puede verificar en los registros de la historia, y debido a que el tema de este estudio se centra en las profecías de Daniel de los tiempos del fin, me concentraré en mencionar solamente los nombres de los personajes centrales y las fechas de sus reinados, cuando se aplica, y alguna observación conforme avanzamos. Esto nos dará una pista sobre la increíble exactitud de las profecías en Daniel 11, y nos preparan para el cambio de la historia a la profecía en el versículo 36. Por supuesto, todas las fechas mencionadas son antes de Cristo.
“Y se hará fuerte el rey del sur (Ptolomeo I Soler, 323-285); mas uno de sus príncipes (Seleuco I Nicator, 311-280) será más fuerte que él, y se hará poderoso; su dominio (Babilonia) será grande. Al cabo de años harán alianza, y la hija del rey del sur (Berenice, hija de Ptolomeo II Filadelfo, 285-246) vendrá al rey del norte (Antíoco II Teos, 261-246) para hacer la paz. Pero ella no podrá retener la fuerza de su brazo, ni permanecerá él, ni su brazo; porque será entregada ella y los que la habían traído, asimismo su hijo, y los que estaban de parte de ella en aquel tiempo” (Antíoco dejó a su esposa Laodicea por Berenice, pero Laodicea conspiró para matar a Antíoco, a Berenice y a su padre Antíoco II. La ciudad de Laodicea en Apocalipsis 3 lleva su nombre.) (Daniel 11:5-6).
“Pero un renuevo de sus raíces se levantará sobre su trono (Ptolomeo III Evergetes, hermano de Berenice, 246-221. Él mató a Laodicea para vengar la muerte de su hermana y su padre), y vendrá con ejército contra el rey del norte (Seleuco II Calínico, 246-226), y entrará en la fortaleza, y hará en ellos a su arbitrio, y predominará. Y aun a los dioses de ellos, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y de oro, llevará cautivos a Egipto; y por años se mantendrá él contra el rey del norte. Así entrará en el reino el rey del sur, y volverá a su tierra. Mas los hijos de aquél (Seleuco III Ceranus, 226-223 y Antíoco III, llamado el Grande, 223-187) se airarán, y reunirán multitud de grandes ejércitos; y vendrá apresuradamente e inundará, y pasará adelante; luego volverá y llevará la guerra hasta su fortaleza” (Daniel 11:7-10).
“Por lo cual se enfurecerá el rey del sur (Ptolomeo IV Filopator, 221-203), y saldrá y peleará contra el rey del norte (Antíoco el Grande); y pondrá en campaña multitud grande, y toda aquella multitud será entregada en su mano (En la Batalla de Rafia en 217). Y al llevarse él la multitud, se elevará su corazón, y derribará a muchos millares (Según el historiador Polibio, 10.000); mas no prevalecerá. Y el rey del norte (aún Antíoco) volverá a poner en campaña una multitud mayor que la primera, y al cabo de algunos años vendrá apresuradamente con gran ejército y con muchas riquezas” (Daniel 11:11-13)
“En aquellos tiempos se levantarán muchos contra el rey del sur (Ptolomeo V Epífanes, 203-181); y hombres turbulentos de tu pueblo (judíos) se levantarán para cumplir la visión, pero ellos caerán (el general de Ptolomeo, Escopas, aplastó la rebelión en el 200). Vendrá, pues, el rey del norte (aún Antíoco el Grande), y levantará baluartes, y tomará la ciudad fuerte; y las fuerzas del sur no podrán sostenerse, ni sus tropas escogidas, porque no habrá fuerzas para resistir. Y el que vendrá contra él hará su voluntad, y no habrá quien se le pueda enfrentar; y estará en la tierra gloriosa (Israel, capturada del rey del sur en el 197), la cual será consumida en su poder. Afirmará luego su rostro para venir con el poder de todo su reino; y hará con aquél convenios, y le dará una hija de mujeres (Cleopatra I se casó con Ptolomeo V en el 194) para destruirle; pero no permanecerá, ni tendrá éxito (No confundamos esta Cleopatra con Cleopatra II, consorte tanto de Julio Cesar como de Marco Antonio). Volverá después su rostro a las costas (aliándose con el famoso general cartaginés, Aníbal), y tomará muchas; mas un príncipe (el Cónsul Romano Lucio Cornelio Escipio Asiático, con el que Cleopatra y Ptolomeo tomaron bando) hará cesar su afrenta, y aun hará volver sobre él su oprobio. Luego volverá su rostro a las fortalezas de su tierra; mas tropezará y caerá, y no será hallado (Antíoco el Grande murió en batalla en el 187)” (Daniel 11:14-19)
“Y se levantará en su lugar uno (Seleuco IV Filopator) que hará pasar un cobrador de tributos (Heliodoro) por la gloria del reino; pero en pocos días será quebrantado, aunque no en ira, ni en batalla (Heliodoro diseñó un golpe de estado en contra de Seleuco).
