¿Qué dice la Biblia?

Domingo, 19 de enero de 2014

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Les ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que hablen todos una misma cosa, y que no haya entre ustedes divisiones, sino que estén perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer (1 Corintios 1:10)

Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír (2 Timoteo 4:3).

Yo creo que jamás ha habido un tiempo en la historia en el que hayamos estado sujetos a una amplia variedad de opiniones acerca de lo que la Biblia dice. Algunas de estas opiniones realmente han estado durante mucho tiempo, mientras que otras son nuevas en la escena. Pero todas están ganando una mayor audiencia debido a las avanzadas comunicaciones en masa, especialmente en el internet. Y debido a que el cristiano promedio de hoy se encuentra lamentablemente desinformado en cuanto a la Biblia se refiere, algunas de estas opiniones han ganado un seguimiento que no podría haber sucedido en el pasado.

Como resultado de ello, se necesita un nivel promedio más alto de conocimiento bíblico y una completa aplicación de nuestro discernimiento espiritual para darnos cuenta qué es cierto y qué no. Afortunadamente la Biblia, siendo la palabra de Dios, solamente enseña una posición doctrinal para que entonces un estudiante diligente pueda vadear a través de todas estas falsas enseñanzas y encontrar la verdad. Pero lamentablemente, el número de estudiantes diligentes en el mundo cristiano parece estar en su punto más bajo, y muchos de ellos están siendo mal informados. La mayoría de estas falsas enseñanzas no impactan la salvación de la persona, sino que solamente siembran la confusión en el cuerpo de Cristo. Pero algunas de ellas han dado como resultado que un número considerable de personas crean que se van al cielo debido a lo que han aprendido, a pesar de que según lo que dice la Biblia probablemente no se irán.

Preparando este estudio, empecé a elaborar una lista de las distintas posiciones doctrinales que se enseñan ahora, y me di cuenta que una tendencia está rugiendo. A mí me parece que se nos está ofreciendo una selección de enseñanzas las cuales tienen un efecto en conjunto para fracturar el cuerpo de Cristo en maneras de desafían la coincidencia. Es casi como si alguna fuerza invisible está aplicando el principio de “dividir y conquistar” para privarnos de cualquier oportunidad que podamos tener de volver a recuperar nuestra unidad perdida en estos últimos días.

Esto está en contraste directo con la enseñanza de Pablo en contra de permitir divisiones entre nosotros. La palabra griega traducida “divisiones” en 1 Corintios 1:10 es “sjísma”. Su sentido literal es división o brecha, pero en sentido figurado también significa rotura, desavenencia o disensión. La raíz de esta palabra es el verbo “sjízo” que significa “rasgar, dividir, partir, romper.” La palabra en español “cisma” se deriva de aquí.

En los días de Pablo, estas divisiones eran causadas por personas creyentes que preferían un maestro a otro y permitían que se produjeran discusiones acerca de cuál de ellos era el mejor (1 Corintios 1:11-12). En ese entonces, había pocos maestros involucrados, pero debido a que la Iglesia no escuchó la advertencia de Pablo, ahora hay cientos de denominaciones principales y de grupos independientes alrededor del mundo, la mayoría de los cuales empezaron con personas que no estaban de acuerdo con lo que la Biblia dice, o estaban deseosas de poner sus propias opiniones por encima de la palabra de Dios.

Entonces, conforme empezamos este nuevo año, yo quisiera pasar unas pocas semanas recordándonos de la forma más clara posible lo que la Biblia realmente dice acerca de las creencias importantes de nuestra fe. Eso no quiere decir que este será un estudio exhaustivo sino más bien un repaso de los versículos más claros que la Biblia ofrece sobre los tópicos que cubriremos. En primer lugar, los estudios exhaustivos son por lo general exhaustivos para leerlos. Segundo, y más importante, una regla básica de interpretación es utilizar los versículos más claros sobre un tópico para que nos ayuden a interpretar aquellos que no son tan claros. (La Biblia no es un libro en el cual usted no tiene que preocuparse por la letra menuda o de estar continuamente buscando exclusiones y excepciones. Su intención es la de ser entendida por personas ordinarias con una inteligencia promedio.) Finalmente, me gustaría mantener este estudio lo suficientemente simple para que ustedes lo puedan compartir con amistades que demuestren curiosidad y con sus seres queridos, y aún sus hijos.

