Domingo, 9 de agosto de 2015
Un Estudio Bíblico por Jack Kelley
Esta es la Parte 2 de la serie “5 cosas que usted debe saber de cómo Dios le ve.”
En la Parte 1 de este estudio discutimos cinco cosas que la Biblia dice que sobre la manera cómo Dios nos ve ahora que hemos nacido de nuevo. Las repasaremos brevemente y luego veremos lo que la Biblia dice acerca cómo debemos responder.
- Él nos ve como Sus propios hijos, adoptados en Su familia, y hechos uno de Sus herederos con una herencia que nunca nos podrá ser quitada.
- Él sabe que todavía pecamos pero ya no cuenta nuestros pecados en contra nuestra, sino que los atribuye al pecado que habita en nosotros.
- Puesto que estamos en Cristo, Él nos ve como una nueva creación. Desde Su perspectiva, lo que éramos se ha ido y hemos sido hechos nuevos, tan justos como Él es.
- Por consiguiente, nadie puede condenarnos ante Él por ninguna razón.
- Él sabe que cuando estemos ante Él todas nuestras imperfecciones terrenales habrán desaparecido y seremos perfectos, como Él es perfecto, adecuados para habitar con Él para siempre.
Conforme empezamos, asegurémonos que entendemos que ninguna de esas cinco cosas es condicional para mantener algún estándar de comportamiento. El único requisito que Dios les ha puesto es que admitamos que somos pecadores, y creer que cuando Jesús fue a la cruz Él fue por nosotros, a pagar el castigo de nuestros pecados, para que de esa manera pudiéramos ser perdonados de todos ellos (Juan 6:28-29). Eso es lo que significa nacer de nuevo. Nuestra salvación y herencia que lo acompañan es un regalo gratuito de la gracia de Dios (Efesios 2:8-9), y todo lo que se requiere de nosotros es que la recibamos y la aceptemos.
Por consiguiente, nada de lo que sigue debe ser visto como el precio que tenemos que pagar para recibir o mantener la vida eterna. Ya la hemos recibido, y nada en el Cielo ni en la Tierra puede cambiar eso jamás.
En dos lugares diferentes Pablo dijo que para la persona creyente, “Todo le es permitido” (1 Corintios 6:12, 1 Corintios 10:23). En ambos casos la palabra griega traducida “permitir” significa “legítimo.” Luego él completó su pensamiento con, “pero no todo edifica” que tiene la intención de que a pesar de ser permitido no significa que sea bueno.
Antes de continuar, ¿cómo podía Pablo decir que todo era legítimo para las personas creyentes? ¿No es que Jesús dijo que Él no había venido a abolir la Ley? Sí, Él lo dijo, pero cuando fue a la cruz Él abolió el castigo asociado por romper la Ley para quienes creen. “[Él] ha anulado el acta de los decretos que había contra nosotros y que nos era adversa” (Colosenses 2:14).
La ley y sus penas todavía tienen validez para quienes no creen, y permanecen responsables de cada violación a la misma. Pero para las personas creyentes, esas penas han sido canceladas. No son simplemente pasadas por alto, porque Dios no puede hacer eso. Son canceladas porque Jesús las pagó por adelantado al clavarlas en la cruz. El poder de la Ley está en su castigo, así que dónde no hay castigo la Ley no tiene poder. Es como si todo fuera legal.
Pero eso no significa que todo sea beneficioso. Ciertos comportamientos simplemente no son buenos para nosotros. Pueden producir adicción, pueden arruinar nuestra salud, pueden dañar o destruir nuestra relación con otras personas, pueden destruir nuestro auto estima, y lo que es más importante, entristecen al Espíritu Santo que está sellado en nosotros y que es obligado a participar de nuestro comportamiento.
En 1 Corintios 6:12-20 el tema principal de Pablo era la inmoralidad sexual. En los versículos 18-20 él resumió sus pensamientos de esta manera. “Huyan de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, ocurre fuera del cuerpo; pero el que comete inmoralidad sexual peca contra su propio cuerpo. ¿Acaso ignoran que el cuerpo de ustedes es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes, y que recibieron de parte de Dios, y que ustedes no son dueños de sí mismos? Porque ustedes han sido comprados; el precio de ustedes ya ha sido pagado. Por lo tanto, den gloria a Dios en su cuerpo y en su espíritu, los cuales son de Dios.”
La Biblia considera toda forma de actividad sexual hecha fuera de un matrimonio heterosexual como inmoral y por consiguiente es pecado. Los pecados sexuales son pecados en contra de nuestro propio cuerpo y Pablo nos recuerda que nuestros cuerpos no son nuestros para que podamos hacer lo que queramos con ellos. Hemos sido comprados a un precio, la preciosa sangre de Jesús (1 Pedro 1:18-19). Dios ha puesto Su propio sello de propiedad en nosotros y nos ha hecho, de manera colectiva, Su templo para esta era. Su Espíritu habita en nosotros (2 Corintios 1:21-22).
Si usted leyó la Parte 1 de este estudio, usted sabe que Dios no revocará nuestra salvación por este u otro pecado. Pero Pablo nos ha recordado que puesto que nuestros cuerpos le pertenecen a Él debemos esforzarnos hacer las cosas que le agradan a Él en agradecimiento por lo que Él ha hecho por nosotros. La inmoralidad sexual no le complace a Dios y entristece al Espíritu Santo, el cual ha sido sellado en nosotros, y es obligado a participar.
