Domingo, 23 de febrero de 2014
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Básicamente existen dos escuelas de pensamiento cuyo interés es la fuerza motivadora detrás de nuestra salvación.
Una es que antes que Dios creara al primer hombre, Él sabía que la humanidad caería en pecado y se perdería. En ese momento Él escogió a algunos de nosotros para ser salvos al enviar a Su Hijo a morir por nuestros pecados. Las personas que creen eso dicen que Él no nos dio Su razón por elegir a algunos y a otros no. Ellas dicen que Él hizo eso porque él es soberano y era Su derecho el haberlo hecho. Ninguno de los que eligió ser salvos ni los que eligió no serlo, tenían el derecho de decir algo sobre ese asunto. Todo fue decidido por Dios y no hay nada que nosotros podamos hacer al respecto.
La otra escuela de pensamiento empieza de la misma manera. Antes que Dios creara al primer hombre, Dios sabía que la humanidad caería en pecado y se perdería. Pero luego difiere al sostener que Dios proveyó los medios por los cuales la humanidad puede escoger salvarse. El remedio que Él proveyó que es hacer que Su Hijo muriera por nuestros pecados, es el mismo. Pero como ustedes pueden ver, la aplicación del remedio es diferente. Todas las personas que escogen hacerlo le pueden pedir a Dios que las salve y si creen que Su Hijo murió por sus pecados y resucitó de nuevo, Él lo hará.
Entonces, ya sea que Dios sabía que pecaríamos, y proveyó un remedio por nuestros pecados, y luego aplicó ese remedio a una muestra de la humanidad que Él seleccionó, o, Dios sabía que pecaríamos, proveyó un remedio por nuestros pecados, y luego ofreció ese remedio a todas aquellas personas que escogen aceptarlo. ¿Qué dice la Biblia? ¿Debe Dios escogernos para recibir Su remedio, o nosotros podemos hacer la elección para recibirlo nosotros mismos?
Primero lo que es primero
Para darnos una mayor oportunidad de encontrar la respuesta correcta, empecemos repasando algunas de las directrices que debemos seguir para tener una interpretación bíblica precisa sin importar lo que estamos estudiando.
La primera es que la Biblia es la palabra de Dios y por lo tanto no se contradice a sí misma. Eso significa que en todos los aspectos de doctrina, la Biblia solamente enseña una posición. Las personas que afirman que hay algunos versículos que indican que nuestra salvación es elegida por Dios mientras que otras dicen que es nuestra elección, no pueden estar correctas. Es una o la otra.
La segunda directriz que seguiremos es permitir que los versículos más claros sobre un asunto en particular nos ayuden a entender los que son menos claros. Las afirmaciones más claras sobre un tópico definen la posición de la Biblia sobre ese tópico. Por consiguiente, no hay ningunos versículos oscuros escondidos en algún lado en el texto que los nieguen. La Biblia no está supuesta a confundirnos o a tendernos una trampa, sino a darnos entendimiento.
Y tercero, siempre debemos asumir que la Biblia dice lo que quiere decir cuando colocamos un versículo dado en su propio contexto, a menos que se nos dé una indicación clara de que no debemos hacer esa suposición. Ejemplos de esto serían cuando estamos leyendo una parábola o cuando algún otro tipo obvio de simbolismo se está utilizando.
Con esta introducción, veamos los versículos más claros de la Biblia sobre el tema de quién tomó la decisión por nosotros para ser salvos.
¿Qué dice la Biblia?
Uno de los versículos más conocidos en la Biblia es Juan 3:16. Es también uno de los más claros en cuanto al tema de nuestra salvación se refiere. La versión Reina Valera de 1960 dice así:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
La palabra griega traducida “mundo” en este versículo es “cosmos”. Aparece 187 veces en el Nuevo Testamento y en 186 de ellas se traduce “mundo”. Pero del contexto del pasaje podemos ver que el Señor no está hablando acerca del planeta en que vivimos, porque como tal el mismo no puede creer en nada. Él tenía que haber estado hablando de la gente que vive en el planeta, y cuando ese es el caso, la palabra “cosmos” se refiere a los habitantes de la Tierra, la familia humana. Es una palabra toda-inclusiva que abarca a todas las personas en la Tierra.
Entonces, Dios dio a Su Hijo porque Él amó a todas y cada una de las personas en la Tierra. Esto es consistente con otras declaraciones que la Biblia hace acerca del amor de Dios para toda la humanidad. Cuando Juan el Bautista dijo que Jesús es “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29) él usó la misma palabra para “mundo”. Y 1 Juan 2:2 dice, “Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” De nuevo, se usa la misma palabra griega.
