Viernes 16 de diciembre de 2022
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, encontramos muchos nombres y títulos asignados a Jesús. Este estudio no tiene la intención de presentar una lista exhaustiva de los mismos, sino más bien es una muestra de mis favoritos. Mi meta es que tengamos la oportunidad de detenernos diariamente y admirar las maravillas de nuestro Salvador conforme nos acercamos a celebrar Su nacimiento. Para que lo conozcamos mejor cada día (Juan 17:3) y que podamos crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador (2 Pedro 3:18). A pesar de que Él no nació en diciembre (Vea Feliz cumpleaños, Señor Jesús) como he escrito con anterioridad acerca de devolver la Navidad (Vea Es la temporada), permanece siendo cierto que la gran mayoría de personas se están preparando para celebrarlo ahora. Entonces, aprovechemos la oportunidad para darle al Señor el temor reverente y la adoración que Él se merece durante todo el año.
Nota del 2015: Jack estaba escribiendo estos artículos devocionales cuando murió en octubre, y todos se encontraban en distintas etapas de desarrollo. Sabiendo que algunos necesitaban ser terminados, en vez de eliminarlos, he hecho lo mejor que he podido para completarlos/editarlos. Le he pedido al Señor que me otorgue las palabras y la intención que Jack habría utilizado… y que Él me diera una doble porción del don de enseñanza de Jack en el espíritu de 2 Reyas 2:9. Oro para que lo haya logrado con éxito y de manera constante. Y es mi esperanza de que cuando los leamos juntos cada mañana hasta Navidad, podremos cumplir con la meta de Jack expresada al inicio para conocer a nuestro Salvador cada día más y poder darle el temor reverente y la adoración que Él merece. Que el Señor los bendiga abundantemente en esta temporada de Navidad. Samantha.
Antes de comenzar, tengo que asegurarme de que todos estamos hablando del mismo Jesús. Aquí es cuándo nuestro conocimiento de las Escrituras es de mucha importancia, porque para poder ser todo lo que la Biblia dice, Jesús tiene que ser 100% hombre y 100% Dios.
Si Él no es un hombre no podría haber sido hecho como nosotros en todo aspecto y sufrir nuestras tentaciones como lo indica Hebreos 2:17-18. Él no podría ser nuestro Sumo Sacerdote como asevera Hebreos 4:14-15, y Él no puede ser nuestro redentor porque no sería nuestro pariente cercano como lo requiere Levítico 25:47-48 y se explica en Romanos 5:18-19.
Si Él no es Dios no podría ser el Señor del Rey David (Mateo 22:41-45) y no podría ser sin pecado (Romanos 3:20) y no podría ser nuestro Salvador (Marcos 2:6-12 y 1 Pedro 1:18-21).
Él no es un ser creado como los seres humanos y los ángeles. Él es nuestro Creador.
“En él fue creado todo lo que hay en los cielos y en la tierra, todo lo visible y lo invisible; tronos, poderes, principados, o autoridades, todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16).
Jesús dijo que él era Dios en forma humana (Juan 10:30; 14:9). Los hombres que lo conocieron estuvieron de acuerdo con Él. Pablo enseñó la deidad de Jesús en Colosenses 1:15-16. Juan lo hizo también (Juan 1:1-3). El escritor de la Carta a los Hebreos también estuvo de acuerdo (Hebreos 1:3) e incluyó una cita del Salmo 45:6-7 que muestra al mismo Dios dirigiéndose a Jesús como Dios (Hebreos 1:8). Esa no es solamente una idea en el Nuevo Testamento. En su profecía del lugar del nacimiento del Mesías, Miqueas dijo que Él era un ser eterno cuyas salidas eran desde la eternidad hasta la eternidad. Literalmente desde antes del tiempo y de manera perpetua (Miqueas 5:2). Él es el Dios eterno.
Muchas personas niegan Su deidad. Lo muestran como un gran hombre y un modelo a seguir, un gran maestro, un profeta, y aún un revolucionario social, pero ciertamente no Dios.
A decir verdad, Jesús fue todo eso, pero también es mucho más que eso. Él era Dios en forma humana, el Padre habitando en el Hijo (Colosenses 1:19). Nuestras mentes no pueden comprender la magnitud de Su grandeza. Pensar en Jesús como alguien diferente a Dios es rechazar la verdad concerniente a Él y revelada a través de Su Palabra.
En mis décadas de profesor de Biblia, he visto pruebas del adagio que escuché por primera vez de Chuck Smith, que nos convertimos como el Dios que adoramos. Si vemos a Dios como que está esperando que lo arruinemos todo para que nos reparta el castigo, veremos a los demás con los mismos ojos de juicio. En vez de ser conocidos por nuestro amor (Juan 13:35) seremos conocidos por lo que nos es contrario. En vez de atraer a otras personas a nuestro Salvador el cual es amor infinito e infinitamente amable (Romanos 2:4), los alejaremos al tratar de hacerlos vivir según nuestras normas, las cuales ni nosotros mismos podemos alcanzar. Cuando todavía éramos Sus enemigos, Él murió por nosotros (Romanos 5:10). Cuando vemos a Dios por lo que Él ciertamente es, seremos más como Él.
Dios mismo es amor (1 Juan 4:8) y todos sabemos lo que 1 Corintios 13 dice acerca del amor. La misma palabra se usa en ambos: ágape. Leamos juntos los siguientes versículos ahora, recordando que es Dios quien es amor:
“El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece; no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia, sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).
Cuando creemos que estamos fuera del alcance de Su amor, debemos recordar que Dios es paciente y bondadoso con nosotros, que Él no se enoja con facilidad y que Él no guarda un registro de las maldades que hemos hecho. No podemos hacer nada para ganar ese amor, ni podemos hacer nada que haga que el mismo se termine. Nada podemos hacer que lo sorprenda ni lo decepcione, porque Él conocía cada pecado que jamás cometeríamos antes de ir a la cruz y entregar Su vida para limpiarnos completamente (Hebreos 10:14).
No puedo imaginar un Dios tan imponente y tan generoso como El que tenemos el privilegio de llamar nuestro Salvador. Ahora que empezamos esta serie, y durante toda esta celebración, mantengámoslo como nuestro centro de atención. Selah.