Y le sucederá en su lugar un hombre despreciable (Antíoco IV Epífanes, 175-164), al cual no darán la honra del reino (Antíoco Epífanes montó una revuelta en contra de su joven primo y legítimo heredero, Demetrio I); pero vendrá sin aviso y tomará el reino (Israel) con halagos. Las fuerzas enemigas serán barridas delante de él como con inundación de aguas; serán del todo destruidos, junto con el príncipe del pacto (Onías III era el último Sumo Sacerdote legítimo, asesinado en el 170). Y después del pacto con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente. Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra las fortalezas formará sus designios; y esto por un tiempo” (Daniel 11:20-24). Antíoco conquistó Israel y, por un tiempo, Egipto.
“Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur (Ptolomeo IV) con gran ejército; y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá, porque le harán traición. Aun los que coman de sus manjares (la familia de Ptolomeo) le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán muchos muertos. El corazón de estos dos reyes (Antíoco y Ptolomeo) será para hacer mal, y en una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado. Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto santo; hará su voluntad, y volverá a su tierra (de vuelta hacia Siria en el 169, Antíoco Epífanes saqueó el Templo en Jerusalén y mató a muchos sacerdotes)” (Daniel 11:25-28).
“Al tiempo señalado volverá al sur; mas no será la postrera venida como la primera. Porque vendrán contra él naves de Quitim (Roma), y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto” (Daniel 11:29-30).
(Cuando Antíoco estaba en Egipto en las costas del Mediterráneo, el comandante romano Popilus Laenas trazó un círculo alrededor de él en la arena y le dijo que si se salía del círculo por otra razón que no fuera rendirse y volverse a su tierra, lo mataría. Humillado y furioso se desquitó con los judíos, lo cual provocó la revuelta de los macabeos. Esta revuelta realmente duró desde el año 168 al 160, pero las personas están más familiarizadas con el período de 168 al 165 cuando el Templo fue profanado en el más claro anticipo de la historia de la Gran Tribulación. La purificación del Templo se celebra en la fiesta de Hanukkah, la cual en este año 2013 empezó el 28 de noviembre.)
“Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora (168). Con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará” (los Hasidim, quienes permanecieron fieles a Dios, son los ancestros de los judíos asídicos de hoy. Se les conoce mundialmente por su comercio en diamantes) (Daniel 11:31-32)
“Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y despojo. Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas (los macabeos, quienes derrotaron a Antíoco, purificaron el Templo y restauraron la autonomía judía, instaurando la dinastía asmonea, la cual rigió Israel durante cerca de 100 años, hasta que llegaron los romanos). También algunos de los sabios caerán para ser depurados y limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aún para esto hay plazo” (Daniel 11:33-35).