Eso significa que Jesús no solamente murió por los pecados de aquellas personas que Dios había escogido, sino por los pecados de todos. Entonces se deriva que cuando se añade la frase condicional “para que todo aquel que en él cree,” Juan 3:16 significa que todas las personas que creen que Jesús murió por sus pecados pueden pedir la salvación y recibirla porque los pecados de todos han sido completamente pagados. Jesús confirmó que la salvación está disponible para todos en Mateo 7:7-8 y en Juan 6:40, como también lo hizo Pablo en Romanos 10:13.
Él no puede hacer eso
Jesús no pudo haber dicho, “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna,” como lo hizo en Juan 6:40 si Dios solamente le da la vida eterna a aquellas personas que ya Él ha escogido. Y Pablo no pudo haber dicho que algunas personas se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvas (2 Tesalonicenses 2:9-12) a menos que todas ellas tengan la habilidad y la oportunidad de creer la verdad. De otra manera, Dios no podría ser justo.
Algunas personas dicen que la soberanía de Dios le permite hacer todo lo que Él quiere. Pero simplemente eso no es cierto. Moisés dijo esto acerca de Dios:
“Porque el nombre del Señor proclamaré. Engrandezcan a nuestro Dios. Él es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; es justo y recto.” (Deuteronomio 32:3-4).
Eso significa que Dios no puede violar Sus propias leyes, o retractarse de Sus propias palabras. Y Él no puede actuar de una manera injusta, no recta, ni sin amor, porque estas son las características que lo definen. Es cierto que todos merecemos la muerte y debido a nuestros pecados Dios estaría justificado en condenarnos a todos nosotros. Pero el escoger arbitrariamente a unos pocos para salvarlos mientras deja al resto morir en sus pecados, no sería consistente con Su justicia, Su rectitud, o Su amor. De hecho eso sería una violación de esas tres características de Él.
Otros dos versículos que son claros resaltan el hecho de que Dios no pudo haber creado a algunas personas solamente con el propósito de condenarlas. 2 Pedro 3:9 nos dice que Dios no quiere que nadie se pierda sino que todos lleguen al arrepentimiento, y 1 Timoteo 2:3-4 confirma que Dios quiere que todas las personas sean salvas. Si eso es lo que Dios quiere, y si solamente depende de Él, entonces, ¿no seríamos todos salvos? Y si eso no es lo que Él quiere, ¿por qué estos versículos, escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, lo dicen?
Y eso no quiere decir que Dios no está involucrado en las decisiones de nuestra salvación porque ciertamente Él sí lo está. Seguidamente es como Él lo hace.
“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó” (Romanos 8:29-30).
Hay cinco pasos aquí y Dios está involucrado en cada uno de ellos, Él conoció, Él predestinó, Él llamó, Él justificó, y Él glorificó. Tomémoslos uno por uno.
Él conoció
La palabra griega significa, “conocer de antemano.” En Isaías 46:10 Dios dijo, “Yo anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho.” Dios no es alguien que tiene un montón de tiempo. Él está del todo fuera del tiempo y realmente puede ver el pasado, presente, y futuro a la vez. En cuanto concierne a nuestra salvación, eso significa que Él conocía a todas las personas que escogerían ser salvas antes que cualquiera de nosotros lo hiciera.
(Una traducción alternativa de Apocalipsis 13:8 nos dice que el libro de la vida del Cordero, el cual contiene el nombre de cada miembro de la Iglesia, realmente fue escrito desde la creación del mundo. Si eso es así, Dios no solamente sabía nuestros nombres desde el principio sino creó un registro de ellos también. Apocalipsis 21:27 nos dice que solamente aquellas personas cuyos nombres están escritos en este libro pueden entrar en la Nueva Jerusalén, el hogar eterno de la Iglesia.)
Él predestinó
Esta palabra significa “fijar de antemano.” Es muy similar a hacer una cita o una reservación; hacer un arreglo por adelantado de algo que va a suceder en un tiempo definitivo. Cuando Dios miró a través del tiempo para ver que tomáramos la decisión de ser salvos, Él hizo una cita para nosotros para que fuéramos conformados a la imagen de Su Hijo.
