Los tiempos del fin según Jesús… Parte 4 (¿Por qué Jesús no mencionó el Rapto?)

Miércoles 23 de junio de 2021

Esta es la parte 4 de 4 en la serie Los Tiempos del Fin Según Jesús

Un estudio bíblico por Jack Kelley

En el año 51 d.C., casi 20 años después de la resurrección, el apóstol Pablo se convirtió en la primera persona que revelara el secreto increíble que se llegaría a conocer como el Rapto de la Iglesia. Pablo lo hizo en una de sus primeras comunicaciones escritas, su Primera Carta a los Tesalonicenses (1 Tesalonicenses 4:16-17), para luego repetirla cuatro años después en una carta a los corintios (1 Corintios 15:51).

De la carta a los Tesalonicenses sabemos que, en el Rapto, los muertos en Cristo resucitarán primero para ser de inmediato seguidos por los creyentes que han quedado y están vivos en ese momento. En relación con los creyentes que entonces vivan, la carta de Pablo a los corintios explica que en un abrir y cerrar de ojos, seremos transformados de mortales a inmortales, esquivando del todo la muerte. De cualquier manera, en menos de un instante, todos llegaremos al Cielo.

Como un paréntesis, todas aquellas personas que declaran que la palabra “rapto” no se encuentra en la Biblia, como tampoco en los escritos de Pablo citados anteriormente (como en ningún otro lugar de las Escrituras), están en lo correcto. La palabra original que Pablo utilizó para describir el Rapto en 1 Tesalonicenses 4:17, es jarpázo (apoderarse, arrebatar), que aparece como “arrebatados” en la versión Reina Valera Contemporánea.

Debido al creciente dominio del imperio romano en los tiempos bíblicos, el idioma latín empezó a reemplazar rápidamente al griego como el idioma común del mundo, así que cerca del año 400 d C., la Biblia fue traducida del hebreo y del griego, al latín (la Vulgata). La palabra jarpázo se convirtió en raptus, que es la raíz latina de la palabra en castellano rapto. Quiere decir “transportar a una persona de un lado a otro, especialmente al cielo”. Así que es la versión en latín la que nos dio esta palabra rapto. Las traducciones en castellano se toman directamente de los textos griegos y es por eso que la palabra “rapto” no aparece en ellos.

¿Por qué el atraso?

Pero ¿por qué el Señor no anunció todo el asunto de la salvación para los gentiles, incluyendo el Rapto de la Iglesia, durante Su tiempo en la tierra? Por dos razones. Primero, Israel tenía que recibir una oferta bona fide del Reino. El compromiso del Señor para con ellos estaba claro. La primera vez que Jesús envió Sus discípulos para ministrarle a los judíos, les dijo, “No vayan por camino de gentiles (paganos), ni entren en ciudad de samaritanos” (Mateo 10:5). Más tarde, cuando los discípulos le pidieron que le respondiera a una mujer gentil cuya hija estaba enferma, al principio Él se negó y les dijo, “Yo no fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mateo 15:23-24). Antes de que El pudiera extender Su ministerio a los gentiles, tenía que cumplir Su promesa con Israel.

De la misma manera que el Señor ofreció la reconciliación a los amorreos en tiempos de Abraham, a sabiendas de que ellos lo rechazarían (Génesis 15:16), el Señor extendió Su oferta del Reino a Israel. Y por supuesto, Israel la rechazó al atribuirle el poder detrás de Sus milagros, a Satanás (Mateo 12:22-37) y eventualmente acusándolo de blasfemia (Mateo 26:65). Este rechazo les fue confirmado por medio de la parábola de los labradores malvados (Mateo 21:33-44). Sin embargo, el orden predeterminado de primero los judíos y luego los gentiles (Romanos 1:16) debía ser observado. (Las Escrituras proféticas nos dicen que Israel tendrá otra oportunidad, y entonces sí aceptarán a Jesús.)

Segundo, sabiendo desde antes que comenzara la historia, que los judíos lo rechazarían la primera vez, el Señor siempre tuvo en mente extender Su oferta de salvación a los gentiles, y eso significa que algo realmente dramático tenía que suceder. Los gentiles eran aún peores pecadores que los judíos, quienes por lo menos hicieron intentos periódicos para obedecer. Pero durante 4.000 años el Señor demostró, a través de su pueblo, que ningún nivel de excelencia en el comportamiento humano puede llegar a satisfacer Sus requisitos de salvación. Y aun por medio del sistema religioso más complejo jamás desarrollado, el templo de adoración más costoso jamás construido, las personas con más conciencia jamás creadas, y el sacrificio de sangre más agresivo jamás hecho, el resultado final al terminar la dispensación de la ley, es cero almas salvadas a través de las obras religiosas (Romanos 3:20).

