Domingo, 17 de enero de 2015
Un estudio bíblico por Jack Kelley
Desde el principio, muchos comentaristas bien informados han predicho que la única conclusión lógica al llamado Proceso de Paz del Medio Oriente sería la guerra. Contrario a lo que nuestros líderes nos han dicho, la meta de los palestinos nunca ha sido aceptar la solución de dos estados. Ya han rechazado esa propuesta por lo menos en dos ocasiones. No, su meta siempre ha sido la de eliminar totalmente el Estado Judío. Mientras sigan obteniendo concesiones en la mesa de negociaciones la guerra puede ser evitada, pero llegará el día en que obviamente no se podrá otorgar más concesiones, y la única opción que queda es la de irse a la guerra para obtener el resto que quieren. Y ese día ya puede haber llegado, y, naturalmente, la piedra de tropiezo es Jerusalén.
Ciertamente convertiré a Jerusalén en una copa que embriagará a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén … Zacarías 12:2
¿Y cómo llegamos a esto? Repasemos las cosas que son ciertas. El Corán enseña que cualquier tierra conquistada en nombre del Islam nunca será perdida. La mera existencia de la nación de Israel es una violación de esa enseñanza porque la tierra de Israel, incluyendo especialmente Jerusalén, fue una vez conquistada para el Islam. Desde el año 1948 la total destrucción de Israel ha sido la meta declarada de los musulmanes, aunque media docena de guerras les han enseñado que Israel es demasiado fuerte para ser destruido militarmente. Lo brillante del “Proceso de Paz” es que les permite a los palestinos ganar de vuelta mucha de la tierra por medio de negociaciones baratas. Esto conlleva el efecto de simultáneamente debilitar a Israel y darle a las fuerzas musulmanas el tiempo necesario para tener el poderío requerido para tomar el resto.
¿Tierra por paz?
Lo que mucha gente no quiere darse cuenta es que con la velocidad de las aeronaves y los cohetes modernos, una guerra convencional requiere de más geografía, y no de menos, para que los que se defienden tengan suficiente tiempo para reaccionar ante un ataque. El quitarle tierra al centro de Israel (la Ribera Occidental) significa que un ataque aéreo puede atravesar el país en unos ocho minutos. Este no es un lapso de tiempo suficiente para reaccionar con medidas de contra ataque. Al renunciar a la Ribera Occidental, Israel quedaría más vulnerable y menos seguro.
También, los enemigos de Israel han utilizado el tiempo de las negociaciones para producir cohetes balísticos de largo alcance y aumentar su capacidad para una guerra biológica en un esfuerzo para neutralizar la amenaza nuclear de Israel. Es una situación muy sucia en todo el rededor. La mayoría de los observadores bien informados creen que tan pronto los musulmanes hayan obtenido todo lo que puedan por medio de las negociaciones y se sientan lo suficientemente fuertes para destruir a Israel, van a atacar. Y a menos que se produzcan cambios drásticos en la posición judía sobre la soberanía de Jerusalén, las negociaciones pueden tenerse por terminadas. Ya sea que los enemigos de Israel estén lo suficientemente fuertes para una victoria militar ahora, será revelado muy pronto. Los combatientes en las dos fronteras de Israel, en el norte y en el sur, están ansiosos por descubrirlo.
Que anuncio lo por venir desde el principio … Isaías 46:10
Hace más de 2.500 años, el Señor le informó a Ezequiel sobre una gran batalla en la que tomaría parte una coalición de naciones que se alinearían en contra de Israel (Ezequiel 38—39). Él dijo que esta batalla se daría en los postreros días, después de que el pueblo judío hubiera sido reunido en su tierra desde muchas naciones luego de una gran guerra, y que ese sería un ataque sorpresa sobre los montes de Israel (la Ribera Occidental). Pero Él también dijo que el pueblo creería que estaba viviendo seguro cuando llegara el ataque (Ezequiel 38:8), que sería una nación en paz y confiada (Ezequiel 38:11). Pero esto no parece definir el estado presente de Israel.
