Melquisedec, Jesús, y nosotros

Miércoles 14 de abril de 2021

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

El SEÑOR dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. El SEÑOR enviará desde Sion la vara de tu poder; domina en medio de tus enemigos (Salmo 110:1-2).

Juró el SEÑOR, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec (Salmo 110:4).

Y estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: ¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es hijo?

Le dijeron: De David.

Él les dijo: ¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: Dijo el SEÑOR a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?

Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo? Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día preguntarle más (Mateo 22:41-46).

Es muy claro que tanto el Señor como los fariseos a quienes se estaba dirigiendo creían que el Salmo 110 se refería al Mesías y que el Espíritu Santo había inspirado al Rey David a escribirlo. En lo que diferían era en su entendimiento sobre el origen del Mesías. Los fariseos creían que Él sería un descendiente humano del Rey David, y nada más. El Señor sabía que Él era también Dios en la carne, y citó el Salmo 110 para recordarles que David también sabía eso.

Algunas traducciones de la Biblia muestran la primera aparición de ‘Señor’ en el Salmo 110, todo en mayúsculas (SEÑOR) y la segunda solamente el nombre en mayúscula (Señor). Esto es para mostrar que David estaba escribiendo sobre una conversación que pudo escuchar, por medio del poder del Espíritu Santo, entre el Padre y el Hijo.

Hay dos hechos para respaldar esta conclusión. Primero porque Señor es un título que se usa para dirigirse a una persona superior, y solamente dos personas eran superiores al Rey. Una era Dios el Padre, representado por SEÑOR, y la otra, Dios el Hijo, llamado Señor. En efecto, Jesús les recordó a los fariseos que David se habría referido a un mero descendiente humano como su hijo, no como su Señor.

Y segundo, la “palabra” hebrea traducida SEÑOR es YHVH, que son las cuatro iniciales del nombre impronunciable de Dios, y utilizado solamente de Él, mientras que la palabra traducida Señor es una palabra diferente, es Adonai.

Si los fariseos le hubieran respondido con la verdad al Señor, Él los habría obligado a estar de acuerdo con David, algo que no estaban preparados a hacer. No en ese momento, ni nunca. En su juicio ante el Sanedrín, la declaración del Señor de que era el Mesías y que todos ellos lo verían sentado a la derecha del Altísimo y viniendo en las nubes del cielo, es lo que los alteró para condenarlo por blasfemia, que era un crimen capital (Mateo 26:64).

Su único problema era que los romanos no les permitirían ejecutar a nadie sin permiso. Así que lo llevaron ante Poncio Pilato. Pilato no estaba preocupado por las acusaciones de blasfemia. Eso era un asunto interno entre los judíos. Pero el admitir que Jesús se había nombrado a Sí mismo como Rey (Juan 18:33-37), era una confesión que se consideraba como una traición bajo la ley romana, y que también era un crimen capital (Mateo 27:11). Aun así, Pilato se había inclinado a liberar a Jesús, pero cuando la muchedumbre se tornó inflexible, él buscó una manera de ceder a sus deseos mientras permanecía dentro de la ley romana. Por eso es que les hizo colocar un letrero en la cruz del Señor que decía, “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos.” Con eso él estaba anunciando que el crimen por el que Jesús estaba siendo ejecutado era traición.

El Rey Jesús, nuestro Sumo Sacerdote

David había escrito que el Mesías sería tanto rey como sacerdote igual que Melquisedec lo había sido. De Génesis 14:18 sabemos que Melquisedec, cuyo nombre significa Rey de Justicia, era tanto un sacerdote del Dios Altísimo como Rey de Salem, una ciudad jebusea que después se conoció como Jerusalén. Cuando David conquistó a los jebuseos hizo a Jerusalén la capital de Israel, y compró la tierra sobre el Monte Moriah en donde Abraham había estado, para sacrificar a Isaac cientos de años antes, como el lugar para el Templo.

Nunca desde la fundación de Israel había habido alguien que fuera tanto Rey como Sacerdote. Eso era prohibido. Los reyes provenían de la tribu de Judá, mientras que los sacerdotes eran de la tribu de Leví. Un rey que intentó fungir como sacerdote se ganó la inmediata displicencia del Señor, y nos sirve para ilustrar el punto. Atreviéndose a ofrecer el incienso en el Templo, el Rey Usías de inmediato contrajo lepra y fue aislado hasta el día en que murió (2 Crónicas 26:16-21). Algunos profetas también eran sacerdotes, por ejemplo Ezequiel y Zacarías, y David fue rey y profeta. Aun así, nadie nunca fue rey y sacerdote al mismo tiempo en Israel.

