Domingo, 26 de octubre de 2014
Un estudio bíblico por Jack Kelley
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor (1 Juan 4:18).
Hay mucho tráfico de temor hoy en día. La palabra “traficar” originalmente se refería a comerciar o negociar con dinero y mercancías, pero hoy día se usa con frecuencia para describir a una persona involucrada en algo mezquino o despreciable.
Usted no tiene que ir muy lejos para encontrar alguien que está demasiado ansioso(a) de informarle sobre todas las cosas que usted debe de temer, ya sea el colapso financiero, la escasez de alimentos, las enfermedades mortales, o que el gobierno está secretamente planeando encerrarlo a usted en los campos FEMA que ha estado construyendo para obligarle a que se ponga la marca de la bestia.
Los libros y videos que explican las señales de Dios que anticipan los juicios venideros están garantizados a venderse a pesar de no ser precisos en la interpretación de Su palabra. Esto se debe a que alrededor de todo el mundo hay una creciente expectativa de juicio. Pablo explicó que aún aquellas personas que no tienen un conocimiento de la ley de Dios de manera intuitiva conocen el bien y el mal (Romanos 2:14-15), y aún los observadores más casuales estén empezando a sentir que las cosas se están poniendo peor.
Yo no conozco ninguna nación que esté siendo bendecida hoy en día. Todas están en algún estado de juicio de los últimos días que culminará con el cumplimiento de Jeremías 30:11 cuando el Señor las va a destruir completamente. Solamente a Israel se le garantiza la sobrevivencia y aún ellos van a soportar primero algún tipo de tiempos difíciles.
Recientemente comparamos los eventos actuales en el mundo con los “dolores de parto” que Jesús describió como indicadores de que el fin de la era se acercaba. Vimos la evidencia de que estos indicadores a un ritmo constante se están volviendo cada vez más frecuentes e intensos conforme se acerca el momento de la Segunda Venida de la misma manera como los dolores de parto se hacen más frecuentes e intensos cuando se acerca el momento del nacimiento de una nueva vida.
Muchas personas cristianas están profundamente inmersas en el mundo, y a pesar de que son nacidas de nuevo, las actitudes temerosas de sus contrapartes incrédulas han ocupado sus mentes también. No es de extrañarse debido a las noticias vespertinas, el internet, la radio, los programas de TV de discusión, y lo que pasa por entretenimiento secular en estos días.
No permita que eso le desanime
La Biblia nos advierte acerca de dejar que los temores e incertidumbres de este mundo infecten nuestra mente. En Mateo 6:25-34 Jesús repetidamente decía, “No teman.” Y en Mateo 13:22 Él dijo que el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Él dijo que debemos esperar problemas en este mundo pero que cobráramos ánimo porque Él ha vencido al mundo (Juan 16:33). Y acerca de los tiempos en que nos encontramos ahora, Él dijo, “Cuando estas cosas comiencen a suceder, enderécense y levanten la cabeza, porque su redención está cerca.” (Lucas 21:28).
Observe que Jesús no dijo que nos animáramos porque Él nos daría la fuerza para vencer el mundo por nosotros mismos. Él dijo que nos animemos porque Él ha vencido al mundo. Y Él también dijo que al ver las señales de la proximidad de los tiempos del fin debería causar que nos enderecemos y levantamos nuestra cabeza porque nuestra redención está cerca. Una de las grandes promesas de la Biblia es que no tenemos que ser vencidos por los eventos de este mundo, sino que podemos permanecer por encima de ellos.
Pero debido a nuestra naturaleza caída, eso no sucede de manera automática, Nuestra tendencia natural es reflejar las actitudes del mundo que nos rodea. Muy temprano en la vida aprendemos que así es como la gente que nos rodea nos acepta, y la aceptación es una de nuestras necesidades humanas básicas. Por eso es que hay muy pocos de nosotros que somos verdaderamente personas individuales. Hemos estado trabajando para encajar con el mundo que nos rodea desde que éramos niños(as) pequeños(as). Cuando llegamos a la edad adulta ya eso es nuestra segunda naturaleza. La mayoría de nosotros nunca llegamos a entender que somos lo que somos principalmente porque hemos aprendido a reflejar las actitudes y hábitos de las personas cuya aceptación ha sido importante para nosotros.
