Lunes 25 de abril de 2022
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Zacarías asumió su papel de profeta en el año 520 a.C., unos años después del retorno de lsrael del cautiverio de 70 años en Babilonia. La primera parte de su libro describe ocho visiones que tuvo durante una sola noche, el 15 de febrero del año 519 a.C. Luego hay un pequeño interludio en el que relata las respuestas del Señor a las preguntas que los judíos tenían sobre su situación en ese momento. Los capítulos 1 al 14 fueron escritos cerca de 40 años después. Los capítulos 1 al 11 tratan sobretodo con las profecías que llevan a la primera venida del Señor, incluyendo la misma primera venida, y los capítulos 12 al 14 se enfocan sobre el final de la era. Estos últimos tres capítulos son el objeto de nuestro interés porque describen los Tiempos del Fin, Según Zacarías.
CAPÍTULO 12: Los Enemigos de Jerusalén Serán Destruidos. Un Oráculo.
“Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella. En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera. Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios” (Zacarías 12:15).
Para que no exista ninguna duda sobre quién es el que habla, el Escritor se identifica como El que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él. El que todos estos verbos estén en el tiempo presente nos indica que esto es un proceso continuo. En cuanto al momento en que esto sucede, sabemos que es al final de la era, porque las naciones de la tierra se alinean en contra de Jerusalén. La Batalla de Armagedón está cerca y, como todos se darán cuenta, el Señor ha venido para pelear por Jerusalén.
“En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén. Y librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá. En aquel día Jehová defenderá al morador de Jerusalén; el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos. Y en aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vinieren contra Jerusalén” (Zacarías 12:6-9).
Jerusalén no caerá completamente y las áreas circunvecinas de Judá serán también salvadas, pero para cuando todo esto haya terminado, Jerusalén será rescatada y las naciones atacantes habrán sido destruidas.
Lamento por Aquel a quien traspasaron
“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido. Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí; todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí” (Zacarías 12:10-14).
Pero antes que comience la batalla final, el Señor enviará Su Espíritu de Gracia y los ojos de los que están espiritualmente ciegos serán abiertos, y así podrán contemplar a su Mesías, Jesús, a Quien crucificaron. Todos lamentarán amargamente, como si fuera por el primogénito, desde la descendencia real de David, al resto de Judá, representado por el hermano de Salomón, Natán, a los sacerdotes de Leví y a otras familias de levitas bajo Simei, y todas las tribus y clanes de Israel. Este será el despertar nacional a la relación del Nuevo Pacto predicha en Jeremías 31:31, y tanto las autoridades religiosas como las civiles serán quienes dirijan a la nación.
A propósito, hay dos letras en texto hebreo que no se tradujeron después de la frase “y mirarán a mí” en Zacarías 12:10. Estas dos letras son alef y tau, la primera y última letras del alfabeto hebreo. Los equivalentes mejor conocidos son el alfa y la omega, que son la primera y última letras del alfabeto griego, utilizadas para describir al Padre en Ap. 1:8 y 21:6 y al Hijo en Ap. 21:13. Las mismas dos palabras no traducidas aparecen en el texto hebreo de Génesis 1:1 después de la frase “En el principio creó Dios…” ¿Serán estas unas pistas que Dios colocó allí para identificar a Jesús como el Mesías y para confirmar Su papel como nuestro Creador así como nuestro Redentor? ¿El uso de la fresa “alfa y omega” al principio y al final del Apocalipsis, y que son atribuidas primero al Padre y luego al Hijo, significan que son Uno como Jesús afirmó en Juan 10:30? Pareciera que este es el caso.
CAPÍTULO 13. La Purificación del Pecado
“En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia. Y en aquel día, dice Jehová de los ejércitos, quitaré de la tierra los nombres de las imágenes, y nunca más serán recordados; y también haré cortar de la tierra a los profetas y al espíritu de inmundicia. Y sucederá que cuando alguno profetizare aún, le dirán su padre y su madre que lo engendraron: No vivirás, porque has hablado mentira en el nombre de Jehová; y su padre y su madre que lo engendraron le traspasarán cuando profetizare. Y sucederá en aquel tiempo, que todos los profetas se avergonzarán de su visión cuando profetizaren; ni nunca más vestirán el manto velloso para mentir. Y dirá: No soy profeta; labrador soy de la tierra, pues he estado en el campo desde mi juventud. Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zacarías 13:1-6)
Cuando finalmente vean y acepten a Jesús como su Mesías, la sangre que El derramó en la cruz los limpiará y purificará, y la vida que Él ofreció los rescatará, igual que como lo hizo con nosotros. El Ángel Gabriel le dijo a Daniel que seis cosas debían de cumplirse durante los últimos años de los 490 para Israel, y una de ellas, el sellar la visión y la profecía, se realiza aquí (Daniel 9:24). Ya Dios no utilizará más a los profetas para comunicarse con el hombre, puesto que pronto Él estará morando entre ellos de nuevo, y así les dará Su Palabra personalmente. Cualquier persona que afirme ser un profeta será ejecutado por sus propios amigos y familiares, si es necesario, para evitar ofender al Señor.
El Pastor de Jehová es herido y las ovejas son dispersadas
“Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver mi mano contra los pequeñitos. Y sucederá en toda la tierra, dice Jehová, que las dos terceras partes serán cortadas en ella, y se perderán; pero la tercera quedará en ella. Y meteré en el fuego a la tercera parte, y los fundiré como se funde la plata, y los probaré como se prueba el oro. El invocará mi nombre, y yo le oiré, y diré: Pueblo mío; y él dirá: Jehová es mi Dios” (Zacarías 13:7-9).
Aquí tenemos un resumen que une la primera y la segunda venidas del Señor. El Señor citó este pasaje la noche en que fue traicionado (Mateo 26:31). Hoy día muchos cristianos bien intencionados pero completamente ineptos en las Escrituras, corren por todo Israel diciéndoles a las personas que mejor se acerquen a Jesús porque la tercera parte de ellos va a morir en la tribulación venidera. Que sepamos, ninguna conversión ha resultado de este mal uso de las Escrituras. Aun una lectura casual de estos versículos muestra que dos terceras partes caen primero y la tercera parte que queda el Señor la refina al fuego, lo cual es un eufemismo de la gran tribulación.
En la mayoría de los registros históricos, en el mundo había nueve millones de judíos antes de la Segunda Guerra Mundial. Seis millones de ellos—dos tercios—murieron en los programas de exterminio de Hitler. Muchos de los que permanecieron vivos al final de la guerra, llegaron a la recién renacida Nación de Israel y se convirtieron en sus primeros residentes. Después de la batalla de Ezequiel 38 & 39, el Señor reunirá al resto de ellos, sin dejar ninguno atrás. Esta es la tercera parte del remanente que pasará por la gran tribulación y sobre la cual Dios derramará Su Espíritu (Ezequiel 39:28-29). Es este remanente, esta tercera parte del remanente de Israel, los que invocarán Su Nombre y serán salvos.
“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y los hijos de ustedes y sus hijas profetizarán; sus ancianos soñarán sueños, y sus jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días.
Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de Jehová.
Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el remanente al cual él habrá llamado” (Joel 2:28-32).
Más la próxima semana.