Por lo menos alguien está escuchando

Y bien, Jesús no los convenció pero sí convenció a Satanás quien creía que al final de cuentas, toda la humanidad terminaría con él en la página perdida del libro mayor de contabilidad, judíos y gentiles por igual. Ciertamente, el Señor habría tenido que rescindir su juicio en contra de Satanás (Isaías 14:16-21). Después de todo, ¿era él peor que la humanidad pecadora? ¿No se habían rebelado los humanos tratado de establecer sus propios reinos y aun intentado convertirse en su propio Dios? El Dios que es Amor no podía mantenerse al margen y dejar que todas Sus criaturas preciosas se fueran al infierno solo por castigar a Satanás, ¿verdad? Y si el Señor cambiaba las reglas para ellos, también debía hacerlo con Satanás.

¡Sorpresa, sorpresa!

Pero nadie sabía lo que el Señor había ideado para resolver este problema. Sabiendo desde el principio que ningún ser humano puede ser salvo por sus propias obras, el Señor había determinado, por adelantado, que Él nos salvaría por nuestra fe. Eso quiere decir que alguien que sí califica para hacerlo, debía pasar al frente y pagar la pena de nuestros pecados por nosotros. Entonces, Dios podía prometernos que si aceptábamos esta sustitución en fe, seríamos salvos.

Por supuesto, el único calificado para poder hacer eso era el mismo Dios. Así que Él lo hizo. “Al que no cometió ningún pecado, por nosotros Dios lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios” (2 Corintios 5:21). Y como una bendición especial por “creer aunque no hayamos visto” (Juan 20:29), el Señor aun fue más allá haciendo de Su Iglesia una clasificación separada de la humanidad (Efesios 2:15), dándonos un lugar preeminente en Su Reino y prometiendo llevarnos de este mundo para estar con Él por medio de una partida secreta y súbita a la que llamamos el Rapto. Y a pesar de que podemos mirar hacia atrás y ver insinuaciones de Su plan en todo el Antiguo Testamento, (por ejemplo, Isaías 49:6) ni Satanás, ni los líderes de Israel, ni aun los discípulos más cercanos del Señor, se dieron cuenta de que Su muerte en la cruz estuvo dirigida para lograr todo eso.

Sabiduría que ninguno de los gobernantes de este mundo conoció, escribió Pablo, porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de la gloria” (1 Corintios 2:8). En la frase “los gobernantes de este siglo” está implícita la mención de Satanás, al que Pablo llamó “el dios de este siglo” en 2 Corintios 4:4. Si Satanás se hubiera dado cuenta de que sus esfuerzos para derrotar al Señor, matándolo en la cruz, resultaban en su propia derrota, hubiera hecho todo lo posible para evitarlo.

Tengo un secreto

Es por estas razones que el Rapto de una Iglesia principalmente gentil, tenía que ser mantenido en secreto. Era parte de la sabiduría secreta de Dios, como Pablo dijo, “Más bien hablamos de la sabiduría oculta y misteriosa de Dios, que desde hace mucho tiempo Dios había predestinado para nuestra gloria” (1 Corintios 2:7). Pablo no estaba autorizado a revelar esto sino hasta casi 20 años después de la resurrección del Señor, cuando ya era muy tarde para que alguien hiciera algo al respecto, pues eso es lo que quiso decir cuando les escribió a los colosenses, “Desarmó además a los poderes y las potestades, (al haber pagado el precio por nuestros pecados) y los exhibió públicamente al triunfar sobre ellos en la cruz” (Colosenses 2: 15).

(Es fácil olvidar que hasta llegar a la visión que Pedro tuvo, así como la siguiente visión en casa de Cornelio, como se detalla en Hechos 10, muchos creyentes habían salido de entre los judíos. La aceptación de los gentiles en la Iglesia no se convirtió en una política oficial sino hasta el Concilio de Jerusalén, 13 años después de eso, en Hechos 15.)

Lo que habría sido la gran victoria de Satanás resultó en su derrota total. Ahora los únicos que están en el mismo lado de la hoja de Libro Mayor serán aquellas personas que escojan estar allí al rechazar la oferta de Dios del perdón. La elección que hagan le quita a Dios toda responsabilidad. Él aún se entristecerá por ellos, pero no puede pasarle por encima al derecho soberano que cada persona tiene de su propio destino. Y puesto que ya han escogido unirse a Satanás, él no puede utilizarlos como palanca a su favor.

Terminando…

La enormidad del Regalo de Dios de la Gracia disponible a judíos y gentiles y sellado con la presencia interior del Espíritu Santo en cada creyente, es algo tan increíble que ni Pablo ni ninguno de los demás apóstoles, pudieron describirlo adecuadamente. Lo mejor que Pablo pudo decir fue citar un pasaje de Isaías, “Las cosas que ningún ojo vio, ni ningún oído escuchó, ni han penetrado en el corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman” (1 Corintios 2:9). Amén a eso.

Y así, un día, pronto, sin ningún previo aviso y en un momento cuando el mundo menos lo espera a Él, “el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que aún vivamos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para recibir en el aire al Señor, y así estaremos con el Señor siempre” (1 Tesalonicenses 4:16-17). No hay ninguna condición previa, nada debe de suceder primero, excepto que si usted quiere estar incluido e incluida en el Rapto, debe de entregarle su corazón a Jesús que regresa antes que suene la trompeta. Mejor hágalo ahora mismo, porque, si oye con cuidado, ya casi se escuchan los pasos del Mesías.