¿Atacando los pecados?

Q

Martes 16 de abril de 2019

P: ¿Qué les sucede a las personas que están atrapadas en un pecado en particular, que tal vez en su interior no quieren hacerlo, pero parece que no pueden dejar de cometerlo? Todavía creen con todo su corazón que Jesús pagó el precio por sus pecados. ¿Siguen siendo salvos?

A

R: Por supuesto que lo son. De hecho, creo que cada persona cristiana tiene al menos un pecado en su vida del que no puede deshacerse, y la mayoría tiene varios. Y si nos deshacemos de uno el otro salta para tomar su lugar. Puede ser el chisme o la codicia o la envidia o los celos o la ira sin resolver o la lujuria o alguna otra cosa.

Ninguno de nosotros está libre de pecado. La razón por la que el Señor nos dijo que no juzguemos a los demás por sus pecados es que ninguno de nosotros puede enfrentar el juicio por uno mismo (Mateo 7:1).

Pero Colosenses 2:13-14 dice que el Señor perdonó todos nuestros pecados en la cruz. La palabra griega traducida “todos” significa “cualquiera y cada uno, todo y todos.”

Y Hebreos 10:12-14 dice que Jesús murió como un sacrificio de una sola vez por los pecados, y por ese único sacrificio Él nos ha hecho perfectos para siempre. Por lo tanto, cuando aceptamos que Su muerte pague el precio por nuestros pecados, eso los cubre a todos, incluso a los que aún no hemos cometido.

Incluso Pablo dijo que no podía dejar de pecar completamente (Romanos 7:18-20). Y Juan dijo que si decimos estar sin pecado nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros (1 Juan 1:8). Nosotros pecamos porque somos pecadores. Está en nuestra naturaleza. Ninguna persona creyente nacida de nuevo peca cada vez que el estado de ánimo la golpea, pero todos pecamos igual. Y cuando lo hacemos, nos sentimos terribles, pero sabemos que cuando le pedimos al Señor que nos perdone, Él siempre lo hará, porque ya pagó el castigo.

Dichoso aquél cuyo pecado es perdonado, y cuya maldad queda absuelta. Dichoso aquél a quien el SEÑOR ya no acusa de impiedad, y en el que no hay engaño.” (Salmo 32:1-2).