Venga Tu Reino

Miércoles, 5 de julio de 2017

(La Historia que Tim y Jerry Debieron Haber Escrito)

Un Estudio Bíblico por Jack Kelley

Recientemente leí lo que yo asumo es el último libro de la serie de Dejados Atrás (Left Behind). Teológicamente yo he estado de acuerdo con los autores a través de toda la serie… hasta ahora.

Siempre me ha sorprendido ver cuántos comentaristas aun se aferran al tratamiento tradicional de los últimos tres capítulos del Libro del Apocalipsis. Al hacerlo así están fracasando en notar que existe un intervalo de 1000 años entre Apocalipsis 20:6 y Apocalipsis 20:7. La razón para este intervalo se encuentra al inicio de Apocalipsis 20:7 y continuando hasta el final del capítulo, Juan lleva sus pensamientos sobre la disposición de Satanás y el juicio final de los incrédulos hasta sus últimas consecuencias, las cuales suceden al final del Milenio. Luego Juan retorna al principio para terminar la descripción que hace de la Era del Reino. El capítulo 21 del Apocalipsis trata sobre la Nueva Jerusalén, hogar de los redimidos, y Apocalipsis 22 comienza con un pequeño vistazo a las cosas de la tierra luego de la restauración de Israel. No existe nada en el libro sobre la eternidad porque la Biblia se escribió para la Era del Hombre, la cual se inició con Adán y termina en el Milenio.

Nosotros sabemos esto parcialmente porque la descripción de Juan en Apocalipsis 22:1-5 es casi idéntica con la descripción más detallada que hace Ezequiel de la misma escena (Ezequiel 47:1-12) la cual luego continúa con las dimensiones y obras del Templo del Milenio y la división de la tierra al comienzo de la Era del Reino. Entonces, expresado de manera simple, Apocalipsis 21 & 22 deben de ser insertados entre Apocalipsis 20:6 y Apocalipsis 20:7 para que el final del libro tenga sentido.

¿Cuál es la alternativa?

Si nosotros no vemos Apocalipsis 20-22 de la manera como lo he descrito, es necesario que retrasemos la llegada de la Nueva Jerusalén por 1.000 años, a un tiempo después que finaliza el Milenio, y que desconectemos la visión de Juan de la restaurada Jerusalén, de la casi idéntica visión de Ezequiel. Y eso causa muchos problemas, uno de los cuales es el tener que colocar a la Iglesia en su estado perfeccionado entre los creyentes judíos y gentiles que sobreviven la tribulación, quienes no están en ese estado perfeccionado.

Esto quiere decir que durante los primeros 1000 años de nuestro estado eterno de bendición, estaremos viviendo hombro con hombro con una creciente población de pecadores no arrepentidos, e inútilmente mirar a lo que comenzó como una sociedad casi utópica, que una vez más se hunde constantemente en el pozo de su propio pecado, igual como cualquier otra que la he precedido. Después de esperar tanto tiempo para entrar en el Reino, nos daríamos cuenta de que pronto sería un poco más que una repetición de nuestras vidas terrenales, sólo que un poco más largas. Y ese es el mejor motivo por el que Apocalipsis 20-22 no se puede desarrollar de la manera como los eruditos tradicionalmente lo han visto.

Por otro lado, al verlo como lo he sugerido, la Iglesia retornará con el Señor para ocupar la Nueva Jerusalén al comienzo del Milenio después de haber disfrutado nuestra luna de miel celestial de siete años. De camino, veremos entusiasmados cuando nuestro Novio derrota a Sus enemigos con ninguna otra cosa sino la palabra de Su boca. Veremos a Satanás traído vergonzosamente ante Él, encadenado y llevado por un solo ángel, para recibir y comenzar su sentencia de encarcelamiento por 1000 años. Veremos al anticristo y al falso profeta echados en el lago de fuego. Podremos observar el juicio de las ovejas y los cabritos en el cual los sobrevivientes de la tribulación serán separados, el creyente del incrédulo, para ser ya sea llevados al Reino en donde reconstruirán la sociedad de la tierra y repoblarán las naciones, o ser lanzados a las tinieblas de fuera, para siempre (Apocalipsis 19:11 y Mateo 25:31-45).

Veremos el Templo purificado y la Gloria Shekina retornar después de 2.600 años para una vez más, poner su residencia entre el pueblo de Dios. Veremos la procesión triunfal de los mártires de la tribulación cuando comiencen sus tareas como Sus servidores en el Templo. Quedaremos totalmente sorprendidos cuando la tierra es restaurada a su estado pre adámico con su clima sub tropical durante todo el año, sin ninguna tormenta que la dañe ni ningún rayo solar que acorte el lapso de vida más. Veremos las aguas del Río de la Vida brotando debajo del costado sur del Templo en Silo y fluyendo hacia el sur hacia un gran valle que corre de este a oeste formado por un gran terremoto que fue ocasionado por el retorno del Señor. Este terremoto partirá el Monte de los Olivos en dos y cambiará para siempre la topografía de Jerusalén. Cuando llena el valle con torrentes de agua viva, se convierte en un poderoso río que sepulta para siempre los restos del contaminado Monte del Templo de Jerusalén quedando todos sus lugares de adoración paganos en el fondo del río. Fluirá en ambas direcciones a través del valle, la mitad hacia el Mediterráneo al oeste, y la otra mitad hacia el Mar Muerto al este, dándole vida de nuevo. Los peces del mediterráneo nadarán y saltarán al Mar Muerto en tal abundancia que a los pescadores colocados a lo largo de los bancos del río, nunca se les agotará su pesca.