El ser nacidos y nacidas de nuevo eso no nos cambia automáticamente, especialmente si todavía estamos inmersos en la misma sociedad. En lo nuevo, la evidencia de nuestra fe se mostrará a sí misma por la manera como hablamos y actuamos. Pero si la compañía que mantenemos no lo aprueba, pronto aprenderemos a mantener esa parte privada para nosotros. Es un precio que pagamos para ser aceptados.
Muchas personas cristianas descubren que vivir la fe requiere desarrollar un nuevo conjunto de amistades, pero aun así generalmente se convierten en la misma clase de cristianos que son sus nuevos amigos. ¿Ha observado usted que en las congregaciones que creen en la oración en lenguas, casi todos tienen una de ellas? Pero en las que no creen en la oración en lenguas, nadie tiene una.
Lo mismo es cierto cuando se trata del legalismo, el bautismo, la profecía, las diferentes escuelas de teología, etc. La posición de una persona en cualquiera de esos puntos usualmente refleja la posición de la iglesia a la que asisten. Y eso no es porque salieron en busca de una iglesia que enseña una doctrina en particular. La mayoría de nosotros no sabíamos qué creer cuando empezamos a asistir a la iglesia, y la gran mayoría de nosotros nunca verificó si lo que se enseña es verdad. Lo creemos porque las personas que nos han aceptado en su medio lo creen.
La aceptación supera el conocimiento
Eso es así porque la necesidad de aceptación supera el conocimiento bíblico. La Biblia solamente enseña un punto de vista sobre todas estas cosas y si todas las personas dependieran de la Biblia para ayudarlas a formar sus creencias no existiría todas esas denominaciones diferentes. Eso fue el punto de Pablo en 1 Corintios 3:1-9.
Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido, ni pueden todavía, pues aún son inmaduros. Mientras haya entre ustedes celos y contiendas, ¿no serán inmaduros? ¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos? Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?
Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno. Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento. Así que no cuenta ni el que siembra ni el que riega, sino sólo Dios, quien es el que hace crecer. El que siembra y el que riega están al mismo nivel, aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo. En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
El problema es que la mayoría de nosotros no dependemos de la Biblia para informarnos. Dependemos de lo que otras personas nos dicen. Debido a eso nunca podremos estar seguros de que lo que sabemos es cierto, y nuestra incertidumbre es una puerta abierta en nuestra mente para que el temor entre cuando las cosas empiezan a ponerse espeluznantes.
“No se conformen a este siglo, sino transfórmense por medio de la renovación de su entendimiento” (Romanos 12:2).
“En cuanto a la pasada manera de vivir, despójense del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renuévense en el espíritu de su mente, y vístanse del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24).
Pablo estaba hablando aquí de permitirle al Espíritu Santo que empiece Su proceso de regeneración en nuestras mentes. El ser transformados y ser hechos nuevos en la actitud de nuestras mentes no son cosas que nosotros hacemos, son cosas que Él hace. Nuestra participación en el proceso involucra leer la palabra de Dios y permitirle al Espíritu Santo que confirme la verdad en nuestras mentes. Jesús dijo que el Espíritu Santo nos guiaría a toda la verdad (Juan 16:13). La palabra de Dios es la única fuente de esa verdad.
Pero muchas personas creyentes omiten el paso de leer la palabra de Dios. Como resultado de ello se quedan solamente con el sentimiento de que la verdad les ha sido revelada espiritualmente a ellas. Personas como ésas tienen celo sin conocimiento, algo que Proverbios 19:2 dice que no es bueno. No puedo contar el número de correos que he recibido de personas que emocionadas afirman que el Espíritu Santo les ha revelado algo nuevo y ellas han decidido compartirlo conmigo. Usualmente descubro después de unos minutos de estudiarlas que lo que les ha sido “revelado” está en directa contradicción con lo que la palabra escrita dice.