El otro lugar en donde Pablo menciona que todo nos es permitido (1 Corintios 10:23) concierne nuestro ejemplo a otras personas creyentes. Aquí el tema es específico a comer alimentos sacrificados a los ídolos. Para las personas que están firmes en su fe eso no es problema, pero no debemos buscar nuestro propio bien, sino el bien de los demás. Así que no importa lo que hagamos debemos hacerlo todo para la gloria de Dios. No debemos hacer que nadie tropiece, ya sean judíos, griegos (gentiles) o la Iglesia de Dios.
Los judíos siempre nos ven de menos debido a la naturaleza casual de nuestra fe. Los gentiles creen que somos unos hipócritas porque no vivimos de acuerdo a nuestros propios estándares. Otras personas cristianas nos ven viviendo nuestras vidas como personas incrédulas. Nada de eso va a animar a las personas a querer saber más, y aún puede hacer que rechacen lo poco que puedan saber. Claro, todo es legal para nosotros pero no todo es conveniente para las personas que nos rodean.
Pablo les llamó la atención a los corintios por su falta de decoro en su adoración (1 Corintios 11:1-16), la forma casual como celebraban la cena del Señor (1 Corintios 11:17-34), y por la forma como alardeaban de sus dones espirituales (1 Corintios 12). Él podría hacer lo mismo en muchas iglesias hoy día. Esas cosas no le daban la gloria a Dios, y ni siquiera le mostraban el respeto que Él merece.
En Efesios 4:17-32 Pablo se volvió a nuestro comportamiento personal.
“Pero esto quiero decirles en el nombre del Señor, y en esto quiero insistir: no vivan ya como la gente sin Dios, que vive de acuerdo a su mente vacía. Esa gente tiene el entendimiento entenebrecido; por causa de la ignorancia que hay en ellos, y por la dureza de su corazón, viven ajenos de la vida que proviene de Dios. Después de que perdieron toda sensibilidad, se entregaron al libertinaje para cometer con avidez toda clase de impureza” (Efesios 4:17-19).
De nuevo, esta clase de comportamiento no es ilegal para nosotros y no peligrará nuestra salvación. Pero no es beneficioso para nosotros ni para quienes nos rodean, como tampoco le da la gloria a Dios. Nosotros somos hijos del Rey eterno y debemos tratar de vivir de acuerdo a lo que ya hemos alcanzado (Filipenses 3:16) sin mencionar que hemos sido enseñados mejor.
“Pero eso no lo aprendieron ustedes de Cristo, si es que en verdad oyeron su mensaje y fueron enseñados por él, de acuerdo con la verdad que está en Jesús. En cuanto a su pasada manera de vivir, despójense de su vieja naturaleza, la cual está corrompida por los deseos engañosos; renuévense en el espíritu de su mente, y revístanse de la nueva naturaleza, creada en conformidad con Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:20-24).
A pesar de que en el sentido eterno Dios ya nos ve como que somos tan justos como Él es, sabemos que mientras estemos aquí en la Tierra nunca lo lograremos. Pero ese es nuestro destino, y Pablo nos estaba diciendo de practicar ser de esa manera. No para ganar o mantener algo, sino para expresar nuestro agradecimiento por Su promesa de que un día pronto todo se cumplirá.
“Por eso cada uno de ustedes debe desechar la mentira y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Enójense, pero no pequen; reconcíliense antes de que el sol se ponga, y no den lugar al diablo. El que antes robaba, que no vuelva a robar; al contrario, que trabaje y use sus manos para el bien, a fin de que pueda compartir algo con quien tenga alguna necesidad” (Efesios 4:25-28).
Note que a razón de Pablo para trabajar no es para enriquecernos nosotros mismos sino para ayudar a quienes lo necesitan. En 2 Corintios 9:6 él dijo que quienes siembran generosamente cosecharán generosamente y en 2 Corintios 9:11 él dijo que seríamos enriquecidos para poder ser generosos en toda ocasión. Por consiguiente, la actitud que facilita la verdadera riqueza es la generosidad. Empiece a dar todo lo que usted puede en su situación actual y el Señor se asegurará de darle más para que dé más.
Por eso es que Jesús nos dijo de no acumular tesoros aquí en la Tierra. Todo lo que recibimos aquí es para compartirlo, porque al hacerlo estamos acumulando tesoros en el Cielo (Mateo 6:19-21). Hay más de 93 millones de estadounidenses que no encuentran trabajo. ¿Quiere usted la vida más abundante que Él prometió (Juan 10:10)? Encuentre una persona cerca de usted y empiece a ayudarla. Empiece con poco y vaya aumentando su dar conforme aumenta su fe. Yo sé que este es un pensamiento radical, pero Jesús es un maestro radical.
“No pronuncien ustedes ninguna palabra obscena, sino sólo aquellas que contribuyan a la necesaria edificación y que sean de bendición para los oyentes. No entristezcan al Espíritu Santo de Dios, con el cual ustedes fueron sellados para el día de la redención. Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias, y todo tipo de maldad. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo” (Efesios 4:29-32).
Acompañe sus obras generosas con palabras de ánimo. Esto le será más fácil conforme su fe crece, y de esa manera usted se convertirá en una persona más amable, gentil y feliz.
Encima de todo recuerde, usted no está obligado ni obligada a hacer algo de esto para guardar su salvación. La misma fue un regalo gratuito. Pero haciendo eso es la manera cómo usted responde a la Gracia de Dios. 09/08/15