¿Qué dice la Biblia? La Resurrección

Domingo, 11 de enero de 2015

Un estudio bíblico por Jack Kelley

Para las personas creyentes, la resurrección de los muertos es quizás la promesa más grande que la Biblia ofrece. La idea de una vida eterna en un estado de bendición permanente va más allá del asombro de las personas que leen las Escrituras de manera literal.

La mayoría de lo que sabemos acerca de la resurrección lo recibimos del Nuevo Testamento. Pero al leerlo allí podemos decir que la idea no es exclusiva del Nuevo Testamento. Como un ejemplo, los saduceos conocía sobre la resurrección, a pesar de que no creían en ella (Mateo 22:23).

Eso porque la primera clara mención de una resurrección aparece en el libro de Job del Antiguo Testamento.

Yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará del polvo. También sé que he de contemplar a Dios, aun cuando el sepulcro destruya mi cuerpo. Yo mismo seré quien lo vea, y lo veré con mis propios ojos, aun cuando por dentro ya estoy desfalleciendo” (Job 19:25-27).

Job sabía que él era un pecador y que moriría. Pero él también sabía que Dios enviaría un redentor para pagar el precio por sus pecados, permitiéndole a él vivir de nuevo, no como algún ente espiritual indefinido, sino como un ser físico, una nueva versión de sí mismo. Y con sus propios ojos él vería a su redentor de pie en la Tierra.

Isaías también habló de una resurrección corporal en la que él participaría.

Pero tus muertos vivirán; sus cadáveres volverán a la vida. Los que ahora habitan en el polvo se despertarán y cantarán de alegría, porque tú eres como un rocío de luces, y la tierra dará a luz a sus muertos” (Isaías 26:19).

Daniel fue el primero en revelar que realmente habrá dos tipos de resurrecciones, una para las personas creyentes y otra para las demás.

Cuando llegue el momento, se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo. Serán momentos angustiosos, como jamás los hubo desde que la humanidad existe, pero llegado el momento tu pueblo será liberado, lo mismo que todos los que estén registrados en el libro. Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua” (Daniel 12:1-2).

De nuestro entendimiento de Mateo 24:21 sabemos que el ángel le decía a Daniel que eso sucedería después de la gran tribulación, pero no le dijo que las dos resurrecciones estarían separadas por un período de 1000 años. Eso lo sabemos de Apocalipsis 20:4-5. Daniel también reveló que la resurrección de las personas incrédulas sería una experiencia totalmente diferente de la que disfrutarán las creyentes.

En Juan 5:28-29 Jesús confirmó lo anterior, cuando dijo,

No se asombren de esto: Vendrá el tiempo cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.

De estos versículos nació la noción de una primera y una segunda resurrección, lo cual ha sido malentendido por muchas personas. Hay más de dos eventos de resurrecciones, pero solamente hay dos tipos de resurrección, una para las personas creyentes (comúnmente llamada la primera resurrección) y el otro tipo para las incrédulas (comúnmente llamada la segunda resurrección).

Las personas a quienes no se les ha enseñado esto correctamente algunas veces tienen problemas en entender que la primera resurrección empezó con Jesús y los santos que salieron de sus tumbas al mismo tiempo (Mateo 27:52-53), continúa con la resurrección/rapto de la Iglesia (1 Tesalonicenses 4:16-17), y concluye en la 2da Venida cuando las personas creyentes del Antiguo Testamento (Daniel 12:2) y los mártires de la tribulación serán resucitados (Apocalipsis 20:4). La segunda resurrección, la de las personas incrédulas, sucederá al final del Milenio (Apocalipsis 20:5).

Por supuesto, las referencias más tempranas de la Biblia a una resurrección solamente nos dicen que la misma le era conocida al pueblo judío. Para los gentiles, esta era una idea totalmente nueva que requería de más explicación. Debido a eso, la mayoría de los detalles acerca de la resurrección provienen de Pablo, el cual dedicó un capítulo entero para responder preguntas sobre el tema. Entonces, veamos lo que él tenía que decir sobre este asunto.

1 Corintios 15

Pablo empezó recordándoles a sus lectores lo importante que es la resurrección a las personas creyentes. De hecho es tan importante que nuestra salvación depende de creer en ella.

En primer lugar, les he enseñado lo mismo que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros pecados; que también, conforme a las Escrituras, fue sepultado y resucitó al tercer día” (1 Corintios 15:3-4).

