Miércoles, 31 de julio de 2019
Un estudio bíblico por Jack Kelley
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Una y otra vez los fariseos y los doctores de la ley le habían dicho a la gente cómo es que Dios esperaba que vivieran, y el poder cumplir con mucho de ello era simplemente imposible. Así que un día la gente le preguntó sin más rodeos a Jesús qué es lo que debían hacer para cumplir con el trabajo que Dios requería de ellos (Juan 6:28). Esa fue la oportunidad perfecta para que el Señor especificara cada detalle de la “lista de cosas que hay que hacer” que Dios tiene para la humanidad, y que son Sus normas no negociables para ser admitidos en Su Reino. ¿Acaso les diría que estuvieran atentos, con papel y lápiz, para anotarlo todo mientras Él les repetía los Diez Mandamientos, o las 613 leyes de la Torá? ¿Y que tal el Sermón del Monte? ¿Cómo es que Él respondería a la pregunta central de la humanidad relacionada con nuestra responsabilidad hacia el Creador?
“Esta es la obra de Dios”, les respondió, “que ustedes crean en el que él ha enviado” (Juan 6:29). ¡Y eso es! Eso es todo lo que Él dijo. Creer en el que Él ha enviado. Es cuando usted confía su destino eterno en la obra completa hecha en el nombre suyo por el Hijo de Dios.
A través del Nuevo Testamento, esta respuesta es indudablemente clara, y sería repetida varias veces. “Porque por gracia son ustedes salvos por medio de la fe; y esto no es de ustedes, pues es un don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9).
“Sabiendo que ustedes fueron rescatados de su vana manera de vivir, la cual recibieron de sus padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación… y mediante el cual ustedes creen en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que la fe y esperanza de ustedes sean en Dios” (1 Pedro 1:18-19, 21).
“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3:4-7).
¿Cuánto más claro tiene que ser? Nuestra fe nos ha salvado, y aun eso fue un regalo de Dios. Él nos dio la fe para ser salvos sin ningún costo ni condiciones adicionales. El mantener esa fe es lo único que debemos hacer. Y ciertamente es la única cosa que podemos hacer, porque el sostenernos en nuestra fe es el único esfuerzo que podemos ejercer y que no es considerado como una obra (Romanos 4:5). Todo lo demás que hagamos en un esfuerzo mal dirigido para mejorar o perfeccionar nuestra posición ante Él, y es una obra religiosa que devalúa el precio increíble que Él pagó para que podamos tenerla gratuitamente. Con eso le estaríamos demostrando a Él que nosotros no creemos que Él completó Su obra.
Entonces, no es lo que usted hace lo que importa, sino en lo que usted cree. La obra que Dios requiere es que nos sostengamos en la fe que se nos ha dado, que la nutramos y la protejamos de las filosofías vacías y engañosas las cuales dependen de las tradiciones humanas y de los principios básicos de este mundo en vez de depender de Cristo (Colosenses 2:8). Estas filosofías engañosas caen dentro de dos categorías, las cuales yo llamo Más al Evangelio y Menos al Evangelio. Pero recordemos, ambas afirman ser cristianas.
Más al Evangelio
Estas son las religiones que le agregan a lo que Jesús hizo. Estas legislan el comportamiento como lo hacían los fariseos, con reglas y regulaciones que deben de ser obedecidas bajo el riesgo de perderlo todo. En efecto, tratan de convencernos que Jesús solamente empezó el proceso de salvación en la cruz. Depende de cada uno de nosotros el completarlo al comportarnos de la manera que sea aprobada por ellas. Algunas personas dicen que Jesús pagó por todos los pecados de usted hasta el momento en que fue salvo y salva, pero después de eso, todo está en su mente. Es como si a usted le dan un obsequio pero debe de ganarse el derecho de guardarlo. El comportamiento posterior suyo lo mantendrá a usted salvo y salva, o causaría que Él revoque su salvación, y una vez que la misma es revocada usted nunca la podrá recuperar. Otras le harán creer que Su gracia solamente entra en juego cuando usted ha hecho todo lo posible para salvarse a usted mismo.