El Rey que se Exaltará a Sí Mismo
“Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá, y se engrandecerá sobre todo dios; y contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; porque lo determinado se cumplirá. Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. Mas honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio. Con un dios ajeno se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le reconozcan, y por precio repartirá la tierra” (Daniel 11:36-39)
Empezando con el versículo 36 nos trasladamos de la historia a la profecía, y nos encontramos a la mitad de la Semana Setenta de Daniel, al comienzo de la Gran Tribulación. Ahora estamos discutiendo sobre la persona de la que Antíoco Epífanes es el modelo más claro, el anticristo, llamado “el rey” aquí. Observen la similitud entre este pasaje y 2 Tesalonicenses 2:4, “El cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
El anticristo parecerá ser victorioso durante la mayor parte de su tiempo al mando, porque Dios ha determinado de que la Semana Setenta de Daniel se llevará a cabo. No le temerá a Dios el Padre del todo, tratando de reemplazarlo. Tampoco le temerá al Hijo. Era el sueño de toda mujer judía ser la madre del Mesías, así que la frase “ni al dios que adoran las mujeres” (NVI) se refiere a Jesús. Y así como Pablo escribió, este personaje se levantará contra todo lo que se llama Dios. Le dará honra a un dios ajeno, un dios de las fortalezas, con mucho oro y plata.
Puesto que él se levantará contra todo lo que se llama Dios, y aun proclamándose ser Dios, yo creo que este dios de las fortalezas será su poderío militar, comprado a gran precio y del tamaño suficiente para sobreponerse a cualquier obstinada oposición. Al mismo tiempo, él premiará a todos aquellos que le sean fieles, con gran riqueza, poder y tierras. Esta es la estrategia final de la zanahoria y el palo.
“Pero al cabo del tiempo el rey del sur contenderá con él; y el rey del norte se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por las tierras, e inundará, y pasará. Entrará a la tierra gloriosa, y muchas provincias caerán; mas éstas escaparán de su mano: Edom y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón. Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el país de Egipto. Y se apoderará de los tesoros de oro y plata, y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de Libia y de Etiopía le seguirán. Pero noticias del oriente y del norte lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos. Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (Daniel 11:40-45).
A pesar de que Antíoco Epífanes, quien fue el que lo moldeó, fue a su vez rey del norte, el anticristo no lo es. Sabemos esto porque los reyes del sur y del norte ambos se unen en contra suya aquí. Algunas personas dicen que tenemos que encontrar un nuevo rey del norte para este pasaje, por eso sugieren a Rusia, pero yo creo que este modelo se ha establecido tan firmemente en los versículos anteriores para justificar cambiarlo sin previo aviso. No, yo creo que el remanente de los tiempos del fin de los imperios de Seleuco y de Ptolomeo, intentarán rehacer sus dominios históricos sobre el Medio Oriente. Probablemente el rey del norte venga en la forma de musulmanes no árabes, contendiendo con el rey del sur en la forma de musulmanes árabes, para el control del mundo musulmán. El anticristo los derrotará y trasladará su centro de operaciones a Israel controlando desde allí el mundo, el cual parece excluir un área del desierto de Jordania llamado Petra (Bosra en Isaías 63), en donde el remanente fiel de Israel espera el retorno a la tierra del legítimo Rey (Apocalipsis 12:14).
Pero luego la coalición de los victoriosos de las guerras recientemente peleadas al este del Éufrates, sintiendo que el control del anticristo aún no es absoluto, empezarán su marcha hacia Armagedón con la intención de capturar para ellos el Medio Oriente y toda su riqueza. Ni aun el mismo diablo puede detener al hombre cuando actúa según su avaricia, y cuando el anticristo ve este enorme ejército que viene barriendo desde el este y el norte, se lanza en su contra lleno de furia.
Aquellos de ustedes que siguieron nuestro estudio del Apocalipsis podrán recordar que en Apocalipsis 9, vimos una gran guerra entre los poderes del Lejano Oriente para dominar la región. Luego en Apocalipsis 16 el Río Éufrates se seca para permitirle el paso a los victoriosos de esta guerra quienes, unidos, cruzan hacia el Medio Oriente, en un intento para conquistarlo. Este es el informe del este y del norte que está describiendo Daniel. Recordemos que el rey del norte acaba de ser derrotado, de tal manera que los informes sobre el movimiento de tropas en el norte debe de ser alguien más. Quizás esta sea la alianza China-Rusia que el mundo tanto ha temido.