Recientemente una pequeña y poco conocida profecía en el Salmo 83, que pudiera ser el puente entre aquí y Ezequiel 38, ha salido a la superficie. El Salmo 83 es una oración para que Dios derrote a una coalición de naciones que actualmente son las que rodean a Israel, y a quienes el salmista acusa de conspirar en contra del pueblo de Dios, al amenazarlo con destruirlo como nación. En los registros históricos no hay ninguna evidencia de que esa coalición alguna vez se haya levantado en contra de Israel, por lo que el Salmo 83 bien puede estar hablando de un ataque que un gran número de estrategas espera que suceda pronto. Si eso es así, es obvio que Israel va a surgir victorioso y va a caer en el falso estado de complacencia sugerido por Ezequiel 38:8-11. Esto también explicaría el por qué ninguna de estas naciones mencionadas en el Salmo 83 se incluyen entre los atacantes de Ezequiel 38. (Lea sobre el Salmo 83 aquí.)
¿Quién Empezó Esto?
El llamado conflicto árabe-israelita realmente se ha estado cocinando durante 4.000 años. Todo empezó con Isaac e Ismael, hijos de Abraham, y aumentó en tiempos de Jacob y Esaú, los hijos de Isaac, y continuó a través del Antiguo Testamento. Se convirtió en un conflicto judío-musulmán con el nacimiento del Islam en el Siglo VI d.C. Pero detrás de bastidores la verdadera batalla siempre ha sido espiritual, porque desde que Dios escogió a los judíos como Su pueblo, a Israel como Su tierra y a Jerusalén como Su ciudad, Satanás ha estado trabajando horas extras en un esfuerzo para quitarle a Él esa tierra destruyendo a Su pueblo. Después de todo, él cree que el Planeta Tierra le pertenece. Entonces, todo esto no es solamente un asunto político y ni siquiera religioso. Es un asunto espiritual que no será resuelto sino hasta que Satanás sea destruido y el mismo Señor haga que se doble toda rodilla y que toda lengua confiese que Él (y solamente Él) es Señor (Filipenses 2:10-11).
¿Por qué orar por la paz de Jerusalén?
En varias ocasiones se me ha preguntado algo como esto, “Si esto es un gran problema cósmico que nunca se va a solucionar sino hasta la Segunda Venida, ¿cómo es que nuestras oraciones pueden ayudar?” Seguidamente les doy unas buenas razones porqué debemos orar por la paz de Jerusalén.
Primero, hablando sobre el pueblo judío, el Señor dijo, “Porque el que los toca, toca a la niña de [mi] ojo” (Zacarías 2:8) y a los sobrevivientes de la tribulación les dirá, “De cierto les digo que todo lo que hicieron por uno de estos mis hermanos más pequeños, por mí lo hicieron” (Mateo 25:40). Yo sé que se le quebranta el corazón al Señor al ver cómo Su ciudad ha sido profanada por el odio y el derramamiento de sangre. Como lo dijo Bob Pierce, fundador de Visión Mundial, “Que mi corazón sea quebrantado por las cosas que quebrantan el corazón de Dios”. Es bueno que nos encontremos en el lado del Señor.
Segundo, Él lo ha ordenado y premia la obediencia. Todo el Salmo 122 habla sobre la especial naturaleza de Jerusalén, el único lugar de la tierra que Dios específicamente escogió para Su morada, y les prometió prosperidad a todas las personas que oren por su paz. “Pidamos por la paz de Jerusalén, y porque prosperen los que te aman” (Salmo 122:6).
Y tercero, cuando ustedes oran por la paz de Jerusalén, están orando para que el Mesías venga y establezca Su Reino. Quizás esta sea la mejor razón de todas. Ya casi se escuchan los pasos del Mesías.