Y en Romanos 10:9 él dijo que si confesamos con nuestra boca que “Jesús es el Señor” y creemos en nuestro corazón que Dios lo resucitó de los muertos, seremos salvos. Este versículo la hizo oficial. Creer en la resurrección del Señor es un requisito para la salvación.

En 1 Corintios 15:17 él dijo que si Cristo no resucitó entonces nuestra fe no tiene sentido y todavía estamos en nuestros pecados. Eso se debe a que cuando Él fue a la cruz, Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí y pagó el precio por ellos allí. Su resurrección es una prueba de que todos nuestros pecados fueron perdonados porque si solamente uno hubiera permanecido sobre Él, Él no habría podido ser resucitado para sentarse a la derecha del Padre. Él todavía estaría en la tumba y nosotros todavía seríamos responsables por nuestros pecados no pagados

Habiendo establecido la necesidad de creer en la resurrección del Señor, Pablo se vuelve a la nuestra. Él dijo que puesto que todos somos descendientes de Adán todos hemos heredado una naturaleza pecaminosa la cual nos asigna a morir. Pero debido a que así como la muerte vino por medio de un solo hombre, también por medio de un solo hombre vino la resurrección de los muertos por medio de Cristo (1 Corintios 15:20-22). Por consiguiente Su resurrección no es solamente la prueba de que nuestros pecados han sido perdonados, sino que también es una prueba de que nosotros los que creemos seremos resucitados a la vida eterna.

Unos versículos después, Pablo hace una pregunta hipotética acerca de qué clase de cuerpo resucitado tendrán las personas creyentes. Respondiendo a su propia pregunta, Pablo hizo la semejanza de la muerte y resurrección de una persona creyente a una planta que se siembra y luego crece. La semilla que se siembra no tiene ninguna similitud a la planta que luego crece. Dios le da un cuerpo según Él lo determina y a cada clase de semilla Él le da su propio cuerpo (1 Corintios 15:35-38). Una semilla de manzana se convierte en un árbol de manzana. Un grano de trigo se convierte en un manojo de trigo. Cada especia tiene su propia clase de cuerpo.

Así será también en la resurrección de los muertos: Lo que se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción; lo que se siembra en deshonra, resucitará en gloria; lo que se siembra en debilidad, resucitará en poder. Se siembra un cuerpo animal, y resucitará un cuerpo espiritual. Porque así como hay un cuerpo animal, hay también un cuerpo espiritual” (1 Corintios 15:42-44).

Estos versículos nos dicen que así como la semilla y la planta que nace de la misma son diferentes, de la misma manera el cuerpo terrenal y el cuerpo resucitado son diferentes. Observe que Pablo no dijo, “Si hay un cuerpo físico, también hay uno espiritual” porque eso implicaría que el cuerpo resucitado no sería tangible, sino que sería un espíritu intangible.

Pablo estaba hablando acerca de las personas creyentes aquí. Al decir que hay un cuerpo natural él se estaba refiriendo a un cuerpo diseñado para la Tierra. Por consiguiente, un cuerpo espiritual es uno diseñado para el Cielo.

Pero en la narración del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31), Jesús dijo que todas las partes en la otra vida se podrían ver unas a las otras a pesar de la gran sima que los separaba. Lázaro, una persona creyente, era consolado allí. Pero el hombre rico, una persona incrédula, sentía agonía, experimentaba sed, y le pidió a Lázaro que mojara la punta de su dedo en agua y refrescara su lengua. Esto significa que ambos debían tener un cuerpo tangible, a pesar de que sus cuerpos naturales habían sido enterrados en la tierra. Ellos deben de haber recibido esos cuerpos después de que murieron. Ya sea que fueran sus cuerpos resucitados o que eran transitorios en su naturaleza permanece siendo un misterio, pero el pasaje sí muestra que los muertos reciben algún tipo de cuerpo físico para reemplazar el cuerpo terrenal que han descartado, ya sea que mueran como personas creyentes o no.

Cuando Jesús salió de la tumba Él tenía un cuerpo físico, pero con capacidades sobrenaturales. María se pudo aferrar a Él (Juan 20:17), los discípulos pudieron verlo y observarlo comer (Lucas 24:36-43). Y, sin embargo, Él de repente se les apareció dentro de las paredes de un aposento cerrado (Juan 20:19). Cuando Él ascendió al Cielo ellos lo pudieron observar subir en las nubes. Más tarde cuando Juan lo vio en el Trono de Dios, a Juan le pareció que era igual a como Él era después de Su resurrección (Apocalipsis 5:6). Su cuerpo resucitado era tangible y físico, sin embargo, poseía capacidades sobrenaturales y era adecuado para el cielo.

