Miércoles, 18 de septiembre de 2019
Un estudio bíblico por Jack Kelley
En este artículo el punto focal es la Ciudad Santa, y los cambios que el Señor le hará a Sion. Incluidos en ellos están una vasta riqueza, luz eterna y un nombre nuevo.
Isaías 60. La Gloria de Sion
Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; pero sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria (Isaías 60:1-2).
La palabra traducida ‘tinieblas’ en este pasaje es la misma de Génesis 1:2 antes que Dios dijera, “Sea la luz…” También se usaba para describir una oscuridad tan densa que podía palparse en las plagas de Egipto (Éxodo 10:21). Tiene implicaciones tanto espirituales como físicas. El Señor Jesús habló de ello en el Discurso del Monte de los Olivos. En realidad, Él estaba citando Isaías 13:10 al hablar sobre el momento inmediatamente después del final de la gran tribulación. Y como ustedes se dan cuenta, el lenguaje es casi idéntico.
“E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas”. (Esto es mucho más que solamente unas estrellas que caen. Las potencias espirituales de los cielos serán sacudidas cuando Él retorne.)
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (Mateo 24:29-30).
Isaías profetizó que la Segunda Venida producirá el nacimiento de la era más grande de Israel. El tiempo de separación causado por su rechazo al Mesías habrá terminado cuando ellos lo acepten. Él es la Luz que les trae vida. El mundo incrédulo se lamentará al darse cuenta, demasiado tarde ya, que ha estado equivocado del todo, y permanecerá en tinieblas para siempre. A pesar de que Isaías se dirigió a la Ciudad Santa en este capítulo, las bendiciones se acumularán para Israel como un todo.
Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento. Levanta tus ojos alrededor y mira, todos éstos se han juntado, vinieron a ti; tus hijos vendrán de lejos, y tus hijas serán llevadas en brazos. Entonces verás, y resplandecerás; se maravillará y ensanchará tu corazón, porque se haya vuelto a ti la multitud del mar, y las riquezas de las naciones hayan venido a ti (Isaías 60:3-5).
Como lo vimos en un artículo anterior, el mundo gentil le dará la honra a Israel. Y eso se expresará de una manera mucho más tangible que simplemente extendiéndole el brazo para ayudar a los que retornan. Como veremos, el punto central será la Ciudad Santa, que es ahora la Ciudad de Luz en todo respecto.
Multitud de camellos te cubrirá; dromedarios de Madián y de Efa; vendrán todos los de Sabá; traerán oro e incienso, y publicarán alabanzas de Jehová (Isaías 60:6).
Madián, Efa y Sabá, eran nietos de Abraham y Cetura, la esposa que él tomó después de la muerte de Sara (Génesis 25:1-4). Todos estos nombres están asociados con la Península Arábiga. De la misma manera como lo hicieron los hombres sabios del pasado, ellos le traerán valiosos regalos cuando lleguen a alabar al Señor. El oro es un regalo para un Rey y el incienso evoca las imágenes del sacerdocio. Observemos que aquí no se menciona la mirra. La mirra era una substancia para embalsamar y su ausencia indica que Dios nunca más tendrá que morir por la humanidad. Su sacrificio fue único y por una sola vez (Hebreos 10:12).
Todo el ganado de Cedar será juntado para ti; carneros de Nebaiot te serán servidos; serán ofrecidos con agrado sobre mi altar, y glorificaré la casa de mi gloria (Isaías 60:7).
Cedar era el segundo hijo de Ismael, y Nabaiot era el primogénito de Ismael. Quizás Cedar se menciona de primero debido a la gran prominencia que él tendría en la descendencia patriarcal de Mahoma. Además del sacrificio de animales para las ofrendas del templo, algunas personas ven a los antiguos seguidores de Mahoma simbolizados aquí, dándole la honra al Dios de Israel y sirviéndole.
¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, y como palomas a sus ventanas? Ciertamente a mí esperarán los de la costa, y las naves de Tarsis desde el principio, para traer tus hijos de lejos, su plata y su oro con ellos, al nombre de Jehová tu Dios, y al Santo de Israel, que te ha glorificado (Isaías 60:8-9).
De todas partes del mundo las riquezas de las naciones colmarán la Ciudad Santa en honor al Dios de Israel. Las personas que antes no se habían dado cuenta, realizarán su herencia judía. El pueblo de Dios, que una vez se creyó que estaba al borde de la extinción, formará una aparente procesión sin fin hacia su patria ancestral en Su Ciudad Santa, como bandadas de aves migratorias que regresan a sus hogares.
Y extranjeros edificarán tus muros, y sus reyes te servirán; porque en mi ira te castigué, pero en mi buena voluntad tendré de ti misericordia. Tus puertas estarán de continuo abiertas; no se cerrarán de día ni de noche, para que a ti sean traídas las riquezas de las naciones, y conducidos a ti sus reyes. Porque la nación o el reino que no te sirviere perecerá, y del todo será asolado.
La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, pinos y bojes juntamente, para decorar el lugar de mi santuario; y yo honraré el lugar de mis pies. Y vendrán a ti humillados los hijos de los que te afligieron, y a las pisadas de tus pies se encorvarán todos los que se burlaban de ti, y te llamarán Ciudad de Jehová, Sion del Santo de Israel (Isaías 60:10-14).
Al llegar al Templo Milenial al comienzo de la Era del Reino, Dios dirá, “Este es el lugar de mi trono, el lugar donde posaré las plantas de mis pies, en el cual habitaré entre los hijos de Israel para siempre” (Ezequiel 43:7). Israel volverá a ser, una vez más, preeminente entre las naciones y la Ciudad Santa no solamente será su capital, sino que será el lugar eterno del Dios del Universo. Las naciones del mundo ofrecerán sus servicios y traerán su riqueza. Aquellos que han sido enemigos de sangre de Israel durante cientos de generaciones, vendrán y se postrarán al entrar en la Ciudad Santa.
En vez de estar abandonada y aborrecida, tanto que nadie pasaba por ti, haré que seas una gloria eterna, el gozo de todos los siglos. Y mamarás la leche de las naciones, el pecho de los reyes mamarás; y conocerás que yo Jehová soy el Salvador tuyo y Redentor tuyo, el Fuerte de Jacob.
En vez de bronce traeré oro, y por hierro plata, y por madera bronce, y en lugar de piedras hierro; y pondré paz por tu tributo, y justicia por tus opresores. Nunca más se oirá en tu tierra violencia, destrucción ni quebrantamiento en tu territorio, sino que a tus muros llamarás Salvación, y a tus puertas Alabanza (Isaías 60:15-18).
La Ciudad Santa será una fuente de orgullo y de gozo para todas las generaciones de los pueblos de la Tierra. La riqueza y el favor estarán acompañados de la paz y de la justicia, y la violencia, la ruina y la destrucción estarán consignadas para siempre al pasado. Una vez más, la palabra hebrea traducida ‘Salvación’ será Yeshúa, pero en este caso la palabra para alabanza realmente significa un himno y un cántico de adoración. Para mí es absolutamente fascinante que los muros y las puertas de la Santa Ciudad estén moldeados en la iglesia evangélica contemporánea. El énfasis es en Jesús, expresado en cántico tras cántico de alabanza y adoración.
El sol nunca más te servirá de luz para el día, ni el resplandor de la luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz perpetua, y el Dios tuyo por tu gloria. No se pondrá jamás tu sol, ni menguará tu luna; porque Jehová te será por luz perpetua, y los días de tu luto serán acabados (Isaías 60:19-20).
Las promesas que vemos aquí son similares a las promesas dadas a la Iglesia. Ninguna de las dos necesitará la luz del sol o de la luna. Como el Cordero es la lámpara en la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:23), el Padre es la luz eterna de Israel. Y la Gloria de Dios ilumina a ambas.