Él llamó
En el momento apropiado de nuestra vida Dios nos llamó para hacer lo que Él sabía que íbamos a hacer. Este es un paso crítico. De Romanos 3:9-18 podemos ver que debido a nuestra naturaleza pecaminosa ninguno de nosotros va a buscar a Dios por sí mismo. La culpa que llevamos por nuestros pecados nos hace tenerle miedo a Él. Por lo tanto, Él no está sentado sin hacer nada. Él envía personas para que nos digan que Él nos ama y que quiere hacer las paces con nosotros. Él puede aún intervenir en nuestra vida, orquestando circunstancias que nos hagan receptivos a Su llamado. (En mi caso, Él tuvo que resquebrajar un montón de “ídolos” que estaban amontonando cosas en mi vida distrayéndome de tomar mi decisión. Habiendo visto que eso sucedería, Él sabía que era necesario que yo me rindiera y Él hizo lo que era necesario hacer. Yo nunca querré volver a vivir ese momento de nuevo, pero para siempre le estaré gradecido por Su perseverancia.)
Él justificó
La palabra griega significa “rendir justo.” Él hizo que fuéramos inocentes, sin falta y sin culpa. Él hizo eso al aplicar la sangre de Jesús a los pecados de nuestra vida para que podamos vivir con Él. 1 Pedro 3:18 dice, “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios.” (Observe cómo este versículo confirma que Jesús murió por todos nosotros, y no solamente por quienes Dios ha escogido.)
Él glorificó
Él nos tiene en un sitio de honor y nos adorna con brillo, y nos viste con esplendor. Obviamente esto sucederá en el rapto/resurrección, cuando de hecho nos convertiremos en lo que Él ya nos ve que somos desde Su perspectiva. Para aquellas personas que están en Cristo somos una nueva creación; ¡lo viejo pasó, lo nuevo ha llegado! (2 Corintios 5:17).
De estos cinco pasos podemos ver que todos fueron puestos en movimiento cuando Dios vio por adelantado que un día lo escogeríamos a Él al aceptar el perdón que Él compró por nosotros con la sangre de Su Hijo. Pero si nosotros ignoramos el primer paso, entonces parecería que Dios fue el que nos escogió a nosotros. De hecho aquellas personas que creen que nuestra salvación fue la elección de Dios y no la nuestra, simplemente hacen eso, generalmente llamando su posición como “predestinación”, por el segundo paso en el proceso que Pablo expuso en Romanos 8:29-30.
La teología reformada
La noción de que Dios nos ha escogido es una aplicación impropia de las Escrituras la cual tuvo su comienzo en la reforma protestante. Este es el momento en el cual las líneas que se delinearon entre Israel y la Iglesia fueron borradas y se dijo que la Iglesia había heredado todas las promesas de Israel. Así surgió un nuevo sistema de entender la Biblia, llamado la teología de la reforma. Entre sus componentes está la idea de que así como Dios escogió a Israel, de la misma manera Él ha escogido a la Iglesia.
Está claro que Israel fue escogido por un acto soberano de Dios. Por eso es que es llamado Su pueblo elegido. No había nada de qué elogiar a Abraham y sus descendientes por encima de las demás naciones. En Deuteronomio 7:7-8 Moisés les dijo a los israelitas: “No por ser ustedes más que todos los pueblos los ha querido el Señor y los ha escogido, pues ustedes eran el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto el Señor los amó, y quiso guardar el juramento que juró a sus padres, los ha sacado el Señor con mano poderosa, y los ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto.”
Israel tenía un pacto nacional con Dios el cual incluía una tierra natal nacional, y las personas individuales no tenían nada que decir en el asunto. Los varones judíos eran circuncidados al octavo día de nacidos, mucho antes de tener la capacidad de escoger, como un símbolo para toda la vida de este pacto. La nación permanecía o caía en base a la obediencia a su pacto con Dios.
Pero cuando llegamos a la Iglesia, la Biblia dice, “Pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Mateo 7:7-8).
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40).
“Todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13).
La Iglesia no está en pacto con Dios en el sentido que Israel lo está. En primer lugar, la Iglesia no es una nación ni tiene una tierra natal. Y segundo, nosotros somos los beneficiarios de un pacto entre el Padre y el Hijo. Cada ser humano, sin importar su raza ni su origen nacional, tiene el privilegio de entrar en esta relación de beneficio, como un asunto de elección personal, luego de haber confesado su creencia de que Jesús murió por sus pecados y resucitó de nuevo.
Afirmar que la Iglesia es la sucesora de Israel es una falla mayor en la teología de la reforma, y quizás el componente más serio de esa falla es la insistencia de que nuestra salvación está determinada por un acto soberano de Dios sobre el cual no tenemos control alguno, en vez de ser algo por lo que Jesús murió y lo puso a disposición a todas aquellas personas que lo aceptan. Recuerden las palabras de Juan: “Él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).
Jesús dijo, “Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, y yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30). 23/02/14