¿Salvados de lo peor pero alejados de lo mejor?

Miércoles 28 de septiembre de 2022

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Hace unas semanas recibí varias preguntas relacionadas sobre un libro recientemente publicado por un bien conocido autor cristiano. Las preguntas me intrigaron tanto que compré al libro para leerlo por mí mismo. (No voy a mencionar el nombre del libro, ni el del autor para evitar darles una publicidad no intencionada.)

De primera entrada me sorprendí sobremanera al leer la primera frase del prólogo que dice, “Yo creo que la mayoría de los cristianos que lleguen al cielo se van a decepcionar seriamente”. Pues bien, esa frase llamó mi atención. Solamente imagínese que nuestra Seguridad Bendita sea la fuente de una seria decepción.

La premisa básica del libro es que así como la salvación es suficiente para mantenerlo a uno fuera del infierno, no es suficiente como para que uno pueda entrar en el Reino. Solamente aquellas personas que sean dignas se convertirán en la Novia del Señor, y el resto de la iglesia pasará el Milenio en “las tinieblas de fuera” alejados de la presencia de Dios y descalificados para reinar con Él. En las tinieblas de fuera, dice el autor, los creyentes van a experimentar un pesar, remordimiento y un sentido de culpabilidad inimaginables durante los mil años que van a pasar recordando sus vidas no santificadas. Ellos recordarán cada detalle de sus fracasos lo cual les causará mucho lloro y crujir de dientes. (Según unas encuestas recientes, esto podría ser el destino de hasta el 93% de todos los cristianos nacidos de nuevo en los EE.UU. hoy día. No existen estimaciones para las generaciones previas, ni para las personas de otros países.)

A propósito, este punto de vista no es nuevo. Ha estado presente por casi una generación, y se basa principalmente en Mateo 8:11-12, 22:13, 24:50-51, & 25:30, que son los cuatro lugares en los que se menciona ya sea las tinieblas de fuera o el lloro y el crujir de dientes, o ambos a la vez. Hacia el final del libro el autor se refiere a esas personas diciendo, “Siempre recuerden a aquellos que no fueron capaces de heredar” y, “¡Estos pasajes están hablando sobre los cristianos! Y sin embargo, ninguno heredó el Reino. Si, todos estaban en él. Pero se encontraban en alguna otra región, en algún otro lugar—las tinieblas de fuera—y por lo tanto alejados de la luz de la presencia del Señor”.

Como lo hacen las publicaciones anteriores, este libro deja en claro que todos los verdaderos creyentes aun son salvos y aun se van al cielo, pero puesto que no siguieron fielmente a Cristo en la tierra, morarán en una parte del cielo alejados de Él y perderán cualquier recompensa de poder reinar con Él en Su Reino. Esta es una posición intermedia la cual originalmente se desarrolló para refutar la idea de que uno puede perder la salvación, sin otorgarle a los creyentes que no vivieron una vida victoriosa, un “pase libre” para entrar en el Reino. Yo pienso de esto como un “lugar a medias”, el cual no es ninguna prisión, pero tampoco se goza de plena libertad.

Yo estoy convencido de que las personas que sostienen este punto de vista han malinterpretado todos estos pasajes de “las tinieblas de fuera”. Por eso es que creo que la mejor forma de entender el concepto de las tinieblas de fuera, es el siguiente.

Las tinieblas de Fuera, Referencia 1. Mateo 8:5-12

Entrando Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, y diciendo: Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado.

Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.

Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará. Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.

Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto les digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. Y les digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; pero los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

En este pasaje, Jesús le está hablando claramente a Israel, no a la Iglesia. Ese momento fue por lo menos dos años antes de Pentecostés y mucho antes que Israel rechazara Su ofrecimiento del Reino. Él los estaba criticando por permitir que un soldado romano gentil demostrara una fe más grande que la que ellos tenían. Él les dijo que su falta de fe daría como resultado que la gente de todo el mundo (los gentiles) heredara el Reino, mientras que los judíos, quienes eran los súbditos del Reino, serían echados a las tinieblas de fuera.

