Martes, 22 de diciembre de 2015
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Una vez más Jesús les dijo: De cierto, de cierto les digo: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí, son ladrones y salteadores; pero las ovejas no los oyeron. Yo soy la puerta; el que por mí entra, será salvo; y entrará y saldrá, y hallará pastos” (Juan 10:7-9).
No hay otra manera, solamente a través de Jesús podemos ser salvos.
“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
El Buen Pastor que entregó Su vida por Sus ovejas es también la Puerta a través de la cual entramos a Su Reino. Una doctrina de salvación que esté edificada sobre algo más que la relación personal con Jesús la cual se obtiene al nacer de nuevo, se apoya precariamente sobre arena movediza (Juan 3:3). Solamente Él es el fundamento de nuestra fe, y a menos que nuestra salvación esté edificada exclusivamente sobre esta Roca (1 Corintios 10:4) no será de ningún valor para nosotros cuando estemos ante Él.
Este pasaje es una referencia al Reino y recuerda las palabras del Salmo 23:2, “En lugares de delicados pastos me hará descansar.” La salvación se encuentra a través de Jesús, Él es la Puerta al Reino, y nadie puede entrar si no es a través de Él (Juan 3:3; 14:6). Habiendo entrado a través de Él tendremos la libertad de entrar y salir a gusto, habitando en un estado de paz en medio de la plenitud. Claro, el bien y la misericordia nos seguirán todos los días de nuestra vida, y moraremos en la casa del Señor para siempre (Salmo 23:6).
Nuestra oración: A Ti solamente te vemos, Señor, como el autor y consumador de nuestra fe. ¡Hemos invocado el nombre de Jesús y nuestra fe en Él! Tú nos das bienestar y misericordia todos los días de nuestra vida. Tú nos has liberado. Ayúdanos a conocerte y experimentarte como el Dios bueno y misericordioso que Tú eres. Ayúdanos a caminar en Tu libertad ya que hemos sido liberados en Ti.