A lo largo de ambos bancos del río, veremos los árboles frutales que crecerán con abundancia allí. Ante nuestros ojos brotarán de la semilla a la madurez, llenando las ramas de frutas frescas. Darán un fruto diferente cada mes para el refrescamiento del pueblo de Dios, y el tacto con las hojas producirá sanidad inmediata (Ezequiel 43:1-9 & 47:1-12, Zacarías 14:4-8, Apocalipsis 7:14-17 & 22:1-5)

Bienvenidos a su nuevo hogar

Y entonces ocuparemos nuestros hogares en la Nueva Jerusalén en donde ya no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor. Caminaremos en las calles de un oro tan puro que es transparente, y en una atmósfera de paz y tranquilidad. Nuestro hogar eterno será un paraíso espacioso, del tamaño de una sexta parte de la tierra, el cual estará en órbita en su proximidad. Nunca habrá más nada que temer por lo que sus puertas estarán siempre abiertas. No necesitaremos un templo porque el mismo Señor morará entre nosotros y será nuestro Templo. Ya no necesitaremos el sol ni la luna porque Él será la fuente de nuestra iluminación, y nosotros reflejaremos esa luz para iluminar la Tierra. Finalmente, la Iglesia será verdaderamente la luz del mundo, tal y como Él nos lo prometió (Apocalipsis 21).

Desde nuestras mansiones en el cielo, nos aventuraremos haciendo uso de nuestras recién adquiridas habilidades, las cuales están más allá de nuestra imaginación. Todo lo que sabemos ahora sobre la extensión de estas habilidades es que sobrepasan el límite de nuestro entendimiento actual y que se aproximarán a las del Señor de Quien se originan. Si eso es así, no estaremos confinados ni en el tiempo ni en el espacio, y seremos capaces de sumergirnos en las profundidades del universo el cual estará diseñado específicamente para nuestra exploración y gozo sin fin. Tendremos energía sin límites, poder ilimitado, y una sed constante por el conocimiento. Habiendo sido liberados de las ataduras de nuestra naturaleza pecaminosa, finalmente lograremos nuestro destino como seres creados en la misma imagen de Dios con todo lo que eso conlleva. Seremos más creativos que Da Vinci, más brillantes que Einstein, con habilidades que sobrepasarán a los más grandes atletas, ingenieros, artistas y músicos de la historia combinados. Estaremos en nuestra cima y nunca perderemos nuestra arista. No habrá fin a nuestro potencial y no habrá nadie que intente impedirlo. Amaremos sin reservas, adoraremos sin dudar y viviremos sin límites para siempre (1 Corintios 2:9 & 1 Juan 3:2).

Mientras tanto, de vuelta en la tierra

En la tierra las cosas van a comenzar casi tan buenas como las anteriores. La maldición se habrá quitado de la tierra la que se convertirá en un exuberante jardín produciendo su cosecha con alegre abundancia. Los montes y los collados cantarán de alivio al haber sido liberados de la maldición. Habrá paz entre los animales y entre los animales y los hombres. La noción de la cadena alimenticia será olvidada. Nunca más habrá de morir uno para que otro viva. La gente de la Tierra retornará a la sociedad agraria que daba tanta paz y satisfacción en la edad antigua, solo que esta vez no habrá ni cardos ni espinos con los que hay que luchar. Todo el mundo tendrá su propia tierra fértil sin que nadie intente tomarla, y una casa libre de hipoteca. Los niños jugarán en la calle sin ningún temor, y no habrá ningún entorno en el que no estén a salvo. No habrá guerra, ni ninguna necesidad de ejércitos ni aun un departamento de policía. La relación entre el esfuerzo y la recompensa será clara y proporcional, y nadie trabajará solamente para que otros se beneficien. Será una sociedad casi utópica como humanamente pueda lograrse. Todas las personas serán saludables, felices y cordiales y vivirán una larga vida productiva y llena, libres para seguir sus propios sueños bajo el cuidado benevolente del Todopoderoso (Isaías 2:2-5, 35, 55:12-13 & 65:17-25, Miqueas 4:1-4).

