Luchando con Dios

Domingo, 7 de febrero de 2016

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Cómo un simple combate de lucha libre cambió la historia de la nación de Israel.

Y se levantó (Jacob) aquella noche, y tomó sus dos esposas, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jaboc. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo: Déjame, porque raya el alba.

Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre?

Y él respondió: Jacob.

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Entonces Jacob le preguntó: Declárame ahora tu nombre.

Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel (Rostro de Dios); porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera. Por esto no comen los hijos de Israel, hasta hoy día, del tendón que se contrajo, el cual está en el encaje del muslo; porque tocó a Jacob este sitio de su muslo en el tendón que se contrajo (Génesis 32:22-32).

Después de estar 20 años con su tío Labán en Padan-aram, Jacob regresa a la tierra que un día llevará su nombre. Luego envía a sus dos esposas, sus dos siervas, sus once hijos (Benjamín todavía no había nacido) y todas sus posesiones al otro lado del río, para quedarse atrás y pasar la noche a solas, o por lo menos así lo pensó.

Un hombre se presentó al anochecer y luchó con Jacob toda la noche. La lucha habría terminado empatada al amanecer a no ser porque el hombre dislocó la cadera de Jacob con solo tocarla. Quizás entonces fue cuando Jacob se dio cuenta. Su oponente lo había inutilizado con solamente tocarlo, así que este no era un hombre ordinario. Esto quería decir que él podría haber terminado la lucha en cualquier momento. Sin embargo, por alguna razón, dejó que eso continuara durante toda la noche. ¿Quién era ese personaje?

Puesto que la bendición solamente la da un mayor a un menor, al pedirla Jacob estaba admitiendo su condición de subordinado. La identidad de este hombre queda clara cuando más tarde Jacob, al haber realizado que había visto a Dios cara a cara, le llamó al lugar Peniel. Más tarde Dios moraría en el desierto con los descendientes de Israel, y también ellos le verían cara a cara, el único pueblo en la historia que ha tenido ese honor. Y todavía más tarde, Él volvería a ellos en la forma del hombre que luchó con Jacob. (Los eruditos que mantienen una interpretación literal de las Escrituras ven a este hombre como Jesús, en una de sus muchas apariciones en el Antiguo Testamento.)

Mirando este pasaje desde un nivel simbólico obtenemos una tonelada de revelación. En primer lugar, al cambiarle el nombre a Jacob por el de Israel, Dios estableció el destino de la nación en el mundo; el de una constante lucha con Dios y con los hombres. Ningún otro pueblo se ha ajustado tan obviamente a esta descripción.

De la misma manera como a Abraham, Sara, Pedro y Pablo, una vez que sus nombres fueron cambiados, permanecieron cambiados. No así con Jacob. Algunas veces se le llama Jacob, otras veces Israel. Aun después de su muerte, sus descendientes fueron conocidos por ambos nombres dependiendo del estado de su relación con Dios. Cuando eran obedientes (en el Espíritu) se les llamaba Israel. Cuando andaban en la carne, eran Jacob. Algunas veces para diferenciar a los dos, el Señor utilizaba ambos nombres en la misma frase, como en Deuteronomio 33:28;

E Israel habitará confiado, la fuente de Jacob habitará sola en tierra de grano y de vino; también sus cielos destilarán rocío.”

Es interesante ver que Dios estuviera dispuesto a luchar con Jacob durante toda la noche. Cualquier otra persona con ese poder hubiera aplastado y humillado a su oponente, finalizando la lucha lo más pronto posible y sin una gota de sudor. Pero Dios en Su gran amor no desea súbditos derrotados. Él permitirá que luchemos durante el tiempo que sea necesario para que nos demos cuenta que estaríamos mucho mejor si simplemente nos sometemos a Él.

Si Dios no hubiera debilitado sobrenaturalmente a Jacob, ¿este se habría rendido? Y aun después que fue lastimado, Jacob exigió algo de vuelta por haber estado de acuerdo en terminar la lucha. ¿Quiere decir que eso indica que Israel va a luchar con Dios hasta el mismo final? Aparentemente sí. Pero Dios se rehúsa a darse por vencido también, lo cual nos indica que Él nunca abandonará a Israel. Él permanecerá comprometido, permitiendo que la lucha continúe hasta que Israel esté tan débil que la sumisión es la única opción que le queda. Esta idea se demuestra en la profecía de Oseas que será cumplida justo antes de la 2da Venida cuando Israel esté frente a una derrota por los ejércitos del anticristo.

Vengan y volvamos al Señor; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará. Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él” (Oseas 6:1-2).

Observe el detalle que la lucha de Jacob empezó al atardecer y terminó al amanecer. Es lo mismo que el orden de la creación. La raíz de la palabra hebrea para atardecer significa caos y la palabra para amanecer significa orden. Mientras Israel se mantenga luchando con Dios, la nación permanecerá en el caos. Solamente después que se someta podrá ver con claridad y recibir su tan larga esperada bendición, su Mesías. Solamente entonces el orden será restablecido.

Al darle un nuevo nombre, Dios dijo que Jacob había luchado con Dios y con los hombres y había vencido. Esta es una profecía para el futuro y no es indicativa del pasado ni del presente. Es una promesa para un tiempo aun por venir cuando Israel finalmente salga victorioso de su larga noche de lucha.

Consuélate, consuélate, pueblo mío, dice tu Dios. Hablen al corazón de Jerusalén; díganle a voces que su tiempo se ha cumplido, que su pecado es perdonado; que doble ha recibido de la mano del Señor por todos sus pecados” (Isaías 40:1-2).

Y así en este solo pasaje podemos ver un resumen del futuro de una nación cuyo nombre sería Israel, cuidadosamente entretejida entre los eventos de una simple lucha libre.

Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15:4).

Pero aquí también vemos una aplicación personal. En los momentos más caóticos de nuestras vidas el Señor nos va a confrontar. Cuando usted esté luchando con Él le quedará claro que Él le permitirá luchar durante el tiempo que usted quiera, pero nunca podrá prevalecer. Luego con un toque de Su mano usted será debilitado al punto de rendición y así se aferrará a Él rogándole Su bendición. Cuando Él se la da, Él le promete un nuevo nombre (Apocalipsis 2:17), una gran victoria, y le restaurará el orden a su vida. Un nuevo día amanece, brillante y despejado, y si usted cojea un poquito es porque Él quiere que usted se apoye en Él. Ese es el amor que Él le tiene a usted. Selah. 28/08/2005