La religión de Más al Evangelio le hará creer a usted que Él lo ha amado lo suficiente como para morir por usted mientras usted lo odiaba, pero una vez que usted le entregó su corazón a Él, Él empezó a apretar las tuercas para hacerle miserable el resto de su vida. Cualquier resbalón de parte suya puede expulsarlo para siempre. Entonces, no importa cómo usted lo vea, Más al Evangelio significa que en realidad, todo depende de usted.
Menos al Evangelio
Luego están las personas no creen que usted deba del todo reclamar la muerte del Señor para usted mismo. Al rechazar la noción de un Salvador personal, ellas alegan que Él murió por todos, así que todos nos vamos al cielo. Algunas dicen que las personas que no son salvas pueden sentarse con el Señor, después que han muerto, para enderezar las cosas. Otras aun dicen que el cristianismo es solamente otro de los muchos caminos para llegar al Cielo, por lo que no importa a quién o a qué adora usted, mientras usted sea sincero en lo que hace.
Ambos puntos de vista son ataques muy serios sobre la clara y directa verdad del Evangelio, complicando aquello por lo que el Señor dio Su vida para mantenerlo simple. Pablo dice que es nuestro trabajo resistir esos ataques, y no permitir que ningún punto de vista cause que nos desviemos de la verdad de que somos salvos por lo que creemos y no por la forma en que nos comportamos.
El Pastor y Las Ovejas
A través de todo Su ministerio, el Señor se caracterizó a sí mismo como el buen pastor. Toda persona que ha cuidado ovejas sabe que las mismas son dadas a extraviarse y que es el trabajo del pastor el regresarlas al rebaño. Ninguna oveja tiene un comportamiento tal que haga que el pastor se convenza de que debe de abandonarla. Y de la misma manera es con el Señor y nosotros.
Jesús dijo, “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:39-40).
Él hizo posible nuestra salvación y luego hizo todo lo necesario para proveerla sin costo adicional. Todo lo que queda es que cada uno de nosotros la reciba y crea en ella. En primer lugar, si existiera alguna forma en que podamos salvarnos por nosotros mismos, o de renunciar o perder nuestra salvación, o de ir al cielo sin recibirla, entonces, en el mejor de los casos, el Señor estaba exagerando Su papel en nuestras vidas, y en el peor de los casos estaba diciendo algo que simplemente no era cierto.
Permanezcan En Mí
En Juan 15:4, el mismo Señor volvió a referirse a esto. Permanezcan en Mí y Yo permaneceré en ustedes, dijo. Algunas personas han interpretado esto como que describe un estado de obediencia de nuestra parte, como si una relación actual dependiera de nuestro comportamiento. La palabra griega traducida “permanecer” es la misma en Colosenses 1:23 y en Juan 15:4. Esta palabra describe la condición de nuestra fe y no la manera de nuestro comportamiento. Permanecer en Él significa una continuidad en nuestra fe, al depender en Sus promesas y ser motivados por la esperanza que se encuentra en el Evangelio.
Sola Grazia, Sola Fides, Sola Scriptura
Solamente por la gracia, sólo por la fe y sólo por las Escrituras. Esta fue la gran revelación que Martín Lutero pronunció y que se convirtió en el grito de combate de la Reforma Protestante. Pero los enemigos de Dios no se derrotan tan fácilmente, y tristemente, tanto las filosofías de Más al Evangelio como de Menos al Evangelio eventualmente se infiltraron en las denominaciones protestantes, por lo que podemos encontrar elementos de ambas dispersas en todo el cristianismo hoy en día.
Así que no importa a dónde asiste usted a adorar los domingos por la mañana, o aun si no lo hace, la mejor forma de estar seguro de que es salvo y salva, es mantenerse asido y asida fuertemente a la verdad simple del Evangelio. “Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:3-4). “Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9). Eso es todo. Él nos dio la fe para creer, y si usted cree, ya la tiene. Selah 04/09/2005