El hombre natural aun estará contaminado por la naturaleza pecaminosa y a pesar de que al comienzo todos serán creyentes entusiastas, al finalizar el primer siglo los hijos que tengan alcanzarán una edad en la cual tendrán que decidir si aceptan o no la muerte del Señor como pago por sus pecados, de igual forma como usted y yo lo hicimos. Ellos tendrán esta sociedad utópica como un ejemplo de los beneficios de creer, de aprender de las experiencias de sus padres sobrevivientes de la tribulación, y de las prácticas regulares del Templo, para recordarles de los efectos mortales del pecado y del remedio de vida que la sangre derramada del Señor ha hecho posible.

Al principio la mayoría escogerán la vida, pero aun en estas envidiables circunstancias, unos pocos rechazarán al Señor y morirán la muerte del maldito. En cada generación habrá unos pocos más que rechacen al señor, y poco a poco el número de los incrédulos crecerá. Cuando esto suceda, la sociedad de la Tierra empezará a mostrar los efectos de este creciente contingente de rebeldes entre ellos. Cuando lo hace, la Tierra del futuro se verá más y más como la tierra del presente.

Cuando el año mil llega a su término, Satanás será soltado y una vez más una gran multitud de incrédulos se le unirán en su esfuerzo final para derrotar al Señor. Pero esta vez ya no habrá más oportunidades, y el Señor no mostrará ninguna paciencia. Todas aquellas personas que se han alineado con Satanás serán inmediatamente destruidas con el fuego que el Señor envía y Satanás será lanzado en el lago de fuego para ser atormentado día y noche para siempre (Isaías 65:20, Ezequiel 45:19-46:24 & Apocalipsis 20:7-10).

El contraste no puede ser más vívido. Por un lado, la iglesia perfeccionada, brillando en la Nueva Jerusalén, y por el otro los incrédulos en la tierra reducidos a un montón de cenizas ardientes. Qué diferencia hace el Señor.

¿Por qué siquiera tener un milenio?

Si usted sostiene el punto de vista dispensacional, usted sabe que el Milenio será la séptima vez que Dios ha intentado de llevar al hombre pecador hacia una relación funcional con Él, y cada dispensación ha terminado en un fracaso, tal y como Él sabía que iba a suceder. Entonces, ¿por qué Dios lo vuelve a permitir? ¿Por qué no simplemente ir directamente a la eternidad después de la Segunda Venida? Nadie lo sabe con seguridad, pero yo creo que eso será hecho para eliminar las tres principales excusas que las personas le han tirado a Dios en un esfuerzo patético para justificar sus fracasos.

La primera excusa es tan vieja como la misma raza humana. Toda la culpa de no saber comportarnos es de Satanás. Esta excusa se inició con Eva en el Edén.

Durante todo el milenio Dios tuvo encarcelado a Satanás, removiendo así su influencia de la tierra.

La segunda excusa ha sido el insano ejemplo de los incrédulos. Esta se originó entre los israelitas después de que ganaron la Tierra Prometida. Al haber fracasado en expulsar a todos los paganos, pronto sucumbieron a su influencia y adoptaron sus costumbres, tal y como el Señor les advirtió que sucedería, y dentro de una sola generación, su escape milagroso de la esclavitud de Egipto había sido olvidado (Jueces 2:1-3, 10-15).

Cuando el Milenio comienza, Dios ha removido a todos los incrédulos del planeta. Ya no hay más malas influencias de ellos tampoco.

Y la tercera excusa en realidad comenzó con la Iglesia. “Señor, Tú te fuiste y nos dejaste solos. ¿Cómo puedes esperar que vivamos según Tus normas, por nosotros mismos?”

En el Milenio el Señor vivirá entre ellos, y gobernará sobre ellos.

Entonces, aquí se encuentra el reto del hombre para el Milenio. ¿Puede el hombre natural vivir una vida placentera a Dios con el diablo atado, con toda la mala influencia del mundo incrédulo eliminada, y el mismo Señor viviendo en medio de ellos?

¿Y la respuesta es? Un sonado NO. Tan pronto como Satanás es soltado, hay una multitud que lo está esperando para seguirlo. Y de esta manera, en siete distintos intentos, Dios lo ha dejado bien claro. No existe ninguna circunstancia en la cual el hombre natural pueda vivir una vida placentera a Él. Solamente cuando se coloca a un Redentor en la mezcla, es posible. Y el Redentor tiene que ser el mismo Dios (Marcos 10:26-27). ¿No está usted contento de que Él estuvo de acuerdo en hacerlo?

Yo he tratado de no exagerar las referencias bíblicas del Milenio al describírselas a ustedes. Con un pequeño estudio, ustedes pueden ver que los versículos que he citado confirman todo lo que he escrito. Imagínese si puede, la narración que dos escritores talentosos pudieron haber hecho sobre este cimiento. Esta es la historia que Tim y Jerry debieron haber escrito. Habiéndolo hecho todos habríamos aprendido que cuando se trata del Señor, el hecho es casi siempre más emocionante que la ficción y esa serie tan increíble que ellos han escrito pudo haber terminado con la calificación alta que se merece. 14/07/2007.