Miércoles, 23 de diciembre de 2015
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Emanuel, que significa: Dios está con nosotros” (Mateo 1:23).
Desafía toda lógica que el Eterno, el Hijo de Dios, renunciara a Su trono celestial para hacerse el Hijo del Hombre, entrando en nuestro mundo como un infante indefenso. Él se hizo carne y habitó entre nosotros para salvarnos de nuestros pecados y permitirnos ser hijos de Dios y así habitar con Él para siempre (Salmo 23:6). Él es Emanuel, Dios con nosotros. Él está siempre con nosotros (Mateo 28:20). Él nunca nos dejará ni nos abandonará (Hebreos 13:5) y nunca podremos huir de Su presencia (Salmo 139:7-12).
En estos días en medio de nuestras crecientes listas de asuntos por hacer y de nuestras ansiedades, Dios está con nosotros. En nuestra soledad, Dios está con nosotros. En nuestro dolor y sufrimiento, Dios está con nosotros. Él ha llevado nuestras penas y ha cargado nuestros sufrimientos (Isaías 53:4). Él nos consuela en todos nuestros problemas (2 Corintios 1:4). Él es nuestro refugio, nuestra fortaleza y nuestra ayuda presente cuando tenemos problemas (Salmo 46:1). Él es perdonador y fiel y se deleita mostrando misericordia (Miqueas 7:18) Nuestro Dios ciertamente es un Dios asombroso. Él es más grandioso de lo que podemos imaginar. Ponemos nuestras vidas en Sus manos sabiendo que hará un trabajo mucho mejor que el que nosotros podríamos hacer jamás.
Hoy, cuando estamos haciendo nuestras tareas de último minuto, tengamos presente en nuestras mentes que nuestro Dios está con nosotros. En lugar de tener ansiedad por todo lo que hay que hacer, recordemos que la única obra que Él requiere es creer en Aquel que Él envió. Una vez que hayamos entrado en Su reposo todo lo que hagamos desde ese momento en adelante, lo haremos en agradecimiento. No podemos hacer nada para ganar este favor inmerecido, y tampoco podemos hacer nada para eliminarlo. Él está con nosotros. Emanuel. Mantengamos esta verdad inmensurable en nuestras mentes, hoy y siempre, de que el Creador del universo, nuestro Salvador, está por nosotros y siempre estará con nosotros. ¡Gloria a Dios! ¡Amén y Amén!