Hablando de nuestros cuerpos resucitados, Juan dijo, “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser. Pero sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él porque lo veremos tal como él es” (1 Juan 3:2).

Nadie en su estado natural puede heredar el reino de Dios, todos tenemos que ser transformados. Así como todos hemos nacido a imagen de Adán, todos llevaremos la imagen de Cristo (1 Corintios 15:49-50). Así que si usted quiere tener una idea de cómo será su cuerpo resucitado, lea lo que la Biblia dice acerca del de Jesús.

Para las personas creyentes de la Era de la Iglesia que han muerto, esa transformación sucederá al momento de la resurrección de la Iglesia. Pero de un momento a otro, sin ningún tipo de introducción o explicación, Pablo reveló que también habrá una transformación de las personas creyentes vivas, y esa se llevará a cabo al momento de la resurrección.

Presten atención”, dijo él, “que les voy a contar un misterio: No todos moriremos, pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando suene la trompeta final. Pues la trompeta sonará, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:51-52).

Al decir “les voy a contar un misterio” Pablo indicó que él les estaba revelando un secreto, algo que nunca antes se había enseñado claramente. En relación con la resurrección de las personas creyentes de la Era de la Iglesia, las personas creyentes vivas serán transformadas instantáneamente de mortales a inmortales sin tener que pasar por la muerte, y junto con nuestros hermanos y hermanas resucitados en el Señor, nos elevaremos para encontrarnos con el Señor en el aire para nuestro viaje a la casa de Su Padre.

Esta combinación de resurrección y rapto sacará a la Iglesia de la Tierra para siempre, terminando así con la Era de la Gracia y facilitando la vía para que concluyan los restantes siete años de la Era de la Ley. Estos siete años verán el cumplimiento final de la profecía de las Setenta Semanas de Daniel (Daniel 9:24-27), seguidos por el retorno del Señor a la Tierra y el evento final de la primera resurrección, la resurrección de las personas creyentes del Antiguo Testamento (Daniel 12:1-2) y de los mártires de la tribulación (Apocalipsis 20:4).

1000 años después, las personas incrédulas muertas de todos los tiempos serán resucitadas para enfrentarse a su juicio final (Apocalipsis 20:11-15).

Algunas personas han preguntado acerca de las personas que mueren durante el Milenio. Eso incluiría a quienes sobreviven los juicios de los tiempos finales y entran en el Milenio en sus cuerpos naturales, así como sus descendientes los cuales nacerán durante esos últimos 1000 años. Mateo 25:34 nos dice que los primeros serán personas creyentes, y es seguro asumir que algunos de los últimos también lo serán.

Con excepción de una frase oscura, la Biblia no menciona el destino de esas personas. Esa excepción se encuentra en Apocalipsis 20:15 que dice, “Todos los que no tenían su nombre registrado en el libro de la vida fueron lanzados al lago de fuego.” Juan dijo que eso está en contexto con la resurrección al final del Milenio.

Si únicamente las personas incrédulas serán llevadas a juicio en ese momento, entonces sus nombres obviamente no van a aparecer escritos en el libro de la vida. Como hemos visto, las personas creyentes de la Era de la Iglesia serán resucitadas/raptadas antes de que inicie la Semana 70 de Daniel. Las personas creyentes del Antiguo Testamento, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, serán resucitadas en la Segunda Venida, junto con los mártires de la tribulación (Daniel 12:1, Apocalipsis 20:4). Esto parece que abarca a todas las personas creyentes desde la Creación hasta la Segunda Venida. Siendo ese el caso, y si ninguna persona incrédula se encuentra en el libro de la vida, ¿por qué Juan vio la necesidad de mencionar el libro de la vida? Quizás es una insinuación de que todas las personas creyentes que mueren durante el Milenio también formarán parte de la segunda resurrección. Solamente el tiempo lo dirá.

Lo que ciertamente sí sabemos es que la Biblia dice que todas las personas que han vivido volverán a vivir, y solamente hay dos tipos de resurrecciones, una para las personas creyentes y otra para las incrédulas. La única variable en todo esto es en cuál tipo de resurrección participaremos nosotros. Jesús dijo que ya sea que resucitemos a vida, o que resucitemos a condenación, todo se resumirá a lo que creemos acerca de Él.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:16-18). Y eso es lo que la Biblia dice. 11/01/15