Con esto en mente, empecemos con la creencia fundamental y más crítica de todas.

¿Qué se necesita para ser salvos?

Comprendiendo lo que la Biblia dice (y no dice) acerca de la salvación obviamente es la prioridad número uno. Empecemos por definir el término.

La Biblia dice que todos somos pecadores (Romanos 3:23). Esto significa que repetidamente hemos violado la Ley de Dios. Cómo llegamos a esta situación es una historia larga pero el resultado final es que nuestros pecados nos han metido en un gran problema con Dios. De hecho la Biblia dice que nuestros pecados son castigados con la muerte (Romanos 6:23). El ser salvos significa haber sido rescatados de la pena de muerte debida a los pecados que hemos cometido.

La Biblia menciona dos nacimientos y dos muertes. El primer nacimiento y la primera muerte son físicas y están relacionadas con nuestro cuerpo físico, el cual usualmente se desgasta y deja de funcionar después de 70 u 80 años. El segundo nacimiento y la segunda muerte son espirituales, y se relacionan con nuestra alma y espíritu, los cuales viven para siempre.

La salvación no tiene la intención de salvar a la gente de la muerte física, sino de la muerte espiritual, la cual la Biblia define como que una persona es consignada al lago de fuego para ser atormentada para siempre. En Apocalipsis 20:14 y Apocalipsis 21:8 a este lago de fuego se la llama la muerte segunda. Así que en el sentido más literal, ser uno salvo significa escapar de la segunda muerte.

Usted debe nacer de nuevo

Somos salvos de la segunda muerte al experimentar nuestro segundo nacimiento. En algunos círculos a eso se le llama ser uno nacido de nuevo y es absolutamente necesario para que podamos ser salvos del castigo que tenemos por nuestros pecados.

Así es como eso funciona. Sabiendo que es enteramente nuestra culpa que estemos en este apuro, Dios prometió enviar a Su Hijo para pagar la pena de nuestros pecados muriendo en nuestro lugar. Su nombre es Jesús, y en el sentido eterno, Su muerte ha salvado nuestras vidas, si se lo permitimos.

En Juan 1:12-13 leemos lo siguiente:

Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

Nuestro primer nacimiento nos hizo hijos de nuestros padres terrenales, pero nuestro segundo nacimiento nos hace ser hijos de Dios. Es nuestro segundo nacimiento lo que nos califica para entrar en el Reino de Dios, ya que sin él nadie puede entrar allí (Juan 3:3). En Juan 3:6 Jesús dijo que lo que es nacido de la carne, carne es (Primer nacimiento); y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es (segundo nacimiento).

Estos versículos nos dicen que nuestro segundo nacimiento sucede cuando recibimos a Jesús y creemos en Su nombre. El recibirlo a Él significa tomarlo a Él para nosotros o hacerlo nuestro, y creer en Su nombre significa creer que Jesús es el único a través de quien Dios nos dio la salvación. En hebreo, el nombre de Jesús es Yeshua, una contracción de la frase que significa “Dios salva”. Su nombre explica lo que Él ha hecho, así al que creer en Su nombre estamos creyendo en lo que Él ha hecho por nosotros.

Resumiendo, si solamente nacemos una vez, moriremos dos veces, pero si nacemos dos veces, moriremos una vez. (Algunos de nosotros no moriremos del todo, pero eso es un tópico para otra discusión.)

¿Quién puede salvarse?