Daniel 12
El Tiempo del Fin
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12:1-4).
De Mateo 24:21, en donde aparecen las mismas palabras, podemos confirmar que esta es la Gran Tribulación. Durante este tiempo el pueblo de Daniel, el remanente de Israel, será protegido en el desierto de Jordania, aguardando su liberación por el Mesías. Cuando Él retorna para salvarlos y establecer Su Reino, los fieles del pasado de Israel, serán resucitados para recibir la promesa que creyeron al morir, de que Dios un día enviaría un redentor para pagar por sus pecados, y que Él moraría entre ellos para siempre. Mil años más tarde, los incrédulos también se levantarán, pero para vergüenza y confusión perpetua, en el juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11-15).
“Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?
Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas” (Daniel 12:5-7).
La frase hebrea tiempo, tiempos y medio tiempo representan un año más dos años más medio año. La Gran Tribulación durará tres años y medio, que es el tiempo requerido para quebrantar al pueblo judío de su orgullo humano y suavizar sus corazones para recibir al Rey quien ha esperado tanto tiempo para que ellos le reciban. Según Zacarías 12:10, esto sucederá cerca del final de la Gran Tribulación.
“Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?
El respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin. Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán.
Y desde el tiempo que sea quitado el continuo sacrificio hasta la abominación desoladora, habrá mil doscientos noventa días. Bienaventurado el que espere, y llegue a mil trescientos treinta y cinco días.
Y tú irás hasta el fin, y reposarás, y te levantarás para recibir tu heredad al fin de los días” (Daniel 12:8-13).
A diferencia de Juan a quien se le dijo que no sellara las palabras que había escrito (Apocalipsis 22:10), Daniel supo que había recibido todo el detalle que Dios le había preparado en ese momento. La profecía era para los tiempos del fin. El ángel le dijo que ninguno de los impíos entendería, pero que algún día los entendidos podrían comprender todo esto.
Luego el ángel dio dos números que, en cuanto a mí se refieren, ni aun los entendidos pueden comprenderlos todavía hoy. Yo he leído docenas de interpretaciones sobre los 1290 días y los 1335 días, y ninguna me ha persuadido. Algunas de ellas arbitrariamente usan el año en el concepto de día, otras le suman los 1290 días a los 1335 días, y aun otras le insertan la intercalación hebrea del décimo tercer mes para explicar la diferencia entre la clara duración de 1260 días de la gran tribulación y el número 1290 que aparece aquí. Los más francos admiten que solamente satisfacen una pura especulación.
Personalmente yo creo que estos dos números son como los siete truenos de Apocalipsis 10 y el 666 de Apocalipsis 13. Dios aún no les ha revelado a las personas su verdadero significado, quizás porque si lo hace revelaría demasiado sobre los tiempos del fin y de esa manera el enemigo sería alertado prematuramente. Y observen que le fueron dados a Daniel después que se le dijo que los entendidos un día comprenderían esta profecía. A mí me parece que la promesa del ángel no incluyó los 1290 ni los 1335 días.
Pero yo puedo especular como los mejores de ellos, así que aquí voy. Si estoy equivocado y el significado de estos dos números ya no es uno de los secretos del Señor, entonces la explicación sería tan simple que la hemos descuidado. Por ejemplo, varias veces se nos ha dicho que hay 1260 días desde la abominación desoladora al final de la gran tribulación. Inmediatamente después de eso, todas aquellas personas que han sobrevivido verán el sol y la luna que se oscurecen y las estrellas que caen del cielo. Luego verán la señal del Hijo del Hombre, y finalmente al mismo Señor que aparecerá en el cielo (Mateo 24:29-30). Todo esto parece ser muy claro.