Sin embargo, en Ezequiel 21:25-27 y en Zacarías 6:9-13 hay profecías que dicen que esos dos oficios eventualmente quedarán unidos cuando el Mesías llegue y que Él será tanto Rey y Sacerdote. Y por supuesto, en el Libro a los Hebreos Jesús es llamado nuestro Rey (Hebreos 1:8) y nuestro Sumo Sacerdote (Hebreos 4:14). Esto es posible porque Jesús no es un sacerdote en el sentido levítico, sino en el orden superior de Melquisedec. Todo Hebreos 7 está dedicado a este tema.

Yo sé qué soy, pero ¿qué es usted?

En Éxodo 19:6 a Israel se le llama un reino de sacerdotes, pero en 1 Pedro 2:9 leemos: “Mas ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncien las virtudes de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Él está hablando de la iglesia, llamándonos sacerdocio real. Solamente los reyes se consideran de la realeza.

Y en Apocalipsis 1:5-6 esto queda aun más claro. “Y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Algunas de las traducciones modernas prefieren la palabra reino en vez de reyes en el pasaje anterior, y eso puede ser así, porque la palabra griega se puede traducir de ambas formas. Algunas personas tratan de comparar este pasaje de Apocalipsis con Éxodo 19:6 para reforzar su prejuicio con la teología del reemplazo, haciendo que la iglesia sea Israel. Pero para los eruditos más conservadores queda claro que tanto el contexto como la estructura gramatical del pasaje requiere que la palabra griega se traduzca como reyes. (Lo mismo es cierto en Apocalipsis 5:10, en donde se repite la misma frase.)

¿Reyes de qué?

La Biblia no contiene una respuesta específica sobre esto, pero en Efesios 2:6-7, Pablo escribió, “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.

Los “siglos venideros” aluden al tiempo del Milenio y más allá cuando serviremos como ejemplos vivos de las abundantes riquezas de la Gracia de Dios, sentados con nuestro Rey y Sumo Sacerdote en Su trono.

A través de la historia humana los mejores reyes han sido aquellos quienes más sinceramente se han dedicado al bienestar de sus súbditos. Y los sacerdotes no eran solamente unos oficiales religiosos. En la mayoría de las generaciones ellos eran los guardianes del conocimiento de la sociedad en filosofía, literatura, religión, arte, música, historia y lenguaje. Si estos pueden servir como modelos terrenales de nuestro futuro celestial, entonces podemos asumir que hay mucho más al ser un rey y un sacerdote que solamente estar sentados en un trono o estar conduciendo un servicio de adoración.

En los EE.UU. no tenemos una familia real por lo que la mayoría de nosotros no sabemos cómo es eso. Pero las personas de otros países que la tienen, saben en su mayoría que la “realeza,” como la llaman, no funciona. Muchos de ellos ni siquiera ayudan a dirigir el país que su familia gobierna. Ellos siguen un llamado superior, persiguiendo intereses personales y viviendo vidas de servicio. No tienen necesidad de trabajar, así que tienen libertad para dedicar todo su tiempo, energía e intelecto a cosas que descubren ser más satisfactorias para ellos.

En la Tierra todos tenemos una naturaleza pecaminosa, por eso es que podemos ser sacados del camino de justicia, como lo hemos visto con muchos de la realeza. Y debido a nuestra naturaleza caída aun los mejores de nosotros solamente pueden lograr una pequeña parte de nuestro casi ilimitado potencial. Pero en nuestro estado perfecto, estas cosas ya no serán un problema. Descubriremos que Dios nos creó con capacidades que a duras penas hemos utilizado. Ahora somos como una de esos caballos de raza pura sangre que está jalando un cochecito de niños. Pero todo eso va a cambiar para siempre en el Rapto. Finalmente ya no habrá nada que nos prevenga lograr nuestro potencial total en cualquier tarea que queramos emprender.

Tanto Pablo (1 Corintios 15:42-44) como Juan (1 Juan 3:2) dejaron muy claro que no podemos anticipar exactamente cómo seremos después del Rapto/Resurrección. Nuestros motivos, nuestras capacidades, y nuestra apariencia pueden ser diferentes. Pero los dos dijeron que seremos como Jesús. Esto quiere decir que cualquier cosa que hagamos será para complacer a Dios y lo haremos para Su gloria. Sobre esto solamente podemos especular.

¿Pone a prueba todo esto los límites de su imaginación? Claro que lo hace. Por eso es que Pablo le llamó “las abundantes [incomparables] riquezas de su gracia”. Él también dijo, “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9). Habiendo estado allí y habiendo podido ver nuestro futuro (2 Corintios 12:2-4) él sabía que eso estaba fuera del alcance de la imaginación de nuestra mente contaminada por el pecado. Pero sepan esto. Siendo tanto reyes como sacerdotes será el llamado más gratificante y satisfactorio que jamás habremos tenido. Selah 11/05/13