La Biblia nos dice que Dios quiere que todos se salven (1 Timoteo 2:3-4, 2 Pe4dro 3:9) y que cualquiera que creen en Jesús no perecerá sino tendrá vida eterna (Juan 3:16). De hecho dice que el creer que Dios envió a Jesús a salvarnos es lo único que Dios requiere de nosotros (Juan 6:28-29).

También dice que la decisión de ser salvos es nuestra. En Mateo 7:7-8 Jesús dijo que todo aquel que pide, recibe, quien busca encuentra, y cualquiera que llame a la puerta se le abrirá. Pablo dijo que si confesamos con nuestra boca, “Jesús es Señor” y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos seremos salvos (Romanos 10:9). Él dijo que todo aquel que invoca el nombre del Señor será salvo (Romanos 10:13). La única condición es que nuestra decisión sea hecha durante nuestra vida (Hebreos 9:27). Después que morimos nuestro destino queda sellado para toda la eternidad.

¿Dios dijo eso?

Cualquier otra cosa que usted pueda haber escuchado sobre la salvación, es hechura del hombre, no inspirado por Dios. Por ejemplo;

La Biblia no dice que debemos estar de acuerdo en dejar de pecar para ser salvos. Sí dice que debemos cambiar de manera de pensar y estar de acuerdo en que somos pecadores, porque la gente que no piensa que peca, no pide un Salvador.

La Biblia no dice que antes que Dios nos creara, Él seleccionó a algunos de nosotros para ser salvos, y dejar que el resto sufra la segunda muerte, y no hay nada que ninguno de nosotros pueda hacer para cambiar eso. Los versículos más claros sobre este asunto nos dicen que Dios no quiere que nadie perezca (2 Pedro 3:9) sino que toda aquella persona que invoque el nombre del Señor se salve (Joel 2:32, Romanos 10:13).

La Biblia no dice que nadie puede salvarse a menos que Dios nos considere dignos de esa bendición. Dice que no somos salvos debido a nuestra justicia o a las cosas buenas que hayamos hecho sino debido a Su misericordia (Tito 3:5).

La Biblia no dice que debemos contribuir con nuestros propios esfuerzos en el proceso de salvación. Dice que somos salvos por gracia por medio de la fe y no de las obras (Efesios 2:8-9).

La Biblia no dice que podemos ser salvos al unirnos a una iglesia o denominación religiosa en particular. Dice que debemos nacer de nuevo (Juan 3:3).

La Biblia no dice que podemos ser salvos obedeciendo la Ley de Dios. Dice que nadie será declarado justo por obedecer la Ley (Romanos 3:20) pero que tenemos una justificación aparte de la Ley que viene por medio de la fe en Jesucristo a todo aquel que cree (Romanos 3:21-24).

La Biblia no dice que tendremos una segunda oportunidad de salvarnos después de la muerte. Dice que solamente se nos ha dado una vida y que cuando la misma termina enfrentaremos nuestro juicio (Hebreos 9:27).

La Biblia no dice que tenemos que ser bautizados para ser salvos. Así como el bautismo es importante, sirve como una declaración pública de nuestra decisión privada de unirnos a la familia de Dios, y no como un prerrequisito para hacerlo. La Biblia dice que hemos sido incluidos en Cristo cuando escuchamos la palabra de verdad, el evangelio de nuestra salvación. Habiendo creído que fuimos marcados en Él con un sello, el Espíritu Santo de la promesa, el cual es el depósito que garantiza nuestra herencia, hasta la redención de aquellos que son posesión de Dios para alabanza de Su gloria (Efesios 1:13-14).

La próxima vez veremos la durabilidad de nuestra salvación. ¿Llegó Dios a esos extremos que fueron necesarios para salvarnos, solamente para dejar el mantenimiento de nuestra salvación en nuestras manos demostradamente incapaces, sabiendo que no podemos ayudar sino más bien perderla? Veamos lo que la Biblia dice. Nos vemos. 19/01/14