Pero entonces, en tres ocasiones en el lapso de 28 versículos Jesús dijo que aquellas personas que están en la tierra no podrán saber por adelantado el día y la hora de Su retorno (Mateo 24:36-37, 42-44, 50-51, 25:13).
Si el Señor aparece en el cielo en Rosh Hashanah, como yo creo que así será, y si Su primer acto oficial es el juicio, como Mateo 25:31 parece indicar, entonces quizás este juicio empiece en Yom Kippur, diez días después de Rosh Hashanah.
Ustedes pueden preguntarse ¿por qué yo creo que el Señor retornará en Rosh Hashanah cuando esa es una festividad judía y el primer día del año nuevo? Recuerden, el Señor dijo en repetidas ocasiones que nadie podría saber ni el día ni la hora de Su retorno. Aún el otro nombre de esta festividad (el Día que Nadie Sabe) no resuelve el asunto, porque los judíos estarían esperando ese día, y buscando la luna nueva que señala su llegada. En lo mejor de sus estimaciones, estarían dentro de un margen de un par de días. Entonces, yo uno las dos piezas de información y lo deciden por mí.
La primera es de Daniel 7:25. Allí dice que el anticristo intentará cambiar los tiempos y las leyes. A mí me parece que él abolirá toda referencia a los días santos y sus celebraciones así que excepto por el remanente oculto en Petra, el mundo no sabrá nada acerca de la cercanía el Rosh Hashanah cuando el momento de la Segunda Venida se acerca.
Y la segunda es de Mateo 24:29 que dice que inmediatamente después de la Gran Tribulación el sol se oscurecerá y la luna dejará de dar su resplandor. Esto significa que aún aquellos pocos judíos que están celebrando los días santos no podrán saber cuándo será el Rosh Hashanah porque la luna estará completamente oscura. Esto quiere decir que nadie en la Tierra sabrá ni el día ni la hora de Su retorno, aún si fuera en Rosh Hashanah.
Entonces el juicio podría comenzar 10 días después en Yom Kippur. Supongamos que se necesitan 20 días para juzgar a Israel (Mateo 19:28) y a los gentiles (Mateo 25:31-46) y para purificar el Templo que fue profanado, haciéndolo apto de nuevo para el servicio. (En este momento ustedes se dan cuenta de que yo estoy convencido de que el mismo Templo que se ha usado durante la Semana Setenta de Daniel, será utilizado durante el Milenio. Si no, entonces pueden leer mi estudio titulado “El Templo Venidero”.) Este escenario haría que los 1290 días desde la abominación desoladora a la re-dedicación del Templo que ha sido purificado, es consistente con el punto de vista que sostienen algunas personas que los 1290 días conciernen a la profanación del Templo y no al retorno del Señor.
Pero entonces llegan 45 días más, para un total de 1335 días. Yo sugiero que este tiempo es el necesario para establecer el Reino. Hay muchas cosas que deben ser hechas antes, como por ejemplo, la coronación del Príncipe de Israel, organizar el sacerdocio de la familia de Sadoc enseñándoles sus nuevas obligaciones, especialmente las referentes al nuevo ciclo de días festivos (Ezequiel 44-46), la colocación de la Nueva Jerusalén en su órbita alrededor de la tierra, reasignando la tierra a las tribus de Israel (Ezequiel 45 & 48) y la instalación de los gobiernos de las naciones. Si, y con un gran “y si”, las cosas se desarrollan como las he descrito aquí, entonces 1335 días después de la abominación desoladora, el Reino Milenial será oficialmente inaugurado.
Todas aquellas personas que han esperado y en realidad han llegado a ese día, serán verdaderamente bendecidas, porque serán testigos oculares del momento más asombroso de la historia humana, y en la conclusión de la misma, se habrán encontrado entre los victoriosos, situados serenamente para experimentar el cumplimiento de todos sus sueños. Será una celebración como nunca antes se ha visto en la tierra. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 01/12/13