La mayoría de las personas no se dan cuenta de que nuestra mente puede ser engañada para hacernos creer que hemos recibido algo del Espíritu Santo cuando realmente eso ha llegado de diferentes fuentes. Cuando omitimos el paso de leer la palabra de Dios estamos removiendo el paso de la confirmación del proceso de regeneración, el cual fácilmente puede atrasar nuestro crecimiento espiritual y aún dar como resultado que creamos una falsa enseñanza.
“Miren que nadie los engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Colosenses 2:8).
Yo estoy convencido de que Pablo no estaba hablando aquí solamente de fuentes provenientes del mundo incrédulo. Escuchar a un pastor o profesor sin confirmar que lo que él dice es consistente con la palabra de Dios es una de las formas más comunes de que una falsa enseñanza sea sembrada en nuestra mente. Por eso es que Pablo elogió a los de Berea por confirmar todo lo que él les enseñaba al escudriñar las Escrituras diariamente (Hechos 17:11). Al fracasar en hacerlo corremos el riesgo de simplemente intercambiar una tradición hecha por el hombre por una religiosa.
¿Qué dice la Biblia?
Jesús dijo que habría problemas en este mundo pero que nos animáramos porque Él había vencido al mundo (Juan 16:33). Él dijo que cuando el problema particular que el mundo está experimentando ahora mismo empieza a formarse, debemos levantarnos y enderezar nuestras cabezas porque nuestra redención está cerca (Lucas 21:28). Él dijo que debido a que hemos guardado Sus mandamientos para soportar pacientemente él nos librará de la hora de la prueba que vendrá sobre el mundo entero para probar a los moradores de la Tierra (Apocalipsis 3:10). Él dijo que Él regresaría para llevarnos con Él para que donde Él esté también nosotros estemos (Juan 14:2-3).
Pablo dijo que Jesús nos rescatará de la ira venidera (1 Tesalonicenses 1:10). Él dijo que nosotros los que vivimos y hayamos quedado seremos arrebatados (raptados) para encontrarnos con Él en las nubes y así estar con el Señor para siempre (1 Tesalonicenses 4:17). Él dijo que nos animáramos los unos a los otros con esas palabras (1 Tesalonicenses 4:18). Él dijo que los eventos que llevan al final de la era no deben tomarnos por sorpresa (1 Tesalonicenses 5:4), y que no estamos puestos para sufrir la ira sino para recibir la salvación por medio de Cristo nuestro Señor (1 Tesalonicenses 5:9).
Si usted solamente ha escuchado estas cosas por boca de los hombres entonces no puede estar seguro, ni segura, de que son ciertas, y usted es una presa fácil para los traficantes del temor quienes se deleitan en sacudir la confianza de lo incierto.
Pero si usted ha leído con sus propios ojos los versículos de dónde estas afirmaciones provienen, y los conoce lo suficiente como para que pueda encontrarlos fácilmente en su Biblia, y si usted le ha pedido al Espíritu Santo que confirme la verdad de ellos y cree en su corazón que se aplican a los tiempos que tenemos adelante, entonces usted se ha protegido de todo el temor que abunda hoy en día.
Usted sabe que estas promesas no necesariamente le hacen estar exento de alguna persecución o problema entre ahora y el día en que Él venga a llevarnos Consigo, pero usted sabe que es un hijo e hija de Dios (Juan 1:12-13) y debido a eso usted puede continuar resistiendo pacientemente. Puesto que Él fue a prepararle un lugar a usted, usted sabe que Él volverá por usted. Cuando lo haga Él le llevará a la casa de Su Padre, y usted morará en la casa del Señor para siempre (Juan 14:2-3). Ya casi se escuchan los pasos del Mesías. 26/10/14