Y tu pueblo, todos ellos serán justos, para siempre heredarán la tierra; renuevos de mi plantío, obra de mis manos, para glorificarme. El pequeño vendrá a ser mil, el menor, un pueblo fuerte. Yo Jehová, a su tiempo haré que esto sea cumplido pronto (Isaías 60:21-22).
La porción completa de la Tierra Prometida será la patria de Israel para siempre, y se esparcirán desde allí para fundar otras naciones. Esa es una promesa del Señor.
Ustedes habrán podido darse cuenta que a pesar de que todo este capítulo fue dirigido a la Santa Ciudad, no se menciona en ningún momento el nombre de Jerusalén. Dos capítulos después, Isaías lo explica.
Isaías 62. El Nuevo Nombre de Sion
Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se encienda como una antorcha.
Entonces verán las gentes tu justicia, y todos los reyes tu gloria; y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová nombrará. Y serás corona de gloria en la mano de Jehová, y diadema de reino en la mano del Dios tuyo.
Nunca más te llamarán Desamparada, ni tu tierra se dirá más Desolada; sino que serás llamada Hefzi-bá, y tu tierra, Beula; porque el amor de Jehová estará en ti, y tu tierra será desposada. Pues como el joven se desposa con la virgen, se desposarán contigo tus hijos; y como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo (Isaías 62:1-5).
Hefzi-bá significa “mi deleite está en ella” y Beula significa “desposada”. Pero estos no son los nombres oficiales de la Santa Ciudad tampoco. Para eso es necesario que consultemos una vez más a Ezequiel.
“Y el nombre de la ciudad desde aquel día será Jehová-sama” (Ezequiel 48:35). En hebreo es: “Jehová allí”, y eso significa que de todo el universo, Dios habrá escogido vivir entre Su pueblo en la tierra que Él le prometió, y en la ciudad que ellos habrán construido para Él.
De Vuelta al Presente
En los días venideros podremos darnos cuenta de los tremendos esfuerzos que se ejercerán para dividir la Tierra Prometida. Todo indica que los EE.UU. y Europa ejercerán una presión casi insoportable sobre el nuevo gobierno de Israel para que se alinee con ellos. Las lealtades están rápidamente cambiando de lugar. Pareciera que muy pronto los EE.UU. van a invitar al mundo musulmán para que le ayuden a forjar una reconciliación global EE.UU.-musulmana la cual dejará a Israel desamparado. Un estado palestino será la recompensa por la paz en la región de Afganistán y Pakistán, y a Irán le será permitido producir los componentes que le faltan para tener un arma nuclear bajo la promesa de que se detenga antes de llegar a ensamblar una. E Israel no tendrá la oportunidad de decir nada en estos asuntos.
Yo primeramente escuché la frase “la profecía acelerándose” de Hal Lindsey hace unos años. Él estaba hablando sobre lo que le ocurriría a los EE.UU. si en algún momento abandonaran a Israel. Los comentaristas están usando esa frase más y más en referencia a los días venideros frente a nosotros. Todos hemos escuchado la orden del Señor del Salmo 122:6, “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman”. Es más importante hacer esto ahora que lo que lo era antes.
Finalizamos este artículo con la versión de Isaías sobre la orden del Señor.
Sobre tus muros, oh Jerusalén, he puesto guardas; todo el día y toda la noche no callarán jamás. Los que se acuerdan de Jehová, no descansen, ni le den tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra (Isaías 62:6-7).
En la forma más literal de esta orden, se nos dice que no estemos en silencio sobre esto en nuestras oraciones, sino que sea un clamor permanente, y que no dejemos tranquilo al Señor hasta que esto se lleve a cabo. Es fácil desilusionarnos cuando vemos cómo van las cosas en el mundo hoy día. Nuestra defensa en contra de eso es la oración. Una oración constante, urgente y fervorosa. 28/03/2009.