Lunes 9 de septiembre de 2019
En este artículo vamos a obtener más detalles sobre las bendiciones que Israel va a recibir en la Era del Reino, y también veremos la respuesta del Señor a aquellas personas que afirman que Sus promesas a Israel fueron canceladas por haber rechazado al Mesías.
Isaías 40:1-14. El Consuelo Para el Pueblo de Dios
Consuélate, consuélate, pueblo mío, dice tu Dios. Hablen al corazón de Jerusalén; díganle a voces que su tiempo es ya cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano de Jehová por todos sus pecados (Isaías 40:1-2).
Después de la Segunda Venida, la actitud del mundo sobreviviente hacia Israel cambiará cuando el Señor les ordene hablar palabras de paz y consuelo a Su pueblo. En Isaías 61:7 veremos que en lugar de su vergüenza, el pueblo de Dios va a recibir una doble porción de gozo en su herencia.
Voz que clama en el desierto: Preparen camino a Jehová; enderecen calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y colina; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda persona juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado (Isaías 40:3-5).
Juan el Bautista citó la primera parte de este pasaje cuando los funcionarios judíos le preguntaron quién era él (Juan 1:23). Su cumplimiento total vendrá cuando el Señor retorne. En los tiempos bíblicos, cuando un rey estaba por hacer un viaje, se enviaban unas cuadrillas de construcción por adelantado para nivelar y alisar el camino. Los agujeros se rellenaban, los montes se nivelaban y todas las irregularidades de removían del camino, para que el rey no estuviera incómodo o sufriera ningún retraso en su viaje. Cuando el Señor retorne esto se logrará de manera sobrenatural a plena vista de toda la gente, cuando la creación responda en gozo por la llegada del Rey Mesiánico.
Voz que decía: Da voces.
Y yo respondí: ¿Qué tengo que decir a voces?
Que toda persona es hierba, y toda su gloria como flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita, porque el viento de Jehová sopló en ella; ciertamente como hierba es el pueblo. Séquese la hierba, marchítese la flor; pero la palabra del Dios nuestro permanece para siempre (Isaías 40:6-8).
Durante los últimos 2000 años muchas personas han dudado que eso suceda. Teólogos estudiados se han puesto de pie en los salones de clases de nuestro seminarios y el los púlpitos, negándolo hasta este mismo día. Pedro nos advirtió que eso sucedería así.
“Sabiendo primero esto, que en los últimos días vendrán burladores, andando según sus propias malos deseos, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su venida? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación” (2 Pedro 3:3-4)
Hay algunas personas que han enseñado que todas las profecías relacionadas con el Señor e Israel se cumplieron antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C., y que debemos mirar esos pasajes proféticos de la Biblia como históricos.
Otras personas han dicho que no habrá ningún retorno literal del Señor por nadie, y que las profecías que mencionan eso deben ser vistas como que son alegóricas, no un hecho, y que se cumplieron cuando nosotros invitamos al Señor a entrar en nuestros corazones.
Y aun otras personas han dicho que aunque el Señor sí vuelva, no será por Israel. Estas personas dicen que por haber rechazado al Mesías, Israel ha quedado descalificado para recibir las promesas de Dios, dejando a la Iglesia como el único beneficiario de esas promesas. Esta doctrina, conocida como la teología del reemplazo, es la médula de la creencia protestante liberal de hoy en día.
Pero estos puntos de vista humanos no tienen mayor valor que la hierba y las flores que se secan y se las lleva en viento. El Señor ha emitido promesas claras para Su pueblo y Su palabra permanece para siempre.
Súbete sobre un monte alto, anunciadora de Sion; levanta fuertemente tu voz, anunciadora de Jerusalén; levántala, no temas; di a las ciudades de Judá:
¡Vean aquí a su Dios!
Jehová el Señor vendrá con poder, y su brazo dominará; su recompensa viene con él, y su paga delante de su rostro. Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas (Isaías 40:9-11).
Aquellas personas que se les dice que consuelen a Su pueblo, ahora se les dice de ir ante el Señor para presentárselo a ellas. Jesús citó este versículo en Apocalipsis 22:12. “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. ¿Y cuál es Su galardón? Será Su pueblo y Él será Su Dios. Este es el cumplimiento final de la cuarta copa de la Pascua. “Y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios” (Éxodo 6:7). Así como un pastor cuida su rebaño, Él cuidará de que a Su pueblo no le falte nada.
Y En Cuanto Al Resto De Ustedes… Isaías 40:12-14, Isaías 41:8-16
¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas las colinas? ¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia? (Isaías 40:12-14).
Los intelectuales engreídos que se han burlado de las profecías y han sostenido que dicen otra cosa, van a tener dificultades en responder esas preguntas. Este pasaje me recuerda de la confrontación del Señor con Job (Job 40—41), e igual que Job, ellos se quedarán mudos. Es como si el Señor estuviera diciendo, “¿Quiénes son ustedes para que le digan a Mi pueblo lo que Yo quiero decir? ¿Han hecho ustedes las cosas que Yo he hecho? ¿Alguna vez han entendido Mi Espíritu? ¿Alguna vez busqué el consejo de ustedes o les pedí su opinión? De ese día el Señor ha dicho, “Porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos” (Isaías 29:14).
Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo. Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia (Isaías 41:8-10).
A pesar de las personas que alegorizan las profecías y dicen que Israel no tiene ningún propósito en el mundo hoy día, el Señor los reunirá de los confines de la tierra, y de las tierras más lejanas para traerlos a su patria, igual a como lo hace un pastor que junta a su rebaño que se ha dispersado y lo vuelve a reunir.
Todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo. No temas, gusano de Jacob, oh ustedes los pocos de Israel; yo soy tu socorro, dice Jehová [el SEÑOR]; el Santo de Israel es tu Redentor (Isaías 41:11-14).
Los enemigos de Israel se volverán en nada, y no podrán ser encontrados. Como Su pastor, el Señor va a proteger y a defender a Su pueblo. La última frase de este pasaje revela un secreto interesante. Nosotros sabemos que cuando vemos el Nombre del SEÑOR en mayúscula (en algunas versiones de la Biblia), eso significa que el texto hebreo contiene las cuatro iniciales del nombre de Dios, JHVH (YHVH) [Jehová, Yahvé]. Eso quiere decir que el Nombre de Dios el Padre pertenece allí.
Pero la palabra hebrea para redentor solamente se usa para el pariente redentor, el Hijo. Y a pesar de que tanto el Padre como el Hijo se muestran aquí, Dios hizo que Isaías escribiera “yo te ayudo”. Esta es una de las muchas sugerencias en las Escrituras de que Jesús fue literalmente exacto cuando dijo, “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Y no solamente uno en propósito, o de una sola familia, sino literalmente uno. Es como Él le dijo a Felipe, “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9).
Yo te he puesto por trillo, trillo nuevo, lleno de dientes; trillarás montes y los molerás, y collados reducirás a tamo. Los aventarás, y los llevará el viento, y los esparcirá el torbellino; pero tú te regocijarás en Jehová, te gloriarás en el Santo de Israel (Isaías 41:15-16).
Aun más ahora el “pequeño” Israel será una potencia que será reconocida al final de la era. Los montes y los collados representan aquí a gobiernos, y antes que todo termine, el gobierno del Señor será el único que quedará. Todos los demás habrán sido esparcidos como la paja en el viento.
Daniel describió en términos similares la suerte de los gobiernos del mundo cuando sean confrontados por el Reino de Dios. Primero la visión que Nabucodonosor tuvo en un sueño. La estatua representa a los cuatro gobiernos gentiles que han gobernado el mundo desde los tiempos de Daniel hasta la fecha.
“Estabas mirando, hasta que una piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como la paja de las eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ella quedara rastro alguno. Pero la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra” (Daniel 2:34-35).
Y ahora la interpretación de Daniel:
“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro.” (Daniel 2:44-45).
La historia nos dice que el hierro representa a Roma, el bronce a Grecia, la plata a Persia, y el oro a Babilonia. La profecía muestra que la Roca que va a molerlos a todos es el Reino de Dios.
“Sucederá también en aquel día, que saldrán de Jerusalén aguas vivas, la mitad de ellas hacia el mar oriental, y la otra mitad hacia el mar occidental, en verano y en invierno. Y Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre” (Zacarías 14:8-9).
Al final del día de Su retorno, el Señor será Rey sobre toda la Tierra y el trono de Su Reino, Israel.
No habrá más maldición. Isaías 41:17-20
Los afligidos y menesterosos buscan las aguas, y no las hay; seca está de sed su lengua; yo Jehová los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé. En las alturas abriré ríos, y fuentes en medio de los valles; abriré en el desierto estanques de aguas, y manantiales de aguas en la tierra seca. Daré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses, pinos y bojes juntamente, para que vean y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó (Isaías 41:17-20).
“En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída” (Isaías 55:13).
Estas dos referencias confirman la promesa anterior del Señor de que en Su retorno la maldición que ha plagado la Tierra desde los días de Adán y Eva, será quitada. Israel será el jardín del paraíso con fuentes de agua que brotan de los montes y valles fértiles. Cualquier persona que mire esto entenderá que el Santo de Israel lo ha creado. Así como el arco iris fue una señal de que nunca más el mundo será inundado por un diluvio (Génesis 9:12-17), Israel será la señal de que la maldición se irá para siempre.
“Vienen días, dice Jehová, en que el que ara alcanzará al segador, y el pisador de las uvas al que lleve la simiente; y los montes destilarán mosto, y todos los collados se derretirán. Y traeré del cautiverio a mi pueblo Israel, y edificarán ellos las ciudades asoladas, y las habitarán; plantarán viñas, y beberán el vino de ellas, y harán huertos, y comerán el fruto de ellos. Pues los plantaré sobre su tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho Jehová Dios tuyo” (Amós 9:13-15).
“Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado” (Miqueas 4:4).
Lo que hemos aprendido hasta ahora es que al comienzo del Milenio todos los enemigos de Israel habrán sido derrotados. El Mesías será el Rey de toda la Tierra. Cada ciudadano de Israel será un judío mesiánico. Ya no habrá más maldición, y el planeta será restaurado al paraíso que era cuando Adán llegó y tomó dominio sobre él. Satanás será atado y sus hordas demoníacas derrotadas. Suena muy bonito, pero aun tenemos mucho más por delante. Manténganse en sintonía. 07-03-2009.