Israel era entonces (y lo será de nuevo) el Reino de Dios en la Tierra. El Señor repitió esta advertencia en Mateo 21:43 cuando de nuevo les dijo a los judíos, “Por tanto les digo, que el reino de Dios les será quitado a ustedes, y será dado a gente que produzca los frutos de él”. Es obvio que el Señor consideraba que ellos eran los súbditos del Reino ya que de otra manera ¿por qué los amenazaría con quitarles el Reino?

Esta referencia es una advertencia a Israel de que los gentiles creyentes del fin de la era, como el centurión, se unirían a sus patriarcas en la Fiesta de Bodas, mientras que ellos se sentarían fuera en las tinieblas por haber fracasado en reconocer a su Mesías.

Las tinieblas de Fuera, Referencia 2. Mateo 22:1-14

Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.

Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Díganles a los convidados: He preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; vengan a las bodas.

Pero ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.

Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; pero los que fueron convidados no eran dignos. Vayan, pues, a las salidas de los caminos, y llamen a las bodas a cuantos encuentren. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Pero él enmudeció.

Entonces el rey dijo a los que servían: Átenle de pies y manos, y échenlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.

Esta es la parábola de la fiesta de bodas, y la persona que fue expulsada en el último minuto era uno de los convidados a la fiesta. La Novia no es un convidado y nunca va a ser expulsada de su propia boda.

El aceptar el punto de vista de este autor de que esta parábola es sobre la iglesia uno debe empezar con la creencia de que alguna parte de la iglesia conforma la Novia y otra parte no. Pero la Biblia nunca sugiere eso. Uno solamente puede llegar a esa conclusión al apartarse de la interpretación literal de las escrituras para hacer que digan lo que uno quiere que digan.

Por ejemplo, el Señor nos ha impuesto nuestra justificación por la fe, y no por las obras (Romanos 4:5). Isaías describió la justicia humana como trapos de inmundicia (Isaías 64:6) y la del Señor como “vestidura de salvación” y “manto de justicia” (Isaías 61:10) en donde la adquisición de estas cualidades se asemeja a las ropas que se usan en una boda. Pero el autor nos quiere hacer creer que hay una diferencia entre salvación y justicia, la salvación que viene por creer, y la justicia del reino que viene de las obras que hacemos en la tierra. Por lo tanto, el convidado era un creyente nacido de nuevo el cual no solamente fue excluido de ser la novia sino que fue echado del banquete a las tinieblas de fuera porque no tenía la justicia del reino.

Pero yo lo veo de la manera siguiente. En Apocalipsis 16:15, justo después del juicio de la sexta copa y mucho después de que la iglesia se ha ido, el Señor dijo, “Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza”.

Él se estaba refiriendo al hecho de que la Doctrina de la Seguridad Eterna termina con el Rapto, un hecho que Jesús explicó en la Parábola de las Diez Vírgenes. Los creyentes de la tribulación serán responsables por permanecer salvos. Pero, aun así, su justicia se simboliza por sus ropas.

La persona que fue echada fuera del banquete era un convidado de último momento, un creyente de la tribulación que no forma parte de la Iglesia. Él estaba tratando de recibir la bendición de los demás convidados al banquete (Apocalipsis 19:9) por lo menos siete años después del Rapto. Él no se había mantenido puro y había perdido su salvación. Cuando el Señor retorne, esta persona intentará tener acceso al Reino vistiendo sus propias vestiduras (como que fueran el poder de su propia justicia) sin tener la justicia impuesta a él por medio de la fe (las vestiduras de las bodas). Fue descubierto y lanzado fuera.

Observen que a la Novia nunca se le menciona en esta parábola. No se trata de nosotros. Se trata de los convidados al final de la era.

Las tinieblas de Fuera, Referencias 3-4. Mateo 24:50-51 y Mateo 25:30

Mateo 24:50-51 concluye la parábola de los siervos fieles y prudentes y de los siervos malvados, y Mateo 25:30 hace lo mismo con la Parábola de los Talentos. Menciono las dos juntas porque ambas contienen juicios, pero estos no se llevan a cabo en el cielo sino ante el Tribunal de Cristo donde la iglesia será juzgada. Junto a la Parábola de las Diez Vírgenes, la cual se coloca entre un paréntesis, la localización y el momento del juicio se identifica como que se lleva a cabo en la tierra después del retorno del Señor. Esto fue establecido antes en Mateo 24:29-30 haciendo que todo lo que sigue concierna a los creyentes en la tierra en la Segunda Venida. En otras palabras, estas parábolas describen el destino de los sobrevivientes de la tribulación que no mantuvieron la fe. De nuevo, estos juicios no conciernen a la Iglesia. Esto se puede confirmar fácilmente leyendo Mateo 24:36-37, Mateo 25:1, & Mateo 25:14. Como lo mencioné anteriormente, la Doctrina de la Seguridad Eterna termina con el Rapto, por eso es que los creyentes de la tribulación están en peligro de caer y de perder su salvación (Apocalipsis 14:12 & 16:15). Estos pasajes en Mateo demuestran ese hecho en términos ciertos. La última enseñanza del Señor en el Discurso del Monte de los Olivos, que es el juicio de las ovejas y los cabritos (el Juicio de las Naciones), el cual también se lleva a cabo en la Tierra después de la Segunda Venida, cierra Su caso al disponer de los sobrevivientes de la tribulación (Mateo 25:31-26).

Al aplicarle todos estos pasajes a la Iglesia uno tendría que creer que el Rapto y el juicio ante el Tribunal de Cristo se llevan a cabo después de la Segunda Venida, pero un cuadro detallado a colores en el libro en cuestión claramente muestra que el autor cree en un Rapto antes de la tribulación al cual inmediatamente le sigue el Juicio ante el Tribunal de Cristo.

Habiendo dicho todo lo anterior, el gran problema con este punto de vista del “lugar a medias” es que genera certeza y motivación. El aceptar esta posición uno tiene que creer que el Señor no le va a dar a usted ninguna seguridad sobre cómo es que va a pasar los siguientes mil años sino hasta que ya es demasiado tarde para que usted pueda hacer algo al respecto. Por ejemplo, en la manera como el autor toma la Parábola de la Fiesta de Bodas, el convidado creyó que pertenecía al lugar pero se quedó mudo cuando se le dijo lo contrario.

Y en 1 Corintios 4:5 leemos que el Señor va a juzgar a la Iglesia según los motivos de nuestros corazones. ¿Cómo podrían los motivos de nuestros corazones ser puros si sabemos que nuestras obras aquí en la tierra son las que van a determinar nuestra participación en el Reino? Nuestros corazones son engañosos más que todas las cosas, y perversos y siempre van a tirar hacia el interés propio. La avaricia reemplazaría a la gratitud en el corazón de cada creyente lo cual haría aun menos probable que alguien pueda sobrevivir el juicio de manera intacta.

En Efesios 1:13-14 y en 2 Corintios 1:21-22 Pablo dice que nuestra herencia fue garantizada en el momento en que creímos la primera vez. ¿Es que la herencia de la que Pablo hablaba es de mil años de un pesar, remordimiento y sentido de vergüenza inimaginables, a menos que trabajemos para mejorar eso? ¿Es eso lo que se nos está asegurando tener?

Yo no tengo problemas en que exista algún tipo de desigualdad en el Reino. No todos podrán vivir a la par de Jesús, ni ser rey de algún país, ni aun líder de algún grupo pequeño, Y aun cuando la Biblia claramente advierte que vayamos más allá de la salvación para obtener la victoria sobre este mundo, habrá muchas personas que no ganarán las coronas que le son prometidas a los creyentes que lo puedan hacer. Pero de eso a decir que la mayoría de nosotros no participaremos ni aun en la era del Reino, sino que seremos consignados a un período de mil años de una desdichada miseria, desafía todo el entendimiento. ¿Cómo se igualaría eso a la promesa de que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna? (Juan 3:16). ¿Quién desearía esa clase de vida, aun si solamente durara mil años?

A través de toda la historia de la Iglesia los eruditos han sostenido que solamente hay dos posibles destinos para la humanidad, el cielo o el infierno. El introducir un tercer destino, en el cual somos salvados de lo peor pero estamos alejados de lo mejor, después que la suerte de todas las generaciones, excepto una, ha sido sellada, es increíble, por decir otra cosa. Y debo confesar que yo le daría más credibilidad a este punto de vista si no fuera por ser tan negligente con el contexto y el momento, al considerar estos versículos. Lo que eso nos dice es que en realidad no hay ninguna persona que pueda llenar los requisitos. Y eso la hace una mala teología. Selah 02/08/2008